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Críticas ordenadas por utilidad
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7,2
38.282
8
26 de julio de 2022
26 de julio de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Producir un niño o niña.
2. Hacerle crecer en una comunidad rural, donde se cree en la patria, el clasismo impera y las ideas son estancas.
3. Forzar en su conciencia unas creencias religiosas de carácter fanático contrarias a su formación como individuo y a una relación sana con su orden natural.
4. Educarle a base de violencia e intimidación. Que cada vivienda familiar sea una suerte de sociedad dictatorial donde la ley del más fuerte es la única que importa.
5. Asegurarse de que todo su círculo social se componga de jóvenes que experimenten las mismas condiciones en su vida diaria y no conozcan existencia más allá de éstas.
6. Garantizar que infancia y adolescencia estén marcadas, primero por un clima de absoluto odio y rencor internacional y; segundo, por el conflicto bélico más sanguinario que ha visto el ser humano. Conflicto en el que es esencial que la nación propia termine derrotada.
7. Que sepa sin lugar a dudas que tal derrota se ha traducido en y se debe a una humillación y burla sistemáticas hacia el país, provenientes de cualquier nacionalidad o grupo ajeno al suyo.
8. Dejar en reposo durante 15 años.
Listo para servir.
La película con la que Michael Haneke ganó su primera Palma de Oro es una producción histórica de una factura impecable. Esos largos y extenuantes planos sumados a un blanco y negro claustrofóbico dan lugar a una película que, según mi punto de vista, es la más perturbadora del austriaco. Aún así, un carácter particularmente político convierte este estudio sobre el origen del nazismo en el más discursivo de toda su filmografía. Se trata de un tipo de cine casi ensayístico. Es quizás la obra más interesante del director para desgranar y analizar en profundidad pero es también la más distante desde una perspectiva puramente emocional. No deja de ser una de las obras definitivas del cine europeo de la década de los 2000, pero para quien no esté familiarizado con Haneke y sus idiosincrasias, Caché o Amour cumplen mejor su función como cartas de presentación.
2. Hacerle crecer en una comunidad rural, donde se cree en la patria, el clasismo impera y las ideas son estancas.
3. Forzar en su conciencia unas creencias religiosas de carácter fanático contrarias a su formación como individuo y a una relación sana con su orden natural.
4. Educarle a base de violencia e intimidación. Que cada vivienda familiar sea una suerte de sociedad dictatorial donde la ley del más fuerte es la única que importa.
5. Asegurarse de que todo su círculo social se componga de jóvenes que experimenten las mismas condiciones en su vida diaria y no conozcan existencia más allá de éstas.
6. Garantizar que infancia y adolescencia estén marcadas, primero por un clima de absoluto odio y rencor internacional y; segundo, por el conflicto bélico más sanguinario que ha visto el ser humano. Conflicto en el que es esencial que la nación propia termine derrotada.
7. Que sepa sin lugar a dudas que tal derrota se ha traducido en y se debe a una humillación y burla sistemáticas hacia el país, provenientes de cualquier nacionalidad o grupo ajeno al suyo.
8. Dejar en reposo durante 15 años.
Listo para servir.
La película con la que Michael Haneke ganó su primera Palma de Oro es una producción histórica de una factura impecable. Esos largos y extenuantes planos sumados a un blanco y negro claustrofóbico dan lugar a una película que, según mi punto de vista, es la más perturbadora del austriaco. Aún así, un carácter particularmente político convierte este estudio sobre el origen del nazismo en el más discursivo de toda su filmografía. Se trata de un tipo de cine casi ensayístico. Es quizás la obra más interesante del director para desgranar y analizar en profundidad pero es también la más distante desde una perspectiva puramente emocional. No deja de ser una de las obras definitivas del cine europeo de la década de los 2000, pero para quien no esté familiarizado con Haneke y sus idiosincrasias, Caché o Amour cumplen mejor su función como cartas de presentación.

5,6
22.027
5
2 de julio de 2024
2 de julio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Rambo 2 es una especie de gato de Schrödinger versión cinematográfica. Es buena y mala a la vez. ¿Cómo?. Pues bien, como peli de acción no está mal. Es una excusa perfecta para comerse unas palomitas. Sin embargo, es una de las peores secuelas que he visto. De nuevo, ¿cómo?. Pues es muy sencillo, la cinta de George P. Cosmatos desvirtúa por completo el mensaje de la cinta original. Podríamos decir que hasta la empeora retrospectivamente.
