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Críticas ordenadas por utilidad
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7,1
5.184
9
29 de mayo de 2009
29 de mayo de 2009
43 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película etnográfica sobre un hombre libre de Navarra (España), que trabajó durante toda su vida haciendo carbón y cazando en el monte, que no quiso ser un trabajador sirviente de ningún contratista laboral, sino trabajar como hombre libre siendo amo de sí mismo por más penalidades que esto suponga (sabiendo que también conlleva muchas satisfacciones que ni los reyes de este mundo prueban jamás).
Película entrañable, donde se recogen muestras fidedignas de la cultura, costumbre y acontecimientos existenciales de un tiempo y un lugar concretos. Entre ellos, de cómo era la guardia civil en la España de aquellos años cuarenta, cincuenta, sesenta (del siglo XX) y lo dispuestos que estaban siempre al maltrato de los hombres pobres y de pegar guantazos u "hostias" a los hombres sin dinero ni poder (para esto los picoletos eran muy beneméritos y valientes).
Película que nos emociona por su grandeza al exponernos el medio natural, al decribir a la gente sencilla de aldea, al recordarnos el respeto habido en el cortejo amoroso de los jóvenes o de qué iban los juegos de niños y adultos, los bailes, las comidas, etc. Una belleza de narración naturalista y de interpretación natural por parte sobre todo de Patxi Bisquert y Amaia Lasa.
Película MUY BUENA, perteneciente a unos años de cine maravilloso y genial hecho en España durante la década de los ochenta (del s. XX).
Para mí, y creo que para muchos más críticos y entendidos en cine, la primera y última mejor película de Montxo Armendáriz; sin duda.
Película entrañable, donde se recogen muestras fidedignas de la cultura, costumbre y acontecimientos existenciales de un tiempo y un lugar concretos. Entre ellos, de cómo era la guardia civil en la España de aquellos años cuarenta, cincuenta, sesenta (del siglo XX) y lo dispuestos que estaban siempre al maltrato de los hombres pobres y de pegar guantazos u "hostias" a los hombres sin dinero ni poder (para esto los picoletos eran muy beneméritos y valientes).
Película que nos emociona por su grandeza al exponernos el medio natural, al decribir a la gente sencilla de aldea, al recordarnos el respeto habido en el cortejo amoroso de los jóvenes o de qué iban los juegos de niños y adultos, los bailes, las comidas, etc. Una belleza de narración naturalista y de interpretación natural por parte sobre todo de Patxi Bisquert y Amaia Lasa.
Película MUY BUENA, perteneciente a unos años de cine maravilloso y genial hecho en España durante la década de los ochenta (del s. XX).
Para mí, y creo que para muchos más críticos y entendidos en cine, la primera y última mejor película de Montxo Armendáriz; sin duda.

6,7
7.688
10
19 de mayo de 2010
19 de mayo de 2010
42 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película que para muchos que nacimos a mediados del siglo XX formó parte de nuestra infancia y guardamos en la memoria con emocionada añoranza.
Nos mostraba una admirable manera de ser maestro o profesor interpretado por un Sidney Poitier, cuyo personaje se convirtiría en referencia de cómo ser docente, al que muchos trataríamos de emular posteriormente.
Entrañable película que marcó una época y a una generación de discentes/docentes en unos valores imperecederos.
La siguiente canción es el tema principal que además daba título al filme. La cantaba Lulu y fue un grandísimo éxito que aún nos llena de nostalgia:
T0 SIR, WITH LOVE
Those schoolgirl days
Of telling tales, and biting nails, are gone.
But in my mind,
I know they will still live on and on.
But how do you thank someone
Who has taken you from crayons to perfume?
It isn't easy, but I'll try.
If you wanted the sky,
I would write across the sky in letters
That would soar a thousand feet high:
'To Sir, With Love.'
The time has come for closing books
and long last looks must end.
And as I leave,
I know that I am leaving my best friend.
A friend who taught me right from wrong,
And weak from strong,
That's a lot to learn,
What, what can I give you in return?
If you wanted the moon I would try to make a start,
But I would rather you let me give my heart:
'To Sir, With Love.'
¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨
AL PROFESOR CON CARIÑO
Esos días de colegiala
de contar cuentos y de morderse las uñas, se han ido.
Pero en mi mente,
sé que todavía viven y siguen ahí.
Mas, ¿cómo agradecer a alguien
que nos llevó de los lápices a los perfumes?
No es fácil, pero lo intentaré.
