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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
12 de marzo de 2018
20 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película, elevada a la máxima potencia por el sin igual carisma de Natalie Portman. El resto del reparto acompaña bien, la banda sonora es tremenda y la cinta alcanza belleza visual en ciertos pasajes, si bien tal vez en otros momentos no llegue a convencer en este sentido. De lo mejor del catálogo de Netflix pero, todo hay que decirlo: una lástima no haber podido verla en la gran pantalla. Sin duda, el cine era su habitat natural.
30 de agosto de 2022 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces pongo un diez a una película. Y esta es una de esas raras excepciones. Una película poética, reflexiva, sensorial y sumamente bella. No me esperaba para nada su calidad, sinceramente, cercana a la sensibilidad artística de Wong Kar Wai. Decir esto objetivamente es excederse, he aseverado algo sacrílego, el maestro es inalcanzable. Yo he estudiado cine y sé que Wong Kar Wai en sus mejores películas, con directores de foto como Christopher Doyle o Darius Khondji es insuperable. Pero he tenido esa sensación, aquella que tuve al ver pelis como "Fallen Angels" o "My blueberry nights". Y añadiría que "Fantasia de juventud" (título homenaje a Fellini) va más allá en su vocación de precisar su poesía, directamente declamandola, recitandola en ocasiones, como hacía Manoel de Oliveira cuando rendía tributo a Eça de Queiroz.

La nota de la película es baja. Desconozco el por qué. Supongo que habrá quién piense que es pretenciosa o superficial. Puedo entender por qué lo piensan, pero no lo comparto. Es la mejor película española que he visto en años: no me resulta impostada, sino que fluye. Menuda paradoja... La premisa hacía presagiar algo artificioso, postureo. Y sin embargo, es la película menos forzada que he visto en nuestro cine este lustro. Cinta Hervás enamora, pero sobre todo, genera empatia. Es curioso porque al inicio su personaje está ideado para crearnos cierto rechazo, pero en su viaje será todos nosotros: con inquietudes, sensaciones, pensamientos y errores universales. Es Barcelona y algo permea de la prosa perfecta de "Nada" de Carmen Laforet y de sus ideas de, efectivamente, juventud. Hay momentos en que la música y la belleza de las imágenes te arrastra, y otros, en que se hace una pausa e irrumpe cadencioso una suerte de realismo mágico, como en el encuentro con el escritor en un bar.

Sí: este cine en nuestro país lo han intentado otros, con especial acierto Trueba JR y Coixet, en películas como "La virgen de Agosto" o "Mapas de los sonidos de Tokio", pero nunca con tanta naturalidad como aquí, dónde por su ajustado metraje (no llega a la hora y media) no sobra casi nada. Sucarrats crea imágenes evocadoras con muy poco: Con la ciudad, con la arquitectura, con el agua y sus reflejos, con el color y la luz. Hablar del paso del tiempo o del amor es común, pero hacerlo tan bien, no tanto.

La banda sonora acompaña bien, me alegro de que Jaume Sucarrats (músico) haya optado por un rollo bailable pero digamos algo más indie e internacional, que las cosas infaustas que denominan reggaetton y trap que sonarían en un botellón. Si echo de menos algo es quizá, más en catalán (no es algo político, los idiomas no deberían ser armas embarradas en absurdas trincheras) Supongo que eso le ha restado peso en ciertos premios (Gaudí por ejemplo) y tampoco debería ser así. A la cultura, harían bien en no usarnos ni unos ni otros, la cultura debería de ser de la gente, sin etiquetas ni fronteras. Esta es una película maravillosa, al menos para mí. Yo también dejé un examen en blanco sin saber muy bien por qué, yo también dejé sin escribir un libro que apenas empecé.
22 de abril de 2022
16 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como acaece en muchas películas de Álex de la Iglesia, la factura técnica es impresionante. Supera en muchas cosas a producciones americanas de 200 millones de dólares. Mi enhorabuena otra vez a los profesionales que están en cada puesto y que hacen su trabajo con probada excelencia: un vestuario tremendo, buena fotografía, la acción bien rodada, efectos artesanales y maquillaje... una producción brutal, encima has tenido Venecia para rodar. Y aquí viene la pena de siempre: los diálogos, y todo lo que es estructura de guion... da lástima. Un buen guion de género en España es "La cabina", cinta de Mercero que todes deberíamos ver de vez en cuando. Para masificación turística en Italia me quedo con "La sindrome de Stendhal", que posee un arco de personaje fantástico interpretado por una portentosa Asia Argento. "Veneciafrenia" es un Lamborghini conducido por horteras; "La sindrome di Stendhal" un viejo Fiat, pero pilotado de lujo por el clan Argento.


