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6,7
4.056
8
16 de noviembre de 2022
16 de noviembre de 2022
10 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el listón alto por el éxito cosechado con "Las niñas", película con la que debutó dos años atrás y que ganó el Goya a Mejor Película, Pilar Palomero afianza su mirada y sensibilidad cinematográfica con una hermosa y delicada historia sobre la maternidad y las circunstancias en la que en ocasiones se produce, cuando no parece posible ser madre siendo aún casi una niña.
El tacto con el que se aborda el tema nos aleja por completo del juicio y nos une a los pensamientos que rodan a las protagonistas, a la limitada vida que llevan y a la que les espera, haciéndonos reflexionar sobre el hecho de ser madre y acerca de la entrega y pérdida que conlleva para todas las mujeres serlo. Especialmente cuando, como la protagonista del film, quien va a ser madre es una adolescente que tendrá que enfrentarse a todo ello de golpe y porrazo, dejando de vivir mucho de lo que le tocaba, lo que aún no había podido aprender y conocer, como ya ha visto en su propia madre, personaje muy bien interpretado por Ángela Cervantes, y que nos adelanta lo que está por venir, arrastrando ambas al fondo de sus ilusiones todo lo no vivido y añorado, que se torna frustrante e irrecuperable. La niñez, la rebeldía, la libertad o la propia inmadurez, van cayendo en un proceso donde la pérdida y la cesión son el sacrificio y trasfondo de una película emocionante y alejada de tópicos, con un estilo casi documental que logra un realismo sorprendente e indescifrable.
Siempre a cierta distancia, pero sin perder la cercanía, "La maternal" deja al trasluz las encrucijadas y los pensamientos que debilitan y normalizan a sus personajes, en todo momento retratadas sin reservas ni condescendencia. Ser capaces de narrar y entender todo ello en el cine con una historia que habla de nuestras profundidades sin apenas mencionarlas, ya que no son los casos y circunstancias lo trascendente, sino la visión global de una situación cotidiana y habitual, no supone una visión buenista o blanda de la realidad. Muy al contrario, significa una evolución discursiva que nos hace partícipes y conscientes de lo contado al acercarnos a ello de la manera más delicada y respetuosa posible, hablándonos como personas más que como espectadores, en tiempos en los que el humanismo y la ternura suponen transgresión e inteligencia.
www.peliculismo.es
El tacto con el que se aborda el tema nos aleja por completo del juicio y nos une a los pensamientos que rodan a las protagonistas, a la limitada vida que llevan y a la que les espera, haciéndonos reflexionar sobre el hecho de ser madre y acerca de la entrega y pérdida que conlleva para todas las mujeres serlo. Especialmente cuando, como la protagonista del film, quien va a ser madre es una adolescente que tendrá que enfrentarse a todo ello de golpe y porrazo, dejando de vivir mucho de lo que le tocaba, lo que aún no había podido aprender y conocer, como ya ha visto en su propia madre, personaje muy bien interpretado por Ángela Cervantes, y que nos adelanta lo que está por venir, arrastrando ambas al fondo de sus ilusiones todo lo no vivido y añorado, que se torna frustrante e irrecuperable. La niñez, la rebeldía, la libertad o la propia inmadurez, van cayendo en un proceso donde la pérdida y la cesión son el sacrificio y trasfondo de una película emocionante y alejada de tópicos, con un estilo casi documental que logra un realismo sorprendente e indescifrable.
Siempre a cierta distancia, pero sin perder la cercanía, "La maternal" deja al trasluz las encrucijadas y los pensamientos que debilitan y normalizan a sus personajes, en todo momento retratadas sin reservas ni condescendencia. Ser capaces de narrar y entender todo ello en el cine con una historia que habla de nuestras profundidades sin apenas mencionarlas, ya que no son los casos y circunstancias lo trascendente, sino la visión global de una situación cotidiana y habitual, no supone una visión buenista o blanda de la realidad. Muy al contrario, significa una evolución discursiva que nos hace partícipes y conscientes de lo contado al acercarnos a ello de la manera más delicada y respetuosa posible, hablándonos como personas más que como espectadores, en tiempos en los que el humanismo y la ternura suponen transgresión e inteligencia.
