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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
27 de septiembre de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cinta lituana "Sutemose" (aka In the dusk o En la oscuridad) participaba este año en sección oficial en el festival de cine de San Sebastián. Dirigida por el asiduo a estos certámenes Sarunas Bartas, quien conoció tiempos mejores a principios de la década pasada con films como "Freedom" (2000), la película trata de ser un fresco sobre la Lituania de posguerra en los primeros años de ocupación soviética.

Conviven dos películas dentro de "In the dusk". La primera es un drama costumbrista con ritmos y cadencias típicos del cine de Europa del este, es decir, como si hubieran impregnado la cinta en valium. Tenemos una granja y sus habitantes, personajes relativamente bien definidos con apenas unas pocas pinceladas y escasas frases: el granjero de moral relajada, su temible mujer profundamente resentida hacia todo ser vivo en general y hacia su marido en particular, el hijo adoptivo y los trabajadores de la granja. Esta es la mejor parte del film, pero tristemente los personajes y conflictos interpersonales que plantea no están satisfactoriamente desarrollados y Bartas los abandona a medio cocer en el ecuador de la historia.

Hay una segunda película dentro de "In the dusk" que concierne a la resistencia contra la ocupación soviética, los partisanos que viven ocultos en los bosques. Esta película está aún peor planteada y desarrollada, con personajes introducidos demasiado tarde y desconectados, sin quedar claro hasta el final cuál es su función en la trama ni por qué demonios los soviéticos tienen tanto empeño en eliminarlos si no hacen NADA, solamente mirar al infinito con expresión sufrida o matarse entre ellos.

El nexo entre ambos mundos y teórico protagonista es un adolescente, hijo adoptivo del granjero y colaborador de la resistencia, aunque más que protagonista es un sujeto pasivo que se limita a pasar por allí y ser testigo de cosas. Cosas sórdidas y soviéticas que suceden a su alrededor mientras él mira con ojos de tortuguita inexpresiva.

Toda esta sordidez ocurre a un ritmo perezoso, ensimismado y aparentemente poco interesado en conectar con el espectador, que desde el minuto 45 está mirando la puerta de salida del Kursaal con ojitos anhelantes y vidriosos, ciertamente más expresivos que los del protagonista, como pensando "Yo podría estar ahora en mi cama en lugar de viendo a esta gente gris languidecer en un bosque".

Que la proyección fuera a las 8:30 de la mañana tampoco ayudaba.

El film posee buena factura, con algunas imágenes de gran belleza pictórica, pero le falta nervio y foco narrativo. Captamos más o menos un mensaje: que el conflicto solo trae perdedores, que la miseria no entiende de bandos, que a río revuelto ganancia de pescadores y que la desunión del pueblo lituano facilitó la ocupación soviética; pero hay una imposibilidad de empatizar con lo que está pasando en pantalla que le pesa a la película (y por extensión al pobre espectador) como una losa.

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JRB
28 de septiembre de 2020
8 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva obra de Michel Franco es una distopía ultraviolenta y de marcado carácter político, que no deja títere con cabeza ni da respiro al espectador; una película que llegó al festival de San Sebastián enmarcada dentro de la sección Perlak, tras su paso por el festival de Venecia donde obtuvo el Gran Premio del Jurado.

Cuerpos desnudos, violencia, cadáveres y pintura verde; símbolo de una revolución. Franco agarra por las solapas al espectador ya desde el primer minuto. Una revuelta social en las calles. Las clases desfavorecidas se han hartado y han sumido México en el caos. Las clases altas continúan viviendo lujosamente en sus barrios, pero lo hacen inquietos, atrincherados, como un hámster en su jaula. Saben que están en el punto de mira.