Sé que la excusa con "Veneciafrenia" va a ser que es cine "excesivo", que es "esperpento"... pero no cuela. Un esperpento bien escrito es maravilloso. Tampoco decir que los gialli italianos tenían peores guiones, porque además sería mentira. Una de las más descabelladas de Argento, Tenebre, tenía mejor guion. Era abstracta, surealista. Pero no un desastre. Por cierto: "Veneciafrenia" no es un neogiallo. Conceptualmente la idea entronca con eso, pero visualmente neogiallo son obras como "Climax" de Noé, "Solo dios perdona" de Winding Refn o "Pasajero oculto" de Liang. Joder, hoy en día hasta los videoclips de MTV son giallo ("Exits" de Foals, "He said she said" de Chvrches) hasta los de C.Tangana dirigidos por Santos Bacana son medio giallo. Veneciafrenia se mueve en unos códigos bien distintos, que no son ni más ni menos que los de "Balada triste...." o "Las brujas de..." Aunque el director de foto se llame Rosso, pronto queda claro que esto no es "Profondo rosso"


Fijaos que me recuerda a "Spring breakers", y no por el turismo y las tontadas, sino porque ambas cintas pecan de lo mismo: dilapidar medios con los cuales un guion aceptable hubiese brillado. Este guion defeca en el espectador, siento expresarlo de un modo tan taxativo. La premisa argumental me encanta, yo mismo la habría firmado. Pero es que un guion son muchas páginas, múltiples elementos que trenzar bien, piezas que encajar. Un guionista, tal vez, tendría que ser un poco poeta.

Hay quién pensará que el problema es la comedia negra, la violencia o lo chabacano. Y en realidad, ese no es el problema. El problema es cómo está escrito, no la intención ni una cuestión moral. Escribimos por lo general comedias muy malas, tengo que decirlo así. Creemos que somos más graciosos que nadie, y por ello parece que prescindir de un buen guion es positivo. Miro con cierta envidia las comedias bien escritas, esas comedias negras como "La columnista", una cinta holandesa que va como un tiro, con una Femke Boot magistralmente encarnada por la versátil Katja Herbers. Femke Boot en "De kuthoer", Anna Manni en "La sindrome di Stendhal".... Hablo de memoria, algo que no me pasa con "Veneciafrenia", de la cual apenas sabría decir como se llama un personaje minutos después de verla.

Sí que hay un punto brillante y que me resulta especialmente jocoso: cuando matan turistas y otros turistas apauden, pensando que todo forma parte de una especie de representación teatral callejera de la comedia del arte. El problema es que, si redundamos que turista es sinónimo de la más estólida estulticia, algo me dice que el guionista es poco menos que Willy Fog.

Lo del giallo le ha salido mal a Wright con "Last night in Soho" y a Wan con "Maligno", igual va a haber que dejar el género en la bodega junto con la indispensable botella de Justerini & Brooks. Es un género actualmente no mainstream (Helene Catet, Bruno Forzani, hermanos Onetti, Yann Gonzalez) que cuando se intenta hacer mainstream, no está funcionando. Lo más parecido a comercial y neogiallo, como comentaba anteriormente, puede ser Winding Refn, con una "Drive" que respira cierta energia giallo y sí ha tenido éxito en el presente. De todas formas, sobre el giallo, hago la siguiente reflexión: en los 70 era comercial Mike Oldfield, y ahora es comercial Daddy Yankee. La Suspiria del 77 es más moderna que la que hizo Amazon en 2018, y lo sabes.

