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Rusia Rusia · Stalingrado
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Críticas 3.149
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
9 de noviembre de 2016
98 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tesis es clara, meridiana. En el mundo actual hay mucha gente que sobra pero a la que no se puede matar directamente, no se atreven a tanto, todavía, todo se andará, por lo tanto, mientras se van muriendo y quejando, el estado se encuentra con un gran problema, qué cojones hacer con ellos, cómo pararles los pies, de qué manera entretenerlos y confundirlos, parecer que nos preocupamos por ellos y que los atendemos.
Ahí es cuando aparece el fenómeno burocrático, todo el monstruoso entramado de las conocidas como sociedades avanzadas o del bienestar, dícese del tinglado espantoso formado por asistencia social, oficinas de empleo, cursos, subsidios, paro, pleitos, apelaciones y demás papeleo limosnero (se trata de soltar lo mínimo posible y que esa cantidad paupérrima sea conseguida al precio de variadas vejaciones y penalidades. La humillación y la farsa como ingredientes fundamentales del espectáculo de la caridad estatal; te tratan como a ganado y te obligan a hacer un papel que nadie se cree, ni tú ni ellos. Mil formas de persuasión, trabas y obstáculos constantes de apariencia inofensiva y de crueldad inusitada. El mensaje es claro, te vamos a dar poco y ese poco lo vas a tener que pagar con sangre, a fuerza de vergüenza), eufemismos de algo que no suena tan bien, es decir, barricadas, ejércitos que separan los dos lados, el de los que defienden sus privilegios frente a los que nada cuentan, y en medio esos soldados en tierra de nadie, en la frontera, que por cuatro buenos duros (y mucha suerte que tienen) protegen el fuerte de los posibles invasores, por lo menos los marean, aturden y desesperan. Mano de obra que hace el trabajo sucio del poder. Ahí está una de las paradojas: todo ese chiringuito en realidad no ayuda a la pobre gente en lo esencial (son hipócritas parches en heridas sin remedio), no les da o busca trabajo (remedos en el mejor de los casos), justo al contrario, sirve para emplearse ellos mismos, aquellos que dan la cara ante los pobres.
¿Y de dónde salen esas muchedumbres de quejosos ciudadanos que se agolpan o amontonan en esas oficinas esperando un turno que se eterniza? ¿Por qué?
Pues son la materia sobrante (antes se montaban guerras que solucionaban el problema de manera limpia y eficaz, de raíz, la carne de cañón era eliminada y después, mientras se reconstruía, había trabajo para todo el mundo), formada por aquellos que no dan la talla, ya sea por incompetencia, enfermedad, mucha edad, inexperiencia, debilidad o muchas cosas más que vienen de mismo origen, nacieron en el lado equivocado y en el tiempo pernicioso, aquel que considera que el trabajo no es un derecho o un deber, ni siquiera una necesidad de reciprocidad en la que participamos todos aportando nuestro granito de arena, ni mucho menos algo a lo que obliga el sentido común si se quiere tener una sociedad justa y sana, no, nada de eso, se ha convertido, o así nos lo venden cada minuto de cada día, en un bien precioso y muy escaso, oro puro, maná caído del cielo, milagro, aventura, lotería y maravilla, por eso se pasan los buenos ratos muertos hablando de la famosa "creación de empleo", porque consideran que hay que inventarlo, que no existe, que hay que crearlo de la nada, sacarlo de algún sitio misterioso, de donde cojones se haya metido o escondido, arrancárselo a la tierra o al mismo Dios ya que no se conoce su real paradero, entelequia o sueño. Todo ello acarrea consecuencias denigrantes, por ejemplo, la consideración del trabajo como un favor, pura compasión, que te hacen los gerifaltes para que no te mueras, por pena, y que por ello debes agradecer o suplicar por él, por su alucinante presencia, además de aceptar por cochambroso que sea o muy poco que te paguen a cambio; y por otro lado deriva en la sensación cierta, de ahí la necesidad, la inevitabilidad, el interés por mantener siempre una hermosa cantidad de parados (es mentira que quieran erradicar el paro), de competencia general, el todos contra todos en la búsqueda del trabajo perdido, la potenciación del sálvese quien pueda, la selva laboral, a ver quién acepta algo peor (y ahí aparecen los emigrantes como factor de cierre de la serie, atraídos por las empresas que buscan beneficios a cualquier precio y en colaboración con los políticos son expoliados ya que saben que ellos están en peores condiciones todavía, más necesitados, se van a quejar menos y se puede abusar más de ellos, con lo que se demuestra fehacientemente que no interesa acabar con la falta de trabajo, si así fuera se daría a los primeros que lo piden o necesitan, no a los últimos o que menos exigen, sino que solo les importa el mayor beneficio por el menor coste, caiga quien caiga).