Si usted quisiera el cielo,
yo escribiría letras a través del mismo
que se vieran a mil pies de altura:
'Para el profesor, con cariño.'
El momento de cerrar los libros
y de las largas últimas miradas ha llegado a su fin.
Y como me voy,
sé que dejo a mi mejor amigo.
Un amigo que me enseñó a distinguir entre el bien y el mal,
entre lo débil y lo fuerte,
lo cual es mucho aprender.
¿Qué, qué puedo darle a cambio?
Si quisiera la luna yo haría por alcanzársela,
pero preferiría más bien darle mi corazón:
'Al profesor, con cariño.'
Fej Delvahe
Nos mostraba una admirable manera de ser maestro o profesor interpretado por un Sidney Poitier, cuyo personaje se convirtiría en referencia de cómo ser docente, al que muchos trataríamos de emular posteriormente.
Entrañable película que marcó una época y a una generación de discentes/docentes en unos valores imperecederos.
La siguiente canción es el tema principal que además daba título al filme. La cantaba Lulu y fue un grandísimo éxito que aún nos llena de nostalgia:
T0 SIR, WITH LOVE
Those schoolgirl days
Of telling tales, and biting nails, are gone.
But in my mind,
I know they will still live on and on.
But how do you thank someone
Who has taken you from crayons to perfume?
It isn't easy, but I'll try.
If you wanted the sky,
I would write across the sky in letters
That would soar a thousand feet high:
'To Sir, With Love.'
The time has come for closing books
and long last looks must end.
And as I leave,
I know that I am leaving my best friend.
A friend who taught me right from wrong,
And weak from strong,
That's a lot to learn,
What, what can I give you in return?
If you wanted the moon I would try to make a start,
But I would rather you let me give my heart:
'To Sir, With Love.'
¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨
AL PROFESOR CON CARIÑO
Esos días de colegiala
de contar cuentos y de morderse las uñas, se han ido.
Pero en mi mente,
sé que todavía viven y siguen ahí.
Mas, ¿cómo agradecer a alguien
que nos llevó de los lápices a los perfumes?
No es fácil, pero lo intentaré.
Si usted quisiera el cielo,
yo escribiría letras a través del mismo
que se vieran a mil pies de altura:
'Para el profesor, con cariño.'
El momento de cerrar los libros
y de las largas últimas miradas ha llegado a su fin.
Y como me voy,
sé que dejo a mi mejor amigo.
Un amigo que me enseñó a distinguir entre el bien y el mal,
entre lo débil y lo fuerte,
lo cual es mucho aprender.
¿Qué, qué puedo darle a cambio?
Si quisiera la luna yo haría por alcanzársela,
pero preferiría más bien darle mi corazón:
'Al profesor, con cariño.'
Fej Delvahe

6,4
337
8
19 de octubre de 2009
19 de octubre de 2009
43 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra película casi desconocida, pero muy digna y relevante, a tenerse muy encuenta por su magnífico realismo de los hechos históricos: en concreto sobre el cristianismo católico en su encuentro y choque evangelizador con los indios hurones y otras tribus del Canadá allá por el siglo XVII.
Este filme de Bruce Beresford es toda una lección de antropología, etnología, historia, sociología, etc; para nada cae en el vicio de idealizar con "buenismo" manipulador ni al protagonista, un sacerdote jesuita francés, ni a los indígenas americanos del Canadá. Ambos eran lo que eran en aquellos años del s. XVII y tierras de la América del Norte: los indios, bastante salvajes y violentos, no por simple maldad sino en base al principio natural y lógico de subsistencia según el cual no podían ser misericordiosos ni mostrarse débiles, por más que a ello les invitase Jesucristo, pues esto suponía su propio suicidio ante las tribus vecinas encarnizadamente guerreras. Por su parte los misioneros jesuitas, eran hombres atrevidos y llenos de fervor evangelizador, funcionarios fanáticos del teologismo meramente teórico "made in ecclesia institución" —en este sentido la película incluye una simpática anécdota en la cual algunos indios le preguntan al sacerdote jesuita que les está predicando sobre el más allá, si en el cielo del Dios católico se disfruta de tabaco y mujeres. Éste con mentalidad de cuadrícula dogmática les responde secamente que NO, a lo que los indígenas refunfuñan entre ellos contrariados y diciéndose más o menos: "¡pues vaya porquería de religión la de este 'ropa negra'!"—
El filme es igualmente magistral al referir la vida cotidiana de unos y otros, sin idealizaciones vanas. Véase la escena del jesuita, cuando se pone a defecar con el culo fuera de la canoa y los nativos lo observan riéndose de esa revelación carnal de quien llevaba siempre su cuerpo ensotanado. O véase cuando los indios, en su crudeza y auténtica ignorancia de los avances de otros pueblos lejanos, se quedan asombrados frente a libros, cuadernos y lo que de estos se desprende: la escritura y la lectura, cosas que creían mágicas y ante las que se ponían temerosamente a la defensiva recurriendo a su animismo vengativo.