En fin. Qué pena tener unos equipos técnicos así, profesionales así en este país y malgastarlos en esto. Qué buen vasallo, si tuviese buen señor. Aun así, el seis lo merece, ya digo. No se puede negar ese poderio que presenta la película, ese músculo sin gracia, esa potencia sin control... ese cash y esa ignorancia. El cine español lo tiene todo, pero falta que en la próxima no matemos al guionista. Al menos, que lo contraten. De momento, el cartel lo voy a poner en mi casa. La película... me lo pensaría dos veces.
4 de septiembre de 2020
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya 2020. En cuanto a cine por lo menos, fantástico. Sí, como negocio entiendo que está siendo pésimo. Pero artísticamente es de esos años para el recuerdo cinéfilo. He visto llegar a nuestras salas al mejor Larraín de su carrera, convirtiendo Valparaíso en un inefable espectáculo audiovisual en la vibrante "Ema". Y a la sensacional Jessica Hausner recurrir a un músico japonés, hace décadas fallecido, para regalarnos esa extraordinaria criatura cinematográfica que es "Little Joe". Entonces, cuando estaba pensando en que lo había visto todo, y que era imposible que mi top 2020 personal se moviera, llegó un viejo amigo: Charlie. Charlie Kaufman. Un Kaufman bajo la influencia. De Lynch.

Porque sí: Jessie Buckley es la actriz del momento (Wild Rose) y Kaufman un genio. Y esos fotogramas que circulaban por ahí de una heladería en una noche invernal hacían temernos lo mejor. Y lo mejor es que no han defraudado. Las expectativas eran altísimas, y han estado a la altura. Kaufman ha pegado un tremendo estirón como director desde la indescriptible "Sinécdoque, Nueva York", y nos ha obsequiado a todos con una película que cinematográficamente supera con creces a las adaptaciones que Jonze o Gondry realizaron con sus guiones. Este es un Kaufman total, uno que tutea al Lynch de "Carretera Perdida", "Mulholland Drive" o "Inland Empire". O directamente que vacila a Cassavetes durante el metraje. Vamos, un Charlie modo dios. Uno con ecos de todo, desde el surrealismo hasta el realismo mágico del Jeunet más estrambótico. Y al igual que éste, sus diálogos extraños por parte de personajes excéntricos, pese a su brutal hipérbole, logran la empatía y la familiaridad. Son universales y sorprendentemente cercanos, pese al histrionismo y la estética que envuelve las conversaciones.

Se apoya en la fotografía del polaco Zal, que no es Darius Khondji ni el Tovoli de "Suspiria" la buena, pero que también tiene su toque. En una película en que Kaufman además nos deja planos variopintos y muy bonitos. Un Kaufman impresivible en el guion técnico, que hasta se permite una ruptura de la cuarta pared con Buckley (tremenda crack) recitando un poema. La película presenta una paleta de color coqueta, que va mutando pero siempre creando atmósfera, y es especialmente deliciosa en la heladería. Una heladería en mitad de la nevada, que es algo que yo me imagino perfectamente: a Kaufman haciendo de todo, porque este es capaz de comerse un polo en el polo norte. No intenten entenderlo, simplemente, disfrútenlo. Y ojito: es una aserción.
7 de agosto de 2018
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí. Vi "La amenaza fantasma" con 5 años. En el cine, en su apogeo. Era 1999. Una era en que el blockbuster se mostraba en toda su potencia: con centros comerciales que se convertian en parques temáticos de los taquillazos, y las ciudades se empapelaban desde marquesinas a enormes vallas publicitarias. La publicidad resultaba por aquel entonces tangible, quizá más inmersiva, más analógica. Tuve el libro de la película, sin casi saber leer. Pegaba las fotos de Natalie Portman o Ewan McGregor en el pertinente álbum de cromos. Me hacían más ilusión que Raúl o Cañizares.

