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9
26 de marzo de 2023
26 de marzo de 2023
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última película de Joachim Trier es un vivo retrato de la "modernidad líquida" que teoriza Bauman en su obra. El filósofo decía que “el arte de romper relaciones y salir ileso de ellas supera ampliamente el arte de componer relaciones”, y es que, como una relación que se ha roto, es imposible salir ileso de la sala de cine tras ver esta película.
Es innegable la habilidad de Trier para enaltecer lo mundano, para enfatizar la rutina en una antinomia magistral. La protagonista de la película lucha, de manera inconsciente, contra esa rutina en la que acaba cayendo por el impulso de la "sociedad líquida" que define Bauman. Vemos cómo Julie, nada más comenzar el filme, está completamente perdida. Prueba una cosa detrás de otra, sin lograr encontrar algo que la llene plenamente. Comienza a estudiar medicina simplemente porque tiene buenas notas y puede entrar en la carrera, pero se da cuenta de que no es lo suyo y decide probar con la psicología, para luego decantarse por la fotografía, sin que nada de eso llegue a contentarle realmente. El personaje de Julie vive la frustración de una insatisfacción enquistada en el mundo posmoderno. Así, podemos llegar a comprender que ese narcisismo o egoísmo en los que se disfraza la personalidad de Julie no son más que un intento desesperado por encontrarle un sentido a su vida. Es más, las relaciones de su personaje no dejan de ser consecuencia de su imperiosa urgencia por encontrar su propio lugar en el mundo.
Este es el encanto de la película, que presentada en forma de tragicomedia romántica sabe reunir todo aquello que nos remueve las entrañas, que nos recome por dentro. Trier es capaz de reducir toda una montaña rusa de emociones a una cinta de 128 minutos en los que nos reímos y lloramos con todas nuestras dudas existenciales y todos nuestros miedos plantados delante de nuestras narices. Ese es su talento. Al fin y al cabo, la película es un encuentro cara a cara con todo lo que nos negamos a enfrentar. Es un encontronazo con la realidad del carácter efímero, "líquido", del cuento que nos vende la sociedad, de un estándar de vida que se supone que nos tiene que llenar y que, cuando no lo hace, asusta.
Pero es que, a Trier, este matiz existencial del relato le sabe a poco y, para más inri, se atreve a presentarnos todo esto envuelto en una esfera cómica. Sin duda, los tintes de humor negro que adornan toda la secuencia son quizá lo que mejor hace funcionar a una película de este género. La maestría del director se escuchaba en las risas, pero también en los silencios ensordecedores que llenaban la sala. Una vez más, las decisiones de Trier son un acierto en mayúsculas, desde la elección del elenco (con una deslumbrante Renate Reinsve) y la construcción de los personajes hasta la composición de un guion feminista medido al detalle.
En definitiva, la película es una reflexión sobre la huella que dejan los demás en nosotros; sobre cómo, sin saberlo, somos el conjunto de todas las personas que han pasado por nuestra vida.
En su obra, Bauman decía: “el amor es la supervivencia del yo a través de la alteridad del yo”. Y es que somos esa parte que sobrevive cuando alguien nos abandona. En cuanto a esta película, es solo un ejemplo más de cómo cualquiera de nosotros puede llegar a ser la peor persona del mundo.
Es innegable la habilidad de Trier para enaltecer lo mundano, para enfatizar la rutina en una antinomia magistral. La protagonista de la película lucha, de manera inconsciente, contra esa rutina en la que acaba cayendo por el impulso de la "sociedad líquida" que define Bauman. Vemos cómo Julie, nada más comenzar el filme, está completamente perdida. Prueba una cosa detrás de otra, sin lograr encontrar algo que la llene plenamente. Comienza a estudiar medicina simplemente porque tiene buenas notas y puede entrar en la carrera, pero se da cuenta de que no es lo suyo y decide probar con la psicología, para luego decantarse por la fotografía, sin que nada de eso llegue a contentarle realmente. El personaje de Julie vive la frustración de una insatisfacción enquistada en el mundo posmoderno. Así, podemos llegar a comprender que ese narcisismo o egoísmo en los que se disfraza la personalidad de Julie no son más que un intento desesperado por encontrarle un sentido a su vida. Es más, las relaciones de su personaje no dejan de ser consecuencia de su imperiosa urgencia por encontrar su propio lugar en el mundo.