Ya tenemos el cuadro completo. Privilegiados, barricadas o murallas (servicios sociales) y pobre gente + inmigrantes (doblemente desvalidos).
Este es el contexto en el que se sitúa esta película. Impecable y admirable ejercicio de lucidez respecto de un asunto cotidiano, vergonzoso y tan decisivo.
El siguiente paso es preguntar por la dramatización de estos presupuestos. Y aquí viene lo malo ya que es tosca, rudimentaria, plana, previsible, muy simplona y poco trabajada.
Los personajes son meros peleles sin sustancia ni carne, arquetipos utilizados arbitraria y torpemente por un guionista que según avanza la historia más demuestra que no le importan nada sus andanzas salvo como percha de las ideas que se quieren exponer. Lo cual, en mi opinión, es un craso error, les hace un flaco favor al quitarles sentido como seres humanos de ficción ya que la parte dramática se resiente y carece de credibilidad, con lo que la pertinente carga ideológica también se ve afectada y debilitada, pierde fuerza; a mayor simpleza, menor eficacia.
(Sigo en el spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La duda es el porqué de esta falla, caben varias posibilidades:
a) No se fían del espectador y se lo quieren dar todo muy masticado para que no se atragante, como papilla de bebé. De ahí que aligeren todo lo que pueden y más.
b) Creen que si humanizan a sus personajes, estos pueden tener comportamientos poco edificantes y crear de ese modo confusión en el espectador y hasta cuestionar la tesis de la película. Por eso hay que presentarles como seres bondadosos, ingenuos y, casi de tan buenos, alelados, puras víctimas, santos inocentes, marionetas, criaturas caídas del cielo. Él casi parece salido de una película de Eastwood, ¿" Gran Torino"?, esos viejos gruñones con un corazón que no les cabe en el pecho y que se convierten en Quijotes urbanos por quítame allá esas pajas. Ella y sus niños ni siquiera, son movidos al albur del guion, simples excusas para que avance la trama y se afiance la tesis.
c) No saben crear personajes complejos y ricos en matices, creíbles y verosímiles, de muchas capas y contradicciones llenos. No es fácil, hay poco tiempo y no lo hacen bien.
Bueno. De acuerdo con lo que aquí se propone o plantea. No se suele contar y se agradece. Decepcionado con la narración y construcción de personajes. El resultado es agridulce, una de cal y otra de arena. Un ni fu ni fa que alimenta y da calor pero no acaba de quitar el hambre y el frío.
Al final se les ve mucho el plumero. Me refiero a ciertas escenas o situaciones un poco cutres. Por ejemplo:
- Ella se pasa el día fuera de casa se supone que buscando trabajo, montones de horas durante las que él cuida a los niños. Pasa el tiempo y nada, ni de limpiadora ni nada de nada. Puede ser, pero hay desproporción entre el mucho rato que se ausenta de casa y las (casi) nulas explicaciones que se nos dan al respecto. Parece recurso forzado para justificar que él pase tanto tiempo con los niños.
- Él se entera de que ella se ha vuelto "señorita de compañía" (otro "truco" muy usado en estos casos, atajo narrativo que sirve para todo) por un sobre que a ella se le cae... tan casualmente. ¿No había otra forma un poco más sutil y creíble de mostrarlo? Pensarán que da igual. Pues no.
- Él, para aclarar la situación, va a donde ella ejerce. ¿No había podido elegir otro lugar o momento? ¿Pero tan burro es el elemento?