En definitiva, esta notable película puede clasificarse dentro del género religioso. Entre otras, pone de manifiesto las siguientes tesis:
1) Que no hay sociedad mínimamente cohesionada sin sus correspondientes «creencias», «devociones», «religiosidad»; que no puede hablarse de sociedad irreligiosa ninguna: la irreligión, sociológicamente, no existe. En consecuencia también la vida de los indios americanos cuando los hallaron los europeos, se describe repleta de «creencias religiosas».
2) Que la religión no trata sólo del cielo más allá, sino también del infierno más acá.
y 3) Que a veces la religión ha ocasionado por desgracia más daño que gozo (incluso el exterminio), al pueblo al que se le llevó como bienaventurada salvación.
Fej Delvahe
Este filme de Bruce Beresford es toda una lección de antropología, etnología, historia, sociología, etc; para nada cae en el vicio de idealizar con "buenismo" manipulador ni al protagonista, un sacerdote jesuita francés, ni a los indígenas americanos del Canadá. Ambos eran lo que eran en aquellos años del s. XVII y tierras de la América del Norte: los indios, bastante salvajes y violentos, no por simple maldad sino en base al principio natural y lógico de subsistencia según el cual no podían ser misericordiosos ni mostrarse débiles, por más que a ello les invitase Jesucristo, pues esto suponía su propio suicidio ante las tribus vecinas encarnizadamente guerreras. Por su parte los misioneros jesuitas, eran hombres atrevidos y llenos de fervor evangelizador, funcionarios fanáticos del teologismo meramente teórico "made in ecclesia institución" —en este sentido la película incluye una simpática anécdota en la cual algunos indios le preguntan al sacerdote jesuita que les está predicando sobre el más allá, si en el cielo del Dios católico se disfruta de tabaco y mujeres. Éste con mentalidad de cuadrícula dogmática les responde secamente que NO, a lo que los indígenas refunfuñan entre ellos contrariados y diciéndose más o menos: "¡pues vaya porquería de religión la de este 'ropa negra'!"—
El filme es igualmente magistral al referir la vida cotidiana de unos y otros, sin idealizaciones vanas. Véase la escena del jesuita, cuando se pone a defecar con el culo fuera de la canoa y los nativos lo observan riéndose de esa revelación carnal de quien llevaba siempre su cuerpo ensotanado. O véase cuando los indios, en su crudeza y auténtica ignorancia de los avances de otros pueblos lejanos, se quedan asombrados frente a libros, cuadernos y lo que de estos se desprende: la escritura y la lectura, cosas que creían mágicas y ante las que se ponían temerosamente a la defensiva recurriendo a su animismo vengativo.
En definitiva, esta notable película puede clasificarse dentro del género religioso. Entre otras, pone de manifiesto las siguientes tesis:
1) Que no hay sociedad mínimamente cohesionada sin sus correspondientes «creencias», «devociones», «religiosidad»; que no puede hablarse de sociedad irreligiosa ninguna: la irreligión, sociológicamente, no existe. En consecuencia también la vida de los indios americanos cuando los hallaron los europeos, se describe repleta de «creencias religiosas».
2) Que la religión no trata sólo del cielo más allá, sino también del infierno más acá.
y 3) Que a veces la religión ha ocasionado por desgracia más daño que gozo (incluso el exterminio), al pueblo al que se le llevó como bienaventurada salvación.
Fej Delvahe

6,8
4.317
9
16 de julio de 2009
16 de julio de 2009
59 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es un filme fuera de lo común, una magistral historia de suspense e impronta enigmática de altísima calidad, en la línea las mejores películas de Sir Alfred Joseph Hitchcock, aunque con la diferencia y peculiaridad propias de George Sluizer, nacido en París 1932 pero veterano director de cine holandés, que impone el realismo crudo-mundano sobre la ficción y los finales edulcorados.
