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6,0
4.738
8
23 de agosto de 2020
23 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La hija de un ladrón se estrena con una gran acogida al ser la secuela del cortometraje “Sara a la fuga” de la misma directora. Belén Funes se mete de lleno en la dirección de su primer largometraje para ofrecernos una película de aparente dureza pero con una profunda fragilidad. Este sólido proyecto de tono realista y drama social nos conduce a una vida llena de un sufrimiento implacable.
Por su parte, Greta Fernández inunda la pantalla con su soberbia interpretación por la que consiguió la Concha de Plata en el último Festival de San Sebastián. El peso del film recae en el rostro desconsolado del personaje que derrocha sinceridad allá por donde pasa. Al igual que la prodigiosa elección de Eduard Fernández para meterse en el papel de su progenitor tanto dentro como fuera de la pantalla.
No es de extrañar que durante el inicio, el espectador se encuentre desubicado por la situación y/o los actos de la protagonista; pero poco a poco conseguirá entender todos los hechos hasta vivir la trama en primera persona. Tampoco ayudan los continuos cortes y su incoherencia entre ellos para comprender la verdadera situación de Sara.
La hija de un ladrón se crece tanto en lo que enseña como en lo que oculta. Estamos ante una de las grandes óperas primas del año que construye un drama austero al que posiblemente le falte una conexión narrativa. No es hasta el final donde nos damos cuenta de la descomunal Greta que consigue atapar miles de vidas en una sola persona.
CARLOS ANTOLÍN
TuCineCrítico
https://tucinecritico.blogspot.com/
Por su parte, Greta Fernández inunda la pantalla con su soberbia interpretación por la que consiguió la Concha de Plata en el último Festival de San Sebastián. El peso del film recae en el rostro desconsolado del personaje que derrocha sinceridad allá por donde pasa. Al igual que la prodigiosa elección de Eduard Fernández para meterse en el papel de su progenitor tanto dentro como fuera de la pantalla.
No es de extrañar que durante el inicio, el espectador se encuentre desubicado por la situación y/o los actos de la protagonista; pero poco a poco conseguirá entender todos los hechos hasta vivir la trama en primera persona. Tampoco ayudan los continuos cortes y su incoherencia entre ellos para comprender la verdadera situación de Sara.
La hija de un ladrón se crece tanto en lo que enseña como en lo que oculta. Estamos ante una de las grandes óperas primas del año que construye un drama austero al que posiblemente le falte una conexión narrativa. No es hasta el final donde nos damos cuenta de la descomunal Greta que consigue atapar miles de vidas en una sola persona.
CARLOS ANTOLÍN
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6,8
11.352
7
23 de agosto de 2020
23 de agosto de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente nos encontremos ante una de las grandes y desconocidas películas de este año que necesitan más de un visionado para entender la verdadera riqueza que guarda. Oliver Laxe incrusta en cada escena infinitos matices rurales, acompañados de largos silencios donde la imagen se superpone a las palabras. Es un film impresionante a nivel visual pero desolador a nivel narrativo debido a la escasa trama que lo sustenta. Cabe recalcar que el minucioso guion le otorga una gran notoriedad, pero al mismo tiempo, hunde la trama y la seducción.
A sus 85 años Benedicta Sánchez recibió el Premio Goya a Mejor Actriz Revelación por su papel en este film. Hace un arranque increíble de su personaje pero desde mi punto de vista no lo suficiente como para ser merecedora de este premio, ya que competía contra Carmen Arrufat (La inocencia) y su sublime papel. El otro gran peso de la película es Amador construido bajo la atracción del fuego con unas grandes escenas pero sin mostrar nada desconocido ni extraordinario.
La gran fotografía de la mano de Mauro Herce nos introduce en el calor, el cansancio, el humo y la desorientación de un verdadero incendio. En gran medida gracias a las frondosas localizaciones naturales en la que han podido grabar todo el metraje con una total libertad de movimiento. Representa un retrato intenso, conmovedor y empático tanto de los personajes como de la propia Galicia.
O que arde es una aventura hacia un mundo que se desvanece, hacía lo más profundo de la persona. Laxe escribe un melodrama seco pero con una gran combinación conmovedora pronunciado por dos actores que se acercan a sus papeles con ingenuidad y transparencia para contar una historia sin aditivos.
CARLOS ANTOLÍN
TuCineCrítico
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A sus 85 años Benedicta Sánchez recibió el Premio Goya a Mejor Actriz Revelación por su papel en este film. Hace un arranque increíble de su personaje pero desde mi punto de vista no lo suficiente como para ser merecedora de este premio, ya que competía contra Carmen Arrufat (La inocencia) y su sublime papel. El otro gran peso de la película es Amador construido bajo la atracción del fuego con unas grandes escenas pero sin mostrar nada desconocido ni extraordinario.