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6,5
9.396
7
5 de octubre de 2022
5 de octubre de 2022
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hecho de que se sigan produciendo cien desahucios al día en España y que la mayoría de nosotros no lo sepamos o creamos que esta lenta tragedia ya no era tan devastadora actualmente, es motivo suficiente para la existencia de películas que tratan de visibilizar estos dramas como parte de nuestra sociedad y no como algo anecdótico.
Durante apenas un día de seguimiento a esos protagonistas, personas en situaciones de vulnerabilidad que se enfrentan a un desahucio o a una situación de total vacío, la película nos permite identificar los porqués de que sean minimizados al silencio, y comprobamos la impotencia de toda acción que trate de revertir ese sino, que choca contra un muro invisible e imposible de tirar. Sólo la conciencia ciudadana, verdadero blanco y diana de la película, supone la vía transformadora para lograr cambiar realmente las cosas, siendo la única presión válida, individual y colectiva, para conseguirlo. Pero, mientras tanto, los expulsados o arrinconados por la naturaleza de las cosas siguen en la batalla sin optimismo, vencidos por la velocidad diaria que construye el egoísmo crónico, gladiadores de un día a día que, en el peor de los casos (como son algunos de los que muestra la película), se inicia desde el punto de salida más duro.
"En los márgenes", debut de Juan Diego Botto en la dirección, es una película sobre el realismo diario de los más vulnerables y de sus incómodas circunstancias, realizada desde un prisma humano y bajo unas intenciones que abren los ojos y que se agradecen en el panorama cinematográfico, acercándonos de nuevo a lo que hemos desplazado como sociedad, y donde también hay lugar para la visión altruista de quienes luchan por ello con esfuerzos titánicos, pero que acaban empleando un tiempo que les hace perder vínculos personales y, quizá, su lugar en el mundo, desorientados pensando no haber podido hacer más.
La pérdida afectiva, material y vital queda así retratada en una continua cuenta atrás que nunca acaba, pero que siempre llega, con la rabia contenida y también derrotada ante el tiempo que expira, desahuciados, es decir, vaciados de toda esperanza.
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Durante apenas un día de seguimiento a esos protagonistas, personas en situaciones de vulnerabilidad que se enfrentan a un desahucio o a una situación de total vacío, la película nos permite identificar los porqués de que sean minimizados al silencio, y comprobamos la impotencia de toda acción que trate de revertir ese sino, que choca contra un muro invisible e imposible de tirar. Sólo la conciencia ciudadana, verdadero blanco y diana de la película, supone la vía transformadora para lograr cambiar realmente las cosas, siendo la única presión válida, individual y colectiva, para conseguirlo. Pero, mientras tanto, los expulsados o arrinconados por la naturaleza de las cosas siguen en la batalla sin optimismo, vencidos por la velocidad diaria que construye el egoísmo crónico, gladiadores de un día a día que, en el peor de los casos (como son algunos de los que muestra la película), se inicia desde el punto de salida más duro.
"En los márgenes", debut de Juan Diego Botto en la dirección, es una película sobre el realismo diario de los más vulnerables y de sus incómodas circunstancias, realizada desde un prisma humano y bajo unas intenciones que abren los ojos y que se agradecen en el panorama cinematográfico, acercándonos de nuevo a lo que hemos desplazado como sociedad, y donde también hay lugar para la visión altruista de quienes luchan por ello con esfuerzos titánicos, pero que acaban empleando un tiempo que les hace perder vínculos personales y, quizá, su lugar en el mundo, desorientados pensando no haber podido hacer más.
La pérdida afectiva, material y vital queda así retratada en una continua cuenta atrás que nunca acaba, pero que siempre llega, con la rabia contenida y también derrotada ante el tiempo que expira, desahuciados, es decir, vaciados de toda esperanza.