Impresionante historia de nuestros días, donde una mujer que viaja en coche con su novio o compañero de amores, desaparece increíblemente cuando paran unos minutos en una gasolinera de la carretera.
Todo el desarrollo, la argumentación, resulta de un realismo atónito, rotundo, impresionante, revelador: nos lleva a pensar en otras muchas desapariciones que ocurren anualmente en nuestra sociedad y que los medios de comunicación presentan durante unas semanas hasta que pasan al cajón del olvido. Por ejemplo, la desaparición del niño pintor de Málaga, David Guerrero, que desapareció una tarde del 6 de abril de 1987, cuando tenía trece años de edad, y nunca más se supo de él; o el de Yeremy Vargas, de 7 años, que falta inexplicablemente de su domicilio en Vecindario (Gran Canaria) desde el pasado 10 de marzo de 2007, y así muchísimos otros casos enigmáticos profundos.
Actualmente sólo en España, la Policía Nacional y la Guardia Civil tienen en sus listas de búsqueda a unas 12.000 personas, seres humanos de las más diversas edades, estratos sociales y lugares geográficos, que un día cualquiera desaparecen y nunca más vuelve a saberse de ellos. Es como si se esfumasen, como si se desintegraran sin dejar el más mínimo rastro. Pues bien, esta película nos revela con estremecimiento impactante cómo pueden y seguro son muchas de estas desapariciones, las cuales las causan o llevan a cabo personas casi imposible de descubrir, que pasan ante los ojos y la consideración de los demás como completamente normales, respetadas y ejemplares para los que las rodean y el común de sus conciudadanos.
Impresionante historia de nuestros días, donde una mujer que viaja en coche con su novio o compañero de amores, desaparece increíblemente cuando paran unos minutos en una gasolinera de la carretera.
Todo el desarrollo, la argumentación, resulta de un realismo atónito, rotundo, impresionante, revelador: nos lleva a pensar en otras muchas desapariciones que ocurren anualmente en nuestra sociedad y que los medios de comunicación presentan durante unas semanas hasta que pasan al cajón del olvido. Por ejemplo, la desaparición del niño pintor de Málaga, David Guerrero, que desapareció una tarde del 6 de abril de 1987, cuando tenía trece años de edad, y nunca más se supo de él; o el de Yeremy Vargas, de 7 años, que falta inexplicablemente de su domicilio en Vecindario (Gran Canaria) desde el pasado 10 de marzo de 2007, y así muchísimos otros casos enigmáticos profundos.
Actualmente sólo en España, la Policía Nacional y la Guardia Civil tienen en sus listas de búsqueda a unas 12.000 personas, seres humanos de las más diversas edades, estratos sociales y lugares geográficos, que un día cualquiera desaparecen y nunca más vuelve a saberse de ellos. Es como si se esfumasen, como si se desintegraran sin dejar el más mínimo rastro. Pues bien, esta película nos revela con estremecimiento impactante cómo pueden y seguro son muchas de estas desapariciones, las cuales las causan o llevan a cabo personas casi imposible de descubrir, que pasan ante los ojos y la consideración de los demás como completamente normales, respetadas y ejemplares para los que las rodean y el común de sus conciudadanos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿No hay nada oculto que no acabe saliendo a la luz ni crimen que no se desvele, seguro? Como máxima reivindicativa del bien sobre el mal o de la justicia sobre el iniquidad, pase; pero la realidad nos muestra que no siempre es así, salvo que quizás en el más allá de la muerte esto se confirme una tesis verdadera.
El desenlace de esta película es tan real como nuestro mundo, donde el mal triunfa sobre el bien en cantidad de ocasiones y nadie se entera de ello. Una vez observados los cinco últimos minutos de este filme, no podremos olvidar jamás algo tan horripilante. Final ESPELUZNANTE, se nos quedará grabado en la mente como uno de los finales más tremebundamente espantosos que uno haya podido ver en la historia del cine.
El desenlace de esta película es tan real como nuestro mundo, donde el mal triunfa sobre el bien en cantidad de ocasiones y nadie se entera de ello. Una vez observados los cinco últimos minutos de este filme, no podremos olvidar jamás algo tan horripilante. Final ESPELUZNANTE, se nos quedará grabado en la mente como uno de los finales más tremebundamente espantosos que uno haya podido ver en la historia del cine.

