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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de mayo de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas compuesta de varias historias, unidas por algo que les es común, ha llegado a constituir un auténtico género en el cine. Dentro de ellas, se distinguen perfectamente aquéllas en las que las distintas historias están dirigidas por una misma persona de aquellas otras que vienen a ser una especie de concurso de directores, lo que, sin quererlo, suele conducir a excesos o a amaneramientos.

En esta ocasión las cuatro historias están dirigidas por un solo director, Kevin Connor. Con ello se logra una cierta homogeneidad de estilo entre las cuatro historias que, sin embargo, se plantean como plenamente diferenciadas. La película se sitúa muy al principio de la carrera del director y, de alguna manera, parece un ejercicio de estilo. Es un acierto ligar las cuatro historias con la figura de un peculiar anticuario y con unos deslices morales de sus clientes, así como mantener un cierto tono siniestro que no parece precisar ni oscuridades ni sonidos tenebrosos. Que, incluso, no duda en intercalar aspectos de comicidad real.

La película entretiene, es amable y mantiene la atención. Y lo hace a pesar del peso de los años.
25 de febrero de 2013
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Al morir la noche” (Death of night) es un película de la Ealing que utiliza el esquema de pequeños episodios dirigidos por distintos directores. Ese esquema, sin duda, tiene el inconveniente de ofrecer en ocasiones una cierta desigualdad entre la calidad de sus partes, incluso del estilo de esas partes. En todo caso, esta películas tienen un tema común que imponen a sus episodios y que, en este caso, es el de los fantasmas o, más generalmente, de las presencias extrañas. Se trata de un tema especialmente caro para los británicos; sus fantasmas tiene una calidad no equiparable a los de otros de distinta procedencia.
En los momentos actuales, muchas películas tratan de recrear ambientes los años cuarenta, por ejemplo, pero eso jamás podrá lograr una autenticidad como la que respira la película rodada precisamente en esos años como actual. Aunque quizá no es lo que pasa en esta película que parece apuntar a un periodo anterior, como puede ser el de los años treinta.
“Al morir la noche” tiene una indudable originalidad en su concepción global. Sorprende inicialmente la actitud extraña del recién llegado a una reunión en una vivienda campestre, Pronto quedará explicado y la película quedará situada en una órbita que ya no abandonará y que dará finalmente un giro final que es lo más brillante de la película al que, por su mayor extensión, se relega al spoiler.
Volviendo al aspecto del desequilibrio de los episodios, es evidente, que uno de ellos, el de los golfistas, desentona gravemente del nivel creado por los anteriores. En general los episodios saben crear inteligentemente inquietud, sin llegar a crear terror y, ni siquiera, temor. Un segundo mérito es que, en general, tienen una conclusión rápida que deja un pequeño margen de interpretación al espectador, cosa que siempre se agradece.
Esto permite referirse al hecho que desde entonces, 1945, a nuestros días aquí algo ha cambiado en el cine y es el propio espectador. El espectador actual es mucho más sagaz y perceptivo, en el sentido simple de que no requiere que se le expliquen muchas cosas de manera explícita para entender lo que se le quiere decir. Ese predominio de lo implícito sobre lo explícito, lo sugerido frente a lo explicado, se produce en todos los terrenos con excepción, curiosamente del sexual.
Esto mismo puede aplicarse al sonido aportado por Georges Auric. Una banda sonora extraordinaria pero que tiene aspectos propios de la música clásica que pudiéramos llamar tradicional, lejana de la música que acompaña actualmente a las películas que en tantas ocasiones se identifica más con el sonido (no precisamente el ruido) que con la música.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quizá lo más destacado y plausible de “Al morir la noche” sea su final, que repite exactamente su principio. Todo está articulado sobre cinco episodios diversos que se engarzan en una situación peculiar: seis personas que se reúnen en una vivienda rustica inglesa. Tras lograr ese engarce, se van presentado lo0s episodios, se llega al climax necesario y, por fin, se desemboca en la clásica solución de la pesadilla. La vulgaridad esta explicación se supera sin respiro por medio de la inmediata repetición de la misma escena inicial, invitando a una interpretación circular de la historia. Un nuevo guiño, en definitiva, al espectador; una nueva invitación a su imaginación.
16 de agosto de 2010
16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El preguntarse como una película como ésta llega batir records de taquilla y, peor aún, es considerada como una película maestra conduce a la melancolía. Al parecer parte el entusiasmo se debe a la presencia de Joker en el papel desempeñado por Heath Ledger poco antes de morir y con el que gano el Oscar al mejor actor secundario, quizá homenaje tras su desparición. El propio Ledger tras un estudio del personaje lo identifico como un psicópata o sociópata, un ser carente de conciencia y empatía, un asesino en serie. Un dato importante porque Nolan le dejó desarrollar el personaje de la forma que quisiera e incluso, diciendo lo que se le ocurriera.
La carrera de Nolan parece deslizarse desde un momento en que se nomina como candidato al Oscar de mejor guión original con Memento a estos momentos en que, sin dejar de intervenir en los guiones y en la dirección parece inclinarse más por la producción y por el negocio.
