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CortometrajeAnimación

4,4
535
Animación
6
5 de septiembre de 2012
5 de septiembre de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corto simpático en cuanto a dibujo y banda sonora.
Las tres mujeres se dedican a malvivir simplemente para mantener en pie los restos del viejo templo, cuando por accidente se les derrumba. A partir de ahí se ven totalmente liberadas de esa carga y pasan a tener una vida nueva sin ataduras.
En cuanto a mi interpretación, un mensaje sobre vivir libres y disfrutar el presente, sin quedarnos tristemente anclados en el pasado.
Las tres mujeres se dedican a malvivir simplemente para mantener en pie los restos del viejo templo, cuando por accidente se les derrumba. A partir de ahí se ven totalmente liberadas de esa carga y pasan a tener una vida nueva sin ataduras.
En cuanto a mi interpretación, un mensaje sobre vivir libres y disfrutar el presente, sin quedarnos tristemente anclados en el pasado.
7
5 de noviembre de 2015
5 de noviembre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enmarcada en plena transición entre el cine mudo y el sonoro nos encontramos esta gran cinta del cine franco-suizo dirigida por Dimitri Kirsanoff, director de origen ruso y aclamado por sus films experimentales pertenecientes al impresionismo francés de los años 20, destacando entre todos sus trabajos a ‘Ménilmontant’ (1926).
Nos encontramos en plena cordillera de los Alpes suizos, auténtica encrucijada de razas divididas por las montañas. Allí, Firmin (Geymond Vital), un guapo y joven pastor, secuestra impulsivamente a Elsi (Dita Parlo), una joven y bella mujer de la aldea vecina para vengar la muerte de su perro, hecho que solo trae terribles consecuencias para todos: la muerte del hermano de Elsi, desdicha para la madre de Firmin y abandono para su prometida Jeanne (Nadia Sibirskaïa).
Kirsanoff abandona temporalmente su estilo vanguardista para embarcarse en este drama de tintes épicos, agudizando la tragedia si cabe aún más por la hostilidad y lo escabroso del medio en que se desarrolla la acción. Dentro del guión, destacar por supuesto el amour fou experimentado por los dos protagonistas, Firmin y Elsi, y que ve en el papel de Dita Parlo, una rubia de inocente e intrigante aspecto pero inteligente y manipulador fondo, su principal sustento.
Precisamente la actriz alemana destacó entre los nombres del reparto por su actuación expresiva, arrastrando aún el estilo interpretativo del cine silente, y por una escena en la que deja ver sus pechos, un gesto avanzado y atrevido para la época. Hacer alusión también al solapamiento que produce esta intervención con su papel en ‘L’Atalante’ (Jean Vigo, 1934), película que protagonizó en el mismo año y que dejó su personaje, Juliette, en el recuerdo de la cinefilia. Un caso semejante ocurre con la otra protagonista femenina Nadia Sibirskaïa, entonces esposa de Kirsanoff e interprete de la emblemática cinta ‘Ménilmontant’ (1926).
Volviendo al film, destacar también la estupenda fotografía en blanco y negro capaz de crear la atmósfera barroca que caracteriza gran parte del metraje de la cinta, recordando a referentes del expresionismo como ‘Vampyr’ (Carl Theodor Dreyer, 1932) o ‘El golem’ (Wegener & Boese, 1920), película, ésta última, con la que comparte tramos del desenlace final.
Como flaquezas señalar la a veces cargante banda sonora, algo arcaica y repetitiva a la hora de ocupar tramos de silencio; y algunos apuntes del guión que pueden resultar forzados, como la fragilidad de las relaciones de amor entre personajes o el final de la acción, algo sobrevenido.
Buena película de un Kirsanoff más cercano al cine realista (y trágico) que a su habitual vanguardismo y que supone todo un clásico para la industria franco-suiza. Film crítico también al señalar las diferencias surgidas entre los distintos habitantes del país alpino, para los que cita C.F. Ramuz: “Allí hablan en otro idioma, creen en otro dios”.
Blog -> lacintablanca.com
Nos encontramos en plena cordillera de los Alpes suizos, auténtica encrucijada de razas divididas por las montañas. Allí, Firmin (Geymond Vital), un guapo y joven pastor, secuestra impulsivamente a Elsi (Dita Parlo), una joven y bella mujer de la aldea vecina para vengar la muerte de su perro, hecho que solo trae terribles consecuencias para todos: la muerte del hermano de Elsi, desdicha para la madre de Firmin y abandono para su prometida Jeanne (Nadia Sibirskaïa).
