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3
22 de agosto de 2011
22 de agosto de 2011
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos 40 años -quizás alguno más- leí "Los centuriones", la novela de Jean Larteguy que fue llevada al cine con el nombre de "Mando perdido". La película la vi en torno a 1970 y no recordaba la impresión que saqué de ella en aquel entonces; por eso, en este agosto de reposiciones me la he encontrado en el canal Nitro y la he vuelto a examinar.
Me ha parecido una producción enloquecida, llena de estrellas del momento y, sin embargo, con un guión de pena y una similar calificación para la dirección de actores. Maurice Ronet, sencillamente está insoportable con sus tics de cínico malo; Alain Delón no se acaba de creer su papel y lo lleva con impericia y desgana a la vez; Claudia Cardinale, también falta de la más mínima convicción, sobreactúa en una de sus peores apariciones en la pantalla; Anthony Quinn hace lo que puede ante un guión tan pobre, y quizás el mejor parado sea George Segal en su papel de moro y cabecilla de una banda de guerrilleros argelinos. Supongo que Segal no sale tan mal parado como el resto porque abre poco la boca a lo largo de la película.
Lo único bueno de "Mando perdido" es el "atrezzo". El asesor militar hizo bien su trabajo y los úniformes, los vehículos y las armas personales son de la época. Pero nada más: el resto es puro dislate y ningún militar profesional exhibiría tanta incapacidad para mover a sus hombres una acción de combate, porque más que moverlos, lo que parece es que los conduce al matadero.
Y además hay detalles de auténtica carcajada. Por ejemplo, en la toma de la posición de Diem Bien Fú los asaltantes vietnamitas son unos pocos extras, lo cual produce una inverosimilitud total, ya que en realidad la posición fue conquistada a base de oleadas muy nutridas. ¿Y qué me dicen de los artefactos empleados por los terroristas argelinos? Es de auténtica risa, oigan. Eso destroza menos que los petardos que compran los niños en las Fallas. Por último, las imágenes del cuartel que los paracaidistas utilizan en Argel fueron rodadas en en un antiguo cuartel de Málaga, abandonado hace tiempo ya en los años 60, y que en la película aparece con una pinta impresentable, con grandes desconchones en sus paredes y sin la más mínima credibilidad con establecimiento militar en activo.
Si el autor de la novela, Jean Larteguy tuvo acceso previamente al guión, comprendo que se negara a que el bodrio llevase el mismo titulo que su obra literaria. Han pasado ya varios decenios desde que leí "Los centuriones" en mi primera juventud, pero creo recordar que el capitán Esclavier que aparece en la película nada tiene que ver con la forma de pensar del personaje de la novela, porque al final de ésta, continúa siendo un centurión y un defensor de la Argelia Francesa (si la memoria no me falla).
En definitiva, un producto más que flojo: flojísimo.
Me ha parecido una producción enloquecida, llena de estrellas del momento y, sin embargo, con un guión de pena y una similar calificación para la dirección de actores. Maurice Ronet, sencillamente está insoportable con sus tics de cínico malo; Alain Delón no se acaba de creer su papel y lo lleva con impericia y desgana a la vez; Claudia Cardinale, también falta de la más mínima convicción, sobreactúa en una de sus peores apariciones en la pantalla; Anthony Quinn hace lo que puede ante un guión tan pobre, y quizás el mejor parado sea George Segal en su papel de moro y cabecilla de una banda de guerrilleros argelinos. Supongo que Segal no sale tan mal parado como el resto porque abre poco la boca a lo largo de la película.
Lo único bueno de "Mando perdido" es el "atrezzo". El asesor militar hizo bien su trabajo y los úniformes, los vehículos y las armas personales son de la época. Pero nada más: el resto es puro dislate y ningún militar profesional exhibiría tanta incapacidad para mover a sus hombres una acción de combate, porque más que moverlos, lo que parece es que los conduce al matadero.