La gran fotografía de la mano de Mauro Herce nos introduce en el calor, el cansancio, el humo y la desorientación de un verdadero incendio. En gran medida gracias a las frondosas localizaciones naturales en la que han podido grabar todo el metraje con una total libertad de movimiento. Representa un retrato intenso, conmovedor y empático tanto de los personajes como de la propia Galicia.
O que arde es una aventura hacia un mundo que se desvanece, hacía lo más profundo de la persona. Laxe escribe un melodrama seco pero con una gran combinación conmovedora pronunciado por dos actores que se acercan a sus papeles con ingenuidad y transparencia para contar una historia sin aditivos.
CARLOS ANTOLÍN
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10
24 de agosto de 2020
24 de agosto de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Embarcadero vuelve con más fuerza que nunca. A pesar de que sus creadores no hayan conseguido un fenómeno mundial como lo hicieron con La Casa De Papel, Álex Pina y Esther Martínez Lobato han dado vida a una historia que todos los amantes de las series necesitamos. Si la primera temporada jugaba con tus emociones, en la segunda caerás en un abismo del que no podrás salir. La serie te atrapa sin vuelta atrás gracias a todos los componentes que la forman. El gran elenco, el thriller, la sexualidad, los paisajes y un final delirante hacen que Movistar+ se consagre con una de sus mejores series.
El Embarcadero está marcada principalmente por sus grandes actrices. Verónica Sánchez e Irene Arcos, son la esencia de la serie, un huracán de emociones que dan rienda suelta a los instintos más primarios. A destacar también Álvaro Morte, que cuenta con la dificultad de hacer que el público empatice con un personaje infiel y misterioso, construido sobre un pilar emocional muy grande. Todos los personajes cobran mayor protagonismo, sobretodo Roberto Enríquez que consigue reflotar a Conrado guiando la segunda temporada.
En estos ocho capítulos de El Embarcadero, todo se multiplica excepto los escenarios naturales de La Albufera. Miguel Amodeo, director de fotografía, ha sabido captar como nadie los paisajes de Valencia. Aunque si lo comparamos con la primera temporada cae en detrimento. Mención honorífica a los diferentes directores que han conducido esta segunda tanda de episodios por saber mostrar de una manera tan real y perfecta todas las situaciones que han ido atravesando.
Una de las cosas que más llama la atención de El Embarcadero, es el continuo montaje en paralelo de la serie. Los cambios temporales están muy marcados por transiciones impresionantes que no llevan a confusión, aumentando al mismo tiempo la intriga de cada escena.
La voz en off nos transporta toda la temporada de El Embarcadero hasta acabar con el clímax de Cecilia Roth, una última etapa a su altura. Al igual que el resto de personajes en ese último capítulo frenético cerrando todas las tramas y con un final lleno de lecciones de vida.
En definitiva, podemos afirmar que en la segunda temporada aumenta la sexualidad, los secretos, la pasión, las mentiras pero desde una narrativa inmejorable. Nos da todo lo que esperábamos y por eso, El Embarcadero puede que sea la serie más ambiciosa e imprescindible del catálogo de Movistar+.
CARLOS ANTOLÍN
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El Embarcadero está marcada principalmente por sus grandes actrices. Verónica Sánchez e Irene Arcos, son la esencia de la serie, un huracán de emociones que dan rienda suelta a los instintos más primarios. A destacar también Álvaro Morte, que cuenta con la dificultad de hacer que el público empatice con un personaje infiel y misterioso, construido sobre un pilar emocional muy grande. Todos los personajes cobran mayor protagonismo, sobretodo Roberto Enríquez que consigue reflotar a Conrado guiando la segunda temporada.
En estos ocho capítulos de El Embarcadero, todo se multiplica excepto los escenarios naturales de La Albufera. Miguel Amodeo, director de fotografía, ha sabido captar como nadie los paisajes de Valencia. Aunque si lo comparamos con la primera temporada cae en detrimento. Mención honorífica a los diferentes directores que han conducido esta segunda tanda de episodios por saber mostrar de una manera tan real y perfecta todas las situaciones que han ido atravesando.
Una de las cosas que más llama la atención de El Embarcadero, es el continuo montaje en paralelo de la serie. Los cambios temporales están muy marcados por transiciones impresionantes que no llevan a confusión, aumentando al mismo tiempo la intriga de cada escena.
