La película tiene un desarrollo sorprendente a partir de varias historias entrelazadas. Pero eso, per se, no es suficiente para mantener la atención que sí captaron los primeros veinte minutos.

No es comedia, no es drama, no es una de miedo, y al mismo tiempo es un poco de todo. Apunta maneras, pero la mezcla no cuaja; apuesta mucho a giros argumentales y a conductas extremas, pero no es suficiente.

Quizá es que mi gusto es más clásico y prefiero el manido planteamiento-nudo-desenlace, o quizá no. En el fondo, solo pido a una película que me entretenga, y esta combinación de casquería, comportamientos sexuales malsanos y trastornos psicológicos no lo ha conseguido.

Lo mejor: Macarena García, guapa como un ángel.
Lo peor: Quizá no sea la más apropiada si tienes un espíritu sensible; y ni de lejos es tan buena como Relatos salvajes.

Veamos; si buscas una película que estimule tus neuronas, mejor vete a otra. Si, por contra, sólo esperas (casi ná) disfrutar un rato y dejarte llevar por la historia, es fácil que te lo pases tan bien como yo. Vi la película hace años y me doblé de la risa, y la volví a ver hace un par de días con mi hijo, y con el mismo resultado para ambos.

Humor absurdo, sencillo, grueso... pero humor al fin y al cabo, a partir de unos personajes patéticos y estereotipados, una historia descabellada y una duración convenientemente reducida.

Dodgeball merece la pena. Que no te la cuenten.

Tras ver Ocho apellidos vascos no puedo dejar de sentir decepción, aún con unas expectativas que ya no eran demasiado elevadas. La película incide cómicamente en aspectos de la idiosincrasia vasca sin evitar asuntos que podrían ser espinosos, como el mundo abertzale y todo lo que le rodea, siendo posiblemente este uno de sus grandes aciertos. La mezcla de vascos y andaluces, caracteres aparentemente tan dispares, así como el acertado momento de su rodaje y estreno, tiempo después del fin de la violencia armada, son puntos a favor de este filme. Seguramente todos hemos madurado y ya estamos preparados para reírnos con chistes sobre la kale borroka, facherío y el nacionalismo de txapela sin rasgarnos las vestiduras por ello.

A todo eso puedo añadir un buen comienzo como punto a favor del filme. Pero a partir del primer cuarto de hora el ritmo comienza a desfallecer, el argumento se torna muuuuy previsible y algunos -pocos- chistes buenos se mezclan con situaciones -muchas- mil veces vistas en malas comedias romanticonas de Hollywood. Los últimos minutos certifican el "bluff" con un final trillado y almibarado de “corta y pega”.

Karra Elejalde hace subir enteros a la película cada vez que aparece en pantalla, no sólo por ser un gran actor sino porque su personaje es el más agradecido. Sin embargo hasta su Koldo acaba cayendo al final en la mediocridad de esta película que, sin duda, ha derrochado mucho más talento en su departamento de marketing que en el artístico. Del resto de actores Rovira también despliega algunos buenos momentos, Machi compone un personaje tierno e insulso y Lago más que vasca parece simple y llanamente insoportable.

A estas alturas he de reconocer que Michael Bay me ha sorprendido; primero porque tenía muy pocas intenciones de ver otra película suya, y segundo, porque tenía aún menos esperanzas de que nada de lo que filmase me gustase. Os pongo en antecedentes.

Vi La Roca en su estreno y me aburrió. Aquella larga película llena de explosiones no me atrapó lo más mínimo. Años después llegó Pearl Harbor y aún me aburrió más. Para entonces Bay ya era un ejemplo claro de la forma por encima del fondo. Ignoré a los policías rebeldes, Armageddones y Transformers. Tampoco vi la Isla, la única que me provocaba una cierta curiosidad.

... y entonces me decidí a ver Dolor y dinero y ¡sorpresa! ... me encantó. Michael Bay mantiene su sello estilístico particular (gente guapa, cochazos, lujo, etc) pero cuenta una historia, y la cuenta bien. A pesar de ser una cinta larga no tiene momentos de desfallecimiento, siempre está ocurriendo algo, y te atrapa de tal forma que ya no puedes dejar de verla, porque quieres saber como acaba todo.

Decir que en algunos aspectos tiene detalles de Scorsese no me parece exagerado, algo que es evidente en las explicaciones en off de los personajes. Mark Wahlberg está muy bien, igual que Anthony Mackie, aunque la sorpresa es Dwayne Johnson, que proporciona total credibilidad a uno de los personajes más importantes de la historia.

La película, además, comienza y acaba con un tema musical sencillo y magnífico de Steve Jablonsky.

Muy recomendable, para ver sin prejuicios.

Disney ha intentado dar una pátina de naturalismo a la saga del Depredador. El enfoque se aleja de lo que se espera de una película de acción, algo que en sí no es negativo, pero el resultado es desigual y un poco desconcertante.

La primera parte se desarrolla con parsimonia entre escenas que remiten a la vida diaria de una comunidad india y al esfuerzo de los jóvenes (entre ellos, la protagonista) por demostrar sus habilidades para la caza. Demasiada inversión de tiempo en una puesta en escena que se come la mitad de la película y aporta más bostezos que otra cosa. Nada que ver con la primera, que en cinco minutos se metía en harina. En mi opinión, este es su gran debe.

La última media hora eleva un poco el vuelo. El ritmo se incrementa, pero no compensa la turra inicial, más si cabe teniendo en cuenta la previsibilidad de lo que nos cuentan. Podría haber ayudado algún fragmento de la conocida banda sonora de Alan Silvestri, pero tampoco les dio por ahí.

No puedo dejar de sumarme a lo que ya ha sido resaltado por otr@s colegas de crítica: es muy difícil creerse que una chiquilla de poco más de metro y medio sea capaz, con la única ayuda de un aprendiz de hacha, de cargarse a una bestia dura como el pedernal, fuertemente armada y equipada con la más alta tecnología.

Finalmente, decir que algunos efectos especiales "cantan".

El resultado es una película diferente, a ratos lenta, y con un bicho que no asusta.

Eso sí, incomprensibles las buenas críticas del ramo profesional. Para hacérselo mirar.