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7,6
41.564
8
7 de noviembre de 2022
7 de noviembre de 2022
7 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin se estrena "As bestas", unas de las películas más esperadas del año y que podría dar la "sorpresa" ante las favoritas de los Premios Goya. El nuevo largometraje de Rodrigo Sorogoyen, presente en los festivales de Cannes, San Sebastián o Tokyo, mantiene el excelente nivel de sus películas precedentes, como "Que Dios nos perdone" (2016), el cortometraje "Madre" (2017), la premiada "El reino" (2018) o la miniserie "Antidisturbios" (2020), con las que ya demostró una capacidad narrativa y estética incuestionable y que sorprendían por su todavía breve pero fulgurante carrera.
En esta ocasión, Sorogoyen, junto a su guionista habitual, Isabel Peña, imaginan una intriga psicológica muy densa, de clima irrespirable y realmente incómoda, características parcialmente presentes en los trabajos anteriores, pero que aquí llevan hasta un nivel de opresión y tensión inéditos en el cine español reciente, y que recuerda a algunas de las películas más malintencionadas de Haneke.
Ambientada en una aldea gallega en la que una pareja francesa se instala y trata de adaptarse entre los recelos de una familia de vecinos, que impúdica y terroríficamente intentan hacer de su valiente decisión una verdadera pesadilla, "As bestas" es una desasosegante película que deja crecer la guerra fría que, de unas u otras maneras, acabará estallando entre los personajes, y que, como en el debut de Sorogoyen, "Stockholm", está partida por la mitad, arriesgando con una estructura diferente que quizá la haga menos accesible.
En cada escena de la austera y seca "As bestas" florece una rabia irreprimible que, al mismo tiempo, se manifiesta agazapada en unos personajes muy contenidos e introspectivos al borde del estallido, donde destaca el rol de un dominante Luis Zahera. La creciente construcción del relato nos mantiene en vilo en todo momento entre los vacíos y despoblados escenarios de esta historia sobre la deshumanización (inspirada en hechos reales), que nos sorprende al desvanecerse abruptamente e introducirnos en un drama posterior más personificado que reinicia la historia por otros derroteros, tan trágicos y dolientes como los de la primera mitad, pero sin duda tan profundos como los anteriores, en los que los personajes siguen con la tensión y el odio hasta los huesos, conformándose así un film auténtico y casi redondo, alejado de fórmulas comerciales, donde la sangre hierve y hierve y se abre paso a borbotones entre nuestros presagios.
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En esta ocasión, Sorogoyen, junto a su guionista habitual, Isabel Peña, imaginan una intriga psicológica muy densa, de clima irrespirable y realmente incómoda, características parcialmente presentes en los trabajos anteriores, pero que aquí llevan hasta un nivel de opresión y tensión inéditos en el cine español reciente, y que recuerda a algunas de las películas más malintencionadas de Haneke.
Ambientada en una aldea gallega en la que una pareja francesa se instala y trata de adaptarse entre los recelos de una familia de vecinos, que impúdica y terroríficamente intentan hacer de su valiente decisión una verdadera pesadilla, "As bestas" es una desasosegante película que deja crecer la guerra fría que, de unas u otras maneras, acabará estallando entre los personajes, y que, como en el debut de Sorogoyen, "Stockholm", está partida por la mitad, arriesgando con una estructura diferente que quizá la haga menos accesible.
En cada escena de la austera y seca "As bestas" florece una rabia irreprimible que, al mismo tiempo, se manifiesta agazapada en unos personajes muy contenidos e introspectivos al borde del estallido, donde destaca el rol de un dominante Luis Zahera. La creciente construcción del relato nos mantiene en vilo en todo momento entre los vacíos y despoblados escenarios de esta historia sobre la deshumanización (inspirada en hechos reales), que nos sorprende al desvanecerse abruptamente e introducirnos en un drama posterior más personificado que reinicia la historia por otros derroteros, tan trágicos y dolientes como los de la primera mitad, pero sin duda tan profundos como los anteriores, en los que los personajes siguen con la tensión y el odio hasta los huesos, conformándose así un film auténtico y casi redondo, alejado de fórmulas comerciales, donde la sangre hierve y hierve y se abre paso a borbotones entre nuestros presagios.
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