Película disparatada, pero que te hace pensar, a través de la inocente mirada de un bosquimano, en la cantidad de "tonterías" que hace el hombre, y en lo inútiles que son la mayoría de las cosas que han llevado a los "hombres pesados" (no bosquimanos) a adentrarse en África.

Todo esto aliñado con humor y ese toque de documental de animales hacen de esta secuela una película agradable de ver aunque en ocasiones resulte algo absurda.

Enternecedora película sobre la vida de dos hombres hechos y derechos, o no tanto, que en mucho tiempo no han salido de las cuatro paredes de una institución, y que se enfrentan, a su manera, con la ayuda de un asistente social y de su queridísimo Gobierno Noruego, a la ardua tarea de cruzar la calle por si mismos para comprar en el supermercado sin morir en el intento. Visto así es inevitable acordarse de la famosa película de Farrelly, aunque "Elling" la supera con creces a pesar de no contar con un actor del caché de Jim Carrey, además esta película no se queda ahí, profundiza mucho más en la vida de sus personajes que són más que simples cómicos.

Peter Naess hace un gran trabajo con la película, tanto, que te hace comprender cada uno de los gestos de los dos personajes por muy incomprensibles que sean desde el punto de vista de una persona a la que pudiésemos llamar "mentalmente sana". Esto, con una amistad entre los protagonistas que ya quisieran muchos hermanos para sí, y los toques de humor sin tópicos que tiene la película, hacen de "Elling" una película tierna, graciosa, interesante e incluso romántica al mismo tiempo, cosa que es difícil ver todo junto en el cine actual.

Entrañable historia de un inocente adolescente que empieza a descubrir la belleza del cuerpo femenino, y que se va dando cuenta que lo que ha visto en "Al-Hamman" (Los baños) durante toda su vida cuando su madre lo lavaba, se puede mirar y admirar de una forma distinta, más adulta y menos inocente.

La película da una buena muestra de la vida en las calles de Túnez. Los escenarios complementan la película dando una luminosidad digna de elogio.

El chico, al parecer emparentado con el director, hace un gran papel y su personaje resulta muy natural y creíble.

En la línea de la factoría Disney en lo que a largometrajes se refiere.

Una entretenida y entrañable comedia familiar, que no da de si ni más ni menos de lo que uno se puede esperar.

Sorprendentemente se inspira en un hecho real. Sin embargo el argumento es vacío, y lo único que llena en el espectador, y ya es algo, es una hora y media larga de su tiempo.

La película muestra de forma excepcional, aunque algo lenta, la historia de este pequeño país del sudeste asiático en los tiempos de la ocupación japonesa desde el punto de vista de un titiritero que desde pequeño vivió trabajando entre marionetas, y lo que es mejor, contada por él mismo, lo cual le da a la película un toque de documental, sin perder ni un ápice de su trama argumental.