El caballero oscuro es una película de frases vacías, esquemáticos toques románticos, pasarela de cacos torpes, fantasías técnicas, situaciones irreales e inverosimilitudes. Todo ello entre interminables sucesiones de planos picados de Ghotam, carreras de coches, pirotecnia a gogó, explosiones y llamaradas, y multitudes tontas y manipuladas. Escenas, por otra parte, vistas mil veces y ya hastiantes cuando se prodigan con esa insistencia en una misma película.
Ahora bien, Nolan a esa pobreza de guión superpone una técnica brillante y de relumbrón que parece destinada a marear al espectador, intercalando planos y escenarios, fragmentando la narración hasta privarla de sentido las pocas ocasiones que parece tenerlo y ocultado su ausencia en las restantes con efectos especiales.
Mención aparte merece la música. Para ser más exactos, el sonido; o mejor: el ruido. Porque Hans Zimmer, el prolífico compositor de bandas sonoras , convierte a la película en una pesada sucesión de fortísimos, crescendos o simples ruidos de fondo. Da la impresión de que, como los pianistas en el cine mudo, se sienta ante la proyección de la película y mueve los mandos con los que gobierna la música electrónica. En muchos momentos recuerda a Manolo el del Bombo, sin más. Y no es cuestión es que su música sea actual, porque también los son las de Glass o las de Nyman, sino que es malísima. En fin, otro listo que sabe lo que vale el decibelio como cautivador de masas.
30 de noviembre de 2012
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Novecento es una película en la que los aspectos formales, siendo los más destacables, son desbordados por unos contenidos materiales de escasa calidad. Una buena fotografía y una buena música, por ejemplo, están puestos al servicio de una historia pobre y deshilvanada que se intenta articular sobre la idea de una amistad infantil que tampoco resulta ser verdadera amistad sino simple convivencia tormentosa.
La película pretende ser realista, pero no resulta convincente en ese sentido. Desde el principio está escorada, vencida por la ideología de Bertolucci. Toda ideología, sea del signo que sea, es una amenaza para la categoría artística de una película porque así, sin apenas excepciones, termina convirtiéndola en un simple panfleto destinado al adoctrinamiento.
Sobre Novecento pesa además la losa de un peculiar mani-queismo. Ya se sabe, los buenos son muy buenos, y los malos son muy malos. Pero es un maniqueísmo peculiar porque a la hora de la verdad, quienes tienen el poder en cada momento rezuman crueldad e inhumanidad, odio y venganza.
En este sentido se trata de una película profundamente pesimista, donde no hay personaje al que agarrarse y que concluye con un final que proclama el pretendido carácter eterno de la lucha de clases. En este sentido la película refleja el lógico deterioro que, desde esas premisas, ha producido el paso del tiempo. Que es más notable al tener en cuenta la pretenciosidad con que fue rodada la película. Cuando han pasado treinta y seis años desde que fue rodada, se nos ofrece más como una pieza de museo que reposa en las vitrinas correspondientes al cine politizado. Las escenas claramente filmadas pour épater les bourgeois distan de apoyar la calidad de la película y la alejan del mensaje que pretende transmitir.
La calidad de los valores formales de la película impide que se pueda calificar ésta de mala y ni siquiera de pasable. Pero la ideología es un plomo que pesa en sus alas. Hace que los personajes resulten por momentos bastante irreales y artificiosos, representando algo así como unos arquetipos deshumanizados. La interpretación de unos artistas de cuya calidad no se puede dudar refleja esos problemas de inconsistencia del guión.
26 de agosto de 2012
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno se compra el DVD tras haber elegido antes otros cuantos en su mayor parte de viejos títulos. Lo hace por ver el espectáculo de la rebelión contra la famosa Academia y todo el tinglado oficial o no oficial sobre el que se monta el triste negocio del cine español. Y se encuentra con una película extraña que le sorprende.
Como sorprende que gran parte de las criticas se vuelquen, más que en la propia película, en los aspectos de zafiedad y grosería que en algunos momentos tiene la película y en la dudosa moralidad de algunos personajes. Zafiedad e inmoralidad que rezuman tantas películas y que no son criticadas por ello. Nadie puede negar hasta que punto son una zafiedad e inmoralidad que es la que caracteriza a gran parte de la sociedad española que parece dispuesta a refocilarse en ella. Nadie puede negar que la zafiedad que vemos en la película, singularmente la verbal, sea artificial. Ni que en momentos sea exagerada y hasta molesta, pero eso también sucede en la vida real y, por descontado, en la televisión.
De la película como obra cinematográfica en sí se habla poco. Técnicamente muestra una gran habilidad narrativa. Partiendo de las limitaciones, voluntarias o impuestas, de los medios técnicos, la cámara se ve obligada a reducir sus movimientos y sustituirlos por una ágil sucesión de planos, alternados por visiones de objetos que vertebran los monólogos, sin ser nunca la cámara loca que finge ser la videocámara de un aficionado. Todo adoptando ese aire de documental que no es tal. El guiño final de Carmina es la culminación del guiño continuado que el director dirige al espectador a lo largo de toda la película.
La simplicidad argumental se apoya perfectamente sobre cuatro personajes que rebosan naturalidad y cuyas personalidades apenas se apuntan pero lo hacen de forma suficiente para ser expresivas. Lo que requiere las buenas interpretaciones que encontramos. Son personajes que aun careciendo de virtudes no dejan de resultar entrañables.
Más abajo subyace la vieja rencilla entre lo legal y lo justo. O si se quiere, entre la justicia formal y la justicia material.
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