Este es el encanto de la película, que presentada en forma de tragicomedia romántica sabe reunir todo aquello que nos remueve las entrañas, que nos recome por dentro. Trier es capaz de reducir toda una montaña rusa de emociones a una cinta de 128 minutos en los que nos reímos y lloramos con todas nuestras dudas existenciales y todos nuestros miedos plantados delante de nuestras narices. Ese es su talento. Al fin y al cabo, la película es un encuentro cara a cara con todo lo que nos negamos a enfrentar. Es un encontronazo con la realidad del carácter efímero, "líquido", del cuento que nos vende la sociedad, de un estándar de vida que se supone que nos tiene que llenar y que, cuando no lo hace, asusta.
Pero es que, a Trier, este matiz existencial del relato le sabe a poco y, para más inri, se atreve a presentarnos todo esto envuelto en una esfera cómica. Sin duda, los tintes de humor negro que adornan toda la secuencia son quizá lo que mejor hace funcionar a una película de este género. La maestría del director se escuchaba en las risas, pero también en los silencios ensordecedores que llenaban la sala. Una vez más, las decisiones de Trier son un acierto en mayúsculas, desde la elección del elenco (con una deslumbrante Renate Reinsve) y la construcción de los personajes hasta la composición de un guion feminista medido al detalle.
En definitiva, la película es una reflexión sobre la huella que dejan los demás en nosotros; sobre cómo, sin saberlo, somos el conjunto de todas las personas que han pasado por nuestra vida.
En su obra, Bauman decía: “el amor es la supervivencia del yo a través de la alteridad del yo”. Y es que somos esa parte que sobrevive cuando alguien nos abandona. En cuanto a esta película, es solo un ejemplo más de cómo cualquiera de nosotros puede llegar a ser la peor persona del mundo.
10
23 de julio de 2018
23 de julio de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta miniserie británica que Netflix ha lanzado este 2018 viene cargada de anomalías que aportan a la serie ese encanto que la hace distinta.
En un principio nos atrapa por su argumento: un adolescente psicópata escoge una víctima humana para matar; que resulta ser una joven rota, aburrida de la vida y que encuentra en el chico algo que lo hace diferente. Pero el punto fuerte de la producción es, sin duda, la interpretación de los jóvenes protagonistas, con un tortuoso pasado y una dramática y retorcida perspectiva que cautiva al espectador desde el minuto uno.
Como propia esencia de la serie, los personajes se enfrentan a extravagantes situaciones que tendrán que superar juntos, ya que desde que entraron en esa casa que parecía abandonada, comparten algo más que una singular relación.
La miniserie en sí es breve, concisa y rápida de ver, con tan sólo una primera temporada de ocho episodios (cada uno de unos veinticinco minutos). Todavía hay únicamente especulaciones sobre una posible segunda temporada, pero tras el chocante final de la primera, los productores podrían aún beneficiarse de más episodios que, estoy segura, serán bien recibidos por la audiencia.
Si os digo que la he visto en un maratón y aún no os convence, entonces no la veáis, únicamente os perderéis una entretenida, atrevida, rara (en el buen sentido de la palabra) y emotiva historia que pocas veces se ve en pantalla. Una extraña combinación de factores que hacen de esta realización todo lo que una buena serie necesita para ganarse la empatía del espectador.
En un principio nos atrapa por su argumento: un adolescente psicópata escoge una víctima humana para matar; que resulta ser una joven rota, aburrida de la vida y que encuentra en el chico algo que lo hace diferente. Pero el punto fuerte de la producción es, sin duda, la interpretación de los jóvenes protagonistas, con un tortuoso pasado y una dramática y retorcida perspectiva que cautiva al espectador desde el minuto uno.
Como propia esencia de la serie, los personajes se enfrentan a extravagantes situaciones que tendrán que superar juntos, ya que desde que entraron en esa casa que parecía abandonada, comparten algo más que una singular relación.
La miniserie en sí es breve, concisa y rápida de ver, con tan sólo una primera temporada de ocho episodios (cada uno de unos veinticinco minutos). Todavía hay únicamente especulaciones sobre una posible segunda temporada, pero tras el chocante final de la primera, los productores podrían aún beneficiarse de más episodios que, estoy segura, serán bien recibidos por la audiencia.