Acorralado Parte 1 es una película de acción comercial, pero es también una obra de denuncia. Como película antibelicista, no solo muestra las terribles secuelas psicológicas que la Guerra del Vietnam tuvo en los soldados americanos, sino que también nos presenta la horrible tragedia que es la vida de John Rambo. Deshumanizado y convertido en una máquina de matar. Ahora es lo único que sabe hacer. Hace ya tiempo que dejó de ser una persona. Y cuando las sádicas autoridades locales empiezan a acosarlo, decide iniciar una cruzada personal. En cuanto a tono se refiere, viene a ser una versión "light" de El Cazador. Ahora sí, voy a dejar constancia de un dato que será más relevante a continuación: Rambo solo mata a UNA persona en esta película. En defensa propia y de forma totalmente accidental. UNA.
Acorralado Parte 2. Rambo está cumpliendo condena después de los acontecimientos de la primera entrega. A esto aparece de vuelta el coronel y le dice: "Oye, que te necesitamos. Que nuestros servicios de inteligencia nos han confirmado que el Viet Cong, diez años después de la guerra, aún retiene a soldados norteamericanos. Y claro, como se te da también matar y eso... ¿Te apuntas?". Y claro, Rambo va a Vietnam a cumplir. Es bastante propio, dentro de las muchas pajas mentales reaganianas que se produjeron en los ochenta, reabrir una vieja cicatriz como lo fue Vietnam en aras de la propaganda patriótica. Puede que no llegue al nivel de Amanecer Rojo, pero el mensaje viene a ser: "Aquella vez fue mala suerte, pero si tuviéramos que volver a hacer la guerra contra esos rojos amarillos, ¡ya te digo yo que no iba a quedar uno vivo!". Vamos, desde que sueltan a Rambo en la jungla, acribilla 500 vietnamitas, liquida 100 chinos, avasalla 50 rusos... Un no parar, vaya. Es fantástico porque convierte una tragedia en algo positivo. Si en la primera película lamentamos que el protagonista haya quedado reducido a un robot asesino, aquí es motivo de celebración.
Cada escena en la que Stallone no está dejando a alguien como un colador es tiempo perdido. Rambo 2 tiene una especie de subtrama romántica que empieza y queda resuelta en un margen de 5 minutos. No la voy a destripar pero, bueno... Ya se imaginan. Luego está la legendaria escena en la que un comunista de esos descarga un cargador entero contra Rambo mientras este está quieto sin que le roce ni una bala. Debió de teclear antes algún truco de invencibilidad como si fuera el Doom. Y qué decir del momento en el que Rambo irrumpe en una sala de ordenadores y empieza a ametrallarlos todos sin razón aparente. O el duelo aéreo. Sé que hacerse el muerto es una táctica típica de la guerra de guerrillas, ¡pero no de los pilotos de helicóptero!
En resumidas cuentas, una película ridícula como pocas pero muy, muy entretenida. Y memorable desde sus secuencias de acción hasta sus líneas de diálogo. Perfecta para un viernes por la noche.
No obstante, absténgase de ver Rambo 3. Esa es la que está "dedicada al valiente pueblo talibán". Uf.
Acorralado Parte 1 es una película de acción comercial, pero es también una obra de denuncia. Como película antibelicista, no solo muestra las terribles secuelas psicológicas que la Guerra del Vietnam tuvo en los soldados americanos, sino que también nos presenta la horrible tragedia que es la vida de John Rambo. Deshumanizado y convertido en una máquina de matar. Ahora es lo único que sabe hacer. Hace ya tiempo que dejó de ser una persona. Y cuando las sádicas autoridades locales empiezan a acosarlo, decide iniciar una cruzada personal. En cuanto a tono se refiere, viene a ser una versión "light" de El Cazador. Ahora sí, voy a dejar constancia de un dato que será más relevante a continuación: Rambo solo mata a UNA persona en esta película. En defensa propia y de forma totalmente accidental. UNA.
