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Críticas ordenadas por utilidad
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7,1
77.386
10
29 de enero de 2009
29 de enero de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mulholland drive es una obra maestra (sin duda alguna para quién escribe). Esta afirmación se basa (entre otras) en la convicción de que este film (además de ser el mejor de Lynch, por encima aún de Cabeza borradora y terciopelo azul) se escapa a todos y cada uno de los caminos de entrada para transitarlo, clasificarlo, interpretarlo, etc.
No obstante, es de interés sumergirse en la intención de querer abarcarlo de algún modo.
Para esto, transito el camino mas corto (y más recurrente en el cine de Lynch), lo supuestamente dado, tangible y real y por oposición lo onírico y oculto. Dos pliegues yuxtapuestos de una misma realidad sin inflexión aparente, con fronteras difusas y contenidas exclusivamente en lo más profundo de la psiquis de sus personajes. La zona onírica del film presenta a una aspirante a actriz que se ve envuelta en un misterio al encontrar en casa de su tía a una mujer amnésica.
Aquí hay un manejo magistral de Lynch, los tiempos como en los sueños se dilatan y contraen arbitrariamente, hay engaños subconscientes por todas partes (habilidad de Betty para girar la trama cada vez que la vigilia se puede manifestar), hay resonancias de realidades trágicas puestas por Betty convenientemente ("esta es la chica").
Pero Lynch siempre amplia el zoom, siempre mira más cerca (como en el comienzo de terciopelo azul) para notar a decir de él que nada es lo que parece. Y todo se transmuta en una nueva realidad donde la paranoia, la culpa y la locura no conoce puertas cerradas. Mulholland drive pasa a ser la frontera física entre el derrotero del fracaso mundano y el sueño de pertenencia al “star System”.
El maestro, una vez más, se aproxima al surrealismo de una forma vívida, se sumerge en los sueños para descifrar sus mecanismos, sus simbolismos, sus contradicciones, sus ironías; universo hipnótico creado al antojo de los deseos del personaje; lugar para fantasear méritos, logros y sueños perdidos; subsuelo oscuro de la conciencia; escondite de las perversiones.
Todo esto, conjugado en un misterio que pasea a gusto las emociones del espectador, que saltea la lógica en un espiral espacio-temporal opresivo y perturbador, donde la memoria existe para ocultarse en la penumbra de cualquier rincón.
No obstante, es de interés sumergirse en la intención de querer abarcarlo de algún modo.
Para esto, transito el camino mas corto (y más recurrente en el cine de Lynch), lo supuestamente dado, tangible y real y por oposición lo onírico y oculto. Dos pliegues yuxtapuestos de una misma realidad sin inflexión aparente, con fronteras difusas y contenidas exclusivamente en lo más profundo de la psiquis de sus personajes. La zona onírica del film presenta a una aspirante a actriz que se ve envuelta en un misterio al encontrar en casa de su tía a una mujer amnésica.
Aquí hay un manejo magistral de Lynch, los tiempos como en los sueños se dilatan y contraen arbitrariamente, hay engaños subconscientes por todas partes (habilidad de Betty para girar la trama cada vez que la vigilia se puede manifestar), hay resonancias de realidades trágicas puestas por Betty convenientemente ("esta es la chica").
Pero Lynch siempre amplia el zoom, siempre mira más cerca (como en el comienzo de terciopelo azul) para notar a decir de él que nada es lo que parece. Y todo se transmuta en una nueva realidad donde la paranoia, la culpa y la locura no conoce puertas cerradas. Mulholland drive pasa a ser la frontera física entre el derrotero del fracaso mundano y el sueño de pertenencia al “star System”.
El maestro, una vez más, se aproxima al surrealismo de una forma vívida, se sumerge en los sueños para descifrar sus mecanismos, sus simbolismos, sus contradicciones, sus ironías; universo hipnótico creado al antojo de los deseos del personaje; lugar para fantasear méritos, logros y sueños perdidos; subsuelo oscuro de la conciencia; escondite de las perversiones.
Todo esto, conjugado en un misterio que pasea a gusto las emociones del espectador, que saltea la lógica en un espiral espacio-temporal opresivo y perturbador, donde la memoria existe para ocultarse en la penumbra de cualquier rincón.