7,2
1.139
8
30 de noviembre de 2010
30 de noviembre de 2010
40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia del perro Hachi-ko es una poesía de las que hacen llorar. Este perrito nació en la provincia de Akita, al norte de Japón, en el año 1923. Fue un macho de color blanco, de la raza canina Akita, originaria del Japón. Esta clase de perro es considerado en el país del "Sol naciente" como el perro nacional del país, y de hecho durante generaciones fue usado por guerreros nipones como perro de defensa y ataque.
Seijiro Koyama construye una espléndida y enternecedora película acerca del susodicho can Hachi-ko, cuya fidelidad y fama llegó a ser tan excepcional que dejó trascendente huella en los corazones de los japoneses.
Así pues, el tal Hachi-ko fue un perro de raza Akita (natural de esa misma provincia del norte de Japón) que a las pocas semanas de nacer le fue regalado al profesor del Departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio, Dr. Eisaburo Ueno. El docente en principio no lo quiso tener en su casa (en el barrio de Shibuya al Oeste de Tokio), debido a la oposición de su esposa; pero acabó alojándolo en el patio de entrada a su vivienda y tratándolo con gran cariño y delicadeza, hasta tal punto que la señora de Eisaburo se sintió celosa. Hay una escena en el filme donde él le dice a su consorte que un perro, a pesar de ser un perro, tiene derechos.
Sin duda, la historia de Hachi-ko nos toca el corazón porque nos enseña qué es capaz de hacer un perro o con cuánto agradecimiento puede responder al cariño, los cuidados amorosos y el mimo que le depara su amo o cuidador.
El profesor colmaba de tantas atenciones a Hachi-ko que incluso en alguna escena se le ve quitándole con gran paciencia una enorme cantidad de pulgas que va matando sobre un papel, durmiendo con el animal encima o incluso metidos los dos en la tina de baños para personas y dándose un reposado y enjabonado aseo humano-canino. No es pues de extrañar que ante tantos cuidados y ternura, el perro Hachi-ko sintiera religiosa veneración o simpatía hacia su amigo racional. Desde pequeñito el perro se acostumbró a acompañar a su dueño hasta la entrada de la Estación de trenes, cuando el profesor se iba a trabajar a la universidad, e igualmente lo recibía en el mismo lugar cuando regresaba de la jornada laboral. Y así a diario, lo cual llenaba de admiración a la gente de este barrio de Shibuya en el extrarradio de Tokio, quienes veían al can comportarse de esa manera extraordinaria.
Pero la grandeza de este perro y de su historia se incrementa a partir de un día del año 1925...
Seijiro Koyama construye una espléndida y enternecedora película acerca del susodicho can Hachi-ko, cuya fidelidad y fama llegó a ser tan excepcional que dejó trascendente huella en los corazones de los japoneses.
Así pues, el tal Hachi-ko fue un perro de raza Akita (natural de esa misma provincia del norte de Japón) que a las pocas semanas de nacer le fue regalado al profesor del Departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio, Dr. Eisaburo Ueno. El docente en principio no lo quiso tener en su casa (en el barrio de Shibuya al Oeste de Tokio), debido a la oposición de su esposa; pero acabó alojándolo en el patio de entrada a su vivienda y tratándolo con gran cariño y delicadeza, hasta tal punto que la señora de Eisaburo se sintió celosa. Hay una escena en el filme donde él le dice a su consorte que un perro, a pesar de ser un perro, tiene derechos.
Sin duda, la historia de Hachi-ko nos toca el corazón porque nos enseña qué es capaz de hacer un perro o con cuánto agradecimiento puede responder al cariño, los cuidados amorosos y el mimo que le depara su amo o cuidador.
El profesor colmaba de tantas atenciones a Hachi-ko que incluso en alguna escena se le ve quitándole con gran paciencia una enorme cantidad de pulgas que va matando sobre un papel, durmiendo con el animal encima o incluso metidos los dos en la tina de baños para personas y dándose un reposado y enjabonado aseo humano-canino. No es pues de extrañar que ante tantos cuidados y ternura, el perro Hachi-ko sintiera religiosa veneración o simpatía hacia su amigo racional. Desde pequeñito el perro se acostumbró a acompañar a su dueño hasta la entrada de la Estación de trenes, cuando el profesor se iba a trabajar a la universidad, e igualmente lo recibía en el mismo lugar cuando regresaba de la jornada laboral. Y así a diario, lo cual llenaba de admiración a la gente de este barrio de Shibuya en el extrarradio de Tokio, quienes veían al can comportarse de esa manera extraordinaria.
