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Críticas ordenadas por utilidad
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7,4
1.996
8
26 de diciembre de 2015
26 de diciembre de 2015
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La base de la película es un libro de Pierre Dumarchais, autor que desconozco, que era un polifacético artista y miembro honorario de la Patafísica, como Arrabal, Ionesco o Genet, cuya definición es: "La patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias " (Alfred Jarry). Sin embargo, esta película me recuerda a "El salario del miedo" más que a ninguna otra, por la atmósfera opresiva y el determinismo fatalista. Sería un nihilismo "agresivo" más que existencialismo pesimista francés ("La náusea" o "El mito de Sísifo") o el hiperrealismo absurdo de Ionesco. Está más cerca de Céline, que por muy amargado y ultraderechista que fuera, era un gran escritor. Porque aquí supongo que hablamos de valores artísticos , no de política, aunque a veces no lo tengo claro. Se ven puntuaciones altas a malas películas pero políticamente correctas. Las llamadas "necesarias" que en sí mimo constituyen ya todo un género.
Está muy bien escrita y la puesta en escena de Carné es muy buena. La película está muy bien rodada, iluminada y fotografiada. Jean Gabin es el mejor actor francés de la historia. Un animal cinematográfico. Alguien que nació para eso, según pensaba el gran Jean Renoir. Para mí es uno de los mejores actores "orgánicos" de la historia junto a Robert Mitchum. Su físico no es que fuera el adecuado para los papeles que interpretaban, es que eran el paradigma buscado por cualquier director que se precie. Junto a él, otro gran actor, Michel Simon.
Los giros argumentales de la película serían, para mí, el único punto débil de este gran film que busca una solución imaginaria ("patafísica") para sus asqueados personajes: el amor. En todo caso, es una gran obra del cine francés que cualquier cinéfilo debe conocer y admirar. Yo le daría un 8,5. Los que no la conozcáis, como era mi caso, disfrutadla.
Está muy bien escrita y la puesta en escena de Carné es muy buena. La película está muy bien rodada, iluminada y fotografiada. Jean Gabin es el mejor actor francés de la historia. Un animal cinematográfico. Alguien que nació para eso, según pensaba el gran Jean Renoir. Para mí es uno de los mejores actores "orgánicos" de la historia junto a Robert Mitchum. Su físico no es que fuera el adecuado para los papeles que interpretaban, es que eran el paradigma buscado por cualquier director que se precie. Junto a él, otro gran actor, Michel Simon.
Los giros argumentales de la película serían, para mí, el único punto débil de este gran film que busca una solución imaginaria ("patafísica") para sus asqueados personajes: el amor. En todo caso, es una gran obra del cine francés que cualquier cinéfilo debe conocer y admirar. Yo le daría un 8,5. Los que no la conozcáis, como era mi caso, disfrutadla.

6,5
6.021
6
7 de diciembre de 2023
7 de diciembre de 2023
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película discurre por un camino trillado y hasta algo plúmbeo, hasta que explota en su tramo final. Es como muchas películas españolas de autor, pequeñas, tanto en lo temático como en lo estético. Es rara, una terapia para su autora. Puedes pensar en un personaje poco "empático", valga el tópico, como el de "La herida" de Fernando Franco, por sus trazas masoquistas y la somatización de una psicología enferma, y en el cine de Carla Simón, en ese tono costumbrista. No me estaba gustando hasta que llegan las escenas de la niña que son verdaderamente inquietantes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Cómo consiguió de la niña una actuación tan incómoda para el espectador?. Empieza con el dame masajes en el culete, que la vulva es el culo por delante, hasta que llega la gran escena. Juega en la cama de sus padres a los que casi pilla follando al grito de "me estalla la vulva" o algo así, intentando quitar la sábana y la ropa del padre al que quiere ver desnudo. Dando gritos y votando en la cama, jugando con cuerpos adultos, hasta que el padre queda en estado de shock y de un cabreo que parece miedo o terror. Es algo a lo que hemos jugado todos/as en nuestra niñez. Es un tabú stricto sensu. No hablamos de ello y mucho menos lo queremos ver. La incomodidad de padres o mayores de edad ante la actitud desvergonzada del niño que juega con la sexualidad es algo propio de nuestro desarrollo y todos hemos pasado por ello, pero lo ocultamos como algo vergonzoso y de lo que no se debe hablar. Un prejuicio social y cultural en toda regla. La directora lo pone ante nuestros ojos con una naturalidad siniestra ( no sé cómo prepararían a la niña para ese juego). Es una de las mejores escenas del último cine español. Es verdaderamente "chocante".
