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Críticas 157
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
15 de marzo de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para la gran mayoría, Joss Whedon es un director taquillero. Con 25 años de trayectoria, este director, guionista y productor hizo escuela creando y dirigiendo importantes series de televisión, como “Buffy, la Cazavampiros” y “Firefly”. En los últimos años, la ciencia ficción y los cómics (su pasión) han marcado su trabajo, dirigiendo “Serenity” (2005), “The Avengers” (2012), “Avengers. Age Of Ultron” (2015) y la exitosa serie “The Agents Of S.H.I.E.L.D.”. Pero pocos saben de la productora independiente que tiene junto a su esposa, Bellwether Pictures, con la que realizó “Much Ado About Nothing” el 2012, y estrenando el año recién pasado su segundo título, “In Your Eyes”, un filme intimista y revelador.

En esta oportunidad, Whedon sólo está detrás del guion y la producción, dejando la dirección a Brin Hill (“Ball Don’t Lie”). “In Your Eyes” es presentada como un drama romántico metafísico sobre dos personas que no se conocen, que viven a kilómetros de distancia el uno del otro y de realidades muy distintas, pero que están conectados de manera inexplicable, llevando su relación al límite de lo posible.

El sub género del drama romántico de ciencia ficción siempre ha sido muy explorado por el cine independiente, con grandes resultados en algunos casos (“Safety Not Guaranteed”, “I Origins”) y en otros no tanto (“The Time Traveler’s Wife”, “Perfect Sense”). En esta ocasión estamos frente a un filme que, si bien no podrá ser considerado como elemental entre sus pares, consigue con muy poco un resultado redondo, principalmente por un guion muy bien construido, grandes actuaciones y una ambientación que se convierte en un protagonista más, dándole el matiz que la historia va solicitando.

Dylan (Michael Stahl-David) es un ex presidiario, vive en Nuevo México bajo libertad vigilada y se gana la vida lavando autos. Rebecca (Zoe Kazan) vive en New Hampshire junto a su marido médico sin mayores preocupaciones. Nada tienen en común, sin embargo, el universo se encargó de conectarlos desde el primer día de sus vidas. Así, somos testigos de vivencias sufridas por uno y sentidas también por el otro, física y emocionalmente, a lo largo de las distintas etapas de sus vidas, sin explicación para ambos, asumidos como un natural y circunstancial problema de salud. La cinta toma un nuevo camino cuando, de manera espontánea, sus sensaciones traspasan lo sensorial y sus cuerpos son capaces también de oírse, interactuar hablando y poder mirar a través de los ojos del otro.

De aquí en más, la relación entre ambos se desarrolla a niveles hipersensoriales, emulando casi lo que les sucede a los hermanos gemelos, en este caso, almas gemelas. Una metáfora del amor y el camino que dos corazones deben recorrer hasta sentirse vacíos con la ausencia del otro, con la diferencia de no conocerse personalmente, aunque poco es lo que importa. Whedon nos cuenta la historia llevándola de manera creciente, alcanzando grandes momentos que marcan a los personajes; Hill pone su parte manejando su desarrollo sin caer en falsas apologías (a pesar de la ficción intrínseca de la historia); y la pareja de protagonistas se roban la pantalla, con interpretaciones sobrias, sin ningún tipo de excesos y, por sobre todo, reveladoras, llevando a la pantalla una relación de amor/amistad profunda y sincera, con actuaciones que les exigieron trabajar solos y de manera aislada el uno del otro frente a la cámara.

Si bien la cinta tiene ciertos momentos que caen en la obviedad, la sobre explicación y en relativa previsibilidad, no opaca el acierto de una película que, a pesar de su pausado ritmo, consigue robarnos la atención y el interés por conocer el desenlace de esta relación. Gran acierto resulta también su fotografía y el uso de colores y tonalidades, siendo el amarillo para las áridas y pueblerinas escenas de Dylan, y el azul para la acomodada vida urbana de Rebecca, haciendo más extensa la diferencia entre ellos.