Kirsanoff abandona temporalmente su estilo vanguardista para embarcarse en este drama de tintes épicos, agudizando la tragedia si cabe aún más por la hostilidad y lo escabroso del medio en que se desarrolla la acción. Dentro del guión, destacar por supuesto el amour fou experimentado por los dos protagonistas, Firmin y Elsi, y que ve en el papel de Dita Parlo, una rubia de inocente e intrigante aspecto pero inteligente y manipulador fondo, su principal sustento.
Precisamente la actriz alemana destacó entre los nombres del reparto por su actuación expresiva, arrastrando aún el estilo interpretativo del cine silente, y por una escena en la que deja ver sus pechos, un gesto avanzado y atrevido para la época. Hacer alusión también al solapamiento que produce esta intervención con su papel en ‘L’Atalante’ (Jean Vigo, 1934), película que protagonizó en el mismo año y que dejó su personaje, Juliette, en el recuerdo de la cinefilia. Un caso semejante ocurre con la otra protagonista femenina Nadia Sibirskaïa, entonces esposa de Kirsanoff e interprete de la emblemática cinta ‘Ménilmontant’ (1926).
Volviendo al film, destacar también la estupenda fotografía en blanco y negro capaz de crear la atmósfera barroca que caracteriza gran parte del metraje de la cinta, recordando a referentes del expresionismo como ‘Vampyr’ (Carl Theodor Dreyer, 1932) o ‘El golem’ (Wegener & Boese, 1920), película, ésta última, con la que comparte tramos del desenlace final.
Como flaquezas señalar la a veces cargante banda sonora, algo arcaica y repetitiva a la hora de ocupar tramos de silencio; y algunos apuntes del guión que pueden resultar forzados, como la fragilidad de las relaciones de amor entre personajes o el final de la acción, algo sobrevenido.
Buena película de un Kirsanoff más cercano al cine realista (y trágico) que a su habitual vanguardismo y que supone todo un clásico para la industria franco-suiza. Film crítico también al señalar las diferencias surgidas entre los distintos habitantes del país alpino, para los que cita C.F. Ramuz: “Allí hablan en otro idioma, creen en otro dios”.
Blog -> lacintablanca.com

7,7
42.201
8
24 de noviembre de 2013
24 de noviembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los niños nunca mienten, o eso creemos, pero somos los adultos los que finalmente utilizamos las 'inocentes' palabras de un niño.
Intensísima trama la de 'La Caza'. Vinterberg consigue sumergirnos en un drama psicológico apasionante, deseando su desenlace desde que se nos presenta la problemática.
Un trasfondo interesante, ese concepto de las diferencias existentes entre niños y adultos, y como los últimos tratamos de hacerlo todo "como manda el protocolo" que nosotros mismos hemos creado. ¿No deberíamos arrojar un poco de humanidad e informalidad a ciertos aspectos de la vida? Quizás de esta forma llegaríamos antes a la solución de los problemas, evitando así otros derivados.
También podemos ver el peligro de enseñar cosas inapropiadas a los niños. No sabemos hasta qué punto podemos alterar los acontecimientos. (Ver spoiler1)
Se pueden hacer muchas interpretaciones y sacar otras conclusiones. Es un film bastante amplio, e invita a la reflexión. Yo me quedo con la muestra de cómo la edad (madurez) crea diferencias en la naturaleza de las personas.
Por último, qué decir de la estupenda fotografía, las actuaciones y toda la ambientación del film. El estilo propio del director, aportando esa total credibilidad de los hechos que consigue involucrarnos de lleno en la película.
Intensísima trama la de 'La Caza'. Vinterberg consigue sumergirnos en un drama psicológico apasionante, deseando su desenlace desde que se nos presenta la problemática.
Un trasfondo interesante, ese concepto de las diferencias existentes entre niños y adultos, y como los últimos tratamos de hacerlo todo "como manda el protocolo" que nosotros mismos hemos creado. ¿No deberíamos arrojar un poco de humanidad e informalidad a ciertos aspectos de la vida? Quizás de esta forma llegaríamos antes a la solución de los problemas, evitando así otros derivados.