5,9
52.527
10
13 de marzo de 2012
13 de marzo de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Difícil tarea poner a juicio el árbol de la vida. Igual de difícil que evaluar el trabajo de un artista cuando es sincero, cuando no miente ni oculta; cuando ha sufrido, cuándo no escapa a la opción desangrarse en público.
Más delicado aún cuando lo realiza como un regalo al espectador, una ofrenda bella, inmaterial, inestable y quebradiza.
La vieja discusión de forma y función o contenido tendrá aquí un capítulo más, un testimonio claro de que siempre fueron uno; que lo otro es capricho, pretensión, artefacto, monumentalidad inerte o simplicidad presumida.
Malick apuesta al arte, deja de lado la narrativa convencional para crear belleza e infinitud haciendo cine, su modo de entender el cine. El artista verdadero nunca es pretencioso, no presume sino transfiere, una idea, una vida, un sentimiento. El artista hace porque no puede guardar.
Puedo decir no olvidaré nunca esa cámara deambulando en los fragmentos de la memoria, vagando en el tiempo y encontrando la infancia; retratándola tan vívida, tan precisa, lejana y contigua. La vida abriéndose paso por pastizales, entre zaguanes y escaleras, entre sábanas y despertares, la alegría, la ausencia, la risa, el tedio; los auténticos sonidos del pasado.
Los umbrales de la reminiscencia atravesados con una poética que apunta a lo sensorial, un fluir de imágenes y emociones, una experiencia puramente visual que no se inscribe en formalidades. Como las grandes obras arriesga mucho y gana. Gana el cine y el espectador, gana el arte transformando al audiovisual en medio; como debe ser para los que creemos que hay una única forma de arte con infinidad de medios y variaciones; aquél que cuestiona, innova, transmite y siempre es sincero en la búsqueda de sus objetivos.
Por esto y a pesar de su casi abrupto y no tan logrado desenlace (cuestión de duración probablemente) la considero una obra única, una experiencia intransferible, insondable y bella por sobre todas las cosas; que la coloca entre las grandes obras del cine de estos tiempos
Más delicado aún cuando lo realiza como un regalo al espectador, una ofrenda bella, inmaterial, inestable y quebradiza.
La vieja discusión de forma y función o contenido tendrá aquí un capítulo más, un testimonio claro de que siempre fueron uno; que lo otro es capricho, pretensión, artefacto, monumentalidad inerte o simplicidad presumida.
Malick apuesta al arte, deja de lado la narrativa convencional para crear belleza e infinitud haciendo cine, su modo de entender el cine. El artista verdadero nunca es pretencioso, no presume sino transfiere, una idea, una vida, un sentimiento. El artista hace porque no puede guardar.
Puedo decir no olvidaré nunca esa cámara deambulando en los fragmentos de la memoria, vagando en el tiempo y encontrando la infancia; retratándola tan vívida, tan precisa, lejana y contigua. La vida abriéndose paso por pastizales, entre zaguanes y escaleras, entre sábanas y despertares, la alegría, la ausencia, la risa, el tedio; los auténticos sonidos del pasado.
Los umbrales de la reminiscencia atravesados con una poética que apunta a lo sensorial, un fluir de imágenes y emociones, una experiencia puramente visual que no se inscribe en formalidades. Como las grandes obras arriesga mucho y gana. Gana el cine y el espectador, gana el arte transformando al audiovisual en medio; como debe ser para los que creemos que hay una única forma de arte con infinidad de medios y variaciones; aquél que cuestiona, innova, transmite y siempre es sincero en la búsqueda de sus objetivos.
Por esto y a pesar de su casi abrupto y no tan logrado desenlace (cuestión de duración probablemente) la considero una obra única, una experiencia intransferible, insondable y bella por sobre todas las cosas; que la coloca entre las grandes obras del cine de estos tiempos

8,0
159.851
3
29 de diciembre de 2010
29 de diciembre de 2010
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil realizar una crítica objetiva cuando siente que ha visto un mamotreto pedante, hueco, estúpido y sin sentido. Pero además si ni siquiera entretiene, ni se suscribe a las ridículas y afectadas reglas que la misma plantea; ya la cosa se pone seria. Ahí comienza la indignación…..