La voz en off nos transporta toda la temporada de El Embarcadero hasta acabar con el clímax de Cecilia Roth, una última etapa a su altura. Al igual que el resto de personajes en ese último capítulo frenético cerrando todas las tramas y con un final lleno de lecciones de vida.
En definitiva, podemos afirmar que en la segunda temporada aumenta la sexualidad, los secretos, la pasión, las mentiras pero desde una narrativa inmejorable. Nos da todo lo que esperábamos y por eso, El Embarcadero puede que sea la serie más ambiciosa e imprescindible del catálogo de Movistar+.
CARLOS ANTOLÍN
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3,6
2.619
5
23 de agosto de 2020
23 de agosto de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo largometraje de Marina Seresesky es otra más de las comedias costumbristas que tiene buenas intenciones pero cae en lo mismo que denuncia, basando su humor en los tópicos y estereotipos mil veces empleado. Fue hace tres años cuando la directora dejó las tablas para ponerse al frente de la dirección de “La puerta abierta” protagonizada por Carmen Machi con una trama intimista que le valió dos nominaciones a los Premios Goya y tres a los Premios Feroz.
Los actores representan las dinámicas de ese microclima que son los pueblos más retirados, donde persisten ciertos comportamientos de poder como el caciquismo o los roles de masculinidad. Machi vuelve a demostrar su capacidad de dar piel y relieve a sus personajes para escapar del estereotipo, echándose a la espalda toda la película. Por su parte Pepón Nieto y Jon Kortajanera caen en lo livianamente sustancial de sus personajes sin salir de lo marcado, realizando una interpretación que no marcará su carrera profesional. Al igual que el resto del elenco que parece no haber trabajado demasiado por contar con personajes planos y básicos, sobre todo con el grupo de africanos.
Uno de los puntos fuertes del film, es el rodaje en el pueblo y se nota por la categoría de la fotografía, así como la majestuosidad de las localizaciones naturales. Es un gusto verlo a pesar de que siempre aparezcan en segundo plano sacándoles poco provecho, considerando el gran valor que pueden aportar. Entrelazado con la fotografía del paisaje y alzando a la directora, los planos destacan en ciertos momentos, especialmente en los generales contrastando la colorimetría.
La música también juega bastante bien en los momentos de mayor atracción o incluso en los bailes finales pero siempre de forma arcaica con instrumentos de percusión llegando incluso a cansar. Estos estereotipos funcionan bien al comienzo de la película pero necesitamos que la música avance al mismo tiempo que lo hacen los prejuicios e ideologías. Muy parecido ocurre con el guion, escrito también por la directora que intenta hacer una denuncia social pero no acaba consiguiéndolo. Se queda con unos diálogos bastante anodinos, un tanto caducados y sin nada interesante que motive al espectador, junto con unas historias paralelas tediosas.
En relación al clímax es bastante simple, predecible y sin nada sorprendente. Acaba juntando todas las tramas que el espectador había hilado desde el primer momento, por eso que el film acabe sabiendo a poco con el típico desenlace que deja mal sabor de boca. En definitiva “Lo nunca visto” no será la película que recuerdes ni desde el punto de vista positivo ni desde el negativo, pero como bien dicen continuamente en el film: “Sólo hay dos opciones: integrase o morir”.
CARLOS ANTOLÍN
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Los actores representan las dinámicas de ese microclima que son los pueblos más retirados, donde persisten ciertos comportamientos de poder como el caciquismo o los roles de masculinidad. Machi vuelve a demostrar su capacidad de dar piel y relieve a sus personajes para escapar del estereotipo, echándose a la espalda toda la película. Por su parte Pepón Nieto y Jon Kortajanera caen en lo livianamente sustancial de sus personajes sin salir de lo marcado, realizando una interpretación que no marcará su carrera profesional. Al igual que el resto del elenco que parece no haber trabajado demasiado por contar con personajes planos y básicos, sobre todo con el grupo de africanos.
Uno de los puntos fuertes del film, es el rodaje en el pueblo y se nota por la categoría de la fotografía, así como la majestuosidad de las localizaciones naturales. Es un gusto verlo a pesar de que siempre aparezcan en segundo plano sacándoles poco provecho, considerando el gran valor que pueden aportar. Entrelazado con la fotografía del paisaje y alzando a la directora, los planos destacan en ciertos momentos, especialmente en los generales contrastando la colorimetría.
