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6,5
1.170
7
28 de diciembre de 2015
28 de diciembre de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como un engranaje supeditado a las condiciones sociales que vive actualmente Europa y a la crisis que sufre una buena parte de la sociedad, la historia escrita y dirigida por Ramin Bahrani centrada en Norteamérica resulta de manera bastante obvia extensible a otros lugares del mundo. Un drama social en torno a los tan famosos desahucios (muy conocidos por desgracia aquí en España) que conforma una ferviente demostración de una de las múltiples variantes del descontento social actual, en un relato que sigue a un padre en su intento por recuperar su casa mientras trabaja para el hombre causante de su situación.
Sin demasiadas sutilezas pero con una probada eficacia, el director golpea una y otra vez en la desesperación familiar, en las tenues brisas de esperanza y en la corrupción de un sistema económico basado en lo puramente económico, valga la redundancia. ’99 homes’ pone al descubierto la cara conocida por todos, la de la avaricia y las entrañas de un sistema bancario caduco y beneficioso para los de siempre, a la par que desenmascara la caída y redención del trabajador, la llamada del dinero y el poder. Surte efecto como una potente crítica a la deshumanización de las altas esferas y regodea su visión en las consecuencias familiares, y sin embargo, son las notables interpretaciones de Andrew Garfield y Michael Shannon las que van marcando el interés de una cinta que atrapa y engancha. Habría cabido esperar una resolución más contundente y con los pies en el suelo, acorde al metraje mostrado, pero Bahrani resta impacto a su protagonista y pone mano blanda para una historia que reclamaba un punto y final de mayor realismo.
Desmonta los sinuosos y envenenados caminos del ascenso a la cima y deconstruye la honestidad del hombre para mostrar la cara más necesitada del obrero, una trayectoria de la necesidad real a la avaricia directa y sin concesiones. Al final, ’99 homes’ podría ser perfectamente un alegato en términos cinematográficos de un movimiento como el 15M, una representación aproximada para los políticos y empresarios que no salen a la calle a mirar el mundo en el que viven, donde quizás un acercamiento al séptimo arte, actuando una vez más como expresión del pueblo y voz protestante, les abra un poco los ojos. O no.
Más críticas en: elseptimocritico.wordpress.com
Sin demasiadas sutilezas pero con una probada eficacia, el director golpea una y otra vez en la desesperación familiar, en las tenues brisas de esperanza y en la corrupción de un sistema económico basado en lo puramente económico, valga la redundancia. ’99 homes’ pone al descubierto la cara conocida por todos, la de la avaricia y las entrañas de un sistema bancario caduco y beneficioso para los de siempre, a la par que desenmascara la caída y redención del trabajador, la llamada del dinero y el poder. Surte efecto como una potente crítica a la deshumanización de las altas esferas y regodea su visión en las consecuencias familiares, y sin embargo, son las notables interpretaciones de Andrew Garfield y Michael Shannon las que van marcando el interés de una cinta que atrapa y engancha. Habría cabido esperar una resolución más contundente y con los pies en el suelo, acorde al metraje mostrado, pero Bahrani resta impacto a su protagonista y pone mano blanda para una historia que reclamaba un punto y final de mayor realismo.
Desmonta los sinuosos y envenenados caminos del ascenso a la cima y deconstruye la honestidad del hombre para mostrar la cara más necesitada del obrero, una trayectoria de la necesidad real a la avaricia directa y sin concesiones. Al final, ’99 homes’ podría ser perfectamente un alegato en términos cinematográficos de un movimiento como el 15M, una representación aproximada para los políticos y empresarios que no salen a la calle a mirar el mundo en el que viven, donde quizás un acercamiento al séptimo arte, actuando una vez más como expresión del pueblo y voz protestante, les abra un poco los ojos. O no.
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6,4
21.211
8
5 de abril de 2015
5 de abril de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los viajes en el tiempo siempre han sido un tema recurrente en la ciencia ficción, y en los últimos tiempos se están poniendo en alza con películas como Looper o Código Fuente, aunque más por la calidad que por la cantidad. Los hermanos Spierig nos ofrecen una nueva entrega de este género de doble filo, donde el tratamiento y la consistencia que tengan estos viajes dentro de la historia suele ser motivo de fracaso o éxito de dicho film.