En mitad de esta compleja situación, una boda entre dos familias ricas está a punto de celebrarse entre grandes medidas de seguridad, y aunque se crean a salvo, el espectador sabe que no es así. Franco plantea la situación y presenta a los principales personajes de esa boda con agilidad y destreza narrativa, mientras permite que la tensión vaya creciendo poco a poco y las irreconciliables diferencias entre clases vayan saliendo a la luz. Así vamos conociendo a los diferentes miembros del servicio, a los padres, el hermano, el novio y la novia (Naian Gonzaléz Norvind), la protagonista de esta película coral, una Viridiana moderna que pretende ayudar a las clases menos favorecidas sin mucho éxito y con la que Franco vuelve a evocar el espíritu del mejor Buñuel, como ya hizo en algunos de sus trabajos previos como "Las hijas de Abril".

Cuando la violencia finalmente estalla, la película se transforma en algo así como la secuela cafre y salvaje que "Roma" pedía a gritos. Las Yalitzas Aparicios del mundo sembrando el caos y masacrando a las clases privilegiadas. Pero el director decide entonces abrir el foco: de la boda a un plano general de México. Ricos y sirvientes, ejército y revolucionarios, víctimas y verdugos, desviándose de esa premisa tan prometedora que apuntaba al inicio en el asalto a la boda, en un intento de ofrecer una visión más global y si cabe aún más pesimista. En el fondo nada cambia con el nuevo orden. O más bien, parafraseando a Lampedusa y su "Gatopardo", todo cambia para que nada cambie: las víctimas del nuevo orden son las mismas que las del viejo orden. En la tribuna impartiendo justicia estarán los mismos de siempre. Este mensaje descorazonador sobrevuela toda la película. Abandonad toda esperanza. No puede existir la justicia ni la esperanza en una sociedad corrompida por la codicia y el poder.

En "Nuevo Orden", Michel Franco se lanza a hacer un cine del impacto, un cine que pretende dejar en shock al espectador. Cine social tan brutal como rabioso en su discurso, que sacude la platea aunque quizá peca de una cierta falta de mesura. Franco se recrea demasiado en la barbarie y el sadismo. La explosión continua de violencia acaba por anestesiar al espectador, que observa impotente, entre hastiado y perplejo, el body count en constante aumento.

No obstante y a pesar de sus excesos, hay que reconocerle a "Nuevo Orden" una capacidad para provocar, para remover vísceras y conciencias, bastante infrecuente en el cine que llega a las salas comerciales cada semana. Nada más que por eso vale la pena pasar un buen mal rato con ella.

driveincine.blogspot.com
JRB
29 de septiembre de 2020
7 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enola Holmes es la versión juvenil y feminista de Sherlock Holmes, la hermana pequeña del famoso detective sobre la que Conan Doyle nunca escribió. Y con razón. De hecho la cinta no se basa en los libros de Conan Doyle sino en una serie de aventuras juveniles publicadas la década pasada por la escritora estadounidense Nancy Springer, quien tomó "prestado" el célebre universo y personajes de ficción de sir Arthur Conan Doyle como base para sus novelas.

Así, Springer, quien venía de escribir una saga de libros sobre Rowan Hood (¡la hija de Robin Hood! ¿Qué no se le ocurrirá a esta Nancy?), se sacó de la manga el personaje de Enola Holmes, hermana pequeña de Mycroft y Sherlock, que comparte las habilidades deductivas de este último pero además es una joven autosuficiente, independiente y empoderada, que no necesita a ningún hombre en su vida. Este mensaje de autosuficiencia, repetido numerosas veces en la película, es sin duda positivo para la audiencia femenina más joven, pero resulta cuanto menos irónico dada la naturaleza de fan fiction / apropiación de la obra literaria de Springer. Enola podrá ser autosuficiente, pero Nancy no parece serlo tanto.