También podemos ver el peligro de enseñar cosas inapropiadas a los niños. No sabemos hasta qué punto podemos alterar los acontecimientos. (Ver spoiler1)
Se pueden hacer muchas interpretaciones y sacar otras conclusiones. Es un film bastante amplio, e invita a la reflexión. Yo me quedo con la muestra de cómo la edad (madurez) crea diferencias en la naturaleza de las personas.
Por último, qué decir de la estupenda fotografía, las actuaciones y toda la ambientación del film. El estilo propio del director, aportando esa total credibilidad de los hechos que consigue involucrarnos de lleno en la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Spoiler1: Cuando el hermano de Clara le enseña las fotografías pornográficas crea toda la problemática, él es el culpable de todo (aunque no lo haga con esa intención lógicamente). En mi opinión es también él quien dispara al final a Lucas, demostrándonos una vez más las características de cada edad o madurez, al ser aún joven no comprende como los demás el caso, y lo interpreta de distinto modo, creyendo aún culpable a Lucas. [Esto lo deduzco por las miradas que le lanza a Lucas cuando le entregan la escopeta a Markus].
Finalizo como reza esa última escena, "Este es el día en que los niños se convierten en hombres, y los hombres se convierten en niños".
Finalizo como reza esa última escena, "Este es el día en que los niños se convierten en hombres, y los hombres se convierten en niños".
8 de octubre de 2013
8 de octubre de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tercera y última de esta trilogía neorrealista de Vittorio De Sica. Algunos apuntan a ella como la mejor y más dura de las tres, aunque lo que si fue seguro es la que peor acogida tuvo por parte del público italiano, quizás hartos del pesimismo de la época ya que no se vivía precisamente 'tranquilo' en Italia como para ir al cine a pasar 'un mal rato', se buscaba más la risa y dejar por unos momentos las preocupaciones a un lado.
Umberto Doménico Ferrari, Umberto D., es un jubilado que intenta sobrevivir con la mísera pensión que recibe del Estado, y malvendiendo sus propias posesiones y pertenencias. Se aloja en una pensión cuya dueña intenta deshacerse de él para sacarle un mayor rendimiento económico a su habitación. Para ello le pone todas las dificultades posibles, las cuales tendrá que superar Don Umberto, cada vez más cansado de vivir así. La única compañía que posee es la inestable amistad de una joven criada de la casera, María, y de su inseparable y entrañable compañero Flike, un perro con el que superará todo tipo de situaciones.
Con este film, De Sica plantea la deshumanización que sufre la sociedad italiana de la época, la desesperación e impotencia de Umberto al ver que allá donde va estorba, una situación que sumerge al espectador en un conjunto de emociones empáticas, que llegan hasta la situación social actual, que no se diferencia ni se sitúa a mucha distancia de la planteada en el metraje.
Una de las escenas que pasaron a la historia, es esa en la que Don Umberto no es capaz de pedir limosna para poder subsistir, y ante varios intentos decide que sea Flike quién, de una forma más amable y sobretodo menos culpable, la pida a los transeúntes del Panteón de Roma.
Dedicada al verdadero Umberto, el padre de De Sica, que vivió una situación parecida. Es una obra cargada de sensibilidad, similar a una poesía humana y emotiva a la hora de sentir la tristeza de Carlo Battisti, un profesor de filosofía que interpretó este papel ante la gran pantalla y no volvió a ejercer de actor nunca más. En el recuerdo quedará con solo una actuación.
Después de esta película que puso punto y final a su etapa más realista, su gran trilogía, Vittorio De Sica rodó films menos comprometidos y más de lo que venía demandando el público contemporáneo, en las que siguió demostrando el gran director que fue.
Más en -> lacintablanca.com
Umberto Doménico Ferrari, Umberto D., es un jubilado que intenta sobrevivir con la mísera pensión que recibe del Estado, y malvendiendo sus propias posesiones y pertenencias. Se aloja en una pensión cuya dueña intenta deshacerse de él para sacarle un mayor rendimiento económico a su habitación. Para ello le pone todas las dificultades posibles, las cuales tendrá que superar Don Umberto, cada vez más cansado de vivir así. La única compañía que posee es la inestable amistad de una joven criada de la casera, María, y de su inseparable y entrañable compañero Flike, un perro con el que superará todo tipo de situaciones.
Con este film, De Sica plantea la deshumanización que sufre la sociedad italiana de la época, la desesperación e impotencia de Umberto al ver que allá donde va estorba, una situación que sumerge al espectador en un conjunto de emociones empáticas, que llegan hasta la situación social actual, que no se diferencia ni se sitúa a mucha distancia de la planteada en el metraje.