Y además hay detalles de auténtica carcajada. Por ejemplo, en la toma de la posición de Diem Bien Fú los asaltantes vietnamitas son unos pocos extras, lo cual produce una inverosimilitud total, ya que en realidad la posición fue conquistada a base de oleadas muy nutridas. ¿Y qué me dicen de los artefactos empleados por los terroristas argelinos? Es de auténtica risa, oigan. Eso destroza menos que los petardos que compran los niños en las Fallas. Por último, las imágenes del cuartel que los paracaidistas utilizan en Argel fueron rodadas en en un antiguo cuartel de Málaga, abandonado hace tiempo ya en los años 60, y que en la película aparece con una pinta impresentable, con grandes desconchones en sus paredes y sin la más mínima credibilidad con establecimiento militar en activo.
Si el autor de la novela, Jean Larteguy tuvo acceso previamente al guión, comprendo que se negara a que el bodrio llevase el mismo titulo que su obra literaria. Han pasado ya varios decenios desde que leí "Los centuriones" en mi primera juventud, pero creo recordar que el capitán Esclavier que aparece en la película nada tiene que ver con la forma de pensar del personaje de la novela, porque al final de ésta, continúa siendo un centurión y un defensor de la Argelia Francesa (si la memoria no me falla).
En definitiva, un producto más que flojo: flojísimo.
19 de septiembre de 2021
19 de septiembre de 2021
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a abundar en las virtudes que pueden apreciarse en la filmografía de Jean Pierre Melville, sobre todo en las que se refieren a sus películas policiacas de género negro. Tampoco voy a negar que "El ejército de las sombras" me ha interesado, entre otros motivos por la visión ajena al divismo que da de la Resistencia francesa -o de una parte de los franceses- que no oculta su fría capacidad para matar.
Asimismo, no negaré que cada uno de los intérpretes lleva a cabo su papel con sobresaliente puntuación. Pero me produce cierta sorpresa que la mayoría de quienes han valorado tan generosamente a este filme hayan pasado por alto cuestiones de rítmo y de verosimilitud en una película de pretendida intencionalidad realista. Es por ello que comparto y comprendo las críticas que muestran exasperación por esas innecesarias congelaciones del metraje en diversas escenas, como por ejemplo la de la ambulancia ante las puertas de la cárcel donde la Gestapo tiene detenidos a los miembros de la Resistencia.
Mejor lo explico en el destripe.
Asimismo, no negaré que cada uno de los intérpretes lleva a cabo su papel con sobresaliente puntuación. Pero me produce cierta sorpresa que la mayoría de quienes han valorado tan generosamente a este filme hayan pasado por alto cuestiones de rítmo y de verosimilitud en una película de pretendida intencionalidad realista. Es por ello que comparto y comprendo las críticas que muestran exasperación por esas innecesarias congelaciones del metraje en diversas escenas, como por ejemplo la de la ambulancia ante las puertas de la cárcel donde la Gestapo tiene detenidos a los miembros de la Resistencia.
Mejor lo explico en el destripe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
--Hay momentos en que el tono grave de la narración se rompe para resolverse como si todo fuese un telefilme de la clase "El equipo A" o una charlotada como la de "Malditos bastardos". En concreto, me estoy refiriendo a la escena en que sádicamente Lino Ventura y sus compañeros de celda van a ser ejecutados en una galería de tiro. Tal como está planteado en la película, ninguno tiene posibilida de escapar al fuego de las dos ametralladoras y si alguien logra llegar al final de la galería será fusilado con la siguiente tanda.
Sin embargo, se produce la inverosímil salvación del personaje de Lino Ventura en el momento exacto y de la forma más fantasiosa e increíble. El guión no explica cómo el grupo de rescatadores puede subirse a uno de los tejados de la prisión sin ser detectado; cómo sabe que es ése el punto exacto donde deben situarse; cómo sabe cuándo estallar los explosivos que abrirán el hueco; cómo detonará el artefacto sin matar a su compañero y por qué adivinan que será él uno o el único de los supervivientes del ametrallamiento que agarrará el cabo que le han soltado por el agujero. Y ya que se trata de escalar una pared mediante la cuerda que se ha lanzado a su interior, cómo demonios puede hacerse dicha proeza física cuando ha sido herido en un brazo y una pierna. Algo delirante en una película que se reclama tan seria y realista. ¿Debemos suponer también que los centinelas alemanes de las garitas estaban absolutamente borrachos o se habían ido de parranda?