Acorralado Parte 2. Rambo está cumpliendo condena después de los acontecimientos de la primera entrega. A esto aparece de vuelta el coronel y le dice: "Oye, que te necesitamos. Que nuestros servicios de inteligencia nos han confirmado que el Viet Cong, diez años después de la guerra, aún retiene a soldados norteamericanos. Y claro, como se te da también matar y eso... ¿Te apuntas?". Y claro, Rambo va a Vietnam a cumplir. Es bastante propio, dentro de las muchas pajas mentales reaganianas que se produjeron en los ochenta, reabrir una vieja cicatriz como lo fue Vietnam en aras de la propaganda patriótica. Puede que no llegue al nivel de Amanecer Rojo, pero el mensaje viene a ser: "Aquella vez fue mala suerte, pero si tuviéramos que volver a hacer la guerra contra esos rojos amarillos, ¡ya te digo yo que no iba a quedar uno vivo!". Vamos, desde que sueltan a Rambo en la jungla, acribilla 500 vietnamitas, liquida 100 chinos, avasalla 50 rusos... Un no parar, vaya. Es fantástico porque convierte una tragedia en algo positivo. Si en la primera película lamentamos que el protagonista haya quedado reducido a un robot asesino, aquí es motivo de celebración.
Cada escena en la que Stallone no está dejando a alguien como un colador es tiempo perdido. Rambo 2 tiene una especie de subtrama romántica que empieza y queda resuelta en un margen de 5 minutos. No la voy a destripar pero, bueno... Ya se imaginan. Luego está la legendaria escena en la que un comunista de esos descarga un cargador entero contra Rambo mientras este está quieto sin que le roce ni una bala. Debió de teclear antes algún truco de invencibilidad como si fuera el Doom. Y qué decir del momento en el que Rambo irrumpe en una sala de ordenadores y empieza a ametrallarlos todos sin razón aparente. O el duelo aéreo. Sé que hacerse el muerto es una táctica típica de la guerra de guerrillas, ¡pero no de los pilotos de helicóptero!
En resumidas cuentas, una película ridícula como pocas pero muy, muy entretenida. Y memorable desde sus secuencias de acción hasta sus líneas de diálogo. Perfecta para un viernes por la noche.
No obstante, absténgase de ver Rambo 3. Esa es la que está "dedicada al valiente pueblo talibán". Uf.

5,3
1.476
4
30 de junio de 2024
30 de junio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
El director más maldito de cuantos directores malditos han caminado sobre la tierra: Michael Cimino. En solo su segundo trabajo, regaló a los espectadores de todo el mundo la que es, indudablemente, una de las mejores películas de la historia: El Cazador. A continuación, remató el ya moribundo New Hollywood que él, de forma un tanto tardía, llegó a consagrar, con la infravaloradísima aunque irregular Las Puertas del Cielo. Y, en un momento de nula apreciación por parte de la crítica, sacó adelante Manhattan Sur, otro fracaso de taquilla que, sin embargo, queda para la posteridad como una de las cumbres del neo-noir ochentero. Me gusta conceder a la gente que admiro el beneficio de la duda, no obstante, con El Siciliano queda bastante claro que, a la mala suerte que siempre lo acompañó, se suma una terrible serie de decisiones cuya responsabilidad recae sobre el malogrado cineasta.
El Siciliano es, sobre el papel, una apuesta segura: una adaptación de Mario Puzo -autor de El Padrino-, un director con ojo para la épica... Desafortunadamente, el resultado no solo fue mediocre sino que sus nulos personajes terminan de hundirla aún más hondo.
Y digo los personajes, en cada una de sus dimensiones: tanto en cómo están escritos como en lo que concierne al casting.
Y es que, si Christopher Lambert es un campesino italiano, yo soy de Tierra del Fuego. Entre su extraño acento -quien vea la película doblada podrá ahorrarse este inconveniente-, esa frente superlativa y esa mirada perdida, es imposible creérselo en su papel. Y es el protagonista absoluto, así que la cinta se derrumba sin remedio a su alrededor. Lambert, posteriormente relegado a la serie B más chustera, no es ningún Marlon Brando. Hay actores "técnicamente" no demasiado buenos que, en papeles diseñados a su medida, pueden hacer grandes trabajos (la filmografía de Arnold Schwarzenegger está llena de personajes icónicos), pero todavía no he visto una película en la que el francés haya estado a mi gusto. Recordemos que fue Cimino quien lo eligió.