¿Y qué tal se mueve Predestination en este juego? Pues como pez en el agua. La manera en que estos hermanos "semi-novatos" tratan a la historia en el contexto del tiempo es realmente formidable, creando un enrevesado orden cronológico que a medida que avanza la película vamos descubriendo y encajando las piezas de un puzle que, a priori, es bastante complejo, pero en el que un gran guion consigue que al final consigamos entender todo el conjunto, solamente dejándonos los detalles y las conexiones para nuestra reflexión. La dirección es estupenda y los actores están francamente bien, con un Ethan Hawke que cumple sobradamente y una prometedora Sarah Snook, que se revela como una sorprendente actriz bastante talentosa.
Hay ciertos detalles de la historia que están cogido con pinzas, es cierto, pero el ritmo de la segunda mitad (y donde empiezan a surgir los verdaderos descubrimientos) te atrapa y te engancha, siendo imposible soltarse hasta que los 97 minutos de la película acaban. Es toda una paradoja temporal bien construida e hilvanada, compleja pero fácil de entender y sobre todo, bien llevada. Predestination no innova ni lo pretende, pero le da varias vueltas de tuercas hasta componer un cuadro donde hay sitio para las identidades, el destino, el tiempo, la búsqueda del lugar que nos corresponde y el propósito de la vida.
No le busques los tres pies al gato y déjate embaucar por el laberinto que propone Predestination, un film inteligente, cautivador y bien realizado, lo cual no es nada fácil encontrar en los últimos tiempos. Una propuesta a la que al menos deberías darle una oportunidad, seas o no un amante del género.
¿Y qué tal se mueve Predestination en este juego? Pues como pez en el agua. La manera en que estos hermanos "semi-novatos" tratan a la historia en el contexto del tiempo es realmente formidable, creando un enrevesado orden cronológico que a medida que avanza la película vamos descubriendo y encajando las piezas de un puzle que, a priori, es bastante complejo, pero en el que un gran guion consigue que al final consigamos entender todo el conjunto, solamente dejándonos los detalles y las conexiones para nuestra reflexión. La dirección es estupenda y los actores están francamente bien, con un Ethan Hawke que cumple sobradamente y una prometedora Sarah Snook, que se revela como una sorprendente actriz bastante talentosa.
Hay ciertos detalles de la historia que están cogido con pinzas, es cierto, pero el ritmo de la segunda mitad (y donde empiezan a surgir los verdaderos descubrimientos) te atrapa y te engancha, siendo imposible soltarse hasta que los 97 minutos de la película acaban. Es toda una paradoja temporal bien construida e hilvanada, compleja pero fácil de entender y sobre todo, bien llevada. Predestination no innova ni lo pretende, pero le da varias vueltas de tuercas hasta componer un cuadro donde hay sitio para las identidades, el destino, el tiempo, la búsqueda del lugar que nos corresponde y el propósito de la vida.
No le busques los tres pies al gato y déjate embaucar por el laberinto que propone Predestination, un film inteligente, cautivador y bien realizado, lo cual no es nada fácil encontrar en los últimos tiempos. Una propuesta a la que al menos deberías darle una oportunidad, seas o no un amante del género.

6,3
27.303
7
12 de noviembre de 2015
12 de noviembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El contador empieza a sumar y en pantalla vemos una larga calle. Durante los próximos tres minutos, un largo plano secuencia va dibujando de forma precisa las bases sobre las que se asienta la cinta, y una tensa sensación se apodera en escasos segundos. Con una rotación sobre sí misma, la cámara enseña y deja reposar, una chica sale corriendo desde su casa para acto seguido volver y repetir el proceso, en principio sin motivo alguno. Una escena que podría ser de cualquier película del género, pero con una exquisita realización y una elegante técnica que la desmarca desde el principio de cualquier otro producto que hayamos visto en años. ‘It Follows’ es el segundo largometraje de David Robert Michell, una “indie” de terror que cuenta la historia de Jay, una joven de 18 años que tras realizar su primer acto sexual con su novio, se ve envuelta en una pesadilla donde la persecución y la estela de ese momento le atormentara en la forma de un ente desconocido.