--Nunca está debidamente explicada la decisión del personaje de Jean Pierre Cassel de autodenunciarse. Los alemanes no se iban a limitar a ponerle una multa, sino que sin duda recibiría hostias por los cuatro costados y que finalmente nunca saldría vivo de la cárcel. Esta suicida y nada razonable decisión queda en la oscuridad. Y si alguien me dice que tantos pesares y dolores era para llevarle una pastilla de cianuro a su compañero Félix, pues mejor que se lo calle porque no hay quien se trague semejante disparate.
--¿Y lo de la huida del hotel Majestic, sede de la Gestapo? Lino Ventura escapa a la carrera, tras apuñalar al centinela, no por el pasillo que utilizaron al llegar sino por otro. ¿Y cómo demonios era conocedor de que por allí también se llegaba a la entrada principal y no se toparía con ningún otro centinela? Sí, todo muy intenso y emocionante, pero más falso que un billete de tres euros.
--Podría referirme también a que nunca sabe con certeza el espectador si los diversos escenarios corresponden a Marsella, París o cualquier otra ciudad de Francia. Cuando van a asesinar al delator o traidor, parece que es Marsella; pero en otras escenas en las que hace un frío intenso, podría ser cualquier ciudad del interior. Esto tampoco contribuye a lograr una narración realista.
--Y como último desliz de la película, vamos a situarnos en esa ambulancia en la que se espera sacar a un Félix moribundo de la cárcel. En el vehículo van tres, pero sólo Simone Signoret habla alemán; es decir, los otros dos no entienden ni papa y cualquier pregunta que les haga uno de los centinelas desvelaría de inmediato la trama.
Muchos despistes del guionista, con el visto bueno del director, para que esta interesante película con aspiraciones a "cine verité" pueda ser encumbrada como obra maestra, o casi, según las entusiastas críticas aquí publicadas.
Sin embargo, se produce la inverosímil salvación del personaje de Lino Ventura en el momento exacto y de la forma más fantasiosa e increíble. El guión no explica cómo el grupo de rescatadores puede subirse a uno de los tejados de la prisión sin ser detectado; cómo sabe que es ése el punto exacto donde deben situarse; cómo sabe cuándo estallar los explosivos que abrirán el hueco; cómo detonará el artefacto sin matar a su compañero y por qué adivinan que será él uno o el único de los supervivientes del ametrallamiento que agarrará el cabo que le han soltado por el agujero. Y ya que se trata de escalar una pared mediante la cuerda que se ha lanzado a su interior, cómo demonios puede hacerse dicha proeza física cuando ha sido herido en un brazo y una pierna. Algo delirante en una película que se reclama tan seria y realista. ¿Debemos suponer también que los centinelas alemanes de las garitas estaban absolutamente borrachos o se habían ido de parranda?
--Nunca está debidamente explicada la decisión del personaje de Jean Pierre Cassel de autodenunciarse. Los alemanes no se iban a limitar a ponerle una multa, sino que sin duda recibiría hostias por los cuatro costados y que finalmente nunca saldría vivo de la cárcel. Esta suicida y nada razonable decisión queda en la oscuridad. Y si alguien me dice que tantos pesares y dolores era para llevarle una pastilla de cianuro a su compañero Félix, pues mejor que se lo calle porque no hay quien se trague semejante disparate.
--¿Y lo de la huida del hotel Majestic, sede de la Gestapo? Lino Ventura escapa a la carrera, tras apuñalar al centinela, no por el pasillo que utilizaron al llegar sino por otro. ¿Y cómo demonios era conocedor de que por allí también se llegaba a la entrada principal y no se toparía con ningún otro centinela? Sí, todo muy intenso y emocionante, pero más falso que un billete de tres euros.
--Podría referirme también a que nunca sabe con certeza el espectador si los diversos escenarios corresponden a Marsella, París o cualquier otra ciudad de Francia. Cuando van a asesinar al delator o traidor, parece que es Marsella; pero en otras escenas en las que hace un frío intenso, podría ser cualquier ciudad del interior. Esto tampoco contribuye a lograr una narración realista.