Luego tenemos a Barbara Sukowa, una americana (bastante prescindible) cuyo rol en la película, supongo, es servir de "avatar" al espectador estadounidense medio, también ajeno a los problemas del campesinado siciliano. También para regalar unos cuantos desnudos gratuitos a la audiencia, no se vaya a distraer. Los únicos que valoraría positivamente son John Turturro y Terence Stamp, patéticos cada uno a su manera, en el buen sentido. De hecho, el personaje de Stamp es un desencantado terrateniente que recuerda mucho y favorablemente a aquel príncipe de Salina de Burt Lancaster. Su tiempo en pantalla es limitado pero causa una impresión.
Ahora volvamos a Salvatore Giuliano. Dejando a un lado la interpretación, veamos cómo lo representa el guion. He de admitir que no soy un gran conocedor de este héroe folclórico siciliano, pero viendo esta película y habiendo leído un poco de él, mi impresión es la siguiente:
Giuliano era un pobre analfabeto que, con poca visión pero buenas intenciones, "robaba" a los "ricos" para dárselo a los pobres. Y digo poca visión porque el hombre no era más que un títere de la mafia mientras estuvo vivo. Finalmente, cuando esos campesinos que él tenía tantas ganas de ayudar empezaron a organizarse y manifestarse por cuenta propia (a sus "amigos" mafiosos esto no les hacía gracia), la banda de Giuliano empezó a matar comunistas. Cuando dejó de ser útil, lo liquidaron a tiempo de convertirse en una figura trágica y las dudas en torno a su asesino sirvieron para consolidar su leyenda.
Espero que no me lea ningún siciliano. ¡Pero no es culpa mía! La película lo muestra así. No sabría explicarlo, pero es como si el guionista tuviera una necesidad de tergiversar y blanquear cada acto del protagonista. En vez de "inventar" la historia como hizo Braveheart, se muestran los "hechos reales" pero manipulados para hacer quedar bien a Salvatore. Quiero decir: observamos como los mafiosos conspiran a sus espaldas sin que este se entere; lo oímos justificar sus actos con grandilocuentes discursos (dirigidos más a la audiencia que al resto de personajes), hacer gala de la rectitud moral de un héroe legendario, etc. Resulta inverosímil e impostado. Y al final, Giuliano acaba por provocar rechazo. Todo lo contrario a lo que se buscaba.
Por último, el elemento visual está bien. Aunque es bastante descarado hasta qué punto se inspira en la trilogía (entonces dos películas) de El Padrino de Coppola. La fotografía es un calco del claroscuro de Gordon Willis. No me malinterpreten, está bien rodada, pero la historia no hay por donde cogerla. Además, comete un pecado cinematográfico capital: "nunca recuerdes a tu audiencia una película mejor de la que están viendo".
El Siciliano es, sobre el papel, una apuesta segura: una adaptación de Mario Puzo -autor de El Padrino-, un director con ojo para la épica... Desafortunadamente, el resultado no solo fue mediocre sino que sus nulos personajes terminan de hundirla aún más hondo.
Y digo los personajes, en cada una de sus dimensiones: tanto en cómo están escritos como en lo que concierne al casting.
Y es que, si Christopher Lambert es un campesino italiano, yo soy de Tierra del Fuego. Entre su extraño acento -quien vea la película doblada podrá ahorrarse este inconveniente-, esa frente superlativa y esa mirada perdida, es imposible creérselo en su papel. Y es el protagonista absoluto, así que la cinta se derrumba sin remedio a su alrededor. Lambert, posteriormente relegado a la serie B más chustera, no es ningún Marlon Brando. Hay actores "técnicamente" no demasiado buenos que, en papeles diseñados a su medida, pueden hacer grandes trabajos (la filmografía de Arnold Schwarzenegger está llena de personajes icónicos), pero todavía no he visto una película en la que el francés haya estado a mi gusto. Recordemos que fue Cimino quien lo eligió.
Luego tenemos a Barbara Sukowa, una americana (bastante prescindible) cuyo rol en la película, supongo, es servir de "avatar" al espectador estadounidense medio, también ajeno a los problemas del campesinado siciliano. También para regalar unos cuantos desnudos gratuitos a la audiencia, no se vaya a distraer. Los únicos que valoraría positivamente son John Turturro y Terence Stamp, patéticos cada uno a su manera, en el buen sentido. De hecho, el personaje de Stamp es un desencantado terrateniente que recuerda mucho y favorablemente a aquel príncipe de Salina de Burt Lancaster. Su tiempo en pantalla es limitado pero causa una impresión.