Y a partir de esa premisa, un aparente déjà vu tantas veces presenciado puede hacernos caer en el equívoco prejuicio de estar ante otra más, pero alejándose de la presunta realidad y a pesar de la reiteración de situaciones similares que van sucediendo a lo largo del film, todo sabe a nuevo con un regusto a lo clásico y tradicional pues ciertos aspectos remiten al cine de John Carpenter, tratando el material con un refinado estilo y una viva fascinación por el poder las imágenes. Mitchell saca jugo a cada plano, cada toma de sus personajes y cada punto estratégico de los lugares de la historia, relatándonos lo que es al fin y al cabo una constante “persecución-escape”, pero utilizando los entornos abiertos en vez de los cerrados (claustrofóbicos y tópicos) escenarios del terror más común. Por ello, el doble mérito de manejar el suspense y la tensión con maestría, envolviendo a sus elementos en una atmósfera de inquietud y fría extrañeza con una puesta en escena soberbia donde el lenguaje visual es tan protagonista como Maika Monroe, quien otorga una solvente actuación y echa sobre sus hombros la mayor carga emocional. Pero si bien hacíamos referencia al cine de Carpenter como guía, su presencia se encuentra más en la forma que en el contenido puesto que la parte más interesante de esta ‘It Follows’ se encuentra más en su mensaje encriptado que en su figura. Y aquí resulta inevitable sumergirse en el simbolismo tan característico de David Lynch, donde un tema en concreto es el que sirve como sustento a la narración, utilizando como pocos han hecho al género como excusa para tratar, en esta ocasión, el sexo y no como maquinaria de sustos.
No es casualidad que el detonante de las situaciones y el acoso sufrido por la protagonista sea su primera relación sexual y que con ella a su vez se acaben los problemas. De una forma metafórica y explícita, asistimos ante el clásico punto de partida de ser sobrenatural persigue a chica/chico para, efectivamente, regalarnos de manera excepcional las dosis requeridas de tensión y sin embargo, detrás de ello se esconde la visión del director de un retrato sórdido de la realidad social. Una muestra en clave del sexo como punto y aparte, como inicio de los temores y los problemas y el paso definitivo hacia la adultez, dejando atrás toda inocencia y entrando en el mundo de las sombras, lugar del que no hay escapatoria. Mientras, reproduce la conducta actual de las jóvenes generaciones y es en ese terreno cuando la línea entre el retrato y la crítica se hace más difusa, poniendo sobre la mesa el debate entre el acto sexual y el amor, las consecuencias en su (no) interrelación y dejando en el aire pistas para desentrañar el mensaje, especialmente en su plano final, tan reflexivo como verdadero. Es pues, una innovación importante en un tipo de cine no muy dado a las segundas lecturas y mucho menos a lagos tan profundos en el que pocos atreven a mojarse. Mitchell no cambia las formas, pero las maximiza y le añade una bienvenida ración de nuevas capas a un producto, hasta cierto punto, original, y que solo su reiteración en su esquema durante el metraje le pone algunas trabas a esta nueva forma de terror. Una vez más, el cine independiente vuelve a ofrecer lo que los productos comerciales no pueden mayormente: una elegante experiencia, magnética y con nuevas pautas bajo el brazo.
Más críticas en: elseptimocritico.wordpress.com
Y a partir de esa premisa, un aparente déjà vu tantas veces presenciado puede hacernos caer en el equívoco prejuicio de estar ante otra más, pero alejándose de la presunta realidad y a pesar de la reiteración de situaciones similares que van sucediendo a lo largo del film, todo sabe a nuevo con un regusto a lo clásico y tradicional pues ciertos aspectos remiten al cine de John Carpenter, tratando el material con un refinado estilo y una viva fascinación por el poder las imágenes. Mitchell saca jugo a cada plano, cada toma de sus personajes y cada punto estratégico de los lugares de la historia, relatándonos lo que es al fin y al cabo una constante “persecución-escape”, pero utilizando los entornos abiertos en vez de los cerrados (claustrofóbicos y tópicos) escenarios del terror más común. Por ello, el doble mérito de manejar el suspense y la tensión con maestría, envolviendo a sus elementos en una atmósfera de inquietud y fría extrañeza con una puesta en escena soberbia donde el lenguaje visual es tan protagonista como Maika Monroe, quien otorga una solvente actuación y echa sobre sus hombros la mayor carga emocional. Pero si bien hacíamos referencia al cine de Carpenter como guía, su presencia se encuentra más en la forma que en el contenido puesto que la parte más interesante de esta ‘It Follows’ se encuentra más en su mensaje encriptado que en su figura. Y aquí resulta inevitable sumergirse en el simbolismo tan característico de David Lynch, donde un tema en concreto es el que sirve como sustento a la narración, utilizando como pocos han hecho al género como excusa para tratar, en esta ocasión, el sexo y no como maquinaria de sustos.
