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Críticas ordenadas por utilidad
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6,6
2.955
8
4 de febrero de 2016
4 de febrero de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He titulado mi crítica con un antiguo adagio, lo cual quedará explicado al referirme con posterioridad a mi escena favorita de la película. La musicología nos ha transmitido una imagen del genio Beethoven realmente negativa: ególatra, iracundo, misógino, de modo que este planteamiento del británico Rose resulta de lo más inesperado y agradablemente inusual. Rose firma también el guión de la película. En su fimografía figuran títulos tan interesantes como Anna Karenina, rodada tres años después y a finales de la década de 2000, La Sonata Kreuze; sin embargo, en este metraje logra algo realmente espléndido, combinar armoniosamente la música y la palabra, escogiendo perfectamente las piezas musicales y su puesta en escena (de hecho ni siquiera desmerecen los cortes de George Fenton, a pesar de que la omnipotencia de los acordes del gran compositor colmen los diferentes instantes de la trama).
Se trata de una historia de amor real, dado que si el amor no es inmortal, eterno, no puede ser amor. La actuación de Oldman y de su alter ego femenino resulta convincente, brillante por momentos y entre toda la amalgama de escenas significativas querría detenerme en la intitulada La Carta, ya que a través de ella apreciamos y paladeamos el poder de la palabra y su sempiterna musicalidad.
Amor inmortal es una historia de amor sobrecogedora, acompasada por una serie de tonalidades musicales difíciles de olvidar y filmada con esa peculiar estética de los ochenta y noventa actualmente en desuso.
Varios de vosotros, en vuestras críticas, os habéis referido precisamente a eso, a los especialistas, a los comentaristas y cinéfilos que han de ponderar y valorar el alcance de las diferentes cintas. Os invito a comprobar cómo han sido acogidas las películas de este director. Curiosamente, Candyman, Frankenstein y Paperhouse han sido galardonadas en más de una ocasión, habiendo pasado prácticamente desapercibidas películas como ésta o las anteriormente citadas. La crítica especializada es una referencia, pero siempre es conveniente juzgar por nosotros mismos y, en ocasiones, con más frecuencia de la que podríamos suponer, nos sentimos gratamente sorprendidos.
Se trata de una historia de amor real, dado que si el amor no es inmortal, eterno, no puede ser amor. La actuación de Oldman y de su alter ego femenino resulta convincente, brillante por momentos y entre toda la amalgama de escenas significativas querría detenerme en la intitulada La Carta, ya que a través de ella apreciamos y paladeamos el poder de la palabra y su sempiterna musicalidad.
Amor inmortal es una historia de amor sobrecogedora, acompasada por una serie de tonalidades musicales difíciles de olvidar y filmada con esa peculiar estética de los ochenta y noventa actualmente en desuso.
Varios de vosotros, en vuestras críticas, os habéis referido precisamente a eso, a los especialistas, a los comentaristas y cinéfilos que han de ponderar y valorar el alcance de las diferentes cintas. Os invito a comprobar cómo han sido acogidas las películas de este director. Curiosamente, Candyman, Frankenstein y Paperhouse han sido galardonadas en más de una ocasión, habiendo pasado prácticamente desapercibidas películas como ésta o las anteriormente citadas. La crítica especializada es una referencia, pero siempre es conveniente juzgar por nosotros mismos y, en ocasiones, con más frecuencia de la que podríamos suponer, nos sentimos gratamente sorprendidos.

6,0
341
6
16 de febrero de 2014
16 de febrero de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, pensaba que las críticas de esta película iban a ser negativas; si bien la historia puede parecer (a priori) un tanto estereotipada, las interpretaciones del trío protagonista (la danesa Nielsen, el británico Quinn) y John Bell, en el que era su debut cinematográfico en la gran pantalla, son notables. Los paisajes son muy hermosos y la música de Powell acompasa la historia sin que resulte demasiado empalagosa. Una película sobre la naturaleza, el amor, la amistad basada en la novela de Lilian Beckwith.
Brillante, por tanto, el enfoque de Sarin, director canadiense de origen hindú, en principio especializado en películas para TV, pero con aportaciones más que interesantes para la gran pantalla como Partition.
¿Por qué, entonces, no la califico con una nota mayor? Sigo en el spoiler
Brillante, por tanto, el enfoque de Sarin, director canadiense de origen hindú, en principio especializado en películas para TV, pero con aportaciones más que interesantes para la gran pantalla como Partition.
¿Por qué, entonces, no la califico con una nota mayor? Sigo en el spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al final, el pañuelo rojo se escapa de las manos del padre, mientras saluda al hijo, a Tomas, aceptando el padre la realidad de la muerte de su esposa y la necesidad de afecto del hijo que le ha sido otorgado. Quizás la escena de la foca parezca un tanto deslavazada en ese epílogo.
Además, en el personaje de Quinn hay ciertos matices (el duro reconvertido a padre) que no terminaron de satisfacerme, a pesar de su buena interpretación.
Además, en el personaje de Quinn hay ciertos matices (el duro reconvertido a padre) que no terminaron de satisfacerme, a pesar de su buena interpretación.