Ahora volvamos a Salvatore Giuliano. Dejando a un lado la interpretación, veamos cómo lo representa el guion. He de admitir que no soy un gran conocedor de este héroe folclórico siciliano, pero viendo esta película y habiendo leído un poco de él, mi impresión es la siguiente:
Giuliano era un pobre analfabeto que, con poca visión pero buenas intenciones, "robaba" a los "ricos" para dárselo a los pobres. Y digo poca visión porque el hombre no era más que un títere de la mafia mientras estuvo vivo. Finalmente, cuando esos campesinos que él tenía tantas ganas de ayudar empezaron a organizarse y manifestarse por cuenta propia (a sus "amigos" mafiosos esto no les hacía gracia), la banda de Giuliano empezó a matar comunistas. Cuando dejó de ser útil, lo liquidaron a tiempo de convertirse en una figura trágica y las dudas en torno a su asesino sirvieron para consolidar su leyenda.
Espero que no me lea ningún siciliano. ¡Pero no es culpa mía! La película lo muestra así. No sabría explicarlo, pero es como si el guionista tuviera una necesidad de tergiversar y blanquear cada acto del protagonista. En vez de "inventar" la historia como hizo Braveheart, se muestran los "hechos reales" pero manipulados para hacer quedar bien a Salvatore. Quiero decir: observamos como los mafiosos conspiran a sus espaldas sin que este se entere; lo oímos justificar sus actos con grandilocuentes discursos (dirigidos más a la audiencia que al resto de personajes), hacer gala de la rectitud moral de un héroe legendario, etc. Resulta inverosímil e impostado. Y al final, Giuliano acaba por provocar rechazo. Todo lo contrario a lo que se buscaba.
Por último, el elemento visual está bien. Aunque es bastante descarado hasta qué punto se inspira en la trilogía (entonces dos películas) de El Padrino de Coppola. La fotografía es un calco del claroscuro de Gordon Willis. No me malinterpreten, está bien rodada, pero la historia no hay por donde cogerla. Además, comete un pecado cinematográfico capital: "nunca recuerdes a tu audiencia una película mejor de la que están viendo".

5,1
6.803
5
28 de junio de 2024
28 de junio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Seamos sinceros, Llamada Perdida no es la clase de película a la que le llueven los premios en los festivales internacionales. Resulta llamativo que la mente detrás de esta cinta del 2003, el indescriptible Takashi Miike, pueda fardar de haber realizado tanto una de las películas de mayor valor artístico de todo el subgénero del j-horror (Audition) y una de las más insustanciales (la que aquí nos ocupa). Lo cierto es que Llamada Perdida fue todo un exitazo de taquilla en su momento, y aunque todo el mundo parece estar de acuerdo en que su calidad está muy lejos del ingenio de las cumbres del terror asiático, es uno de sus ejemplos más emblemáticos y una recomendación obligatoria para los fans.
Si bien contiene todos los clichés más manidos del género -fantasmas femeninos de tez blanca y largos cabellos oscuros, venganzas desde el más allá...- presenta también muchas de sus virtudes. Como dijo M. R. James, la clave para que una historia de terror dé miedo es ambientarla en la actualidad. Es muy difícil que el espectador se vea afectado por leyendas medievales o cuentos de tiempos pretéritos. Esto es algo los cineastas japoneses tienen muy presente, ya que la tecnología suele tener un papel muy importante en este tipo de películas. En Llamada Perdida son los teléfonos móviles, pero hay otros ejemplos donde son las cintas VHS (Ringu) o el internet (Pulse) los que están involucrados en la propagación de algún tipo de maleficio sobrenatural. Hace que todo resulte más cercano y contemporáneo. Dicho esto, y obviamente, la otra gran razón de que el j-horror sea tan efectivo a la hora de inspirar terror es que se basa en una forma de producir miedo puramente psicológica. Lejos quedan ya los sobresaltos y el efectismo del cine americano, aquí todo es tensión bien desarrollada y sutileza. No deja de asombrarme que, incluso una película sin más pretensión que la comercial, absolutamente "mainstream" y dirigida a un público adolescente como Llamada Perdida, termine por resultar tan elegante y contenida. Parece mentira lo que logra una buena ambientación.
Una maldición se extiende entre los jóvenes estudiantes de un instituto japonés: una serie de muertes en extraños accidentes que tienen un elemento en común; la próxima víctima recibe un mensaje de voz con el audio de su futura e inminente muerte desde el móvil de la última persona en morir.