No es casualidad que el detonante de las situaciones y el acoso sufrido por la protagonista sea su primera relación sexual y que con ella a su vez se acaben los problemas. De una forma metafórica y explícita, asistimos ante el clásico punto de partida de ser sobrenatural persigue a chica/chico para, efectivamente, regalarnos de manera excepcional las dosis requeridas de tensión y sin embargo, detrás de ello se esconde la visión del director de un retrato sórdido de la realidad social. Una muestra en clave del sexo como punto y aparte, como inicio de los temores y los problemas y el paso definitivo hacia la adultez, dejando atrás toda inocencia y entrando en el mundo de las sombras, lugar del que no hay escapatoria. Mientras, reproduce la conducta actual de las jóvenes generaciones y es en ese terreno cuando la línea entre el retrato y la crítica se hace más difusa, poniendo sobre la mesa el debate entre el acto sexual y el amor, las consecuencias en su (no) interrelación y dejando en el aire pistas para desentrañar el mensaje, especialmente en su plano final, tan reflexivo como verdadero. Es pues, una innovación importante en un tipo de cine no muy dado a las segundas lecturas y mucho menos a lagos tan profundos en el que pocos atreven a mojarse. Mitchell no cambia las formas, pero las maximiza y le añade una bienvenida ración de nuevas capas a un producto, hasta cierto punto, original, y que solo su reiteración en su esquema durante el metraje le pone algunas trabas a esta nueva forma de terror. Una vez más, el cine independiente vuelve a ofrecer lo que los productos comerciales no pueden mayormente: una elegante experiencia, magnética y con nuevas pautas bajo el brazo.
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6,4
14.335
7
14 de septiembre de 2015
14 de septiembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quien iba a decir que ese actor que tantas veces se paseó por la pantalla en la serie ‘Aquí no hay quien viva’ iba a firmar una ópera prima como la que nos ocupa. Tras dirigir un cortometraje y tentar varias veces la silla del director, Daniel Guzman por fin cumple uno de sus grandes objetivos con ‘A cambio de nada’, la primera película dirigida por el madrileño que supone un notable logro, llenando de naturalidad situaciones comprometidas y descubriendo a dos jóvenes actores que esperemos, tengan una larga trayectoria por delante.
La cinta cuenta la historia de Darío (Miguel Herrán), un niño de 16 años con multitud de problemas: sus padres están separados, las notas en el colegio no son las mejores y su vida resulta un infierno día tras día. Solo Luismi (Antonio Bachiller), su vecino y amigo incondicional desde pequeño, resulta un respiro en la rutina y un día, cuando su límite ya ha sido sobrepasado, decide escaparse de casa y vivir su propia vida.
No hay nada más satisfactorio que sentarse a disfrutar de una película por la que no tenías grandes expectativas y contemplar con sumo agrado una refrescante sorpresa. Y si encima es un producto nacional como el presente, el regocijo es mayor. Y es que si bien no estamos ante un gran film, ‘A cambio de nada’ sí es una propuesta sólida y con unos objetivos claramente fijados y conseguidos con éxito. Daniel Guzmán sorprende tras las cámaras relatando varios microcosmos dentro de un macrocosmos, es decir, pequeñas historias dentro de una historia mayor integradas en un guion hábil y llenos de diálogos tan sumamente cotidianos que nos veremos a nosotros mismos en los papeles de los protagonistas.
El director nos lleva a recorrer el mismo camino que su protagonista Darío, centrándose exclusivamente en sus vivencias y a través de ellas, presenciando la rutina de la gente que le rodea. De esta manera y dado el carácter problemático de la figura del protagonista, el film va explorando de manera acertadísima muchísimos temas y de distintas índoles, aunque siempre centrado en el individuo, la sociedad y las distintas generaciones, con especial atención a la adolescencia y las influencias del hábitat en el que sobrevive. Nuestro joven de dieciséis años pasa muchos calvarios y ciertamente, con mucho tópico metido, pero siempre tratado de una manera que es imposible mostrarlo de manera más apegada a la realidad y dándole consistencia. Porque hay una diferencia importante que las separa de otras películas del mismo genero y es que Guzmán no cuenta, sino que muestra. Rodada impecablemente y claramente con vocación humanista, el film no se mete en aguas melancólicas, de amargura o simplemente compasiva, no busca conmover ni representar, solo sigue a su intérprete y nos revela su vida, nos muestra, nos exhibe su rutina y todo los problemas que forman parte de él, en un estupendo ejercicio de puro realismo. Directa, con mil y un matices y sin edulcorantes (lo que contribuye enormemente su casi inexistente composición de melodías), el madrileño consigue con su sencillez llegar al espectador con escasos medios, poniendo al servicio de la obra una amalgama de personalidades tremendamente eficaz.
