Hace muchos años que me gusta el vino pero no salgo del montón de los aprendices más ignorantes. Los thrillers, también me encantan, quizás desde hace más. Cuando vi el planteamiento de esta serie me picó la curiosidad por la mezcla. Y en verdad no esperaba que funcionara.

La serie va de menos a más, abarcando poco a poco más géneros que el thriller y demostrando la capacidad de que puede enganchar incluso al público que no ha probado el vino en su vida o que ni siquiera le gusta. ¿Por qué? pues sin dar demasiadas claves de la trama, me atrevo a decir que el público con más interés hacia el drama o las relaciones sentimentales también encontrará atractiva e incluso apasionante esta serie.

Ocho capítulos que invitan a verlos disfrutando de ocho vinos distintos. ¿Que el precio de la serie se encarece? Puede, pero merece tanto la pena que hasta sin vino la serie entra perfectamente.

Definitivamente, me gustan las películas americanas en las que los americanos se ríen de ellos mismos, sobre todo si las aderezan con algunos toques de surrealismo y mezclan el drama con la comedia. Una familia atípica que, extrañamente, al final parece representar a la típica familia americana (en un ejercicio simpsoniano). La muerte del padre los reune a todos y se ponen de manifiesto... Mejor vedla.

Prometiendo bastante al principio, luego se convierte en una película llena de los mismos tópicos de siempre, uno tras otro, tanto en el guión, nada original, como en la trama, previsible hasta aburrir. Tampoco tienen lugar gags de calidad. Y las reacciones de los personajes son tan absurdas y poco creíbles que parecen caricaturas sin sentido.

Una pena porque los protagonistas tienen mucho más potencial del que demuestran en esta película para olvidar o, mucho mejor, no ver.

Hacia tiempo que no le daba un diez a una pelicula, pero esta, sin duda, se lo merece. Original, sensible, impresionista, surrealista... a la vez que cotidiana... Toda la película es pura poesía en prosa. Los actores magníficos, el guión, la fotografía... sencillamente magistrales. Uno se alegra de recibir este balón de oxígeno después de tragarse tanta comedia mediocre y prefabricada made in Hollywood.

La mayoría de los remakes no aportan nada nuevo, y éste, para mí, pasa sin pena ni gloria. Quizás se ampara más y aprovecha el tirón de la fecha del estreno, por la relación que para los neófitos en el tema tiene con el número del Anticristo. Sé que las comparaciones pueden resultar odiosas, pero en este caso resulta inevitable. Personalmente, me daba (y me da) mucho más miedo el niño de la película original que éste, que parece más autista que siniestro. El secundario Liev Schreiber cumple como un buen profesional en el primer papel protagonista que le he visto hacer, así como Julia Stiles. Pero ninguno sorprenden (me sigo quedando con Gregory Peck). Ni el guión (casi calcado del original), ni el desarrollo de la trama, fotografía, etc... Solo algunos momentos inquietantes salpicados de estruendosos sustos que le dejan a uno más sordo que sobrecogido, quizá porque uno de los altavoces lo tenía al lado de la butaca. Solo destacar a Mia Farrow en su papel de secundaria, dando más miedo que el propio niño.