El film es un compendio de lugares comunes mal hilvanados, anunciando a cada paso el siguiente; el paroxismo de lo hueco, lo insustancial, lo redundante, lo plano. El laberinto de Nolan es un dibujo en una hoja de papel, el plegado explícito y sin sugerencia alguna de la ciudad, la paradoja es una escalera y la disociación de identidad es el antagonismo sueño-vigilia hacia el infinito.
Recordar los últimos veinte minutos de la magistral Inland Empire, atravesando los umbrales, el torrente emocional se despliega hacia todos lados, lo laberíntico concluye hacia esa habitación, y dentro la cara difusa de un ser, del mal que se ocultaba tras los pliegues de la conciencia, el disparo que devuelve la imagen, donde se guardaba ese cuadro de Dorian, en el subsuelo más profundo del subconsciente. Luego la redención y el fin de la crisis de identidad, se va emergiendo de a poco y nos sentimos aliviados.
Comparar esto con las secuencias paralelas sobreexpuestas de Nolan (perdón las capas, o sueños dentro de sueños, jeje)
Lynch o vuelves pronto a filmar o le practicas una inception al amigo Christopher
El film es un compendio de lugares comunes mal hilvanados, anunciando a cada paso el siguiente; el paroxismo de lo hueco, lo insustancial, lo redundante, lo plano. El laberinto de Nolan es un dibujo en una hoja de papel, el plegado explícito y sin sugerencia alguna de la ciudad, la paradoja es una escalera y la disociación de identidad es el antagonismo sueño-vigilia hacia el infinito.
Recordar los últimos veinte minutos de la magistral Inland Empire, atravesando los umbrales, el torrente emocional se despliega hacia todos lados, lo laberíntico concluye hacia esa habitación, y dentro la cara difusa de un ser, del mal que se ocultaba tras los pliegues de la conciencia, el disparo que devuelve la imagen, donde se guardaba ese cuadro de Dorian, en el subsuelo más profundo del subconsciente. Luego la redención y el fin de la crisis de identidad, se va emergiendo de a poco y nos sentimos aliviados.
Comparar esto con las secuencias paralelas sobreexpuestas de Nolan (perdón las capas, o sueños dentro de sueños, jeje)
Lynch o vuelves pronto a filmar o le practicas una inception al amigo Christopher
10
30 de marzo de 2009
30 de marzo de 2009
10 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias Theo. Aunque te tilden de pretencioso, aburrido y pedante te has despachado con las más bellas imágenes vistas en años.
Esa paciencia de viejo maestro, esa poesía que desprende un profundo amor al cine, a contar historias; te mandas a buscar esos rollos perdidos, esa primera mirada, la inocencia en esos ojos, y nos regalas una nostálgica odisea a través de la memoria; a través de los conflictos que asedian tus Balcanes hace ya más de cien años. Pocos adoran la imagen como vos, la visualidad pura, como continente de la idea, trasmisor de lo simbólico y sostén de lo poético.
Alguien puede quedar indiferente ante la escena del baile familiar? Ante la mirada de Lenin alejándose en barco por el Danubio? Ante esa magistral escena final en la neblina, en ese margen borroso donde aparece sigilosa la muerte?.
Por momentos,¡ como me haces acordar al enorme Andrei !
No tengo dudas, obra maestra como pocas se ven.
Esa paciencia de viejo maestro, esa poesía que desprende un profundo amor al cine, a contar historias; te mandas a buscar esos rollos perdidos, esa primera mirada, la inocencia en esos ojos, y nos regalas una nostálgica odisea a través de la memoria; a través de los conflictos que asedian tus Balcanes hace ya más de cien años. Pocos adoran la imagen como vos, la visualidad pura, como continente de la idea, trasmisor de lo simbólico y sostén de lo poético.
Alguien puede quedar indiferente ante la escena del baile familiar? Ante la mirada de Lenin alejándose en barco por el Danubio? Ante esa magistral escena final en la neblina, en ese margen borroso donde aparece sigilosa la muerte?.
Por momentos,¡ como me haces acordar al enorme Andrei !
No tengo dudas, obra maestra como pocas se ven.
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