Y es precisamente en esas personalidades donde triunfa la historia, apoyadas en unos diálogos rebosantes de espontaneidad e impregnados en la deliciosa corriente de lo mundano. Así, y a pesar de que el reparto y los personajes en general están estupendos, es de justicia destacar a los dos protagonistas que suponen los descubrimientos más sorprendentes del largometraje junto a su director. Miguel Herrán y Antonio Bachiller cargan con sus personajes la mayor parte del metraje y sostienen sobre sus hombros un film complicado de interpretar por su carga dramática y la sutileza y naturalidad de la que tienen que hacer gala, cumpliendo con nota en sus debuts cinematográficos y dejándonos a dos actores españoles a tener en cuenta en el futuro. Otros nombres como Luis Tosar, María Miguel y Felipe Vélez entre otros, completan una plantilla que aporta más diversidad en el relato y unas convincentes actuaciones.
Si bien es cierto que, como ya se ha comentado arriba, la cinta trata de bastantes temas encerrados en distintas figuras, sí hay que realzar por encima de todo el mensaje principal de la narración. Este no es otro que el de otorgarle la importancia necesaria a la figura materna y paterna del hijo, tener una referencia correcta en el que fijarse e imitar y servir de guía a una persona en tiempos de crecimiento. Es crucial para el buen desarrollo del individuo o sino progresará o evolucionará acorde a las leyes de la calle y demás relaciones, haciendo una reflexión sobre las peligrosas influencias que puede suponer sobre un joven las distintas personas con las que interactúa y que, irremediablemente, se irá acercando a ese modelo ya sea para bien o para mal, al igual que el poder de la amistad. Es una mescolanza de tópicos mil veces repetidos, pero desde un prisma más seco y directo que está muy bien tratado e incorporado en el relato.
En definitiva, nos encontramos ante una de las sorpresas más agradables que nos ha dado el cine español este año. ‘A cambio de nada’ es un buen drama adolescente que nos invita a descubrir y a concienciarnos sobre las difíciles condiciones y los verdaderos conflictos que esconden cantidad de jóvenes problemáticos. Supone un notable debut para su director Daniel Guzmán y un salto a la fama para sus dos jóvenes y debutantes protagonistas, en un film que reduce la linea entre el celuloide y la realidad a un finísimo alambre que maneja las situaciones con una sorprendente destreza.
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La cinta cuenta la historia de Darío (Miguel Herrán), un niño de 16 años con multitud de problemas: sus padres están separados, las notas en el colegio no son las mejores y su vida resulta un infierno día tras día. Solo Luismi (Antonio Bachiller), su vecino y amigo incondicional desde pequeño, resulta un respiro en la rutina y un día, cuando su límite ya ha sido sobrepasado, decide escaparse de casa y vivir su propia vida.
No hay nada más satisfactorio que sentarse a disfrutar de una película por la que no tenías grandes expectativas y contemplar con sumo agrado una refrescante sorpresa. Y si encima es un producto nacional como el presente, el regocijo es mayor. Y es que si bien no estamos ante un gran film, ‘A cambio de nada’ sí es una propuesta sólida y con unos objetivos claramente fijados y conseguidos con éxito. Daniel Guzmán sorprende tras las cámaras relatando varios microcosmos dentro de un macrocosmos, es decir, pequeñas historias dentro de una historia mayor integradas en un guion hábil y llenos de diálogos tan sumamente cotidianos que nos veremos a nosotros mismos en los papeles de los protagonistas.
El director nos lleva a recorrer el mismo camino que su protagonista Darío, centrándose exclusivamente en sus vivencias y a través de ellas, presenciando la rutina de la gente que le rodea. De esta manera y dado el carácter problemático de la figura del protagonista, el film va explorando de manera acertadísima muchísimos temas y de distintas índoles, aunque siempre centrado en el individuo, la sociedad y las distintas generaciones, con especial atención a la adolescencia y las influencias del hábitat en el que sobrevive. Nuestro joven de dieciséis años pasa muchos calvarios y ciertamente, con mucho tópico metido, pero siempre tratado de una manera que es imposible mostrarlo de manera más apegada a la realidad y dándole consistencia. Porque hay una diferencia importante que las separa de otras películas del mismo genero y es que Guzmán no cuenta, sino que muestra. Rodada impecablemente y claramente con vocación humanista, el film no se mete en aguas melancólicas, de amargura o simplemente compasiva, no busca conmover ni representar, solo sigue a su intérprete y nos revela su vida, nos muestra, nos exhibe su rutina y todo los problemas que forman parte de él, en un estupendo ejercicio de puro realismo. Directa, con mil y un matices y sin edulcorantes (lo que contribuye enormemente su casi inexistente composición de melodías), el madrileño consigue con su sencillez llegar al espectador con escasos medios, poniendo al servicio de la obra una amalgama de personalidades tremendamente eficaz.