Esa es una gran secuencia que vale por toda la película, que es más la historia de una patología sexual sin tratamiento que una historia con planteamiento, nudo y desenlace.
Esa es una gran secuencia que vale por toda la película, que es más la historia de una patología sexual sin tratamiento que una historia con planteamiento, nudo y desenlace.
6
9 de noviembre de 2022
9 de noviembre de 2022
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
La continuación de esta serie de culto parece hecha unos pocos años más tarde y no veinticinco. Este es uno de sus puntos fuertes. Se habla de su aspecto vintage, que lo es porque conserva la misma línea estética que sus predecesoras. Más cerca de la segunda parte que de la primera, este Exodus funciona a medias en cuanto a su tono de comedia (la rivalidad sueco-danesa llega a ser un recurso demasiado repetitivo y a veces con poca o ninguna gracia) pero funciona perfectamente en cuanto a la creación de la atmósfera adecuada. Lo que era fascinante en Riget II era como se podía llegar al dislate, al disparate narrativo, con incluso hasta cuatro acciones narradas paralelamente, y seguir siendo fascinante porque el espectador se encuentra inmerso en una atmósfera de la que es difícil escapar. Es decir, Riget II en cierta forma demostraba que creando un interés previo y construido éste en base a aspectos puramente visuales o "atmosféricos" lo que venía después narrativamente era irrelevante y parecía que Trier jugaba con eso. Era el reverso de Hitchcock, que metía una trasparencia que cantaba por soleares en el momento más álgido de la narración (además de un suspense) y sabía que al público le daría igual porque a esas alturas ya estaba completamente entregado, totalmente manipulado. En este sentido, Exodus es la continuación de Riget II y funciona tan bien como ésta.
Los capítulos no son perfectos y hay algunos alargados pero el tono general es lo suficientemente bueno para que una vez visto el primero te quedes hasta el final, por tanto conserva ese punto adictivo de sus predecesoras. La serie gana mucho cuando entra en escena Bodil Jørgensen. Frágil, dulce, vulnerable y bondadosa te va ganando como lo hacía de forma arrolladora en "Idioterne". Veréis a su troupe de actores daneses que han trabajado siempre con Lars, que en esta ocasión no sale en pantalla al final de cada episodio por motivos de "vanidad", según dice, por su aspecto, aunque Trier siempre ha utilizado la provocación como arma defensiva más que ofensiva. Siempre ha sido un autor extremadamente sensible, incluso débil, demasiado vulnerable ante las opiniones y el reconocimiento ajenos. Puede que de ahí le hayan venido alguno de sus problemas. También Dafoe está en la serie en el lado del mal ( ya sabéis que repite machaconamente lo de la lucha entre el bien y el mal, cuernos incluidos, pero esta vez no le veréis en pantalla) y hace un gran trabajo, como siempre.
Homenajes a Tarkovski, una vez más, que fue el primero que utilizó el Pequeño Libro de órgano de Bach en Solaris (escena en la que los personajes flotan ingrávidos), a Dreyer (la lucha del bien contra el mal) y a Bergman ( último capítulo y la danza de la muerte del Séptimo sello en el ático del hospital, por ej.). "Pero si ese hacía películas aburridas que nadie ve" dice el médico sueco refiriéndose a Dreyer "aunque las de Bergman tampoco" auto réplica cómica/penosa) y referencias a sus respectivas principales influencias: Kierkegaard y Strindberg, en un juego de "piques" entre suecos y daneses. Algunas secuencias parecen sacadas de Twin Peaks de Lynch (esa habitación con la estatua que simboliza el éxodo y el enano y esas puertas pequeñas para enanos y para conejos a lo Alicia en el país de las maravillas).