Una de las escenas que pasaron a la historia, es esa en la que Don Umberto no es capaz de pedir limosna para poder subsistir, y ante varios intentos decide que sea Flike quién, de una forma más amable y sobretodo menos culpable, la pida a los transeúntes del Panteón de Roma.
Dedicada al verdadero Umberto, el padre de De Sica, que vivió una situación parecida. Es una obra cargada de sensibilidad, similar a una poesía humana y emotiva a la hora de sentir la tristeza de Carlo Battisti, un profesor de filosofía que interpretó este papel ante la gran pantalla y no volvió a ejercer de actor nunca más. En el recuerdo quedará con solo una actuación.
Después de esta película que puso punto y final a su etapa más realista, su gran trilogía, Vittorio De Sica rodó films menos comprometidos y más de lo que venía demandando el público contemporáneo, en las que siguió demostrando el gran director que fue.
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5,8
14.504
8
26 de abril de 2016
26 de abril de 2016
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación libre de la novela homónima escrita por Michel Faber en el año 2000, ‘Under the Skin’ supone la tercera incursión cinematográfica de Jonathan Glazer, director londinense de amplio recorrido en los diferentes campos del teatro y la televisión así como en la realización de videoclips musicales.
En esta ocasión pone su cámara al frente de una sugerente y misteriosa historia de ciencia ficción protagonizada por la omnipresente Scarlett Johansson, que interpreta a una especie de alienígena que adopta la forma de una atractiva mujer con una misión: deambular por la sombría Escocia para elegir su presa, atraerla hacia su trampa y, una vez atrapada, apoderarse de su piel. La dinámica de la empresa parece sencilla, pero el proceso de autodescubrimiento que surge en el interior del sujeto extraterrestre no lo es tanto.
Su enigmática banda sonora, el pausado ritmo, la transmisión de un terror casi minimalista y su fotografía sirven de acompañamiento a la buena actuación de la actriz neoyorquina en lo que supone un consistente envoltorio de la baza más notable del film: su contenido y la forma en la que Glazer invita al público a descubrirlo y ver más allá.
Son numerosas las comparaciones e influencias que se ven en el metraje. La dualidad en el uso de la naturaleza, bálsamo para Tarkovski y maldad para von Trier; alusiones al cine de Lynch o Bergman en el uso de objetos como los espejos; pero, entre todas esas referencias, hay una que se erige clara en mi particular interpretación: el juego de sinergias establecidas entre esta cinta y ‘2001: Una odisea del espacio‘ (Stanley Kubrick, 1968).
En cierto sentido, y como encabeza el subtítulo de esta entrada, ‘Under the Skin’ bien podría suponer un planteamiento invertido, o con cierto paralelismo, de la problemática que acontece en el film de Kubrick. Exponiendo la premisa encontramos que, en esta ocasión, el hombre no se dirige al espacio sino que es éste (encarnado en el alien) el que viene a la Tierra, literalmente, a por el hombre. Siguiendo la línea, el personaje de Scarlett sería un reflejo de HAL 9000, un ser no-humano, esta vez con apariencia de mujer, que toma consciencia de sí mismo y de la complejidad humana, entrando en conflicto con su sencillo y frío objetivo.
A través de escenas clave como la acontecida en la playa, donde la protagonista asiste a una demostración de los lazos de dependencia que las personas somos capaces de desarrollar y las consecuencias que la muerte tiene sobre ellos, el anónimo personaje, de forma inversa a lo que ocurría con el superordenador de 2001, ve como en su interior van aflorando sentimientos de comprensión y empatía, deseos y personalidad humana, en definitiva, empieza a tener una identidad que esta vez si será bondadosa.
Sacando punta a este planteamiento podemos “jugar” con los pequeños elementos que pueblan el film a modo de referencias: el traje del motorista (Jeremy McWilliams) y su moto en forma del traje espacial y la nave que conduce Dave en su odisea; la escena iluminada con luz roja en la que Scarlett se mira al espejo y “nace” su conciencia humana puede actuar como contraste con la escena en la que HAL “muere”; el instinto primario del cada vez menos alien al seguir el ritmo musical como hiciera HAL entonando el ‘Daisy Bell’; los continuos primeros planos del ojo de la protagonista…
Las imágenes del film, al contrario de la progresiva pérdida en el oscuro espacio que experimentamos en 2001, van tornando en tonos cada vez más claros y blancos, pasando de vagar por carreteras nocturnas a sumergirnos en la espesa niebla generada en los diurnos pasajes escoceces. Esta evolución visual funciona como símil del alma de la protagonista, hasta acompañarla al profundo bosque, donde conectará con la naturaleza y chocará con el ser humano, esta vez como víctima.
