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Críticas ordenadas por utilidad
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5,6
10.263
8
17 de noviembre de 2013
17 de noviembre de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se habla en la actualidad de un nuevo cine español, amparado en nuevas visiones de los artistas tanto en sus formas narrativas como en la forma de llevar sus trabajos al público, ávido de encontrar nuevos referentes cinematográficos atractivos. Dentro de esos “nuevos” nombres encontramos a Manuel Martín Cuenca, un cineasta con muchos años de experiencia a sus espaldas y que con este Caníbal ha encontrado un hueco en esa nueva avanzadilla del cine español, tan apreciado fuera de nuestras fronteras como ninguneado dentro de ellas por el público.
Caníbal es la crónica de un hombre normal, un hombre incrustado en una sociedad de provincias donde la vida personal de cada uno importa poco al resto. Es la historia de un personaje solitario, introvertido, pero con una razón de ser y de vida que al no ser públicas, no afectan a su relación social con los clientes de su sastrería, por ejemplo. Su mundo es pulcro, impoluto, perfecto para el exterior pero esconde una profunda fractura cuyo origen desconocemos.
Manuel Martín Cuenca comienza con un ejercicio narrativo que avisa de lo que vamos a ver, de lo que vamos a sentir en la piel del asesino. Porque la historia nos desvela el nudo de la película desde los primeros cinco minutos, esos en los que la ventanilla del coche de Carlos sube para iniciar la persecución de la primera víctima que vamos a conocer. Y ese mundo personal que vamos desvelando poco a poco (como hacía en sus anteriores largos, Malas temporadas y La mitad de Óscar) solo lo irá conociendo el espectador. Éste va descubriendo cosas en la misma medida que el propio protagonista sin que los personajes que se van incorporando a la historia tengan tanta información.
Pero la historia no sería la misma sin 2 puntales como son la impactante fotografía de Pau Esteva y la soberbia interpretación de Antonio de la Torre, que con su aparente hieratismo y su definición gestual, hacen de Carlos uno de los personajes más atractivos del último cine español. La conjunción de los dos más un guión y unos diálogos intensos pero sencillos, secos, sin estridencias pero que van dando una definición precisa al “caníbal”, hacen de esta película una de las más sugerentes de la cartelera actual. A ello contribuyen escenas como la de la muerte de una de las mujeres nadando hacia la oscuridad donde nuestro sastre provoca el terror con una simple mirada y una iluminación asfixiante.
Todo el trabajo está definido para hacer de Carlos el omnipresente protagonista de esta historia. Su interacción con las 2 hermanas (con un cambio de registro en el trato con cada una de ellas) hace que se vaya definiendo poco a poco, que los actos le vayan moldeando pero que, en definitiva, no acabe de comprender su propio comportamiento y termine de sufrir la muerte de la hermana cuando es la única que no deseaba. ¿Habrá cambiado Carlos con la llegada de una mujer de la que aparentemente se ha enamorado? Eso lo sabrá él, exclusivamente, al paso de la procesión por delante del refugio que supone el local donde, ahí sí, desarrolla su vida normal de sastre.
Caníbal es la crónica de un hombre normal, un hombre incrustado en una sociedad de provincias donde la vida personal de cada uno importa poco al resto. Es la historia de un personaje solitario, introvertido, pero con una razón de ser y de vida que al no ser públicas, no afectan a su relación social con los clientes de su sastrería, por ejemplo. Su mundo es pulcro, impoluto, perfecto para el exterior pero esconde una profunda fractura cuyo origen desconocemos.
Manuel Martín Cuenca comienza con un ejercicio narrativo que avisa de lo que vamos a ver, de lo que vamos a sentir en la piel del asesino. Porque la historia nos desvela el nudo de la película desde los primeros cinco minutos, esos en los que la ventanilla del coche de Carlos sube para iniciar la persecución de la primera víctima que vamos a conocer. Y ese mundo personal que vamos desvelando poco a poco (como hacía en sus anteriores largos, Malas temporadas y La mitad de Óscar) solo lo irá conociendo el espectador. Éste va descubriendo cosas en la misma medida que el propio protagonista sin que los personajes que se van incorporando a la historia tengan tanta información.
Pero la historia no sería la misma sin 2 puntales como son la impactante fotografía de Pau Esteva y la soberbia interpretación de Antonio de la Torre, que con su aparente hieratismo y su definición gestual, hacen de Carlos uno de los personajes más atractivos del último cine español. La conjunción de los dos más un guión y unos diálogos intensos pero sencillos, secos, sin estridencias pero que van dando una definición precisa al “caníbal”, hacen de esta película una de las más sugerentes de la cartelera actual. A ello contribuyen escenas como la de la muerte de una de las mujeres nadando hacia la oscuridad donde nuestro sastre provoca el terror con una simple mirada y una iluminación asfixiante.
Todo el trabajo está definido para hacer de Carlos el omnipresente protagonista de esta historia. Su interacción con las 2 hermanas (con un cambio de registro en el trato con cada una de ellas) hace que se vaya definiendo poco a poco, que los actos le vayan moldeando pero que, en definitiva, no acabe de comprender su propio comportamiento y termine de sufrir la muerte de la hermana cuando es la única que no deseaba. ¿Habrá cambiado Carlos con la llegada de una mujer de la que aparentemente se ha enamorado? Eso lo sabrá él, exclusivamente, al paso de la procesión por delante del refugio que supone el local donde, ahí sí, desarrolla su vida normal de sastre.
