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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
Kedi
Documental
Turquía2016
7,0
1.697
Documental, Intervenciones de: Yaman Barlas, Arzu Göl, Kemal Suncu ...
7
15 de junio de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es este un documental sobre los gatos de Estambul, o sobre Estambul con la excusa de los gatos, o sobre cómo en un lugar clave en el mundo, la clave también la tienen los gatos.

Si bien lo determinante en la evolución fue el pulgar oponible entre quienes caminaron de pie (recuerdo que también hablé aquí en FA del cortometraje "Isla de las flores"), entre quienes caminaron a gatas o a cuatro patas es obvio que la precisión quedó en la familia de lo felino. En un mundo en que lo canino y lo gregario marcan la historia del éxito de los imperios y sus rapiñas, poder contemplar y aprender de los felinos nos compensa, nos naturaliza. Como bien se dice en el documental, los perros creen que los hombres son sus dioses. Y por tanto sus amos. Los gatos saben que no es así.

De los lobos, chacales y demás caninos silvestres se han podido extraer alambicados resultados extremos: del caniche al doberman. Cualquier exceso humano tiene su raza de perro ad hoc. Cosa que nunca se podrá hacer con gatos. El gato es la adaptación de lo felino a lo civilizado, pero sin más transacciones que el menor tamaño y la menor fiereza. En cambio las degeneraciones de lo canino van en paralelo a las degeneraciones de nuestros caprichos. Lo dicho antes, del caniche al doberman. Por eso no hay gatos policía ni gatos falderos. Por eso muchos simpatizamos de esa esencia. Civilizada esencia, por otro lado.

El documental maravilla con su banda sonora, con su fotografía, con su combinación de situaciones de cámara, desde las más subterráneas a las del dron. Las siete historias, las siete vidas, que hacen de columna argumental, también tienen un equilibrio fenomenal. Obviamente es una cinta pensada para los amantes de lo gatuno. Pero no solo es eso: es un alegato de lo que puede darse en una ciudad clave, en una ciudad puente, en una ciudad ideal para los gatos pues todo transita por su historia de forma mucho más filosofal que instrumental.

Un buen rato, un muy buen rato, se puede pasar con este alegato en favor de lo que más alegatos merece: la razón última de la perfección no tuneable.ni tergiversable, la razón de la mirada profunda y sabia de cualquier gato del mundo. Cuando más si además vive en una ciudad que los arrulla desde tiempo inmemorial.
La isla de las flores (C)
CortometrajeDocumental
Brasil1989
8,0
10.229
Documental
9
2 de marzo de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo, antes de internet y la wikipedia, en que las enciclopedias divulgativas eran un poco como las imágenes de este corto: concisas y variopintas a la vez, pero sobre todo, cargadas de perogrulladas que a la vez son verdades como puños.

Poco puede añadirse a las anteriores críticas, que lógicamente van ligadas salvo la excepción que confirma la regla, a óptimas evaluaciones.

A partir de lo esencial de los tomates, el dinero, el cerdo y los perfumes se nos explica toda la salsa del sistema capitalista y cómo este genera lucro y basura a partes desiguales. Esa es la cruda y maloliente realidad, por más que le pongamos flores por delante.

Con ironía sobre japoneses y judíos, se nos marca también lo esencial de lo humano, en tanto especie, por encima de lo accidental, que es la etnia.

El planeta entero cabe en la metáfora de ser una isla de flores y una isla de cerdos, con familias que usan pulgar oponible, telencéfalo altamente desarrrollado y a veces dinero y a veces basura, según en qué "parte de la isla" se encuentren ubicados.

Como recordar es vivir, es bueno recordar que algunas pequeñas piezas enciclopédicas contienen la misma sabiduría que grandes tratados recargados de datos tan relativos como sustituibles.

La voz de Paulo José (el de 'Todos os Paulos do mundo' (2017)) es totalmente apropiada y certera en el sonido original. El doblaje tampoco está mal, pues es sobre todo neutro y de documental. Al final el desgarro de la guitarra eléctrica es el propio desgarro de una sátira que se transmuta en lírica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
“Libertad es una palabra que el sueño humano alimenta, que no hay nadie que la explique y nadie que no la entienda.”

"'Tà tudo aí, sim".
23 de febrero de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A finales de 2007 me sorprendió un video creado, literalmente, como "iniciador de conversación". Su título es "Information R/evolution". Sus autores eran el profesor Michael Wesch y algunos alumnos suyos.