Si os digo que la he visto en un maratón y aún no os convence, entonces no la veáis, únicamente os perderéis una entretenida, atrevida, rara (en el buen sentido de la palabra) y emotiva historia que pocas veces se ve en pantalla. Una extraña combinación de factores que hacen de esta realización todo lo que una buena serie necesita para ganarse la empatía del espectador.

5,7
10.095
7
13 de enero de 2019
13 de enero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente no entiendo cómo no había escuchado hablar antes de esta película. Por su fama, parece que se tratara de una de esas pelis de poca monta que una se encuentra un domingo vago en cualquier canal. Me extraña porque a mí no me ha parecido una de esas producciones que puedan pasar desapercibida.
Es decir, el elenco en sí brilla en todo su esplendor, el título merece renombre nada más que por la actuación de Anna Kendrick y Blake Lively, que se muestran inmejorables con una magnífica personificación de unas protagonistas tan peculiares. De hecho es a raíz de estas singularidades y diferencias cuando surge esta inusual amistad, si se puede llamar así. Eso lo dejo a juicio de cada uno porque es ahí donde reside todo el encanto de esta película. ¿Conocemos realmente en qué se basa una amistad?
La trama se desarrolla de forma única, atrapando al espectador en un pasado de intrigas y misterios que se presenta adornado con un toque ligeramente macabro. Bajo la dirección de Paul Feig, el equipo productivo ha logrado un gran trabajo: un thriller dramático y con ciertos despuntes humorísticos que no puede ser concretamente definido en ningún género.
Cabe mencionar la banda sonora que, con sus canciones francesas, realza la peculiaridad y la elegancia características de "Un pequeño favor".
Resumiendo, se trata de una película intensa y puramente psicológica, de esas que juegan con la percepción del público, manteniendo su actividad cerebral a límite de incendio hasta el minuto final.
Es decir, el elenco en sí brilla en todo su esplendor, el título merece renombre nada más que por la actuación de Anna Kendrick y Blake Lively, que se muestran inmejorables con una magnífica personificación de unas protagonistas tan peculiares. De hecho es a raíz de estas singularidades y diferencias cuando surge esta inusual amistad, si se puede llamar así. Eso lo dejo a juicio de cada uno porque es ahí donde reside todo el encanto de esta película. ¿Conocemos realmente en qué se basa una amistad?
La trama se desarrolla de forma única, atrapando al espectador en un pasado de intrigas y misterios que se presenta adornado con un toque ligeramente macabro. Bajo la dirección de Paul Feig, el equipo productivo ha logrado un gran trabajo: un thriller dramático y con ciertos despuntes humorísticos que no puede ser concretamente definido en ningún género.
Cabe mencionar la banda sonora que, con sus canciones francesas, realza la peculiaridad y la elegancia características de "Un pequeño favor".
Resumiendo, se trata de una película intensa y puramente psicológica, de esas que juegan con la percepción del público, manteniendo su actividad cerebral a límite de incendio hasta el minuto final.
11 de julio de 2018
11 de julio de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta reciente adaptación de la novela de la gran Agatha Christie consigue, como cabía esperar, mantenernos en vela hasta el final. En un conseguido ambiente de desconfianza e inseguridad, el detective Hercules Poirot nos hace partícipes en todo momento de su investigación, llegando a sentir esos momentos de angustia y de bloqueo que sufre él mismo.
La fotografía y el montaje de la película es increíblemente bueno y cuenta con un excelente reparto en el que podemos contar a Johnny Depp, Willem Dafoe, Judi Dench, Michelle Pfeiffer y Penélope Cruz.
El fondo de la película se repite en todas las historias de este género: "no puedes fiarte de nadie, cualquiera puede ser el asesino"; pero esto no resta mérito al filme, ya que en estas películas es difícil mantener al espectador indeciso hasta el final (si no has leido el libro antes).
Lo único que tengo que criticar de la película es el desarrollo de los hechos. Quizás llega un punto en el que el argumento se hace pesado y lento, y hay riesgo de que el espectador pierda interés. También tengo que añadir que yo no veo muchas películas de este género, pero ignorando esto, pienso que es una película buena para echar una tarde fría de cine y mantas.