Es una premisa con gancho, si obviamos que es curiosamente similar a la de The Ring, claro. No obstante, es un misterio suficientemente atractivo como para estimular la curiosidad del espectador. Así, los protagonistas deberán actuar a contrarreloj para descubrir la identidad del espíritu responsable de tan horribles muertes y hallar la forma de darle descanso para salvar la vida. A partir de aquí la historia se deja llevar por una serie de vueltas de tuerca cogidas por los pelos y melodrama interpersonal que no acaba de cuajar. Quizá haya mentido antes, pues el efectismo del que carece la dirección lo pone el guion.
En conclusión, Llamada Perdida es un compendio de todo los rasgos definitorios del j-horror, con un argumento poco original y no muy bien desarrollado. Aún así, engancha, y su puesta en escena es muy efectiva a la hora de generar miedo. La clase de miedo que se te mete debajo de la piel y despierta tu imaginación. Puede que en su conjunto no sea ninguna maravilla, pero los forofos del terror atmosférico sabrán apreciar la labor de Miike detrás de las cámaras.
Si bien contiene todos los clichés más manidos del género -fantasmas femeninos de tez blanca y largos cabellos oscuros, venganzas desde el más allá...- presenta también muchas de sus virtudes. Como dijo M. R. James, la clave para que una historia de terror dé miedo es ambientarla en la actualidad. Es muy difícil que el espectador se vea afectado por leyendas medievales o cuentos de tiempos pretéritos. Esto es algo los cineastas japoneses tienen muy presente, ya que la tecnología suele tener un papel muy importante en este tipo de películas. En Llamada Perdida son los teléfonos móviles, pero hay otros ejemplos donde son las cintas VHS (Ringu) o el internet (Pulse) los que están involucrados en la propagación de algún tipo de maleficio sobrenatural. Hace que todo resulte más cercano y contemporáneo. Dicho esto, y obviamente, la otra gran razón de que el j-horror sea tan efectivo a la hora de inspirar terror es que se basa en una forma de producir miedo puramente psicológica. Lejos quedan ya los sobresaltos y el efectismo del cine americano, aquí todo es tensión bien desarrollada y sutileza. No deja de asombrarme que, incluso una película sin más pretensión que la comercial, absolutamente "mainstream" y dirigida a un público adolescente como Llamada Perdida, termine por resultar tan elegante y contenida. Parece mentira lo que logra una buena ambientación.
Una maldición se extiende entre los jóvenes estudiantes de un instituto japonés: una serie de muertes en extraños accidentes que tienen un elemento en común; la próxima víctima recibe un mensaje de voz con el audio de su futura e inminente muerte desde el móvil de la última persona en morir.
Es una premisa con gancho, si obviamos que es curiosamente similar a la de The Ring, claro. No obstante, es un misterio suficientemente atractivo como para estimular la curiosidad del espectador. Así, los protagonistas deberán actuar a contrarreloj para descubrir la identidad del espíritu responsable de tan horribles muertes y hallar la forma de darle descanso para salvar la vida. A partir de aquí la historia se deja llevar por una serie de vueltas de tuerca cogidas por los pelos y melodrama interpersonal que no acaba de cuajar. Quizá haya mentido antes, pues el efectismo del que carece la dirección lo pone el guion.
En conclusión, Llamada Perdida es un compendio de todo los rasgos definitorios del j-horror, con un argumento poco original y no muy bien desarrollado. Aún así, engancha, y su puesta en escena es muy efectiva a la hora de generar miedo. La clase de miedo que se te mete debajo de la piel y despierta tu imaginación. Puede que en su conjunto no sea ninguna maravilla, pero los forofos del terror atmosférico sabrán apreciar la labor de Miike detrás de las cámaras.

5,3
22.268
4
27 de junio de 2024
27 de junio de 2024
Sé el primero en valorar esta crítica
Después de que no se jalara un rosco con Corazonada -una espléndida película-, la filmografía de Coppola ha sido una tragedia interminable. Imagínate intentar hacer buen cine (Los Rebeldes, La Ley de la Calle, Cotton Club) que logra equilibrar el atractivo comercial con las pretensiones artísticas y que el público no lo sepa apreciar, acumulando fracaso en taquilla tras fracaso en taquilla. La desesperación debía de ser mayúscula y con Jack, Coppola debió de rendirse definitivamente ante la idea de hacer arte y apuntarse ante el primer proyecto mínimamente rentable que se le puso a tiro. De ahí el título de mi crítica, una película hecha para ganarse los garbanzos.