- Los niños utilizados como gancho de izquierdas en la cara del espectador, si así no se conmueve, debe ser de piedra, supongo que se dirán.
- La simpática pintada del protagonista. Vale, ¿pero no se recrean un poco demasiado con la gracieta, no la subrayan un tanto? Casi parecía partido de fútbol.
- El infarto definitivo justo en el momento preciso, claro que sí. Sabíamos que le había dado un achuchón o parraque, que ese era el motivo de su baja, bien, pero después nada vimos de las consecuencias de esa debilidad, al contrario, se pasó la película de acá para allá hecho un torete, con más fuerza y vitalidad que un atleta olímpico y de repente...
- La lectura final en el funeral. No era necesario insistir otra vez en lo mismo.
20 de febrero de 2015
60 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante documental; irónico y profundo; suavemente te lleva al huerto del Hockey y la Historia.
- El deporte de alta competición como propaganda, como demostración del éxito de un país, de su idiosincrasia y política. Y, por ello, una forma de degradación, de transformar el juego, el "arte", el placer, en una cosa agonística, extrema, sufridora, en una suerte de martirologio moderno.
- La nostalgia de aquellos maravillosos años. Cuando había dos bandos claramente diferenciados que luchaban por el dominio del mundo. Cuando todavía creíamos en el maniqueísmo y sobrevivía la esperanza de que triunfase el bien, los nuestros (los que fueran, -casi- que daba igual).
La CCCP con su halo mítico, terrible (entre siniestro y admirable) y, finalmente, pop, comercial y añorado. De Stalin a la Perestroika a Putin; cambiarlo todo para... De la amenaza siberiana a la desconfianza americana a la vuelta al hogar (el que sea, en lo que se haya convertido, que no se sabe muy bien lo que es).
- Narración mítica, como un pasaje bíblico, un drama shakespereano o una saga legendaria. Un padre bueno (Tarasov), el creativo, el artista, el líder positivo; un padre malo (Tikhonov), el hombre del régimen, el burócrata y cruel, el ogro, poli bueno, poli malo; y la madre Rusia, cómo no. Con cuatro hijos buenos, una hermandad del triunfo, Larionov, Krutov, Makarov y Fetisov, y un traidor, Kasatonov, el gran amigo que vende al héroe, al narrador y protagonista, resistente y vencedor ante el monstruo comunista.
- El derrumbe. Del comunismo. La caída del muro, la Perestroika y el fin del sueño igualitario. La derrota definitiva ante el capitalismo.
- La Historia. De los últimos cuarenta años en Rusia. Con sus muchos vaivenes y grandes contradicciones.
- La vida. De la juventud, relativamente feliz (enclaustrada pero muy victoriosa), a la madurez compleja y desencantada.
Toca muchos asuntos con ligereza y largo alcance; con cierto humor al principio y más seriedad al final; sin exagerar, con una mirada crítica y neutral.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Se dan muchas paradojas.
- El sistema rígido y autoritario es el que produce jugadores libres y geniales. El libre mercado da tipos mecánicos y grises.
- El entrenador más cenutrio y odiado es el que les lleva a los máximos triunfos, a la excelencia.
- Los que huyen del régimen son los que luego más lo añoran.
- El hermano del alma es el único que no da la cara por ti.
- Los más rebeldes son los que luego se convierten en los funcionarios de Putin, en ministros, gerifaltes y demás hombres del poder.
Podría parecer que es una historia con final feliz; ganaron la copa en USA después de muchos padecimientos, pero el epílogo sobre la vuelta como prohombres del sistema rebaja la euforia y afea las ilusiones románticas respecto a héroes enfrentados al opresor.
Quizás el verdadero (más o menos) caballero honorable sea el muerto, Krutov, el hombre de pocas palabras y grandes hechos, el que no terminó de saber nadar entre dos aguas, tan cambiantes y carnívoras, entre tantos tiburones y traidores.
El Hockey sobre hielo como ballet hermoso. Eso quizás sea lo mejor de todo; verles en su plenitud, bailando sobre la pista, siendo inalcanzables, jugando como niños, escapando.
9 de octubre de 2015
53 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hermosa película. De corazón complejo e intrincado y de apariencia sencilla y fabulesca.
