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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
27 de agosto de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dario Argento es sinónimo de arte. Nadie como él sabe conjugar la arquitectura, la pintura y la escultura con la trama de sus películas de terror, aportando a través de estas obras artísticas multitud de sentimientos contradictorios y muy intensos. En la memoria quedan momentos impresionantes como el asesinato del pianista ciego en la Plaza de los Tres Templos de Munich ("Suspiria") donde la diafanidad del espacio era el elemento más amenazante, o el intento de asesinato al comienzo de "El pájaro de las plumas de cristal" con la víctima retozando entre esculturas inmensas. El arte es un elemento fundamental en las películas de Argento y al ser el muchacho italiano solo tiene que asomarse a las calles de Roma o Florencia para situar las localizaciones de sus películas. Si este elemento falla (como ocurrió en su fallida aventura americana "Trauma") la película resulta coja, sin ese halo de misterio y magnificencia que caracteriza a sus films. Pues bien, siguiendo el hilo del argumento, era inevitable que Argento diera un protagonismo fundamental a esto de la cosa artística y en "El síndrome de Stendhal" podemos ver una impresionante simbiosis entre realidad y ficción a través de las obras de arte que pueblan el film. No obstante y para que no cunda el pánico, aquellos espectadores a los que el arte les importe un pimiento que no huyan despavoridos, porque esto es una película 100% Argento, o sea que la ración de asesinatos bestiales, casquería infinita y giros imprevistos del guión también hacen acto de presencia (y de una manera impresionante, apostillo).
La película posee un guión muy original que aporta mucha frescura e interés a la trama. Podríamos dividir el film en tres partes, siendo cada parte una película independiente en sí misma pero magistralmente enlazada por el buen hacer de Argento. En la primera parte tenemos a la detective Anna amnésica perdida, víctima de las agresiones del asesino, intentando reconstruir su pasado a través de una simbiosis total con las obras de arte que la fascinan y que la atormentan. Aquí podemos ver un soberbio trabajo de los efectos especiales, que según cuenta la wikipedia, fue la primera vez que una película italiana empleó imágenes generadas por computadora. Pues bien, para ser la primera vez le quedó el tema increíble, mezclando realidad, ficción, recuerdos y flashbacks de una manera impresionante (vamos, que los cuadros cobran vida literalmente y parece que van a saltar del marco para cogerte de tus partes nobles). Este primer segmento posee una atmósfera onírica muy poética pero también muy siniestra y horrible.
En la segunda parte del film vemos como Anna ha recuperado la memoria e intenta seguir adelante con su vida, una vida hecha pedazos por las agresiones que sufrió de manos del asesino. Aquí Anna sufre la primera metamorfosis, adquiriendo aspectos masculinos y aumentando su agresividad (es impresionante la escena en la que la propia Anna intenta violar a su ex-novio). Asustada por este cambio, decide regresar a su pueblo con su familia, buscando refugio en los paraísos de la infancia, pero el intento tampoco funciona. No obstante, será aquí donde Anna resolverá (aparentemente) todos sus traumas con una catarsis final y bestial que te dejará con la boca abierta. Esta segunda parte tiene momentos muy tranquilos, aparentemente intrascendentes pero que sirven para crear una atmósfera familiar de la que Anna es dolorosamente ajena, por más que intente volver a su antigua vida.
Y en la última parte del film, vemos a una Anna recuperada, sana, que ha abandonado su carácter andrógino y abraza de nuevo su femineidad. La muchacha desea vivir feliz y en paz e incluso se echará un novio guapetón y francés. No obstante, la sombra del asesino todavía acosa a Anna, impidiéndole ser completamente feliz y generando más muerte e destrucción.
Todo este argumento no hubiera sido tan genial sin la impresionante interpretación de Asia Argento, que la muchacha hace un papel de Oscar mayer. Asia sabe darle a su papel todos los matices y contradicciones que posee un rol tan difícil como el suyo, a veces frágil e indefensa, a veces fuerte y cañera, otorgando verosimilitud a un personaje tan complejo y fascinante.
Tampoco podemos olvidar el gran trabajo en el apartado musical de Ennio Morricone, con unas melodías hipnóticas y acojonantes.
Resumiendo, la película es una maravilla, digna de los mejores tiempos de Argento. Entre los muchos momentos gloriosos del film, destaca su final, muy atípico y anti-climático que resume a la perfección la trama del largometraje: los hombres son capaces de una terrible maldad o de una maravillosa bondad.