La banda sonora de Tony Morales y los sonidos de Iron & Wine y The Lumineers, entre otros, terminan por convertir a “In Your Eyes” en una cinta tan real como fantástica, con reconocibles trazos independientes, que no marca un antes y un después en el género, pero que consigue su objetivo con creces: entretener y hasta emocionar, escribiendo un capítulo arriesgado, inteligente y de dócil lectura entre las cintas románticas de la nueva década. Imprescindible para fanáticos/as del género.


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22 de octubre de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta fue estrenada en Cannes y formó parte de la Selección Oficial junto a 14 películas internacionales del orbe, donde fue destacada por la prensa especializada mundial. Además, fue la gran ganadora del Festival Internacional de Cine de Santiago Sanfic 2008, y ya ha recibido el máximo galardón en diversos Festivales, como en Suiza, México y Francia.

Después de este resumido dossier, es fácil suponer que “Tony Manero” era una de las cintas más esperadas por el público en este segundo semestre. La historia se centra en Raúl Peralta, un bailarín aficionado de clase baja, con evidente falta de talento para la danza, quien está obsesionado con el personaje de John Travolta en “Fiebre de Sábado por la Noche”, Tony Manero. Raúl se siente Tony, quiere hablar, caminar y bailar como él, va todos los días a la función de cine a ver la cinta una y otra vez para aprenderse cada uno de los diálogos de su ídolo. Por ello, su sueño es ser reconocido a nivel nacional como Manero, para lo cual cada fin de semana se presenta junto a Cony (Amparo Noguera), la Pauli (Paola Lattus) y Goyo (Héctor Morales) en un bar capitalino, realizando una que otra coreografía. Pero los tiempos no son fáciles, corre 1978 y, en plena dictadura, cualquier movimiento en falso puede ser condenado por la autoridad a cargo, y eso resulta un problema para Raúl, quien está dispuesto a cualquier cosa para conseguir su meta y una vida un poco más digna, incluso cometer los más horribles crímenes.

A pesar de los laureles y las grandes críticas recibidas, la cinta no resulta fácil de digerir para cualquier tipo de espectador. Pablo Larraín realiza su segundo largometraje después de “Fuga” (2006) y bajo cualquier punto de vista, la película es un gran riesgo considerando las alegorías y la innovadora forma de proponer el trabajo, obligándonos a sacar todo nuestro poder de abstracción fuera. Empecemos.

Mucho se ha hablado sobre el contexto histórico en el cual se desarrollan los hechos. Si bien nos ubicamos en plena dictadura, el tratamiento es sumamente cuidadoso, dejando sólo a ciertos guiños la realidad política de ese entonces. No se asuste si piensa que va a presenciar un destacamento comunista ni tampoco que le van a tocar a su general. El fondo va mucho más allá.

La estética y el uso de técnicas cinematográficas un tanto novedosas para el convencional cine chileno, pueden resultar algo inexplicables. Desenfoques sin asco, excesivo uso del silencio y diálogos introspectivos (casi surrealistas en algunos casos), pueden atornillar al revés si Ud. sólo quiere ir a divertirse a la sala de cine. Pero finalmente son estos detalles lo que hacen de “Tony Manero” una película especial, incómoda, llena de sensibilidad real -pero a la vez poco pretenciosa-, entregándonos la agobiante necesidad del protagonista en la búsqueda de su identidad, perdida por muchos en épocas pasadas, develando en parte la realidad que a nuestro país le tocó sufrir durante casi dos décadas.

Imposible no mencionar el acabado trabajo actoral del pequeño elenco que conforma la película. Sin detallarnos ni explicarnos la función de cada uno, el guión habla por si solo describiendo perfectamente a cada uno de los personajes de la cinta. Amparo Noguera y Héctor Morales son lo suficientemente buenos para no caer en la eterna sobre actuación que uno tanto teme del cine chileno, y Paola Lattus, que brilla con luces propias interpretando a Pauli, la hija del personaje de Noguera, quien se muestra humilde e inocente ante las libidinosas miradas de Raúl, pero que algo oculta tras su temeroso andar. Mención aparte merece Alfredo Castro. Ya nos había regalado grandes papeles en la propia “Fuga” (2006) y en “Casa de Remolienda” (2007), pero definitivamente es con Raúl Peralta que alcanza uno de los personajes mejores elaborados del cine chileno hasta la fecha. Comparado con Al Pacino por la prensa internacional y no sólo por su parecido físico en esta película, Raúl esconde tras su mirada perdida y su silencio sepulcral, una necesidad esencial: la necesidad de dejar atrás una vida sin oportunidades y escapar de una sociedad que no tiene nada que ofrecerle, a través de su máximo ídolo, que es lo único que lo llena y lo evade de su angustiante vivir.