La música también juega bastante bien en los momentos de mayor atracción o incluso en los bailes finales pero siempre de forma arcaica con instrumentos de percusión llegando incluso a cansar. Estos estereotipos funcionan bien al comienzo de la película pero necesitamos que la música avance al mismo tiempo que lo hacen los prejuicios e ideologías. Muy parecido ocurre con el guion, escrito también por la directora que intenta hacer una denuncia social pero no acaba consiguiéndolo. Se queda con unos diálogos bastante anodinos, un tanto caducados y sin nada interesante que motive al espectador, junto con unas historias paralelas tediosas.
En relación al clímax es bastante simple, predecible y sin nada sorprendente. Acaba juntando todas las tramas que el espectador había hilado desde el primer momento, por eso que el film acabe sabiendo a poco con el típico desenlace que deja mal sabor de boca. En definitiva “Lo nunca visto” no será la película que recuerdes ni desde el punto de vista positivo ni desde el negativo, pero como bien dicen continuamente en el film: “Sólo hay dos opciones: integrase o morir”.
CARLOS ANTOLÍN
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5,7
2.777
3
23 de agosto de 2020
23 de agosto de 2020
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Habana, principios de los 90. René González, piloto cubano, roba un avión y huye de Cuba, dejando atrás a su hija y a su amada esposa. En Miami comienza una nueva vida llena de oportunidades alejada del comunismo, igual que otros desertores cubanos. Todos ellos inician una red de espionaje donde su misión es infiltrarse en organizaciones anticastristas violentas responsables de los ataques terroristas en la isla.
La red avispa se estrena en Netflix España tras su cancelación en las salas de cine debido a la crisis del coronavirus. Al tratarse de una producción de la propia plataforma, se han visto obligados a un forzoso cambio de planes después de debutar con éxito en el pasado Festival de Venecia y el de San Sebastián. Olivier Assayas, director y guionista del film nos narra de manera mediocre una historia real, incoherente y algo desconcertante. A su favor juegan los meticulosos y sublimes planos aéreos que consigue aportar una gran frescura y veracidad a la historia.
Penélope Cruz y Édgar Ramírez encabezan el reparto de una manera singular. Ninguno de los dos consigue brillar como el público esperaba con una interpretación corriente sin llegar a cautivar al espectador. En cambio, Ana de Armas con su frágil y minúsculo papel echa por tierra a todos los principales con una Margarita arrasadora. A destacar también la voz del narrador que nos conduce en esta complicada y enrevesada trama de una manera más que notable.
Assayas consigue un guion desconcertante con numerosos datos, personajes y tramas cruzadas. Se queda a medio camino entre la ficción y la realidad por la forma de narrar donde brilla en contados momentos sin llegar a cautivar. Es un film con unas grades y apabullantes localizaciones, pero también un lío interminable de idas y venidas en todos los aspectos. No se distingue si pretende entretener o confundir a base de datos.
La Red Avispa es una película de interés para el espectador que llegaba en busca de entretenimiento y se posiciona como el film menos instigador del director. Es una sorprendente decepción donde enseña que los grandes también pueden fallar y que para triunfar no hace falta tener ni al mejor director, ni al mejor reparto.
CARLOS ANTOLÍN
Blog: TuCineCrítico
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La red avispa se estrena en Netflix España tras su cancelación en las salas de cine debido a la crisis del coronavirus. Al tratarse de una producción de la propia plataforma, se han visto obligados a un forzoso cambio de planes después de debutar con éxito en el pasado Festival de Venecia y el de San Sebastián. Olivier Assayas, director y guionista del film nos narra de manera mediocre una historia real, incoherente y algo desconcertante. A su favor juegan los meticulosos y sublimes planos aéreos que consigue aportar una gran frescura y veracidad a la historia.
Penélope Cruz y Édgar Ramírez encabezan el reparto de una manera singular. Ninguno de los dos consigue brillar como el público esperaba con una interpretación corriente sin llegar a cautivar al espectador. En cambio, Ana de Armas con su frágil y minúsculo papel echa por tierra a todos los principales con una Margarita arrasadora. A destacar también la voz del narrador que nos conduce en esta complicada y enrevesada trama de una manera más que notable.
Assayas consigue un guion desconcertante con numerosos datos, personajes y tramas cruzadas. Se queda a medio camino entre la ficción y la realidad por la forma de narrar donde brilla en contados momentos sin llegar a cautivar. Es un film con unas grades y apabullantes localizaciones, pero también un lío interminable de idas y venidas en todos los aspectos. No se distingue si pretende entretener o confundir a base de datos.
La Red Avispa es una película de interés para el espectador que llegaba en busca de entretenimiento y se posiciona como el film menos instigador del director. Es una sorprendente decepción donde enseña que los grandes también pueden fallar y que para triunfar no hace falta tener ni al mejor director, ni al mejor reparto.
CARLOS ANTOLÍN
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