Y es precisamente en esas personalidades donde triunfa la historia, apoyadas en unos diálogos rebosantes de espontaneidad e impregnados en la deliciosa corriente de lo mundano. Así, y a pesar de que el reparto y los personajes en general están estupendos, es de justicia destacar a los dos protagonistas que suponen los descubrimientos más sorprendentes del largometraje junto a su director. Miguel Herrán y Antonio Bachiller cargan con sus personajes la mayor parte del metraje y sostienen sobre sus hombros un film complicado de interpretar por su carga dramática y la sutileza y naturalidad de la que tienen que hacer gala, cumpliendo con nota en sus debuts cinematográficos y dejándonos a dos actores españoles a tener en cuenta en el futuro. Otros nombres como Luis Tosar, María Miguel y Felipe Vélez entre otros, completan una plantilla que aporta más diversidad en el relato y unas convincentes actuaciones.
Si bien es cierto que, como ya se ha comentado arriba, la cinta trata de bastantes temas encerrados en distintas figuras, sí hay que realzar por encima de todo el mensaje principal de la narración. Este no es otro que el de otorgarle la importancia necesaria a la figura materna y paterna del hijo, tener una referencia correcta en el que fijarse e imitar y servir de guía a una persona en tiempos de crecimiento. Es crucial para el buen desarrollo del individuo o sino progresará o evolucionará acorde a las leyes de la calle y demás relaciones, haciendo una reflexión sobre las peligrosas influencias que puede suponer sobre un joven las distintas personas con las que interactúa y que, irremediablemente, se irá acercando a ese modelo ya sea para bien o para mal, al igual que el poder de la amistad. Es una mescolanza de tópicos mil veces repetidos, pero desde un prisma más seco y directo que está muy bien tratado e incorporado en el relato.
En definitiva, nos encontramos ante una de las sorpresas más agradables que nos ha dado el cine español este año. ‘A cambio de nada’ es un buen drama adolescente que nos invita a descubrir y a concienciarnos sobre las difíciles condiciones y los verdaderos conflictos que esconden cantidad de jóvenes problemáticos. Supone un notable debut para su director Daniel Guzmán y un salto a la fama para sus dos jóvenes y debutantes protagonistas, en un film que reduce la linea entre el celuloide y la realidad a un finísimo alambre que maneja las situaciones con una sorprendente destreza.
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6,8
52.119
7
25 de agosto de 2015
25 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hablar de James Wan es hablar de ‘Saw’, es hablar de ‘Insidious’ y es hablar, desde hace dos años, de ‘Expediente Warren’. Porque el producto que el director malayo realizó en 2013 supuso el salto más grande que ha dado en toda su carrera y, aunque no es ni por asomo la obra maestra que muchos van pregonando, sí que nos encontramos con uno de los films mejor realizados en mucho tiempo en el cine de terror. No reinventa, pero sí actualiza y exprime los tópicos en un buen producto para pasarlas canutas durante sus dos horas.
‘El Conjuro’ narra los sucesos paranormales que la familia Perron vivió en su casa en los años 70. El matrimonio Warren, expertos en estos casos, acuden a la llamada desesperada de la familia para desentrañar los misterios de la vivienda y poner fin a dichos fenómenos.
De todos es sabido que el género de terror lleva muchos años de capa caída. Innumerables mediocridades pasan año tras año convocando a los espectadores como el film definitivo o como uno de los nuevos sub-géneros que harán las delicias de los fans más masoquistas, y en el 80% de los casos ninguno cumple con lo prometido. Pero sí hay que recalcar que a pesar de todo, de vez en cuando sale alguna propuesta decente que se sitúa por encima de la media, un film que se pueda ver y te haga pasar un “buen” rato delante de la pantalla. Y si un año antes esa honor recaía sobre la sorpresiva ‘Sinister’ (2012), está claro que la sorpresa del 2013 es ‘Expediente Warren’. Y no porque sea original, ni invente nuevas formas, ni haya algo que sea medianamente revolucionario, ya que el film es de lo más típico que puedas encontrar. No, básicamente el éxito de la cinta se deben a los altos valores de producción, que James Wan sabe utilizar y que con un hábil manejo de las situaciones y de la cámara, nos ofrece una de los relatos mas sólidos y eficientes en mucho tiempo.