Es un viaje. Dos hombres y un paisaje. Muchas aventuras, dificultades y una conclusión.
Y, al mismo tiempo, se plantean diversos asuntos de forma inteligente y sutil:
- El principal asunto, la tesis central quizás sea la confrontación de lo concreto con lo abstracto. El valor infinito de una vida humana cuestionado, perseguido, sojuzgado constantemente por la concurrencia de grandes ideas-fuerza (la familia, la ley de la sangre, la venganza, el pueblo, la independencia, el ejército... ). Lo cual nos lleva a una lección moral esencial: el bien se realiza a través de las pequeñas cosas, los actos más nimios y cotidianos, desde abajo hacia arriba (no al revés), desde el hombre con el que hablas, compartes la comida o solo miras.
- Lo trascendente. Un Dios al que se alude varias veces, el musulmán o el cristiano. Y relacionado, una especie de panteísmo reflejado en la tremenda importancia de la naturaleza, desolada, lunar, árida y desértica que sirve de guía, referente y espectador, como un espejo en el que el hombre debe mirarse para comprender lo efímeros que somos, lo frágiles, lo delicadas que son nuestras almas y nuestros cuerpos como para andar destruyéndolos tan alegremente, con tantas excusas, tan gratuitas y perniciosas.
- La amistad. Aprender a ver al otro, a descifrarlo, a entender de dónde viene y por qué, a tratar de ponerse en su lugar, aunque sea solo un poco.
- El absurdo humano. Los que lucharon contigo ayer, mañana, te querrán matar. Los que te consideran amigo hoy serán los que te condenen después.
- Las fronteras diluidas. El protagonista (el buen Mortensen). De padres españoles que se crió con franceses y árabes y vive en tierras norte africanas. ¿De dónde es? ¿Por quién debe morir? ¿Cuál es su patria?
- El amor (la mujer). Aquello que nos hace humanos, lo que nos consuela y nos da sentido.
Y está todo mostrado sabiamente, a través de una narración sobria, rotunda, austera, sin caer en demagogias o buenismos indigestos.
Los actores, magníficos. La dirección, estupenda. Gran película.
1 de agosto de 2015
76 de 103 usuarios han encontrado esta crítica útil
En otro planeta. Eso sin duda.
Lees la sinopsis y las estupendas críticas positivas, o negativas (profesionales y no -las de esta página web son magníficas), y rápidamente compruebas una cosa curiosa: hay muchas, muchísimas más palabras, sentido, lógica, personajes, trama, contexto, reflexión, referencias... que en la misma película, de lejos. Es decir, superan a la misma obra, la sobrepasan por todos lados.
Ya que de esta película, esa es la cosa, el meollo, se podría decir sin exagerar (casi nada) que es un único plano secuencia (con descansos, para algo inútilmente disimular) estirado durante tres horas sobre un trozo de carne (el hombre, no más) pudriéndose, mientras "llueve mansamente y sin (casi) parar, llueve sin ganas y con infinita paciencia".
O dicho de otra manera: en cuanto a densidad informativa no llega ni al minuto, ahí cabe todo lo que cuenta, explica o muestra esta... Pero claro, sí que se extiende, como marea viscosa, plaga de gusanos o sudario interminable mientras van cayendo, a dolor, los 177 minutos (10.620 segundos como mosquitos enfermos), tortuosamente, groseramente. "Y eso duele" (lo dicen varias veces, y está claro que no estaban pensando precisamente en la Bombi, o quizás sí). Se hace tedioso, te sientes vapuleado, maltratado, como saco de patatas en el mercado negro. Pero, y eso también duele, aunque tampoco demasiado, ni siquiera te dejan el consuelo del escándalo y el grito en el cielo, ni alivios consabidos tan consoladores como el sexo chabacano o la cutre violencia, qué va, ni la alegría del extremo más morboso o el placer de la imaginación más lisérgica, no, nada, es una guarrada puritana, una porquería reprimida, un estercolero gélido y distanciado, un bello cuadro de inmundicias, una pocilga encapsulada, un todo machacona, obsesiva, repetitivamente tibio en su bajeza y putrefacción constantes, un chorreo desganado de miserias y menudencias fluviales, un fluir anodino de líquidos y heces, un inventario rutinario y alucinado de cagarros, meadas, mocos, gargajos, esputos, tripas, charcos, sudor, sangre...; una epopeya del asco, un cantar de gesta bizarro e intelectualizado en su deambular mecánico y ciego, como si alguien, seguramente un Dios imbécil, hubiese apretado un botón en algún lugar muy lejano y sórdido y ya nadie fuera capaz de detener ese juguete averiado, esa inercia ensimismada y muerta.
