Excelente cortometraje amateur filmado en súper8 que en clave musical explica cómo realizar una filmación casera. Un curioso ejercicio cinematográfico, ejemplo de cómo con pocos medios se puede contar una buena historia. Imprescindible.

Tiene un regusto a las novelas de Agatha Christie, aunque ni de lejos llega a lo intrincado ni lo mordaz de sus argumentos. Una película de bajo -bajísimo- presupuesto en la que todo se fia a unas actuaciones que no sobresalen (aunque Girardot se esfuerza), a un guión poco elaborado y a un montaje que tiene fallos demasiado evidentes.

Excelente y conmovedora historia que aprovecha el tirón de El Chico de Charlie Chaplin: la trama no sólo recuerda a esta película, sino que los escenarios, personajes (¡incluso el protagonista!) son los mismos, pero sin el genial Charlot, que bien hubiera podido firmar esta cinta dada su calidad.

Que nos quiten lo bailao es una broma en la que sus intervinientes debieron divertirse mucho: la lástima es que los demás no participemos de esa gracia. El planteamiento inicial es interesante, además de la puesta en escena: aunque teatral y "fallera", el efecto es el deseado, que todo parezca un decorado. El problema es el pobre guión que interpretan un elenco de actores que a pesar de sus esfuerzos, no hacen creíbles los papeles que interpretan. Destacan dos aspectos: la música, pegadiza y tarareable, y la fotografía, que brinda una textura y colores muy buenos. Su escasa duración, además, da cuenta de que la historia estaba agotada antes de comenzar.

Interesante retrato de las intrigas y la vida de los palacios europeos de finales del siglo XIX, con una más que cuidada ambientación aunque pobres diálogos en algunas escenas. Combina el drama con mesurados toques cómicos, aunque se evidencia un guión nada resuelto. Una obra menor, pero con aspectos agradables.