Con una ambientación notable de la época, incluyendo la recreación total del mítico espacio televisivo llamado “El Festival de la Una”, con Enrique Maluenda, “Poncho Lindo” y “Sabrosalsa Deyco” incluidos, “Tony Manero” no es una simple historia de un chilenito clase baja que pretende a toda costa ser igual a su personaje favorito. La cinta apela de una manera perturbadora a nuestro inconsciente colectivo, a los difíciles momentos vividos por millares de personas que vieron como su libertad fue opacada y perdieron la poca identidad que iba quedando (y de manera notable, sin necesidad de llenar la pantalla de tanques, fusiles ni fuerzas armadas); muestra la realidad de un grupo de personas que, sin escogerlo, se vieron obligados a vivir en el bajo mundo. Vemos la historia de Raúl Peralta, un ser disfuncional, estancado por sus propios sueños, que ni siquiera es capaz de controlar sus propias ambiciones y quien no dudará ni un sólo segundo en conseguir su ansiado anhelo: convertirse en Tony Manero.

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3 de julio de 2016
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2013, el francés Louis Leterrier volvía a hacerse cargo de una nueva super producción tras ‘The Incredible Hulk’ (2008) y ‘Clash of the Titans’ (2010), esta vez con ‘Now You See Me’, una historia sobre cuatro magos callejeros que se dedican a robar bancos, intentando hacer justicia con sus propios trucos e ilusiones. En esta oportunidad, Leterrier asume la producción para dejar a Jon M. Chu, director acostumbrado a los conciertos y musicales (‘Step Up’, ‘Justin Bieber: Never Say Never’), para continuar con la secuela.

‘Now You See Me 2′ nos sitúa un año después de lo sucedido en la primera entrega. Esta vez, los cuatro jinetes vuelven a preparar un nuevo espectáculo, sin embargo, se ven enfrentados a Walter Tressler (Daniel Radcliffe), quien pretende llevarlos ante la justicia para cobrar venganza por el encarcelamiento de su padre, Arthur Tressler (Michael Caine).

A pesar del cambio de mano, la cinta deja ver desde el primer minuto que mantiene el espíritu y estilo de su antecesora. Con un ritmo vertiginoso, una imponente banda sonora y un excesivo uso del CGI, ‘Now You See Me 2’ repite la fórmula y nos propone casi dos horas de entretención pura, muchos giros y una serie de nuevos personajes, magias e ilusiones, una más sorprendente que la otra. Lamentablemente, eso a veces no es suficiente para conseguir un resultado redondo si consideramos algunos elementos esenciales.

A priori, nos encontramos con un guión y una nueva historia muy interesante como para desarrollarla con soltura y claridad, sin embargo, los vacíos y las desconexiones comienzan a aparecer en cuanto necesitamos creer en lo que nos están contando. No hablo de la verosimilitud de los trucos ni de cuan posible es la realización de una u otra ilusión; hablo de decisiones mal tomadas por algún personaje y de momentos trascendentes que quedan sin explicación alguna, lo que merma su total disfrute. No es hilar fino, sino exigir un guion que no nos subestime y que si nos quiere hacer trabajar, entonces que no intente ocultar tras los trucos de cartas e ilusiones los elementos que nos conduzcan a una correcta explicación –y luego- la comprensión de la historia.

Esta vez sin Isla Fisher debido a su embarazo y con Lizzy Caplan (‘Cloverfield’, ‘Masters of Sex’) en su reemplazo, repiten roles Mark Ruffalo, Jesse Eisenberg, Woody Harrelson, Dave Franco, Morgan Freeman y Michael Caine, todos muy desenvueltos y ya dueños de sus personajes; y se incorpora Daniel Radcliffe (‘Harry Potter and the Philosopher’s Stone’), como un villano aprendiz equívoco y genio de la informática. Por consecuencia natural, esta vez vemos a los protagonistas con un menor grado de prepotencia y desparpajo, volviéndolos más reales, humanos y erráticos, en un acierto que se agradece, aunque como contraparte tengamos que permitir a un nuevo personaje absolutamente falso, inaceptable y caricaturesco como el de Chase McKinney, el hermano gemelo de Merritt, interpretado también por Woody Harrelson.