Aquel verano a la espera, interminable a ojos de la más tierna niñez, de que saliese esa película que iba a ocurrir antes de lo que se veía en aquellas que se sacaban del videoclub, la guerra de las galaxias: tan divertidas, tan antiguas. Ese alquiler se amortizaba bien, viendolas para desayunar y también para cenar. Todo este rollo vaya por delante, para que los antiprecuelas furibundos, talibanes midiclorianofobos, me den muerte con menor lentitud y sadismo que al secundario y anecdótico Jar Jar. Indulgencia, tal vez una melancólica nostalgia subyazca en la génesis de mi adoración por las precuelas.

Aunque... es verdad que vi otros blockbuster en el cine, más o menos con esa edad, y no me han calado tan hondo, y en ese revisionado años después, ya de adulto, pierden mucho. Con "La amenaza fantasma", sin embargo, es al contrario: la fascinación que siento por esta obra cumbre del séptimo arte no hace sino incrementarse. Es la película que inventó el cine actual. Mirad Godzilla de Emmerich, o Matrix. Su imagen hoy es obsoleta, sabes que estás viendo una peli de hace veinte años. Te puede gustar pero es vieja, cutre en lo visual y profundamente anclada en los 90s. La amenaza fantasma tiene algo atemporal. Podría ser de esta década. Por un lado, las precuelas supusieron un salto cualitativo en lo técnico bestial, eso es objetivo e incuestionable.

Pero por otra parte, y para mí más importante: su mística es atávica. Su estética, en especial en el reino de Naboo, religa de algún modo con algo subconsciente. Lucas ya lo había hecho antes con la trilogía clásica, por supuesto. No obstante en el episodio I, va un paso más allá. Hay algo en su simbolismo que genera una simpatía por la elegancia nabusiana. Existe algo más que una preciosista parafernalia neo-renacentista y esa gama cromática tan inusual en la ciencia ficción convencional, con ese color vivaz en lugar del triste gris frío que predomina en el género. No solo había creado el mundo de ficción más imaginativo y fascinante del cine, con su sociedad culta y sofisticada y sus monumentales palacios. Con la reina Amidala, Lucas había resucitado a la Diosa. Con toda su suntuosidad y esplendor, en el cenit de un mito. Creo que este es el punto menos comprendido por parte de los detractores de la película.

Leed sus comentarios: Jar Jar, Darth Maul... Simplemente, no entienden la película. Imaginaos por un momento, que veo una película y un extra que sale un par de minutos y muere, en mi opinión está desaprovechado. Con lo que molaba su disfraz y lo bien que hacía capoeira... ¿Es normal eso? ¿Está normal una persona que se ofusca con personajes anecdóticos o extras? ¿Qué clase de persona hace una sinopsis así? Para ellos, la trama central de la película es invisible, directamente: no existe. De ahí que no vean su carisma ni su magia. Por eso hay comentarios que dicen no enterarse de situaciones y diálogos.

Podría entrar en más temas que esta cinta abarca. Por la riqueza que posee su mimado diseño prolijo en detalles, podría reparar en cada matiz sutil que el film dibuja. O en cómo las precuelas tuvieron un sentido transcendental incluso en su concepto de cronología inversa, al enseñarnos cómo podemos pasar del paraíso idílico de Amidala a la uniformidad gris del régimen de Palpatine, con una ostensible recesión cultural e incluso tecnológica; al igual que el futuro no siempre es sinónimo de mejora y progreso. Pero no quiero extenderme más. He puesto el foco en la piedra angular de esta historia, que viendo el resto de críticas, se me antoja hasta necesario.
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