Por último destacar la cabecera de la serie, la entrada. Es extraordinaria con los blanqueadores en el pantano en una niebla permanente y esa voz que te va hipnotizando, por supuesto hay que oírla en el danés original, una lengua hermosa que suena muy bien, como el sueco. Así pues, Riget ( algo así como Riiis, alargando las vocales, alargando la i) Exodus os gustará si os gustaron las precedentes y si os va von Trier os tienen que gustar necesariamente las anteriores, por lo que ahora ésta también os enganchará. El único hospital que no querrás abandonar.
Los capítulos no son perfectos y hay algunos alargados pero el tono general es lo suficientemente bueno para que una vez visto el primero te quedes hasta el final, por tanto conserva ese punto adictivo de sus predecesoras. La serie gana mucho cuando entra en escena Bodil Jørgensen. Frágil, dulce, vulnerable y bondadosa te va ganando como lo hacía de forma arrolladora en "Idioterne". Veréis a su troupe de actores daneses que han trabajado siempre con Lars, que en esta ocasión no sale en pantalla al final de cada episodio por motivos de "vanidad", según dice, por su aspecto, aunque Trier siempre ha utilizado la provocación como arma defensiva más que ofensiva. Siempre ha sido un autor extremadamente sensible, incluso débil, demasiado vulnerable ante las opiniones y el reconocimiento ajenos. Puede que de ahí le hayan venido alguno de sus problemas. También Dafoe está en la serie en el lado del mal ( ya sabéis que repite machaconamente lo de la lucha entre el bien y el mal, cuernos incluidos, pero esta vez no le veréis en pantalla) y hace un gran trabajo, como siempre.
Homenajes a Tarkovski, una vez más, que fue el primero que utilizó el Pequeño Libro de órgano de Bach en Solaris (escena en la que los personajes flotan ingrávidos), a Dreyer (la lucha del bien contra el mal) y a Bergman ( último capítulo y la danza de la muerte del Séptimo sello en el ático del hospital, por ej.). "Pero si ese hacía películas aburridas que nadie ve" dice el médico sueco refiriéndose a Dreyer "aunque las de Bergman tampoco" auto réplica cómica/penosa) y referencias a sus respectivas principales influencias: Kierkegaard y Strindberg, en un juego de "piques" entre suecos y daneses. Algunas secuencias parecen sacadas de Twin Peaks de Lynch (esa habitación con la estatua que simboliza el éxodo y el enano y esas puertas pequeñas para enanos y para conejos a lo Alicia en el país de las maravillas).
Por último destacar la cabecera de la serie, la entrada. Es extraordinaria con los blanqueadores en el pantano en una niebla permanente y esa voz que te va hipnotizando, por supuesto hay que oírla en el danés original, una lengua hermosa que suena muy bien, como el sueco. Así pues, Riget ( algo así como Riiis, alargando las vocales, alargando la i) Exodus os gustará si os gustaron las precedentes y si os va von Trier os tienen que gustar necesariamente las anteriores, por lo que ahora ésta también os enganchará. El único hospital que no querrás abandonar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final es extraño, como no podía ser de otra forma en consonancia con el tono general que conserva la serie hasta el final. Me recordó a Lynch una vez más, sobre todo a Twin Peaks a la que la serie rinde también su pequeño homenaje.
Mediometraje

6,8
73
7
4 de abril de 2016
4 de abril de 2016
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pequeña obra de cámara realizada con pocos medios y mucha inteligencia. El guion refleja el clásico dilema moral japonés entre el peso de la tradición y la libertad individual. Diálogos espléndidos entre personajes muy bien construidos. La realización es muy sencilla. Un filtro que oscurece la cámara da paso a las tribulaciones y reflexiones de los personajes. Aunque su duración es escasa para desarrollar el tema que propone y el final es algo brusco (como si se hubiera quedado sin presupuesto), la película es digna de todo un maestro del cine del que apenas conozco unas pocas películas.
Creo que Naruse está a la altura de Kurosawa (ayudante de dirección en esta cinta), Ozu o Mizoguchi. Un director totalmente infravalorado. ¿Para cuándo una edición de toda su obra?. Esta la tenéis en YouTube. No os la perdáis.
