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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
1 de febrero de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Danny Boyle tal vez sea de los pocos directores en arriesgar la más variopinta gama de recursos “circenses” dentro de sus películas con un mayor número de aciertos. Mírese sino Slumdog Millionaire, fantástico film efectista a más no poder que cumple todos sus objetivos desde el primer minuto hasta el final… te entretiene, te abruma, te acongoja, y te saca la indignación hipócrita que gasta cualquier hijo de vecino cuando se siente hermano de la humanidad. Así es Danny Boyle un hábil prestidigitador y un charlatán convencido, pero ¡leches! Qué buen cineasta también.

127 Hours es un excelente ejercicio de algunos de estos trucos. El tipo ya en los títulos de crédito te calza un videoclip para no asustar, como diciendo: “tranquilo muchachote, que no te vas a aburrir”. Y no te aburres, estás a punto cuando parece no haber más tu tía pero no, es un pequeño descanso para preparar el clímax, donde también estás a punto, pero no, al final sueltas la lágrima, lloras un poquito como dándote vergüenza por ser manipulado tan fácilmente.

Realizar una película en base a un solo personaje y limitada a un solo escenario no es fácil, existen centenares de factores por los que se puede ir al garete pero requiere de tan solo una condición para que funcione, dicho de otro modo: más vale que el personaje nos caiga bien, porque de lo contrario no hay dios que aguante el truño. Danny Boyle a diferencia de otras cintas de similar planteamiento, (sin poder resistirlo la voy a comparar con la “española” Buried del redicho opositor a contertulio de "Que grande es el cine" Rodrigo Cortés), desde un primer momento define al protagonista dentro de la posición del héroe, nunca como a un tipo normal al que acaece una fatalidad, nunca como a un anónimo… sino como el tío que nos gustaría fuera nuestro colega. James Franco es nuestro colega, todo el rato, y no queremos que se muera en ese agujero, por eso se nos encoge la boca del estómago cuando apenas queda agua en su cantimplora, eso es lo que le diferencia del personaje de Ryan Reynolds en Buried, que nos toca tres cojones que muera, venga Obama a salvarle o se descubra que todo ha sido un sueño del señor Resines. Y para conseguir esto Boyle sacrifica únicamente los primeros quince minutos de película, establece quien es Aron Rastlon y porqué su historia merece ser contada.

Mención especial al trabajo interpretativo de James Franco que en ningún momento flaquea ni dejas de creértelo. Ahí, ahí va a estar en la lucha por el oscar.
11 de noviembre de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cierto es que el cartel no ayuda, tampoco el título lo hace, ni por supuesto que la tildarán de obra maestra como reclamo publicitario. Claro que no es una obra maestra, anda lejos de pretender tal cosa, sin embargo es una película muy entretenida, extraordinariamente entretenida diría yo. Y si no llega a recomendármela Supercrisis me la hubiera perdido porque la primera impresión que apuntaba al inicio es la de rechazo… oh oh dios mio! otra scary movie de superhéroes ¡No por favor!

Kick Ass no es una parodia de las películas de superhéroes aunque contenga algunos de sus principios, y va un poco más lejos del simple homenaje gamberro a toda esta subcultura de lunáticos justicieros que se disfrazan con trajes ridículos.

Matthew Vaughn se basa en el cómic homónimo del célebre Mark Millar (la niña bonita de la editorial Marvel) que ya desató algunas “iras” por esas cosas típicas como sexo explícito y violencia a tutiplén para engancharnos a la pantalla desde el inicio ofreciendo cada quince o veinte minutos un buen lote de hostias de todos los colores hasta que la presentación de Hit-Girl, personaje adorable de una niña de once años con más mala baba que Chuck Norris en una fiesta de veteranos del Vietcong, asume el total interés de la cinta. Sin duda lo mejor, junto con una estética visual muy cuidada y un inteligente uso de la banda sonora, temazos de Primal Scream, The Prodigy, The Dickies, New York Dolls o Mika que enriquecen y dotan de contenido tragicómico a muchas de las escenas.

Aunque se ha exagerado a la hora de promocionar el film comparándolo con mitos cinematográficos como Reservoir Dogs o Matrix, no es tan descabellado pensar que si después de éstas ya nadie pensara en hacer thrillers de mafiosos sin la coña marinera de turno o ciencia ficción sin luchas coreografiadas seguramente habrá que reconocer que después de Kick-Ass las pelis de superhéroes no volverán a ser lo mismo.

Matthew Vaughn es un tío listo, no sólo ha logrado casarse con el icono sexual por excelencia de los noventa, (véase Claudia Schiffer) si no que también ha sabido cómo hacerse rico ayudando en la producción de la primera película de su colega Guy Ritchie, del que por otra ha aprendido que mezclar puñetazos y humor negro sirve para acercarse más a Tarantino, lo cual equivale, por si no se han dado cuenta de qué va este mundillo, a que pasen por taquilla toda esa legión de pendejos descerebrados que le consideran el colmo de la vanguardia.

Por cierto, lo peor es sin lugar a dudas Nicolas Cage, que se le ha quedado cara de culo desde Con Air.
19 de noviembre de 2010 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No recordáis un bulo de hace tres o cuatro años que anunciaba la muerte de Juan José Campanella? No, seguro que no, porque fue una broma que me gastaron exclusivamente a mí, y lo peor de todo, me la tragué. Tampoco es que me esforzara mucho en contrastar la noticia, de primeras la tomé por buena, hasta anduve un par de días apenado porque de verdad me había gustado El hijo de la novia y me jodía que el tipo no pudiera seguir haciendo pelis.