En cinco minutos y medio desarrollaba, con el fondo de alguna música apropiada de leitmotiv y con un simpático montaje, primero 'analógico' y luego 'digital', una serie de tesis sobre la (r)evolución en el tratamiento de la información a partir del desarrollo de Internet y con ello los cambios en lo que se considera la jerarquía de las categorías y el propio acceso a su creación y a su desarrollo, ya sea en tanto etiquetas o en tanto ramificaciones temáticas. Todo ello, como digo, en un video de 2007, esto es, antes de que los hashtags de twitter se multiplicaran exponencialmente. El video a día de hoy tiene menos de un millón de visitas, trece años después, pero sigue siendo muy capaz de generar conversación.

El documental "Ex Libris" de Frederick Wiseman dura, en cambio, más de tres horas y, formalmente, es preciasamente lo opuesto a aquel pequeño y breve video. Pero da para hablar de lo mismo. Aunque formalmente sean distintos, la clave es la misma: explicar algo que es, totalmente, miscelánea.

Wiseman, en su personalísima línea, descarta la posibilidad de la más mínima narración (y por tanto de la 'intervención'), descarta las infografías, los mapas, los subtítulos o los intertítulos. Descarta cualquier modificación más allá de la que el montaje y sus elecciones conllevan. En su línea, se limita a captar escenas reales, charlas reales, exposiciones reales, gestos reales, detalles reales.

Y así y todo, sin el más mínimo aditivo, nos adentra totalmente en el qué, el cómo y el para qué de la institución que explora y retrata, en este caso la Biblioteca Pública de Nueva York.

Trata obviamente la constante readaptación a los nuevos tratamientos de la informacion, y con ello a las necesidades de las personas usuarias, las necesidades de las empresas y de otras instituciones, y las necesidades totalmente plurales, cambiantes y abiertas de la sociedad en su conjunto.

Sin músicas a no ser que se den en el momento real filmado, sin locuciones en off, sin más que el montaje inteligente y bien rítmico de todas las piezas, el panorama que despliega Wiseman es a la vez perfecto e imperfecto. Es un preciso retrato del paisaje cultural y humano en toda su extensión, pero deja al espectador la tarea de generar con su propia percepción su opinión sobre los aspectos del conjunto: por ejemplo sobre los equilibrios de una gestión público-privada, sobre las brechas sociales y la brecha digital, sobre la conexión-desconexión constante del individuo respecto a las fuentes de información.

Uno puede maravillarse con los pequeños o no tan pequeños episodios del documental, y de sus tres horas (resumen de ni sé cuántas decenas de horas grabadas) uno puede extraer y proyectar muchas más horas posibles de búsqueda de información, precisamente motivado porque también estas tres horas de documento son un "iniciador de conversación".

Una frase clave es la de que "todo es miscelánea". En una biblioteca todo lo es. Y en todos los sistemas públicos de biblioteca del mundo. Y Wiseman nos explica muy bien la esencia de la NYPL, sus 92 localizaciones, sus 53 millones de items y sus innumerables actividades culturales. Y lo cuadra.
5 de enero de 2021 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las obras maestras tienen siempre un algo intemporal, pero quedan impregnadas del tiempo en que se realizan. Documental publicado a inicios de los años noventa sobre los periplos, vericuetos, idas y venidas, que se dieron antes y durante el rodaje de Apocalypse Now, en la segunda mitad de los setenta. El 'ahora' del documental, como el 'ahora' del magno film, son hoy en día 'entonces', no 'ahoras'. Por ello la perspectiva para esta crítica tiene tres puntos de fuga: el 'now' de Apocalypse Now, el 'then' del documental y el 'nowadays' desde el que se escribe.

En este caso, esta especie de 'cómo se acabó haciendo' es tan magistral como el film al que se refiere. Desvela aspectos esenciales que nos explican el por qué y el para qué del resultado. Y lo hace con la premisa clave: el espectáculo y el entretenimiento como fines en sí mismos, la idea de "sensorama" que lleve al público al disfrute, y con ello al contagio, al "tienes que verla", que es la frase que mueve mayormente la industria del séptimo arte.