La fotografía y el montaje de la película es increíblemente bueno y cuenta con un excelente reparto en el que podemos contar a Johnny Depp, Willem Dafoe, Judi Dench, Michelle Pfeiffer y Penélope Cruz.
El fondo de la película se repite en todas las historias de este género: "no puedes fiarte de nadie, cualquiera puede ser el asesino"; pero esto no resta mérito al filme, ya que en estas películas es difícil mantener al espectador indeciso hasta el final (si no has leido el libro antes).
Lo único que tengo que criticar de la película es el desarrollo de los hechos. Quizás llega un punto en el que el argumento se hace pesado y lento, y hay riesgo de que el espectador pierda interés. También tengo que añadir que yo no veo muchas películas de este género, pero ignorando esto, pienso que es una película buena para echar una tarde fría de cine y mantas.

6,5
7.286
7
25 de junio de 2018
25 de junio de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película adolescente nos muestra lúcidamente la lucha de este grupo social que, sin ninguna culpa, se ha visto involucrado en tal marginación. De esta forma la producción no sólo pretende contarnos la historia de Simon sino normalizar este tema, que aún está lleno de controversia, haciéndole un hueco en el cine.
De la mano de Simon vamos viendo a lo largo del rodaje las distintas etapas que un homosexual experimenta durante su vida, pasando por luchar contra ese “inaceptable” sentimiento y llegando a amar su condición. Además, podemos apreciar claramente cómo la cabeza de Simon se llena de dudas e intenta en vano dar respuesta a preguntas de una sociedad que no comprende: por qué solamente los que se sienten como él tienen que salir del armario, por qué los homosexuales se libran de pasar por esa incómoda situación, por qué no puede mostrarse a los demás como él mismo, etc.
Como ya he dicho, esta película tiene un plus por el tema que aborda y al dar la cara por la realidad de esta gente. Sin embargo, en cuanto a la trama y la sucesión de los hechos, ha sido una película un tanto escasa. Entendiendo que el director haya querido centrarse en la vida de un niño normal de 16 años que es gay, el desarrollo, en mi opinión, sigue siendo demasiado lento. Para mí, las primeras escenas eran prescindibles, ya que únicamente han ralentizado la película y han robado espacio a las escenas finales, que podrían haber dado mucho más de sí.
Y si eres de esos a los que la simplicidad del argumento y el esperado final feliz les parece cliché, piensa en toda esa gente que se siente identificada con el mensaje y que, de alguna forma, han encontrado ánimos en esta película para poder aceptarse tal y como son.
Igualmente, la cotidianidad de la historia no le resta mérito a la película. Simplemente con el mensaje que transmite debería ser suficiente para arrastrarte a verla al cine.
Si lo haces, escucha bien a Simon: todo el mundo merece una gran historia de amor.
De la mano de Simon vamos viendo a lo largo del rodaje las distintas etapas que un homosexual experimenta durante su vida, pasando por luchar contra ese “inaceptable” sentimiento y llegando a amar su condición. Además, podemos apreciar claramente cómo la cabeza de Simon se llena de dudas e intenta en vano dar respuesta a preguntas de una sociedad que no comprende: por qué solamente los que se sienten como él tienen que salir del armario, por qué los homosexuales se libran de pasar por esa incómoda situación, por qué no puede mostrarse a los demás como él mismo, etc.
Como ya he dicho, esta película tiene un plus por el tema que aborda y al dar la cara por la realidad de esta gente. Sin embargo, en cuanto a la trama y la sucesión de los hechos, ha sido una película un tanto escasa. Entendiendo que el director haya querido centrarse en la vida de un niño normal de 16 años que es gay, el desarrollo, en mi opinión, sigue siendo demasiado lento. Para mí, las primeras escenas eran prescindibles, ya que únicamente han ralentizado la película y han robado espacio a las escenas finales, que podrían haber dado mucho más de sí.
Y si eres de esos a los que la simplicidad del argumento y el esperado final feliz les parece cliché, piensa en toda esa gente que se siente identificada con el mensaje y que, de alguna forma, han encontrado ánimos en esta película para poder aceptarse tal y como son.
Igualmente, la cotidianidad de la historia no le resta mérito a la película. Simplemente con el mensaje que transmite debería ser suficiente para arrastrarte a verla al cine.
Si lo haces, escucha bien a Simon: todo el mundo merece una gran historia de amor.
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