A pesar de todos sus problemas, donde destaca también el imperdonable tratamiento a algunos pésimos efectos visuales (considerando el avance de los mismos); el reparto, la banda sonora a cargo del siempre sólido Brian Tyler y la intensidad creciente en el relato vuelven a dotar a la saga de entretenimiento y un par de interesantes giros y buenos momentos. Jon M. Chu no logra superar a la primera parte, pero no abandona el artificio, y al parecer, el mismo se haría cargo de la tercera entrega, recientemente anunciada.


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7 de julio de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Cell’ (‘El Pulso’) es el título de una nueva adaptación al cine de una novela de Stephen King. Esta ocasión es de la obra homónima del año 2006, que al igual que muchas otras se convirtió en best seller rápidamente, gracias a su interesante argumento y la visión apocalíptica que el autor le dio a su novela.

Dirigida por Tod Williams (‘The Door in the Floor’, ‘Paranormal Activity 2’), ‘Cell’ resulta -como suele ser- una adaptación que se toma ciertas licencias respecto al libro, sin alejarse del hilo principal y respetando gran parte de los momentos altos de la novela. Sin embargo, el resultado termina siendo un lamentable espectáculo donde casi todos los elementos carecen de sentido y no terminamos de entender el objetivo de una historia desestructurada, con un guión confuso y muy mal interpretada.

Clay Riddell (John Cusack), un dibujante de historietas, se encuentra en el aeropuerto tras llegar de un exitoso logro laboral. Tras llamar a su hijo, ve cómo el caos se desata entre todos quienes se encuentran utilizando un teléfono celular, convirtiéndolos casi en violentos caníbales asesinos en clave de zombies. Esto sucede a nivel mundial y Riddell, en una ciudad rápidamente devastada y peligrosa, debe correr por su vida e intentar dar con su familia.

Dentro del subgénero de las distopías apocalípticas, fuera de las producciones llenas de acción y con elementos fundamentales de la ciencia ficción como ‘World War Z’ (2013) o ‘Mad Max: Fury Road’ (2015), también existen una serie de cintas (principalmente en el cine independiente) que utilizan esto solamente como argumento y excusa para centrarse en otros tópicos, tales como las relaciones sociales, las disfunciones familiares, historias de amor o simplemente para ahondar en la psicología de los personajes sometidos a una situación tan poco común como un evento de destrucción y caos. ‘The Road’ (2009) de John Hillcoat, ‘Monsters’ (2010) de Gareth Edwards y ‘Z For Zachariah’ (2015) de Craig Zobel son algunos ejemplos y grandes títulos de esto último, que no necesitan mostrar demasiado para conseguir una historia consistente y veraz, más allá de la ficción en la que transcurren. Remarco estos dos estilos tan propios porque el primer gran error de ‘Cell’ es no saber qué es lo que nos quiere contar, ni tampoco cómo, flotando en un limbo entre ambos tipos de producciones desde su narrativa, a ratos pretendiendo avasallar, y en otros intentando ser profunda y trascendental sin poder conseguirlo.

A partir de su premisa, que es una evidente crítica a la dependencia actual por las nuevas tecnologías y la inmediatez que han alcanzado nuestros ritmos de vida, como una metáfora a la deshumanización, la cinta empieza a perder fuerza tras su interesante (aunque risible y hasta ridículo) comienzo. No conectamos nunca con sus personajes, no nos podemos identificar con sus motivaciones simplemente porque las desconocemos o no fueron lo suficientemente bien contadas, y tampoco llegamos a comprender la relación que existe entre varios de los elementos que son fundamentales según lo expuesto por la historia. Sólo con esto (e imposible contar más para evitar cualquier spoiler), la cinta se vuelve errática y consigue lo más difícil: hacernos perder cualquier interés por su desarrollo final.