7,1
8.087
6
14 de mayo de 2013
14 de mayo de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En verdad es cierto, pero el título de mi crítica evoca un programa dirigido y presentado por el cineasta español José Luis Garci, que fue emitido por la segunda cadena de TVE durante un lustro o poco más. Recuerdo que una de las películas que emitieron fue esta "Exótica" de este singular director armenio. Tal como he leído anteriormente, se desprendía un cierto halo de ambiguo maniqueísmo y había ciertos aspectos de la trama, del guión, que no terminaban de ser clarificados, de forma y manera que la culpa, si así pude llamársele se desglosa de forma compartida.

6,0
339
8
17 de julio de 2018
17 de julio de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Always Broken" es el título de una de las pistas compuestas por Agatha Kaspar, que ya escribió la música del otro film de Raso, Copenhagen, también en torno a un cierto viaje iniciático y es que, aparentemente sin duda, Raso parece tener una notable tendencia por este tipo de alegoría. No sé si paradójicamente, pero el sonido recuerda muy mucho al que pudimos disfrutar para el film desarrollado en tierras danesas. Es posible que Raso contemple el mundo a través de los ojos de sus actrices o, por decirlo así, una cierta memoria visual de las emociones se plasma en el sentir femenino y casi que ni siquiera importa el argumento sino el mero hecho de viajar, algo que resulta ineludible, ya que al fin y al cabo toda vida no deja de ser un viaje. Quizás, admitamos, venciendo nuestro orgullo, que sí que, en el fondo, todos estamos un poco rotos y que las hechuras de este "viaje" surcan nuestra expresión facial y las añoranzas del alma. No es, desde luego, un cine comercial al uso.

6,8
15.745
8
13 de julio de 2017
13 de julio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Honestamente, no soy un gran fan del cine de Jarmusch, aunque sí que, fragmentadamente, empatizo con su cosmovisión del arte; sin embargo, esta película me ha sorprendido y tengo la conciencia intranquila. Quizás la puntuación de notable no sea suficiente. Comencé a ver el film, la reiteración cotidiana me hizo levantarme del sofá, pero volví y, en realidad, Jarmusch nos muestra cuán relevante es la lírica de la rutina para alcanzar la felicidad, la eudaimonía.
Es posible que, psicológicamente, sintamos cierta repulsa, cierto repudio al contemplar esa galería de continuos déjà vu, dado que refleja nuestra propia vida, ahíta de una rutinaria y consuetudinaria cotidianidad, pero el personaje de Paterson, que homenajea claramente al Pulitzer norteamericano William Carlos Williams, nos brinda un hálito de esperanza. Sí, creo que la felicidad, la dicha, se halla en las pequeñas cosas y en saber valorarlas. En una pequeña caja de cerillas o en un poema que comparte para nosotros una niña o, ¿por qué no?, escuchando una conversación sobre Huracán Carter en un autobús. Paterson, siempre tiene una palabra amable para los proyectos de su pareja y pregunta a sus compañeros de trabajo cómo se encuentran, pero esperando una respuesta, no por mera cortesía.
Sigo en el spoiler
Es posible que, psicológicamente, sintamos cierta repulsa, cierto repudio al contemplar esa galería de continuos déjà vu, dado que refleja nuestra propia vida, ahíta de una rutinaria y consuetudinaria cotidianidad, pero el personaje de Paterson, que homenajea claramente al Pulitzer norteamericano William Carlos Williams, nos brinda un hálito de esperanza. Sí, creo que la felicidad, la dicha, se halla en las pequeñas cosas y en saber valorarlas. En una pequeña caja de cerillas o en un poema que comparte para nosotros una niña o, ¿por qué no?, escuchando una conversación sobre Huracán Carter en un autobús. Paterson, siempre tiene una palabra amable para los proyectos de su pareja y pregunta a sus compañeros de trabajo cómo se encuentran, pero esperando una respuesta, no por mera cortesía.
Sigo en el spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La escena final con el poeta nipón la considero especialmente brillante ya que, de forma inopinada, un personaje extraño, totalmente distante, permite al personaje principal retomar la senda de la poesía, abruptamente interrumpida por las «cosas caninas».
Todos nosotros tenemos multitud de pensamientos a lo largo de un día e incalculables en toda una vida, pero la idea no es despreciar la rutina sino aceptarla, aceptándonos, por ende, a nosotros mismos, en vez de soñar con quimeras absurdas a modo de ilusorio modo de evadirnos de la susodicha rutina.
Todos nosotros tenemos multitud de pensamientos a lo largo de un día e incalculables en toda una vida, pero la idea no es despreciar la rutina sino aceptarla, aceptándonos, por ende, a nosotros mismos, en vez de soñar con quimeras absurdas a modo de ilusorio modo de evadirnos de la susodicha rutina.
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