27 de agosto de 2016
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el mega-éxito de "Hasta el viento tiene miedo", Carlos Enrique Taboada prosiguió su tarea de enriquecer el cine fantástico mejicano con otra película de terror y fantasmas, dándole una vuelta de tuerca (y nunca mejor dicho) al género de las almas en pena añadiendo un factor nuevo y siniestro: el mundo infantil y su crueldad inherente. Tomando como inspiración la novela de Henry James "The turn of the screw", pero despojándolo de su contenido sexual, Carlos Enrique Taboada estructura un relato trágico y macabro donde los niños son víctimas de la ambición, incomprensión e insensatez de los adultos. No obstante, gracias a una retorcida justicia poética, las víctimas se convertirán en verdugos, movidos por la crueldad y el odio hacia los vivos.
En el reparto del film repiten dos actrices que ya aparecieron en "Hasta el viento tiene miedo" pero en unos registros completamente diferentes. Por un lado tenemos a Marga López, la inflexible y castrante autoridad del internado femenino que en esta ocasión interpreta a un personaje lleno de bondad, ternura y comprensión, la institutriz de Silvia, una mujer que posee una comunicación especial con los niños debido a que ella misma sufrió una experiencia traumática con su propia hija (que aunque en la película no lo aclaran, por lo visto a su niña también le faltaba un hervor y la encerraron en un manicomio, con la posterior muerte de la chiquilla). Julia es la amiga y confidente de Silvia, y aunque en un principio sufrirá las iras de Hugo, el chaval decide perdonarla en deferencia a Silvia. Uno de los momentos más importantes de la película es cuando Julia ve por primera vez la estatua de Hugo: Carlos Enrique Taboada resuelve la escena con unos primeros planos consecutivos y rápidos de la estatua y Marga López, en la que la mujer, poco a poco, se siente seducida y hechizada por la estatua, esbozando una sonrisa cómplice y aportando a la escena mucha ambigüedad y extrañeza. Resumiendo: la convincente interpretación de Marga López demuestra la variedad de registro de esta estupenda actriz. Por otro lado, tenemos a Norma Lazareno, nuestra desvergonzada Kitty de "Hasta el viento tiene miedo", que aquí interpreta a la madrastra de la niña Silvia. Para empezar, señalar que en esta ocasión tiene un mejor estilismo y su peinado la favorece mucho ya que parece incluso más joven que cuando tuvo que interpretar a la estudiante casquivana el año anterior. Su personaje es muy ambivalente, porque por un lado tiene más miedo que un perrito chico y Hugo cabrón la putea cosa mala durante toda la película, lo cual inspira mucha lástima en el espectador; pero por otro lado, sobre todo al final del film, motivada por el miedo, la madrastra se convierte en un bicho malo que intenta subyugar a la niña por la fuerza, entre otros motivos para que Silvia la tome en serio y deje de asustarla con el Hugo de los cojones. Con el cromosoma XY, tenemos al millonario padre de la niña, que representa la autoridad y la inflexible racionalidad (y que al final desencadenará la tragedia) y el padrino, un pintor bohemio que tomará partido por ambos bandos y al final se llevará palos de todo el mundo. Por último, Lucy Buj interpreta a Silvia, la niña hechizada, aportando a su personaje el grado justo de inocencia y desamparo (a fin de cuentas, la pobre está bajo el embrujo de Hugo y no puede vivir una infancia normal) pero también de crueldad y refinada maldad (dando matarile a todo lo que le molesta, ya sea animal, vegetal o mineral). También la niña es un rato pava, pero en fin, está en la edad.
Pero no nos engañemos, el que corta el bacalao en la película es Hugo, que con su presencia invisible y ominosa, tiene a todo el mundo acojonadito, y a pesar de que su trágica historia inspira lástima, el niño es un egoísta y hará todo lo posible para que no le aparten de su vera a la niña, su única amiga en varios siglos. No obstante, podemos sacar otra lectura, más siniestra y cruel, donde las acciones de Hugo están encaminadas a la consecución del terrible y alucinante desenlace, obra maestra de Carlos Enrique Taboada y que deja al espectador angustiado y con un mal cuerpo a nivel general. Por cierto, Hugo sólo sale dos veces en la peli, pero cuando aparece, es para cagarse vivo del miedo que da.
A nivel técnico, qué te voy a contar, pues que la película se hizo con pocos medios y en un tiempo record (algo habitual por aquel entonces) y que en ocasiones esta precariedad se nota en las localizaciones y en el abuso de diálogos melodramáticos. Pero pasando por alto este detalle, la película tiene de todo: muchos momentos de angustia, miedito, suspense e incluso acción, con rescate de la niña in extremis del techo de una iglesia.