La base de la pizza son las grabaciones hechas por Eleanor, señora de Coppola, durante los casi nueve meses de rodaje, la estupenda mozzarella son las imágenes del film y los ingredientes, estupendos todos, están en las entrevistas. La suma de todo ello combina deliciosamente. Francis Ford Coppola, con su barba menos o más canosa, es la piedra del horno que le da sentido al aparente sinsentido.

A la media hora de documental, FFC dice que cree que la va a titular "La idiodisea". A eso le lleva la incerteza de saber si le encontrará un final. El juego de palabras enseguida me llamó la atención. La odisea de Millard/Sheen podía acabar pareciendo una idiotez, en el sentido de una estupidez, si las escenas finales no estaban a la altura de las valquirias de napalm, las alucinaciones de la tropa y la oscuridad y el horror de la guerra en la jungla.

Casualmente, la tribu Ifugao sirvió en bandeja la icónica escena del sacrificio del búfalo de agua, que mezclada con la lisergia musical del The End de los Doors y una tremebunda habilidad en el montaje, desencallaron de sus propias tinieblas al entretenedor -y sin embargo, original- director de todo aquel tinglado.

"La idiodisea" ya no resultó pues una tontería. De hecho en el étimo no hay tontería ninguna. En griego 'idiota' era el egoísta que no se ocupaba de los asuntos públicos, y el verbo originario se refiere a la diferencia más que a la negligencia. Idioma e idiosincrasia también provienen de la misma raiz. "Hearts of Darkness" fue traducido como "Corazones en tinieblas", aunque realmente es el título de la novela de Conrad, traducida normalmente como "El corazón de las tinieblas".

Me alegra haberla visto recientemente (está en Filmin) pues me ha hecho profundizar en una de mis primeras experiencias cinematográficas de "antes y después", cuando vi "Apocalipsis Now" en los ochenta. Situando sus "entonces": cuando se publicó el documental en el ejército imperial estaban preparándose para arrasar y rapiñar en Irak. En cambio cuando se rodó el film acababan de salir de Vietnam. El californiano Coppola llevó a las Filipinas, a sumergirse en el clima que quiso filmar, la novela que Conrad situaba en la selva africana. Todo, una odisea.
30 de noviembre de 2021 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien en su tiempo pudo llamar la atención incluso en Berlin, la perspectiva histórica deja en muy mal lugar este film. Leí antes de verla que el debut, en los años 60, de esta directora, titulado 'Breves encuentros', fue prohibido en la Unión Soviética. De manera que me planteé ver ambas, precisamente por aquello de la perspectiva a la que aludí antes. Por comparar la 'oculta' y la 'famosa'.

Y así como aquella de 1967 es interesante, tiene atrevimiento y genera simpatías, esta otra, de 1989, sin ninguna excusa loable, llega a aburrir. Es más, provocativa solamente lo es en tanto provoca aburrimiento a propósito. Aburre y desconcierta esa falta de coherencia argumental, presuntamente justificada como si el rompecabezas fuera la forma natural de la cinematografía. Y no, va a ser que no, o al menos que no tanto.

Cine triste es una de las etiquetas con que se ha sellado el cine de Kira Muratova. Desde luego no es para menos. Alegrías, en esta cinta al menos, hay bien pocas. Sería una especie de calco en el séptimo arte del llamado arte pobre en el de la pintura.

Por ello creo que vale la metáfora de la gaseosa. Una mente, tanto dirigiendo como actuando, bien chisposa en los sesenta, fue desaprovechada. Todas aquellas burbujas de originalidad, formal y de historias, se perdieron con el paso de los años. Como se pierde el gas de una botella de gaseosa abierta y abandonada.

Llegados al tiempo de esta película, que habla de muerte, locura y sopor sin aportar nada nuevo, ni siquiera viejo, a estos asuntos... pues en fin... queda como pieza de museo, pero de las que pueden acabar sin problema en los almacenes. Archivable como ejemplo de la transición de lo soviético a lo pos-soviético. Y poco o nada más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena final, o mejor dicho, el cuadro hacia el final, una especie de anticristo con destino a ninguna parte, tiene su qué de sublime. Lo peor es que para llegar a esta conclusión hemos tenido que sostener los párpados más de dos horas sin más recompensa que el de acabar el metraje. Eso sí, aunque solamente fuera por el impacto estético, ese final eleva del 3 al 4 mi puntuación, pues al menos tiene el poder de anclarse en la memoria. Que no todos los finales lo consiguen, eso.
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