Una película está hecha por muchas cabezas y manos, lo cual incrementa considerablemente las posibilidades de que algo salga mal. Aunque también es cierto que esas numerosas cabezas y manos pueden arreglar aquello que se ve que está saliendo mal. Sin embargo, cuando el responsable último de la película, el director, no toma las decisiones acertadas para corregir los errores, sucede que algo que podría haber sido una gran película, se queda sólo en algo interesante.

¿Cómo hablar de mi impresión tras ver La mejor oferta sin desvelar su misterio a los que aún no la han visto?

Bueno, diré solamente que tiene un gran actor principal, una ambientación inmejorable, una estética y una música embriagadoras, un arranque argumental sublime... y un cuerpo central que enfanga el resto del trabajo y que anticipa lastimosamente el que podría haber sido un impactante final.

Mi sensación ha sido más agria que dulce. He sentido un dolor profundo ante lo que podría haber sido y no fue. Quería haber visto una mejor película, pero un parón de ritmo en la parte central de la película, en la parte donde se van conociendo el marchante de arte y la misteriosa clienta, unida a una pesada repetición del esquema narrativo de los consejos del amigo "mecánico" y las escasas intervenciones del amigo pintor, muestran demasiado pronto la maquinaria interna de la película.

Falta un ajuste del guión, sobre todo en esa parte intermedia que se hace eterna, y una mayor decisión en el montaje para haber metido más tijera.

Por lo demás, todo muy bien.

Lástima que esas faltas haga derribarse tan pronto una estructura adorablemente construida por todas las demás cabezas y manos.

Una de esas extrañas ocasiones en que todo se alía para ofrecer auténtico Cine.

La historia, aparentemente sencilla, se va complicando poco a poco y el clímax que aparece antes de la mitad, no hace que decaiga la historia, sino que marca un nuevo inicio para seguir haciéndola crecer. Hay detalles, personajes y giros que dosifican acertadamente la calma y reactivan la emoción cada poco tiempo. Acción, emoción y tensión asegurada hasta el último minuto. Y un trasfondo social veraz, que se hace muy próximo al espectador, pero con proyección universal.

Esto es lo que se obtiene cuando hay un buen guión, con actores y escenarios perfectamente engarzados. Cuando cada plano está en su sitio. Cuando el gag te hace soltar la carcajada en el momento justo. Cuando el dramatismo te borra la sonrisa de golpe para devolverte a la seca realidad. Cuando cada personaje está afinado durante todo el metraje. Cuando no sobra ni una línea de texto. Cuando la tecnología aparentemente fuera de lugar o los encuadres menos naturales se emplean sin que apenas se noten. Cuando hasta los subtítulos están integrados en la narración.

Y cuando el final está a la altura de todo lo demás.

Simplemente maravillosa.

No le pongo un 10 porque soy un poco maniático, que si no...

Eso es lo que dura la tensión argumental y el humor en esta cinta. Pasado ese tiempo, la falta de orientación, la confusión de tramas y la escasez de nuevos gags, terminan por aburrir durante otros 60 minutos. Los momentos finales rematan penosamente algo que había empezado medianamente bien.

Por mucho que se esfuerzan los intérpretes (Carbonell y Alonso salen bien parados), los graves problemas de guión hacen que la trama vaya languideciendo poco a poco sin que los personajes apenas evolucionen, y las esperpénticas salidas de tono que se van sumando acaban metiendo al grupo de actores en un triste callejón sin salida.

Vamos, otra película "montaña rusa", pero de las malas: subes muy alto al principio y el resto es todo caída hasta que se detiene la vagoneta.

Empieza como una comedia alocada, con un viaje imposible en autobús que el patriarca de una numerosa familia de músicos se ha empeñado en hacer. Siete años son muchos para no haber podido tocar en público juntos ni una sola vez. El concierto que van a dar representará un hito en la historia del pueblo kurdo. ¡Hasta los militares podrían dejarse sobornar por escuchar su nombre en el escenario!

Pero la alegría y la ilusión del inicio van atenuándose poco a poco cuando dificultades reales y extraños presagios se cruzan en el camino de los músicos viajeros...

El giro que va dando la película la hace aún más interesante, aunque un poco desconcertante. Es digno de destacar el trabajo del actor que interpreta al padre y del conductor del autobús. Pero toda la película está llena de pequeños detalles y gags que la hacen encantadora, aunque un poco triste.

Muy recomendable, sobre todo para ver otra manera de contar los cuentos mágicos, llenándolos sutilmente de contenido social y político.

Una dura radiografía de la china actual que muestra cómo el capitalismo ha sembrado su ponzoña en lo más profundo de las estructuras postcomunistas chinas. Y cómo esa simiente ha dado unos oscuros frutos. Violencia, ira, desesperación que penetran en el sustrato de un pueblo que no está preparada para esta revolución.