Pero la grandeza de este perro y de su historia se incrementa a partir de un día del año 1925...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El 21 de mayo de 1925 el perro intuyó desde temprano, ya antes de que su amo saliera de casa para ir a trabajar, que a éste le iba a ocurrir algo grave. Y efectivamente, el profesor murió de repente aquel día cuando daba clase en la universidad. Sin embargo, el perro lo siguió esperando a diario como si siguiera vivo, independientemente que lloviera, nevara, hiciera viento o hubiera sol; Hachi-ko continuó acudiendo día tras día hasta la estación de Shibuya a esperar a su amigo y amo el Dr. Eisaburo.
Tanta fidelidad por parte de un animal irracional hacia una persona, impresionó a la gente de Shibuya que en 1934, después de estar viéndolo acudir a diario durante nueve años a esperar a su desaparecido amo, contrataron al escultor japonés Teru Ando para que realizara una estatua de bronce en su honor, la cual fue colocada frente a la estación, donde solía ponerse el amistoso animal.
El 7 de marzo de 1935, Hachi-ko murió de viejo, de frío o de lo que fuera, cerca de su propia estatua; esto es diez años después de la muerte del humano al que siempre esperaba, de forma que si en Japón ya era grande la fascinación hacia la raza de perros Akita, a partir de esta historia real se engrandeció aún más el respeto. Los restos del perro Hachi-ko fueron puestos en la misma sepultura de su amigo al que siempre esperó, el Dr. Eisaburo Ueno.
El filme japonés de Seijiro Koyama tiene curiosos toques de cristianismo, algo que está en consonancia japonesa con san Francisco Javier y los Jesuitas, que no en vano llevaron desde el siglo XVI hasta aquel lejano país la religión cristiano-católica. Por ejemplo, cuando se casa la hija del profesor Eisaburo Ueno, y la secuencia se sitúa en los años veinte (s. XX), lo hace en Tokio por una ceremonia de matrimonio eclesial católico. Y luego está el final, el cual tiene un sentido metafísico bastante cristiano, en el sentido de la esperanza religiosa aplicada al perro, mostrándonos un "más allá" o reino celestial donde un animal con un comportamiento tan trascendente como el que demostró Hachi-ko en vida, también tiene cabida y es recibido con los brazos abiertos por su amado señor.
Esta película resulta toda una referencia para los amantes de los perros. Como filme es de mayor calidad, posee un contenido más asombroso y bien trabajado que la versión posterior o "remake" de Lasse Hallström, protagonizada por Richard Gere y titulada "Siempre a tu lado (Hachiko)", USA 2009.
Fej Delvahe
Tanta fidelidad por parte de un animal irracional hacia una persona, impresionó a la gente de Shibuya que en 1934, después de estar viéndolo acudir a diario durante nueve años a esperar a su desaparecido amo, contrataron al escultor japonés Teru Ando para que realizara una estatua de bronce en su honor, la cual fue colocada frente a la estación, donde solía ponerse el amistoso animal.
El 7 de marzo de 1935, Hachi-ko murió de viejo, de frío o de lo que fuera, cerca de su propia estatua; esto es diez años después de la muerte del humano al que siempre esperaba, de forma que si en Japón ya era grande la fascinación hacia la raza de perros Akita, a partir de esta historia real se engrandeció aún más el respeto. Los restos del perro Hachi-ko fueron puestos en la misma sepultura de su amigo al que siempre esperó, el Dr. Eisaburo Ueno.
El filme japonés de Seijiro Koyama tiene curiosos toques de cristianismo, algo que está en consonancia japonesa con san Francisco Javier y los Jesuitas, que no en vano llevaron desde el siglo XVI hasta aquel lejano país la religión cristiano-católica. Por ejemplo, cuando se casa la hija del profesor Eisaburo Ueno, y la secuencia se sitúa en los años veinte (s. XX), lo hace en Tokio por una ceremonia de matrimonio eclesial católico. Y luego está el final, el cual tiene un sentido metafísico bastante cristiano, en el sentido de la esperanza religiosa aplicada al perro, mostrándonos un "más allá" o reino celestial donde un animal con un comportamiento tan trascendente como el que demostró Hachi-ko en vida, también tiene cabida y es recibido con los brazos abiertos por su amado señor.
Esta película resulta toda una referencia para los amantes de los perros. Como filme es de mayor calidad, posee un contenido más asombroso y bien trabajado que la versión posterior o "remake" de Lasse Hallström, protagonizada por Richard Gere y titulada "Siempre a tu lado (Hachiko)", USA 2009.
Fej Delvahe
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