Y mientras Conan Doyle se revuelve presumiblemente en su tumba, Netflix, el muy ladino, ha decidido adaptar las novelas de Springer para amenizarnos y amenazarnos con una más que probable saga cinematográfica en ciernes. El resultado es cine familiar formulaico, funcional y sin alma. Su elemento detectivesco no resiste la comparación con su hermano mayor, su trama es previsible desde el primer minuto, y su estilo resulta irritante y haría sonrojar al mismísimo Guy Ritchie, que ya es decir, con incontables flashbacks gratuitos que lastran la narración y un empeño constante por romper la 4ª pared cada cinco minutos. Si os soy sincero, nunca me ha gustado un pelo Millie Bobby Brown. No la soporto desde Stranger Things y lo último que necesitaba es que rompiera la cuarta pared para hablarme, gracias, que estaba yo muy tranquilo en mi salón.

Y es que el casting de "Enola Holmes" es, como poco, extraño. Helena Bonham Carter es un acierto porque ¿cuándo no lo es?. Ella te saca adelante cualquier papel, desde el más serio al más circo. Pero Henry Cavill como Sherlock es un no. Es una estrella y resulta útil si lo que quieres es vender tu película a toda costa, pero el papel le pega como a un santo dos pistolas.

Pero si por algo destaca "Enola Holmes" es por su vocación de alegato feminista. El feminismo es una parte fundamental de la película, pero estos valores a veces los transmite con acierto y otras como elefante en cacharrería. Y no vamos a entrar en lo espinoso de reducir a las sufragistas a poco menos que un comando terrorista, que ya son ganas de meterse en berenjenales, sino en la manera tan tosca en la que Netflix introduce los mensajes en sus producciones.

Hace unas semanas fui a ver el Batman de Tim Burton. En la película hay un escena en la que Michael Keaton acude al apartamento de Kim Basinger para justificarle su conducta errática y misteriosa. Ella no sabe que él es Batman, solo sabe que le ha mentido sin motivo aparente, así que le recibe ofendida y entre reproches. Llegado el momento, Keaton se cansa y la empuja a un sillón para hacerla callar y tomar él la palabra. Ella se calla. Esa escena, escrita presuntamente para arrancar risas entre un público que había normalizado este tipo de conductas machistas en el cine de los 80, provocó un silencio incómodo entre el público de 2020, probando que nuestra sociedad ha evolucionado en ese aspecto desde 1989.

Estamos en 2020, el feminismo está en boca de todos, Netflix lo sabe y quiere explotarlo en sus producciones, así que los guionistas de "Enola Holmes" tienen la directriz de escribir un personaje femenino fuerte y empoderado. Pero la manera que tienen de hacerlo es reproduciendo los mismos vicios y errores del cine machista de los 80, aunque en sentido contrario. Aquí Enola conoce a su partenaire masculino y futuro interés amoroso (porque ella no necesita a ningún hombre hasta que los guionistas deciden que sí), el Kim Basinger de esta historia, un chaval que nos presentan como un mequetrefe torpe que necesita ser salvado, al que Enola trata con condescendencia, falta al respeto y tacha de inútil: "Serás un hombre cuando yo diga que eres un hombre".
La sociedad puede haber evolucionado desde el estreno de "Batman", pero algunos guionistas no. Ellos siguen escribiendo con la misma brocha gorda de siempre, solo que adaptándose a lo que demanden los tiempos.

Pero esto no es más que un síntoma de una triste verdad. El mundo está cambiando pero Hollywood no sabe muy bien qué hacer con ello. Ven en el feminismo una oportunidad, una nueva moda susceptible de ser mercantilizada, simplificada y servida como el condimento estrella en un plato precocinado. Netflix desea muy fuerte que se note que sus producciones defienden los valores feministas, pero por desgracia a menudo son incapaces de integrar este mensaje en los guiones de una manera orgánica. Y por eso les quedan esas cuñas forzadas, esos mensajes escritos en mayúsculas con bien de exclamaciones y subrayados, no vaya a ser que alguien no lo pille. Es un cine que se sube al carro del feminismo haciendo aspavientos y agitando los brazos para llamar la atención sobre lo feminista que es. "Enola Holmes" es esa clase de película.

driveincine.blogspot.com
JRB
21 de febrero de 2021
5 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, diré que no entiendo a aquellos que la votaron con un 1 desde el primer día sin molestarse siquiera en verla (no sé qué problema tenéis con el hecho de que se haga este reboot) ni a aquellos que están comparando el carisma de los personajes de la serie original (indudable, pero desarrollado a lo largo de 7 temporadas e idealizado en el recuerdo) con el de los nuevos personajes que apenas acabamos de conocer. Es injusto comparar 7 temporadas con 1.