"El libro de piedra" es una gran película de fantasmas que nada tiene que envidiar a su predecesora, ya que su atmósfera, su puesta en escena y su ritmo narrativo es similar a la de "Hasta el viento tiene miedo" pero en esta ocasión "Carlos Enrique Taboada" cuenta una historia completamente diferente, con mucha miga, mucho susto, mucha brujería y con un final para no olvidar.
Por cierto, la tetralogía de fantasmas del director se completa con "Más negro que la noche" (el gato Becquer vs. cuatro mozas jamonas) y "Veneno para las Hadas" (el mundo infantil bajo un prisma de fantasía, miedo y superstición).
Postdata: en el año 2009, Julio César Estrada hizo un remake de la película, por lo cual fue objeto de las iras de los fans incondicionales del film original. Más o menos lo mismo que le pasó a Gustavo Moheno cuando hizo el remake de "Hasta el viento tiene miedo". Pobrecicos, los frikis no tenemos piedad.
6 de abril de 2023
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a ver...es Telecinco y la serie es tan coherente como un botijo sin agujeros, simplemente busca el morbo fácil e hipócrita. Es un subproducto que se puede disfrutar muy bien por las situaciones surrealistas y esperpénticas que plantea, por el cachondeo general y por la tomadura de pelo sin complejos del guion (el "chaval" de 15 años tiene quince años en cada pata, como dicen en mi pueblo). Si la serie se limitara a eso, le pondría un 10. Pero en los dos últimos capítulos, la serie toma unos derroteros bastante desagradables que trastocan la puerilidad del invento, con connotaciones perversamente machistas y que denigran a las personas que padecen enfermedades mentales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El problema es que, a medida que pasan los capítulos, el personaje de Alexandra Jiménez (que se supone que es una de las víctimas de la serie por su infancia terrible y por el maltrato psicológico a la que se ve sometida desde el minuto uno por su marido y por su hija) se va convirtiendo en la mala malísima, y, de pronto, el exmarido maltratador psicológico es el bueno, el comprensivo y el héroe. ¿Cambiaron de guionista a mediados de la serie? En fin, los maltratadores de la serie al final son los buenos y las víctimas son las malas malignas que pagan de por vida su maldad de acostarse con un tío de 22 años (perdón, de 15).
Además, es vomitiva la escena en el que el marido (uno de los culpables de todo este circo, maltratando a su exesposa desde el primer capítulo, insultándola, vejándola de todas las maneras posibles) y la mejor amiga del personaje de Alexandra Jiménez (que de buena que es se acostaba con el marido con premeditación, alevosía y "gustirrinín") echan al mar las cenizas de los amantes de Teruel.
27 de agosto de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Umberto Lenzi era un buen artesano del exploit y hacía correctamente todo lo que le pedían: que lo mismo te hacía peplum (¡"El zorro vs. Maciste"!) (los signos de exclamación y el estupor son míos), como una de piratas con Sandokán, como el inefable y repugnante Mondo. Y con "El ojo en la oscuridad" tenemos un correcto giallo de manual, que reproduce punto por punto los latiguillos del género intentando conseguir el éxito taquillero por ósmosis: crímenes truculentos y pasados de rosca con extracciones oculares sin ánimo de lucro, ración doble de tetas y culos, morbo fácil, sexualidad provocativa para la época (Lenzi se adelantó varias décadas a Alan Ball con lo de la pareja homosexual interracial), más trampas que en una película de chinos, mogollón de sospechosos, explicaciones psicológicas y traumas mentales por un tubo. Pues lo dicho, Lenzi despliega todos estos elementos de forma correcta a lo largo del film, sin entusiasmar pero tampoco sin decepcionar consiguiendo un giallo decente y divertido (aunque la identidad del asesino es bastante evidente, aunque no su motivación para matar, lo cual supone una sorpresa bastante cutre, por otra parte). Entre las escenas más surrealistas del film está esa bailadora de flamenco de Sitges a la que continuamente se le ven las bragas, pero lo peor del film es ese final mojigato que condena el libertinaje y promueve el orden y las buenas costumbres. En fin, nadie es perfecto.
27 de agosto de 2016
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial película producida por Howard Hanks, que une de manera magistral elementos del western y la ciencia-ficción (además de contar con un humor muy de la época, con esa "batalla de sexos" entre los protagonistas masculinos y femeninos del film). Irremediablemente marcada por la época que le tocó vivir (principios de la guerra fría y la amenaza nuclear), muestra una visión de los militares y de los científicos algo distorsionada y a veces cómica (los científicos son presentados como gente alocada que no piensan en las consecuencias y los militares son gente sensata con los pies en la tierra).
En fin, es una de las grandes películas de la ciencia-ficción de la década de los 50.
En 1982, John Carpenter hizo un increíble remake de esta película, titulado "La Cosa".
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