Todo de cerca pero como de través, desconectado, desangelado, sin relación con nada, sin razón ni motivo, sin causa ni fin, solo porque sí. No hay más que mugre y fealdad, una prolija y prosaica basura, una infinita suma de inmundicias, un cenagal sin vida. Ni personajes, trama, diálogos...
La cámara en continuo movimiento, planos apretujados, llenos de gente (en el infierno la soledad nunca es una opción) que pasaba por allí (miran a cámara sin pudor ninguno), tullidos, desgraciados, desdentados, tumefactos, carcomidos y delirios. Una corte de los milagros futurista y apocalíptica; Mad Max después de haber caído en un pantano lleno de vómitos y tras haber sido secuestrado por marcianos rusos que le violaron, robaron y, ya de paso, arrancaron el corazón con un ojo bizco y homicida, tuertos de ira.
"Masacre: ven y mira" en su versión más anoréxica y reconcentrada, más fea y grasienta, más extraña y posesa.
Pero quizás, a pesar de todo lo expuesto, se pueda apreciar la terquedad de este director y su indudable afán artístico, que puede llegar a recordar toda esa tradición pictórica tan fecunda y rica que nos habla del horror y la muerte; un cuadro en movimiento. O la confirmación, la letanía, de que no somos más que barro animado; una elegía de nuestra entraña desdichada, un retrato minucioso de nuestra esencial descomposición en movimiento... Vale, pero...
Casi más interesante que la propia película fue contemplar el espectáculo en la sala, el efecto devastador de esta vasta obra, como virus africano y rabioso. Estaba casi llena (¿No hemos vuelto locos todos de repente? Una peli rusa de tres horas en blanco y negro y subtitulada. ¿Se dejaron llevar por dos palabras tan peligrosas como son Ciencia Ficción? ¿O por otras dos casi más engañosas todavía: Edad Media? ¿Creyeron que era Juego de Tronos y se dieron de bruces con la realidad de Juego de, ateniéndonos a su acepción escatológica y sin renunciar por ello a la idea central de la película rusa, Letrinas -en realidad se parecen mucho, es lo que quedaría de la serie tan famosa si le quitaras todo de golpe, como vaciar un cuerpo y dejarle solo las vísceras, corrompiéndose, siendo devoradas por batallones ciegos de larvas hambrientas y aburridas? ¿Eran todos rusos y anhelaban su patria chica, su lengua materna?) y no pude evitar hacer un repaso valorativo, la pregunta que surgía al correr de los fotogramas era simple y directa, cuál sería el número exacto de bajas y heridos de guerra, porque una cosa estaba clara, de este Vietnam cinéfilo no salíamos todos vivos, sanos y salvos, este Dios del cine tan cruel y absurdo reclamaba con furia desganada sacrificios humanos, y los iba a haber, vaya que sí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El del arsenal de palomitas y aguachirris caería, sin duda ninguna (aguantó el valiente como una hora, después de atracarse a grasas y azúcares en revoltijo procaz su tiempo estaba marcado, su conciencia pronto repetiría el mantra, el tam tam, el ooomm: sal de allí como alma que lleva el diablo y no mires atrás jamás); así fue. Más tarde, un grupo de zagales despistados, engañados por algún crítico sin alma o por un boca oreja traicionero; después, treintañeros desnortados con cara de estupor y vergüenza en la sangre; finalmente, los más maduros y estoicos, gajos disgregados de una fruta incomestible, soldados desertores y ofuscados. Recuento final, número de bajas: fueron ocho las víctimas de este Leviatán impío; el resto quedó mutilado, con el alma hecha añicos y el cerebro para el desguace, irremediablemente destruido, retorciéndose en las butacas como medusas paralíticas, mirando al de al lado desesperados, en busca de respuestas imposibles; carraspeos, suspiros, ayayayays enmascarados todo el santo rato. Los menos, aguantaron el tipo sin inmutarse, gente de fiar, iría a la guerra con ellos, les votaría como presidentes de la comunidad, les confesaría mis más negros pecados, incluso les avalaría sin dudarlo ni un segundo, buenos ciudadanos, bien educados y entrenados, con grandes principios y los más altos valores, ni un mal gesto ni una queja, concentrados, aprendiendo, asimilando.