‘El Conjuro’ es, desde su concepción hasta su realización, un batiburrillo de los trucos más usados por el género a lo largo de todos sus años, con la diferencia de que esta vez son usados y administrados de una forma tremendamente eficaz. Casas encantadas, espíritus, exorcismos, ruidos, sustos inesperados… todo estos elementos se encuentran en un guion que nunca se atreve a dar un giro de tuerca ni ser innovador, pero que los combina fantásticamente en una historia (basada en hechos reales) que está bien planteada, desarrollada y ejecutada. Y es que gran parte de culpa de este buen hacer es de James Wan, quien sabe crear tensión a través de las imágenes y los planos de cámara y controlando bien el ritmo de cada una de las situaciones, aunque sobre todo después del primer tercio de película. Porque lo cierto es que al film le cuesta un poco arrancar, intercalando escenas fantásticamente logradas (el plano inicial y el juego del escondite ponen los pelos de punta) con otras algo floja y que no se encuentran a la altura; pero una vez entrado en materia y con algunas de sus cartas boca arriba, el ritmo avanza y no se detiene hasta el término del metraje.
No es un film perfecto ni mucho menos, ya que algunos de estos altibajos la alejan de la brillantez que podrían haber conseguido, y eso añadido una atmósfera que es correcta, pero que también podría haber dado mucho mas de sí (y que se queda en uno de los aspectos más mejorables), la dejan un poco por debajo de la excelencia. La narración está bien hilada, y la historia no tiene reparos en tomarse su tiempo para exponer sus hechos y cuidar sus argumentos, aspecto que no siempre está presente en este tipo de propuesta y que a veces buscan la vía rápida para llegar a los asuntos mas terroríficos, cosa que por suerte no pasa aquí. Es verdad que desde un primer momento Wan intenta provocar los escalofríos en el público, pero todo está justificado dentro de la historia y no se siente forzado ni ridículo, algo que ayuda a que el film tenga ritmo y vaya con fluidez.
En cuanto a los personajes, hay tanto luces como sombras, o más bien deberíamos referirnos a las actuaciones. Por un lado tenemos a una espléndida Vera Farmiga, que es claramente quien se roba las escenas cada vez que aparece, y a un buen acompañante como Patrick Wilson, quien se está convirtiendo en uno de los actores fetiches del director, pero el resto del reparto navega en la mayor de las irregularidades. Lili Taylor está en general correcta al igual que Mackenzie Foy, pero Ron Livingston no termina de convencer así como Joey King, quien es sin duda la que peor parada sale de la cinta. A ellos se le suma algunos nombres más, pero la mayoría se queda totalmente en la intrascendencia y realmente no aportan nada más a la trama que relleno de figuras. Es un reparto que en líneas generales es más que aceptable, con algún punto bajo pero que mantiene las formas, algo que ayuda un guion que trata bien a sus personajes y que muestra una agradable evolución en la mayoría de ellos. La fotografía es bastante buena y la banda sonora cumple su cometido, teniendo algún momento magníficamente conseguido, aunque en conjunto se queda en la trivialidad.
Sigue en spoiler por falta de espacio
‘El Conjuro’ narra los sucesos paranormales que la familia Perron vivió en su casa en los años 70. El matrimonio Warren, expertos en estos casos, acuden a la llamada desesperada de la familia para desentrañar los misterios de la vivienda y poner fin a dichos fenómenos.
De todos es sabido que el género de terror lleva muchos años de capa caída. Innumerables mediocridades pasan año tras año convocando a los espectadores como el film definitivo o como uno de los nuevos sub-géneros que harán las delicias de los fans más masoquistas, y en el 80% de los casos ninguno cumple con lo prometido. Pero sí hay que recalcar que a pesar de todo, de vez en cuando sale alguna propuesta decente que se sitúa por encima de la media, un film que se pueda ver y te haga pasar un “buen” rato delante de la pantalla. Y si un año antes esa honor recaía sobre la sorpresiva ‘Sinister’ (2012), está claro que la sorpresa del 2013 es ‘Expediente Warren’. Y no porque sea original, ni invente nuevas formas, ni haya algo que sea medianamente revolucionario, ya que el film es de lo más típico que puedas encontrar. No, básicamente el éxito de la cinta se deben a los altos valores de producción, que James Wan sabe utilizar y que con un hábil manejo de las situaciones y de la cámara, nos ofrece una de los relatos mas sólidos y eficientes en mucho tiempo.
