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7,8
44.867
10
31 de agosto de 2014
31 de agosto de 2014
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marjane, desde pequeña, tenía claro dos cosas. La primera, era depilarse por fin las piernas. La segunda, era llegar a ser profeta.
Con sus zapatillas Adidas y ese pelo cortado a lo tazón, Marjane contemplaba las incógnitas políticas y sociales del pueblo iraní, diferenciando de este modo el "bien" y el "mal". Nunca había entendido eso de matar por matar, y lo que era algo incompresible era el por qué del sufrimiento de los pobres ancianos. Desde luego, sabía que en un futuro cuando fuese profeta impondría unas leyes con un rotundo "no" a la muerte y al dolor de las personas viejas como su abuela.
Su amor incondicional por Bruce Lee y la palabra de Dios, la empujaban a persistir en la lucha de la igualdad y la justicia, con el deseo de aniquilar el régimen del Sah que invade la civilización de Irán. Pero como todo deseo dulce e infantil, se verá volcado por crudos acontecimientos que poco a poco desdibujaran la esperanza de la pequeña.
Marjane es un personaje con el que vas creciendo y madurando, aunque sólo sea por 90 minutos. Su ironía, ilusión y realidad, hace de una mancha de trazos y sombras, una realidad sólida y cómica con forma de niña. Con su chaqueta de "Punk is not dead", está decidida a callar a todo el que se oponga, pues como dice su abuela, el miedo es lo único que te hace perder la conciencia. A pesar de reprimendas y de la ley iraní, en dónde la enseñan a que el velo es dignidad y sinónimo de libertad, Marjane no se rinde y continúa fantaseando en su búsqueda por la felicidad.
La que era una niña, va dejando de serlo, y lo que eran simples historietas se va trasformando en cruda realidad. Sus ojos observan la guerra y la sangre circulando por Irán, y como todo niño va dejando de soñar.
Un lugar reprimido, encerrado, y egoísta, del que ni la esperanza consigue escapar. Marjane, difuminada en un haz de luz, se enfrenta a la supervivencia como todo ser humano en su vida, y es por ello que Persépolis es un amargo reflejo de nuestra humanidad.
Un film en donde el asesinato es costumbre, y una vez que te alcanza, ya no podrás librarte de ella. Una sociedad que acaba en el conformismo fingiendo ser libres, para ocultarse y cegarse de la guerra.
Una censura de la libertad interior, una cicatriz a fuego en el suspiro del alma que se posan hasta en la mínima mota de polvo. Persépolis es en sí, la boca de una niña que no ha saboreado la paz, un corazón apagado y sin luz que continua latiendo.
Sus dibujos sencillos pero vivos, despiertan en ti, y la poca luz de fe entre bocetos grises y apagados ilumina tus ojos brillando en oscuridad. Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud , directores de la obra, han dado origen a personajes dulces y fascinantes, a los que cojeras el más sincero cariño. Una abuela realista y sin temores, que reposa sus pechos en agua fría para mantenerlos firmes, es sin duda uno de los sustentos del film, actuando de pepito grillo de Pinocho con un aspecto más maduro y adulto.
El dialogo es pura melodía, apoyada con risas y melancolía, sin alejarse nunca de la realidad.
Persépolis, pura y bendita obra maestra. Una producción francesa fascinante, salpicada por una música que deleita, despierta y enternece. Una rígida crítica social vista desde la perspectiva de una inocente niña, Marjane, una superviviente de guerra y amor.
Contemplen y disfruten, sientan y vivan, lloren y rían con este film perfumado por el dulce olor de las flores de jazmín.
Con sus zapatillas Adidas y ese pelo cortado a lo tazón, Marjane contemplaba las incógnitas políticas y sociales del pueblo iraní, diferenciando de este modo el "bien" y el "mal". Nunca había entendido eso de matar por matar, y lo que era algo incompresible era el por qué del sufrimiento de los pobres ancianos. Desde luego, sabía que en un futuro cuando fuese profeta impondría unas leyes con un rotundo "no" a la muerte y al dolor de las personas viejas como su abuela.
Su amor incondicional por Bruce Lee y la palabra de Dios, la empujaban a persistir en la lucha de la igualdad y la justicia, con el deseo de aniquilar el régimen del Sah que invade la civilización de Irán. Pero como todo deseo dulce e infantil, se verá volcado por crudos acontecimientos que poco a poco desdibujaran la esperanza de la pequeña.
Marjane es un personaje con el que vas creciendo y madurando, aunque sólo sea por 90 minutos. Su ironía, ilusión y realidad, hace de una mancha de trazos y sombras, una realidad sólida y cómica con forma de niña. Con su chaqueta de "Punk is not dead", está decidida a callar a todo el que se oponga, pues como dice su abuela, el miedo es lo único que te hace perder la conciencia. A pesar de reprimendas y de la ley iraní, en dónde la enseñan a que el velo es dignidad y sinónimo de libertad, Marjane no se rinde y continúa fantaseando en su búsqueda por la felicidad.
La que era una niña, va dejando de serlo, y lo que eran simples historietas se va trasformando en cruda realidad. Sus ojos observan la guerra y la sangre circulando por Irán, y como todo niño va dejando de soñar.
Un lugar reprimido, encerrado, y egoísta, del que ni la esperanza consigue escapar. Marjane, difuminada en un haz de luz, se enfrenta a la supervivencia como todo ser humano en su vida, y es por ello que Persépolis es un amargo reflejo de nuestra humanidad.
Un film en donde el asesinato es costumbre, y una vez que te alcanza, ya no podrás librarte de ella. Una sociedad que acaba en el conformismo fingiendo ser libres, para ocultarse y cegarse de la guerra.
Una censura de la libertad interior, una cicatriz a fuego en el suspiro del alma que se posan hasta en la mínima mota de polvo. Persépolis es en sí, la boca de una niña que no ha saboreado la paz, un corazón apagado y sin luz que continua latiendo.
Sus dibujos sencillos pero vivos, despiertan en ti, y la poca luz de fe entre bocetos grises y apagados ilumina tus ojos brillando en oscuridad. Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud , directores de la obra, han dado origen a personajes dulces y fascinantes, a los que cojeras el más sincero cariño. Una abuela realista y sin temores, que reposa sus pechos en agua fría para mantenerlos firmes, es sin duda uno de los sustentos del film, actuando de pepito grillo de Pinocho con un aspecto más maduro y adulto.
El dialogo es pura melodía, apoyada con risas y melancolía, sin alejarse nunca de la realidad.
Persépolis, pura y bendita obra maestra. Una producción francesa fascinante, salpicada por una música que deleita, despierta y enternece. Una rígida crítica social vista desde la perspectiva de una inocente niña, Marjane, una superviviente de guerra y amor.
Contemplen y disfruten, sientan y vivan, lloren y rían con este film perfumado por el dulce olor de las flores de jazmín.
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