Fue una gran experiencia, para qué nos vamos a engañar, lo más parecido a un atasco en Júpiter.
Aviso importante: si, por lo que sea, te ves en la obligación de tener que votar esta película, por una deuda de juego, quizás, o por una promesa contrita en el lecho de un moribundo querido, tal vez, si es desgraciadamente así, mi consejo sería que fueras a lo seguro, al medio, el mejor término siempre, entre el cuatro y el seis aciertas, ahí seguro que no fallas, el cinco sería, muy probablemente, la mejor elección, darías el pego y, lo más importante, evitarías caer en la sucia trampa de dos obvias y malas tentaciones: la que supondría votarla con un uno (aunque sería lo más justo, no nos engañemos con ello) y su opuesta o gemela rabiosa, el diez claramente, feliz (también); y así te librarías de la ominosa posibilidad de acarrear un estigma que te podría acompañar toda la vida y amargarte la existencia, a saber, si fueras a por la nota más baja o ínfima, quedar como un indocumentado sin fondo cinéfilo, de gusto superficial e insustancial, o, justo lo contrario, si apostaras por la plenitud solar de la nota máxima, aparecer como un esnob tan pedante como influenciable, es decir, los dos abismos de la cultura en los que nadie quiere perecer. En cambio, con el ecuánime y equilibrado cinco pasarías por un tipo enterado pero sin estúpidos alardes, que las ve venir, culto pero sin la necesidad engorrosa de tener que demostrarlo a cada rato, distanciado, justo, imperial, casi, aunque sea tan difícil, como un Dios Medieval.
Yo lo intenté con todas mis fuerzas, de veras. Y casi que lo conseguí durante un buen rato con un valor que no me conocía, pero, pardiez, acabé finalmente hincando la rodilla ante el Don, la obtusa realidad, como siempre, me puso en mi puto sitio.
Nadie es perfecto, ni siquiera en la ficción.
10 de octubre de 2015
62 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una redacción pulcra, ordenada y bien explicada, como una acta notarial o un informe policial. Una caligrafía cinematográfica impecable, con buena letra, sin que falte ni un punto ni una coma. Una narración clara, diáfana, como cielo sin estrellas. Una mirada coherente, medida, oficial.
Una película plana, media, sin alma, demasiado comentada.
No se le puede poner pegas, pero le falta el aliento del artista, la vitalidad del autor, el mimo del poeta, la fuerza del creyente, el riesgo del valiente...
Rutinariamente funcionarial y adocenada.
Se agradece la honestidad espartana del conjunto, lo limpio que se juega, sin intentar engañar al espectador; el buen oficio del artesano. Y aun así, no es suficiente (para mí), se acaba haciendo pesada; tanto coche, tanta charla, tanta ida y venida para nada, tanta sobreinformación innecesaria. No se permite ni una miserable elipsis. Todo queda subrayado y aclarado, hasta la última duda de la última pregunta sobre el último asunto. Ni ambigüedad ni pulso ni líneas de sombra.
Si fuera profesor, maestro de la república, confesor de la reina, nigromante o tal vez tarotista macedonio y esta peli fuera un trabajo de fin de carrera, lo aprobaría, sin dudarlo ni un segundo. Me fiaría del alumno, le auguraría un buen futuro. Otra cosa es que le recomendase dedicarse al arte (al cine, a la creación... ). Eso no tanto. Mejor buen carpintero o abogado del estado que perpetrador de obras sin vida.
O quizás no.
Vaya usted a saber.
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