Dicho esto, esperaba este reboot porque disfruté mucho en su día con El Internado Laguna Negra, una serie terriblemente adictiva y loca, con numerosas virtudes y no pocos defectos (publicidad “subliminal” atroz, tramas con tendencia al absurdo, escenas gratuitas de duchas y toallas siempre que fuera posible y capítulos alargados hasta la hora y media con momentos bastante moñas a cargo del elenco infantil). Pero incluso aquellos defectos contribuían al encanto general de la serie. Uno acababa riéndose con la nueva maldad de Javier Holgado por mucho que no aportara nada a la historia principal, o con la enésima llegada en primer plano del repartidor de Mail Boxes. De hecho, la primera vez que vi el trailer de El Internado Las Cumbres, con ese colegio en las montañas al lado de un precipicio, lo primero que pensé fue en el pobre repartidor de Mail Boxes que tuviera que llegar hasta allí en cada episodio.

Afortunadamente, El Internado Las Cumbres intenta corregir aquellos defectos entregándonos una actualización de la serie original con mayor presupuesto, mejor factura audiovisual, un tono más oscuro y un muy buen trabajo detrás de las cámaras. Las localizaciones (el bosque, el colegio, la iglesia) impresionan y ofrecen múltiples posibilidades para ser exploradas en las siguientes temporadas. La trama contiene suficientes guiños y paralelismos con la de El Internado Laguna Negra como para apelar a la nostalgia (las luces en el bosque, los pasadizos, la chimenea, el tarro de cristal, la farmacéutica (esta trama reconozco que me da cierta pereza), o ese estupendo profesor de gimnasia apodado "el nazi", aunque aquí probablemente nazi de manera no literal) pero es lo suficientemente independiente como para no caer en la burda repetición y volar por libre, con un viraje hacia lo esotérico y lo satánico bastante estimulante.

Las interpretaciones son buenas en general (destacando Asia Ortega y Alberto Amarilla, aunque hay una excepción algo desastrosa entre el profesorado, pero no me gusta señalar) y los personajes de momento interesantes, no apasionantes, pero solo llevamos 8 capítulos. De momento los han presentado y están empezando a interactuar entre sí. En la serie original, por ejemplo, el personaje de Blanca Suárez no se incorporaba a la dinámica del grupo hasta el final de la tercera temporada. Noiret, el villano carismático, no despuntaba hasta la cuarta. Los chicos no descubrían la naturaleza de la organización que les atormentaba hasta el frenético capítulo final de esa cuarta temporada. Eran otros tiempos y series como Perdidos o El Internado podían permitirse el lujo de pasarse varias temporadas abriendo interrogantes sin apenas dar respuestas. Eso no es posible ahora, por la gran oferta de series y el consumo rápido que hacemos de ellas, y El Internado Las Cumbres se ve obligada a poner muchas cartas sobre la mesa y dar quizá demasiada información en esta primera temporada.

De momento, lo que he visto me ha convencido. Y ahí estaré para la segunda temporada, en la que pediría que corrigiesen algunos defectillos (no le vendría mal un poco más de humor o ligereza y menos gravedad; las apariciones fantasmales son un poco serie B y se hacen repetitivas, y el pobre Manu va camino de ser la nueva Irene Espí más que el nuevo Iván), espero que desarrollen también algunos de los personajes secundarios algo infrautilizados y que mantengan todos los aciertos que hemos visto en esta primera tanda de episodios, que no son pocos.
JRB
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