Al cerrar el metraje, el extraterrestre no se habrá encontrado con el superhombre que dejó pendiente Kubrick, sino que en su estado más cercano a la humanidad solo pudo experimentar miedo, dolor y, quizá, decepción.
Blog -> lacintablanca.com
En esta ocasión pone su cámara al frente de una sugerente y misteriosa historia de ciencia ficción protagonizada por la omnipresente Scarlett Johansson, que interpreta a una especie de alienígena que adopta la forma de una atractiva mujer con una misión: deambular por la sombría Escocia para elegir su presa, atraerla hacia su trampa y, una vez atrapada, apoderarse de su piel. La dinámica de la empresa parece sencilla, pero el proceso de autodescubrimiento que surge en el interior del sujeto extraterrestre no lo es tanto.
Su enigmática banda sonora, el pausado ritmo, la transmisión de un terror casi minimalista y su fotografía sirven de acompañamiento a la buena actuación de la actriz neoyorquina en lo que supone un consistente envoltorio de la baza más notable del film: su contenido y la forma en la que Glazer invita al público a descubrirlo y ver más allá.
Son numerosas las comparaciones e influencias que se ven en el metraje. La dualidad en el uso de la naturaleza, bálsamo para Tarkovski y maldad para von Trier; alusiones al cine de Lynch o Bergman en el uso de objetos como los espejos; pero, entre todas esas referencias, hay una que se erige clara en mi particular interpretación: el juego de sinergias establecidas entre esta cinta y ‘2001: Una odisea del espacio‘ (Stanley Kubrick, 1968).
En cierto sentido, y como encabeza el subtítulo de esta entrada, ‘Under the Skin’ bien podría suponer un planteamiento invertido, o con cierto paralelismo, de la problemática que acontece en el film de Kubrick. Exponiendo la premisa encontramos que, en esta ocasión, el hombre no se dirige al espacio sino que es éste (encarnado en el alien) el que viene a la Tierra, literalmente, a por el hombre. Siguiendo la línea, el personaje de Scarlett sería un reflejo de HAL 9000, un ser no-humano, esta vez con apariencia de mujer, que toma consciencia de sí mismo y de la complejidad humana, entrando en conflicto con su sencillo y frío objetivo.
A través de escenas clave como la acontecida en la playa, donde la protagonista asiste a una demostración de los lazos de dependencia que las personas somos capaces de desarrollar y las consecuencias que la muerte tiene sobre ellos, el anónimo personaje, de forma inversa a lo que ocurría con el superordenador de 2001, ve como en su interior van aflorando sentimientos de comprensión y empatía, deseos y personalidad humana, en definitiva, empieza a tener una identidad que esta vez si será bondadosa.
Sacando punta a este planteamiento podemos “jugar” con los pequeños elementos que pueblan el film a modo de referencias: el traje del motorista (Jeremy McWilliams) y su moto en forma del traje espacial y la nave que conduce Dave en su odisea; la escena iluminada con luz roja en la que Scarlett se mira al espejo y “nace” su conciencia humana puede actuar como contraste con la escena en la que HAL “muere”; el instinto primario del cada vez menos alien al seguir el ritmo musical como hiciera HAL entonando el ‘Daisy Bell’; los continuos primeros planos del ojo de la protagonista…
Las imágenes del film, al contrario de la progresiva pérdida en el oscuro espacio que experimentamos en 2001, van tornando en tonos cada vez más claros y blancos, pasando de vagar por carreteras nocturnas a sumergirnos en la espesa niebla generada en los diurnos pasajes escoceces. Esta evolución visual funciona como símil del alma de la protagonista, hasta acompañarla al profundo bosque, donde conectará con la naturaleza y chocará con el ser humano, esta vez como víctima.
Al cerrar el metraje, el extraterrestre no se habrá encontrado con el superhombre que dejó pendiente Kubrick, sino que en su estado más cercano a la humanidad solo pudo experimentar miedo, dolor y, quizá, decepción.
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