Me agradó mucho. No creí que llegara nunca a igualarse a aquellas pelis ochenteras como La chaqueta, Platoon o La colina. A los que les guste el cine bélico les gustará B. H. derribado. Hay planos muy similares a Red de mentiras y el montaje es igual de trepidante, creo que gracias a Pietro Scalia. Lo bueno de todo el follón que se les va de las manos es que es un hecho real. Si no fuera por estas pelis no nos enteraríamos de muchas de las batallas reales que suceden alrededor del mundo. ¡Viva el cine bélico y su contribución contra la ignorancia!

Esperaba la sabiduría en esencia, algo realmente filosófico, genial, que te enseñara cosas... y nada, solo la historia de un político y maestro que va de aquí para allá. Lo bueno de la peli son los planos y la parte técnica que se nota que está currado; la chicha, lo bueno, lo de dentro... está vacio.

Nos tenemos que poner en 1957, claro. A mí, esta clase de películas en las que no salen de una habitación (por ejemplo El método) me parecen de lo más claustrofóbicas, me agobian (¡menudo calor!), pero hay que decir que el director consiguió lo que se proponía. Es pura Psicología Social. La transformación, el juego de magia, las situaciones y aclaraciones, las dudas, y se te queda el miedo en el cuerpo al pensar cuantos pobres desgraciados... Si con las multinacionales del cine de hoy en día no han podido superar esto, es que en su época fue lo más de lo más, no me extraña que tenga tan buena crítica.

Espero que hayan recuperado el dinero que se han gastado en marketing. No es que sea mala pero tampoco es (ni mucho menos) lo que han pretendido que creyéramos. Lo malo de todo, para mí, es que tenían todo el material (y la pasta) en la mano para hacerme sentir y no lo han conseguido. Eso es lo peor de todo, no haberme hecho sentir.

Los juegos con la cámara están muy bien, la verdad. Entonces Ridley Scott era muy joven, y también eran otros tiempos, ¿debemos perdonarle? Pero si esto lo hubiera hecho uno de los principiantes don nadie de la época le hubieramos crujido vivo, por lo tanto vamos a valorarle como se merece. Nada de otro mundo. Que parece que siempre tendamos a adular a los superadulados.