--Y como último desliz de la película, vamos a situarnos en esa ambulancia en la que se espera sacar a un Félix moribundo de la cárcel. En el vehículo van tres, pero sólo Simone Signoret habla alemán; es decir, los otros dos no entienden ni papa y cualquier pregunta que les haga uno de los centinelas desvelaría de inmediato la trama.
Muchos despistes del guionista, con el visto bueno del director, para que esta interesante película con aspiraciones a "cine verité" pueda ser encumbrada como obra maestra, o casi, según las entusiastas críticas aquí publicadas.

4,1
815
1
6 de septiembre de 2019
6 de septiembre de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Estarían borachos los de la productora cuando le dijeron a Calparsoro: "Vale muchacho, coge esta pasta y haz la película"?
Es incomprensible que el director -por llamarlo de alguna forma- recibiera dinero por rodar esta auténtica cagarruta de los años 90. Una bazofia de guión, una dirección que se percibe como inexistente, un pésimo sonido -¿qué habían fumado los supuestos técnicos de la cosa?-, una fotografía de vergüenza y unos actores que provocan la hilaridad en cada plano.
¿Y qué es lo que dicen los mencionados actores? No conozco a nadie de los que tomamos la errónea decisión de ver este bodrio que se enterara de lo que salía por la boca de los "intérpretes". Todo eran balbuceos y susurros. Por ejemplo, la insufrible Najwa Nimri, que como siempre hace de afónica aguda. Su presencia sólo se entiende por el hecho del vínculo marital con el perdido, despistado y desastroso Calparsoro.
Y además tienen el cinismo de haber presentado esta joya del cine nacional a algún festival internacional. Imagino las carcajadas que se oyeron entre los espectadores cuando se hizo el pase de presentación.
Es incomprensible que el director -por llamarlo de alguna forma- recibiera dinero por rodar esta auténtica cagarruta de los años 90. Una bazofia de guión, una dirección que se percibe como inexistente, un pésimo sonido -¿qué habían fumado los supuestos técnicos de la cosa?-, una fotografía de vergüenza y unos actores que provocan la hilaridad en cada plano.
¿Y qué es lo que dicen los mencionados actores? No conozco a nadie de los que tomamos la errónea decisión de ver este bodrio que se enterara de lo que salía por la boca de los "intérpretes". Todo eran balbuceos y susurros. Por ejemplo, la insufrible Najwa Nimri, que como siempre hace de afónica aguda. Su presencia sólo se entiende por el hecho del vínculo marital con el perdido, despistado y desastroso Calparsoro.
Y además tienen el cinismo de haber presentado esta joya del cine nacional a algún festival internacional. Imagino las carcajadas que se oyeron entre los espectadores cuando se hizo el pase de presentación.

6,4
47.442
1
22 de octubre de 2013
22 de octubre de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo ni voy a contar detalles claves del argumento, por lo tanto me libro de esa palabreja absurda y aglosajona llamada "spoiler". Y no lo haré por un motivo fundamental: no pude aguantar más de media hora de película y me largué para dedicar mi tiempo a actividades más productivas.
A quien le vaya eso del disparate sin gracia, la patochada con pretensiones de excentricidad con las patitas dentro del plato del surrealismo, pues entonces estará de enhorabuena si se pone a ver esta cosa de "Primos". Mi asombro, mayormente, me lo origina los productores de la peliculilla. ¿Qué fumarán estos señores que pusieron la pasta?, me pregunté, porque les tiene que sobrar un montón de ella para soltarla ante un guión que echa para atrás sin contemplaciones. Bueno, luego caí en la cuenta que habrá habido una inevitable subención del Ministerio de Cultura, porque si no no hay lógica que cuadre.
Pues nada, a disfrutar de esta maravillosa muestra del cine español. Lo que más me cabrea fueron esos treinta minutos de mi vida invertidos en algo tan lamentable. Trato de consolarme pensando en que unas veces se pierde y otras se gana. A ver la próxima.