‘El Conjuro’ es, desde su concepción hasta su realización, un batiburrillo de los trucos más usados por el género a lo largo de todos sus años, con la diferencia de que esta vez son usados y administrados de una forma tremendamente eficaz. Casas encantadas, espíritus, exorcismos, ruidos, sustos inesperados… todo estos elementos se encuentran en un guion que nunca se atreve a dar un giro de tuerca ni ser innovador, pero que los combina fantásticamente en una historia (basada en hechos reales) que está bien planteada, desarrollada y ejecutada. Y es que gran parte de culpa de este buen hacer es de James Wan, quien sabe crear tensión a través de las imágenes y los planos de cámara y controlando bien el ritmo de cada una de las situaciones, aunque sobre todo después del primer tercio de película. Porque lo cierto es que al film le cuesta un poco arrancar, intercalando escenas fantásticamente logradas (el plano inicial y el juego del escondite ponen los pelos de punta) con otras algo floja y que no se encuentran a la altura; pero una vez entrado en materia y con algunas de sus cartas boca arriba, el ritmo avanza y no se detiene hasta el término del metraje.
No es un film perfecto ni mucho menos, ya que algunos de estos altibajos la alejan de la brillantez que podrían haber conseguido, y eso añadido una atmósfera que es correcta, pero que también podría haber dado mucho mas de sí (y que se queda en uno de los aspectos más mejorables), la dejan un poco por debajo de la excelencia. La narración está bien hilada, y la historia no tiene reparos en tomarse su tiempo para exponer sus hechos y cuidar sus argumentos, aspecto que no siempre está presente en este tipo de propuesta y que a veces buscan la vía rápida para llegar a los asuntos mas terroríficos, cosa que por suerte no pasa aquí. Es verdad que desde un primer momento Wan intenta provocar los escalofríos en el público, pero todo está justificado dentro de la historia y no se siente forzado ni ridículo, algo que ayuda a que el film tenga ritmo y vaya con fluidez.
En cuanto a los personajes, hay tanto luces como sombras, o más bien deberíamos referirnos a las actuaciones. Por un lado tenemos a una espléndida Vera Farmiga, que es claramente quien se roba las escenas cada vez que aparece, y a un buen acompañante como Patrick Wilson, quien se está convirtiendo en uno de los actores fetiches del director, pero el resto del reparto navega en la mayor de las irregularidades. Lili Taylor está en general correcta al igual que Mackenzie Foy, pero Ron Livingston no termina de convencer así como Joey King, quien es sin duda la que peor parada sale de la cinta. A ellos se le suma algunos nombres más, pero la mayoría se queda totalmente en la intrascendencia y realmente no aportan nada más a la trama que relleno de figuras. Es un reparto que en líneas generales es más que aceptable, con algún punto bajo pero que mantiene las formas, algo que ayuda un guion que trata bien a sus personajes y que muestra una agradable evolución en la mayoría de ellos. La fotografía es bastante buena y la banda sonora cumple su cometido, teniendo algún momento magníficamente conseguido, aunque en conjunto se queda en la trivialidad.
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Ahora bien, ‘Expediente Warren’ juega con un arma de doble filo para el espectador: está estupendamente hecha, hay una más que notable dirección detrás de todo y tenemos unos personajes más que aceptables, pero precisamente es en su sólida base donde puede encontrar su perdición. Porque sus situaciones tan típicas y tan poca revolucionarias, aunque claramente efectivas, puede no provocar el efecto deseado sobre el que observa la pantalla, sobre todo a aquellos fans que devoran sustos sin parar. No hay atisbos de salirse nunca de las mecánicas más básicas y es por ello que para muchos puede resultar un más de lo mismo, muy bien realizado, sí, pero en esencia igual a todo lo visto anteriormente y terminar convirtiendose en un producto anodino.
Aún así y con todo ello, es un film que se merece la oportunidad de ser visionado. ‘The Conjuring’ reúne las virtudes necesarias para ser un producto más que recomendable, una cinta notable que combina todos los tópicos y los traslada a la pantalla de manera eficaz y con solvencia, que funciona mejor como homenaje que como entidad propia. James Wan realiza aquí uno de sus mejores trabajos, una competente y entretenida película de terror, que consigue destacar como un buen producto entre tantas mediocridades.
Más críticas en: https://elseptimocritico.wordpress.com/
Aún así y con todo ello, es un film que se merece la oportunidad de ser visionado. ‘The Conjuring’ reúne las virtudes necesarias para ser un producto más que recomendable, una cinta notable que combina todos los tópicos y los traslada a la pantalla de manera eficaz y con solvencia, que funciona mejor como homenaje que como entidad propia. James Wan realiza aquí uno de sus mejores trabajos, una competente y entretenida película de terror, que consigue destacar como un buen producto entre tantas mediocridades.
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