Bueno, pues no está muerto, sigue haciendo cine, películas tan notables como El secreto de sus ojos. ¡Y qué queréis que os diga! Joder, pues ir a verla, no os vais a sentir defraudados. Yo de preferir hubiera preferido que no mareara tanto la perdiz con lo de la trama criminal, que logra mantener el interés, sí, pero en el fondo todos sabemos que es una excusa como otra cualquiera para servir de refuerzo al leitmotiv emocional del prota y su amor no resuelto. Esto es lo que verdaderamente importa, lo que Campanella sabe hacer a las mil maravillas, transmitir a través de su mirada amable y tierna el conflicto sentimental de un mismo personaje con variantes, aderezado todo ello de una generosa serie de ingeniosos latigazos de dialogo y el contrapunto cómico de un secundario de lujo como es por ejemplo Eduardo Blanco y el de este caso, Guillermo Francella, que está que lo borda, lástima que el desarrollo de la historia lo releva a un segundo plano.

Darín es el yerno soñado de gran parte de Argentina y de media España gracias a Campanella, y si éste se lo propusiera hasta un tío con tan poco carisma como Ramoncín podría ser ese yerno, porque sabe tocar como nadie la fibra sensible del espectador, animar el fondo común de los buenos sentimientos... porque sabe convertir un detalle al inicio de la película en un motivo para mojar el pañuelo antes de los títulos de crédito, porque te hace salir del cine con una sonrisa idiota y el cerebro apestando a romanticismo urbanita.
14 de noviembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A tipos como Terry Guilliam en base a unas normas de seguridad elementales les deberían prohibir acercarse a menos de cincuenta metros de una computadora y a quinientos de un croma.

No sé hasta qué punto la muerte de Heath Ledger trastocaría los planes originales del Guilliam. No sé si el fallecimiento del actor desencadenó tal desbarajuste que los cambios llevados a cabo para continuar la historia sin la cara de su protagonista convirtió la cinta en la peli más caótica, parcheada y sin tino de la historia o si en realidad le sirvió a Guilliam para inducir a esos señores que todavía creen en el cine como un buen negocio a pensar que recuperar el dinero invertido después de tan mala noticia podría resultar de mal gusto.

De la película no se puede decir ni siquiera que es visualmente atractiva, los efectos 3D que en teoría son su punto fuerte a decir verdad no aspiran a ser mejor que los de cualquier videojuego para la play. Quizá se salve por algunos momentos gracias a la desconcertante carita de porcelana de Lily Cole y algún que otro de fotografía efectista y abigarrada puesta en escena. Todo lo demás fuegos de artificio que no levantarían de la boca ni el “oh” de un niño de tres años.
14 de noviembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he sentido un especial interés por el cine de Amenábar pero el domingo en la gala de los Goya mirando su cara de me pica y no me puedo rascar simpaticé un poco con él. Supongo que como andaba dándole vueltas a las razones que le permitieran resolver el porqué una película de tres millones arrebata los mejores premios a una de cincuenta no pudo improvisar otra que esa tan típica de las galas, festivales y demás cuando se piensa que uno es el que realmente merece el premio, cara de felicidad estreñida.

Si he de ser sincero debo confesar que todavía no había visto ninguna de las dos pero a tenor de los precedentes de cada director lo más lógico sería apostar por el tío que en su haber figura como opera prima Tesis y no por el que firmó El corazón del guerrero. Anoche mientras cenaba un espectacular arrocito con chipirones fui comprobando una a una esas razones que seguramente Amenábar buscaba la noche del domingo.

Presumo y solo presumo, que cuando se invierte tanto dinero en algo que no dura más allá de las dos horas no puedes evitar que haya demasiada gente a tu alrededor interesada en que todo salga como ellos piensan que es la mejor manera posible. Me gusta pensar esto y no que a Amenábar le vino grande el traje, me gustaría pensar que a la quinta vez que repitieron la escena en la que se cargan los decorados el director perdió de vista el conjunto de la historia y se centró en grabar con éxito la siguiente toma. Lo cual es tan peligroso que puedes acabar rodando el clímax de tu película con la cámara boca abajo.

La mayor parte de los planos con grúa están mutilados, muchas de las transiciones encajan con calzador, cámaras lentas de mal gusto, rápidas fuera de lugar, vergonzante abuso del Google Earth… todo esto indica que la idea que tenía entre manos era diferente cuando estaba rodando pero al llegar a la sala de montaje no le casaba un plano con el otro ni de casualidad; así que a duras penas se puede salvar la historia pero ni hablar del ritmo, prácticamente invariable, ni de los personajes, de los cuales no se termina por empatizar con ninguno; ni de la acción, que salta de escaramuza a discurso de Hypatia y de discurso a escaramuza desde el minuto uno hasta el final de la película sin apenas nada más que un inciso romántico cogido por alfileres.

Y lo peor de todo es que pese a su elevado coste no puede reprimir un más que notable tufillo a telefilm de sobremesa.

Aun así he de reconocer que Amenábar tal vez sea el único director de cine español en toda su historia que ha entendido el cine desde una de las mejores perspectivas que éste puede tener, que es la del espectáculo.

Me quedo con Rachel Weisz a la que amo profunda y secretamente.
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