A quien le vaya eso del disparate sin gracia, la patochada con pretensiones de excentricidad con las patitas dentro del plato del surrealismo, pues entonces estará de enhorabuena si se pone a ver esta cosa de "Primos". Mi asombro, mayormente, me lo origina los productores de la peliculilla. ¿Qué fumarán estos señores que pusieron la pasta?, me pregunté, porque les tiene que sobrar un montón de ella para soltarla ante un guión que echa para atrás sin contemplaciones. Bueno, luego caí en la cuenta que habrá habido una inevitable subención del Ministerio de Cultura, porque si no no hay lógica que cuadre.
Pues nada, a disfrutar de esta maravillosa muestra del cine español. Lo que más me cabrea fueron esos treinta minutos de mi vida invertidos en algo tan lamentable. Trato de consolarme pensando en que unas veces se pierde y otras se gana. A ver la próxima.

6,5
3.222
3
29 de agosto de 2021
29 de agosto de 2021
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno considera que dos horas son suficientes para que el director y guionista vaya atando cabos de los melones que ha abierto. Pero al final, muchos de los que han plasmado una excesiva crítica glorificadora de la película estoy seguro de que internamente se sentirán decepcionados cuando lo que es el eje central de "Los exámenes" - ¿la niña aprobará o no se quedará sin ir a Inglaterra?- queda en una especie de limbo.
Porque además de plantear dilemas éticos y situaciones similares que se dan en cualquier país, por muy pulcros que parezcan, el espectador espera tras dos horas de paciente visionado de asuntos tan peregrinos como las pedradas, el perro que se cruza o la abrupta bajada de Romeo de un autobús para internarse por unos callejones oscuros, que todo eso lleve a alguna conclusión.
En cuanto a la pesimista descripción de Rumanía, todo parece una bagatela si lo comparamos con España, donde demasiados ministros, cuando dejan el floripondio del cargo, terminan en los consejos de dirección de los monopolios privados de grandes empresas de telecomunicaciones, energéticas y constructoras. Éso sí que justificaría el pesimismo, y no que un padre pida algún favor para que su amada vástaga pueda solazarse con las ardillas de los parques británicos.
En fin, dos lentas horas aguardando a saber qué hay detrás las pedradas a la ventana de la casa y al parabrisa del coche; de si la Policía coge o no al autor del intento de violación que provoca la merma de la hija en los exámenes; de si el novio es repudiado por ella; de qué sentido tienen escenas tan largas y sin ninguna explicación como la referida en otro párrafo anterior (cuando el padre se baja del autobús y se pone a buscar a alguien o algo en los callejones oscuros).
No son cuestiones nímias, ya que el director y guionista las incluye en la película dedicándoles no escaso tiempo. No se justifican las puntuaciones altas que acopañan a cierto número de críticas ante estas ocurrencias de Cristian Mungiu.
Porque además de plantear dilemas éticos y situaciones similares que se dan en cualquier país, por muy pulcros que parezcan, el espectador espera tras dos horas de paciente visionado de asuntos tan peregrinos como las pedradas, el perro que se cruza o la abrupta bajada de Romeo de un autobús para internarse por unos callejones oscuros, que todo eso lleve a alguna conclusión.
En cuanto a la pesimista descripción de Rumanía, todo parece una bagatela si lo comparamos con España, donde demasiados ministros, cuando dejan el floripondio del cargo, terminan en los consejos de dirección de los monopolios privados de grandes empresas de telecomunicaciones, energéticas y constructoras. Éso sí que justificaría el pesimismo, y no que un padre pida algún favor para que su amada vástaga pueda solazarse con las ardillas de los parques británicos.
En fin, dos lentas horas aguardando a saber qué hay detrás las pedradas a la ventana de la casa y al parabrisa del coche; de si la Policía coge o no al autor del intento de violación que provoca la merma de la hija en los exámenes; de si el novio es repudiado por ella; de qué sentido tienen escenas tan largas y sin ninguna explicación como la referida en otro párrafo anterior (cuando el padre se baja del autobús y se pone a buscar a alguien o algo en los callejones oscuros).
No son cuestiones nímias, ya que el director y guionista las incluye en la película dedicándoles no escaso tiempo. No se justifican las puntuaciones altas que acopañan a cierto número de críticas ante estas ocurrencias de Cristian Mungiu.
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