Ridley Scott revolucionó el mundo de la ciencia ficción a finales de los 70 y principios de los 80 con Alien y Blade Runner. La primera es una película de acción como nunca antes se había visto. Sin embargo, Blade Runner, es una obra visual de gran calidad, alejada de la acción, y centrada en la estética, el buen gusto e incluso con aspiraciones filosóficas.
Tengo las imagenes de esa ciudad futurista en mi retina, desde que la vi de jovencito. Tan lejana por la tecnología y tan cercana por la mugre y el caos de las grandes ciudades actuales. Es, seguramente, la primera película de cine negro futurista. Una trama policiaca, con un narrador en off, personajes polifacéticos, buenos y malos a la vez, etc.
Rutger Hauer es seguramente quien más cariño le pone a su interpretación. Incluso la diatriba final es de su propia cosecha, dejando su vida atrás y poniéndole alas a su alma voladora y libre.
Es lenta, como debe ser en las películas que buscan hacer reflexionar al espectador. Y todo ello aderezado con una música, obra de Vangelis, de amplia difusión posterior.
En resumen, un sueño futurista, pintado con el mejor estilo, y que ha sido imitado hasta la saciedad.