Ni siquiera el apartado técnico está a la altura. No destaca ni su banda sonora ni un pésimo montaje ni sus actuaciones. John Cusack y Samuel L. Jackson ya habían trabajado juntos en otra adaptación de una novela de Stephen King como ‘1408’ (2007) del sueco Mikael Håfström, con un gran resultado. Esta vez, y siendo los grandes actores que son, no transmiten absolutamente nada, con interpretaciones planas que carecen de absoluta profundidad y por los que no llegamos a sentir ningún tipo de empatía, en una cinta donde las emociones sí juegan un papel preponderante.

Sin equivocarme demasiado, ‘Cell’ termina siendo una de las adaptaciones más mediocres de una novela de Stephen King, lo que es difícil tras casi un centenar que han sido llevados tanto a la pantalla grande como a la televisión en forma de telefilme o serie, a la fecha, más aún considerando que el propio King colaboró en el guión. Esperemos que Nikolaj Arcel esté a la altura dirigiendo ‘The Dark Tower’ (2017), la próxima producción basada en la exitosa saga homónima de libros del gran genio del terror.


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21 de octubre de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por razones que se desconocen, la cinta tuvo que retrasar su estreno en los cines por casi dos años, sin embargo, tras su arribo a la cartelera, su éxito fue arrollador y hoy se mantiene en los primeros lugares de la taquilla de los EEUU. Hablo de “The Green Inferno”, el penúltimo trabajo de Eli Roth previo a “Knock Knock” (2015) y su primera película como director trabajando junto a Sobras Films y a los productores Nicolás López y Miguel Asensio, cuyo título es una clara referencia a “Cannibal Holocaust” (1980), reconocido por el propio Roth como su principal influencia.

“The Green Inferno” es la historia de Justine (Lorenza Izzo), una universitaria que se suma a un grupo de estudiantes unidos por una campaña medioambiental, quienes planean un viaje a la selva peruana para evitar la invasión de una empresa constructora que impedirá inminentemente la normal vida de las tribus nativas. Sabiendo el riesgo de esto, una vez allá se terminan enfrentando a una comunidad de caníbales de extraños rituales.

Roth regresa al terror desde “Hostel 2” (2007), esta vez con un film gore que se intenta detener en un trasfondo argumental: la defensa de los espacios naturales y las culturas nativas. Y aunque finalmente esto resulta ridículamente forzado y poco interesa si el bien triunfa sobre el mal o viceversa, las escenas de tortura, sangre y violencia gráfica están muy bien logradas, que es lo que queremos de Eli Roth. El director no abusa de los malos gags ni las típicas exageraciones del género, ni tampoco ridiculiza a sus personajes en exceso: Intenta tomarse en serio una aventura sangrienta en el Amazonas. Como era de esperar, la cinta no pierde tiempo en escenas prescindibles y la linealidad del guion contribuyen a seguir de cerca la historia y con mucha facilidad.

Esto también lo logra gracias a sus personajes, definidos con claridad y que cumplen, tarea no menor en un género tan difícil de convencer. Tanto la chilena Lorenza Izzo (ahora actriz clave del director) que interpreta a Justine, como su contraparte, el también chileno Ariel Levy (Alejandro, el líder activista) resultan absolutamente creíbles, la primera como una inexperta y acomodada estudiante alejada de las reivindicaciones sociales, que en la segunda mitad de la película lleva el peso dramático; y el segundo como un tipo odiable de principio a fin. Mientras, todos los secundarios adornan de manera perfecta este accidentado destino sin retorno a la selva latinoamericana, sumado a un macizo elenco de extras indígenas que, sorprendentemente y sin haber visto jamás una película en su vida, se roban la misma.

Probablemente si vas en busca de una película redonda, con un montaje y una historia deslumbrante y compleja, terminarás con un sabor amargo en la boca. La cinta además termina por perder su rumbo cuando intenta dejarnos un mensaje y alejarse de la simple entretención. Sin embargo, si conoces a Eli Roth y disfrutas del buen gore, “The Green Inferno” la disfrutarás de principio a fin, gracias a sus acabados efectos especiales, una gran banda sonora a cargo del español Manuel Riveiro, correctas interpretaciones, un relato sin descanso, y lo más importante: ninguna muerte te dejará indiferente.


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