8
31 de julio de 2007
31 de julio de 2007
12 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En las últimas fechas se están estrenando en las pantallas madrileñas una serie de películas francesas que respiran de forma clara de los ecos del cine de Chabrol. Manejan los silencios, las escenas frías, las reacciones como desencuentro entre los protagonistas. A uno le deja algo frío esa forma de transformar las historias en sucesivas escenas que acaban de forma súbita, sin tiempo a reaccionar, a posar todo lo que ha recibido pero tienen la fuerza de aquello que se transmite de forma limpia, sin interferencias.
"Nue proprieté" bebe de esa forma de narrar chabroliana pero hay alguna diferencia: incorpora algo de pasión a los personajes: genio, ira... y eso sólo puede hacerse con grandes actores y todos los que salen en esta película demuestran una pasión que transmiten a los espectadores de forma total. Tanto Isabelle como los 2 hijos (uno de ellos protagonista de la última película de los hemanos Dardenne), el padre y el novio de la 1ª conceden realismo y consistencia a sus personajes. Ahí está lo más importante de esta película.
"Nue proprieté" bebe de esa forma de narrar chabroliana pero hay alguna diferencia: incorpora algo de pasión a los personajes: genio, ira... y eso sólo puede hacerse con grandes actores y todos los que salen en esta película demuestran una pasión que transmiten a los espectadores de forma total. Tanto Isabelle como los 2 hijos (uno de ellos protagonista de la última película de los hemanos Dardenne), el padre y el novio de la 1ª conceden realismo y consistencia a sus personajes. Ahí está lo más importante de esta película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y hay momentos sublimes como la discusión entre la familia y el novio de la Huppert o la forma como resuelve la última reacción de uno de los hijos. Incluso ese final que te deja reposar la tragedia que has visto para que saques tus propias conclusiones. La cámara (y los protagonistas también?) se aleja del lugar donde ya nadie podrá vivir más.

6,2
1.703
6
25 de noviembre de 2008
25 de noviembre de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un planteamiento discreto, simple, sencillo, Quirós mantiene el hilo de esas historias que no dejarán huella imperdurable pero que te hace pensar en las cosas que suceden muy cerca de nosotros, allá donde las cosas suceden y no hay nadie que las pare. La película se transforma, así, en una forma de trasladar ciertos setimientos primarios, esos que te hacen pensar, en alguna ocasión, en que hay que tomar partido de forma activa en las cosas que creemos son injustas dentro de esta sociedad.
Las interpretaciones de los actores son realmente sinceras hasta el punto de, en el caso de Bugallo, tener que pensar quién fue antes, si el persoanjes o el actor. Es una estupenda caracterización de alguien apegado a la tierra, esa que le vió nacer y que ahora se la quieren quitar. Gary Piquer y, sobre todo, Clara Segura, desarrollan personajes de gran calidad y que les hacen incluirse en la historia de forma natural.
Las interpretaciones de los actores son realmente sinceras hasta el punto de, en el caso de Bugallo, tener que pensar quién fue antes, si el persoanjes o el actor. Es una estupenda caracterización de alguien apegado a la tierra, esa que le vió nacer y que ahora se la quieren quitar. Gary Piquer y, sobre todo, Clara Segura, desarrollan personajes de gran calidad y que les hacen incluirse en la historia de forma natural.
8 de septiembre de 2008
8 de septiembre de 2008
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Simple, rallana en lo anoréxico pero potente en el fondo, en el mensaje, en la expresión del dolor y del renacimiento de una misma. Kristin Scott Thomas borda ese soberbio personaje al que le cuesta salir del pozo, al que nunca debió llegar. ¡Cómo crece la relación entre las hermanas, entre el marido Lea, Luc, y Juliette!.¡Y cuántas cosas nos cuenta Philippe Claudel…la familia que nunca llega a conocerse, los prejuicios que tenemos entre nosotros y lo desconocido, la familia, los amigos, las aristas de nuestras relaciones con nuestros amigos…!. Como he difrutado de esta joya narrativa, de esta forma de hacer crecer una historia y las ramas que van surgiendo alrededor de ella.

6,4
1.110
8
10 de mayo de 2011
10 de mayo de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una explosión de romanticismo y sentimientos que no se hacen visibles. Extraordinario trabajo de contencion y expresión total del sentimiento amoroso de los 2 actores, que fueron pareja en la vida real hace ya algunos años. En los silencios encuentras las respuestas, en las lágrimas la expresión del amor. Escenas llenas de sentimiento amoroso, de contención por las dudas del futuro. Los rostros de Vincent Lindon son majestuosos, los registros gestuales de la Kimberlain, extraordinarios. Estoy sorprendido de la poca repercusión de esta película maravillosa que refuerza ese cine francés de autor y que nos llega a cuentagotas a nuestra cartelera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Impresionante la escena en que los dos personajes se besan por primera vez en la casa de ella oyendo la música de Edward Elgar. Son minutos llenos de contención dramática pero también expresión total del amor que les une y que no saben como sacarlo a la luz.
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