Creo que Naruse está a la altura de Kurosawa (ayudante de dirección en esta cinta), Ozu o Mizoguchi. Un director totalmente infravalorado. ¿Para cuándo una edición de toda su obra?. Esta la tenéis en YouTube. No os la perdáis.

5,7
1.704
9
21 de octubre de 2015
21 de octubre de 2015
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Godard es un cineasta que nunca me ha interesado demasiado. Sí, es irritante, dogmático y el máximo representante del solipsismo en su acepción peyorativa. Cuando se pone a teorizar sobre el metalenguaje del cine y de la imagen parece que se pierde y al final no sabe de lo que está hablando. ¿Autismo?.
Por otro lado, es el director más inquebrantable y radical, en su acepción positiva, de la historia del cine. Nunca se ha vendido y su obstinada honradez es elogiable hasta el punto que llegó a "estrenar" sus trabajos para él y 20 amigos. Parecía que se hundiría en el abismo del olvido porque el arte es un medio de comunicación y parecía que él no comunicaba con nadie.
Moviéndome en esta contradicción, y habiendo visto la película en DVD (perdiéndome el efecto 3D) solo puedo hablar de ella limitadamente, pero me parece su mejor trabajo (de los que conozco) después de "Vivre sa vie". Todo lo que me molestaba en anteriores películas, sus constantes citas sin sentido y que me ponían de los nervios, su ilimitada pedantería, aquí parece encajar perfectamente en el contexto visual de la película.
Hipnotismo y fragmentación. Idea y metáfora (magnífico Platón-verdad-niños jugando a los dados). La idea de la fragmentación no es nueva en el arte: en literatura (desde los simbolistas franceses hasta la reciente y magnífica "Nocilla dream"), en música(desde hace un siglo y la música sincopada), en pintura,no digamos y también en el cine de Vertov (que tanto le influyó) que deconstruía la realidad para crear otra nueva pero estrictamente desde la misma (sin ficción ni actores) a través del tiempo (montaje) y el espacio bidimensional (collages y todo tipo de "trasgresiones" visuales). Y es, parece ser, eso, el uso artístico de la tercera dimensión lo que parece convertirla en más innovadora.
Por lo tanto felicitar la audacia de un octogenario que morirá en las trincheras independientemente de que gane o pierda. Siempre es preferible eso al aburguesamiento y la mediocridad del panorama actual
Por otro lado, es el director más inquebrantable y radical, en su acepción positiva, de la historia del cine. Nunca se ha vendido y su obstinada honradez es elogiable hasta el punto que llegó a "estrenar" sus trabajos para él y 20 amigos. Parecía que se hundiría en el abismo del olvido porque el arte es un medio de comunicación y parecía que él no comunicaba con nadie.
Moviéndome en esta contradicción, y habiendo visto la película en DVD (perdiéndome el efecto 3D) solo puedo hablar de ella limitadamente, pero me parece su mejor trabajo (de los que conozco) después de "Vivre sa vie". Todo lo que me molestaba en anteriores películas, sus constantes citas sin sentido y que me ponían de los nervios, su ilimitada pedantería, aquí parece encajar perfectamente en el contexto visual de la película.
Hipnotismo y fragmentación. Idea y metáfora (magnífico Platón-verdad-niños jugando a los dados). La idea de la fragmentación no es nueva en el arte: en literatura (desde los simbolistas franceses hasta la reciente y magnífica "Nocilla dream"), en música(desde hace un siglo y la música sincopada), en pintura,no digamos y también en el cine de Vertov (que tanto le influyó) que deconstruía la realidad para crear otra nueva pero estrictamente desde la misma (sin ficción ni actores) a través del tiempo (montaje) y el espacio bidimensional (collages y todo tipo de "trasgresiones" visuales). Y es, parece ser, eso, el uso artístico de la tercera dimensión lo que parece convertirla en más innovadora.
Por lo tanto felicitar la audacia de un octogenario que morirá en las trincheras independientemente de que gane o pierda. Siempre es preferible eso al aburguesamiento y la mediocridad del panorama actual
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