Jack pertenece a esa larga tradición de "comedias familiares" noventeras e impersonales que, de vez en cuando, se dejan ver por Disney Channel y similares cadenas orientadas a un público infantil. La historia trata sobre un niño de diez años (Robin Williams) que tiene una extraña enfermedad que hace que envejezca cuatro veces más rápido que una persona normal. Aún así, contra viento y marea, y con el apoyo incondicional de sus padres y profesores; Jack se embarcará en la gran aventura de su vida, Primaria. No sé si se habrá dado cuenta ya, pero esta premisa es una tontería como una catedral. Da igual todo el talento que tuviera detrás, no se sostiene de ninguna manera.
Admito que ver a Robin Williams haciendo el payaso y esforzarse por encajar entre sus compañeros de clase llega a ser muy gracioso, pero esto solo constituye aproximadamente un tercio de la película. El resto, un melodrama familiar de excesivo sentimentalismo, hace agua por todas partes porque un argumento así es imposible de tomar en serio. Eso para mí, un adulto, que fácilmente puede disfrutar ante el absurdo, pero para un niño... es que simplemente es deprimente, maldita sea. No se me ocurre ninguna razón por la que un niño querría pasarse dos horas viendo esto, las risas no son suficientes para justificarlo. Me parece estupendo que se quiera dar un mensaje a los más pequeños sobre la importancia de respetar a los que son diferentes. ¡Me parece maravilloso!. Pero machacarles erre que erre con cuestiones como la brevedad de la vida, como que no lo van a saber apreciar. ¡Los niños quieren divertirse y pasarlo bien! ¡Reírse viendo a Williams haciendo el tonto, no siendo aleccionados sobre que van a morir algún día y que tienen que hacer que cada momento cuente y bla bla bla! Lo sé muy bien, yo también fui niño.
Esta película pretende hacer que llores con una escena de un cuarentón semi-alopécico con pantalones cortos tirado en el suelo mientras juega con una mariposa. Vamos a ver.
Ah, que se me olvidaba. Que esta película la hizo el mismo que Apocalypse Now, El Padrino y La Conversación... ¡Esto sí que es el horror, el horror!
Jack pertenece a esa larga tradición de "comedias familiares" noventeras e impersonales que, de vez en cuando, se dejan ver por Disney Channel y similares cadenas orientadas a un público infantil. La historia trata sobre un niño de diez años (Robin Williams) que tiene una extraña enfermedad que hace que envejezca cuatro veces más rápido que una persona normal. Aún así, contra viento y marea, y con el apoyo incondicional de sus padres y profesores; Jack se embarcará en la gran aventura de su vida, Primaria. No sé si se habrá dado cuenta ya, pero esta premisa es una tontería como una catedral. Da igual todo el talento que tuviera detrás, no se sostiene de ninguna manera.
Admito que ver a Robin Williams haciendo el payaso y esforzarse por encajar entre sus compañeros de clase llega a ser muy gracioso, pero esto solo constituye aproximadamente un tercio de la película. El resto, un melodrama familiar de excesivo sentimentalismo, hace agua por todas partes porque un argumento así es imposible de tomar en serio. Eso para mí, un adulto, que fácilmente puede disfrutar ante el absurdo, pero para un niño... es que simplemente es deprimente, maldita sea. No se me ocurre ninguna razón por la que un niño querría pasarse dos horas viendo esto, las risas no son suficientes para justificarlo. Me parece estupendo que se quiera dar un mensaje a los más pequeños sobre la importancia de respetar a los que son diferentes. ¡Me parece maravilloso!. Pero machacarles erre que erre con cuestiones como la brevedad de la vida, como que no lo van a saber apreciar. ¡Los niños quieren divertirse y pasarlo bien! ¡Reírse viendo a Williams haciendo el tonto, no siendo aleccionados sobre que van a morir algún día y que tienen que hacer que cada momento cuente y bla bla bla! Lo sé muy bien, yo también fui niño.
Esta película pretende hacer que llores con una escena de un cuarentón semi-alopécico con pantalones cortos tirado en el suelo mientras juega con una mariposa. Vamos a ver.
Ah, que se me olvidaba. Que esta película la hizo el mismo que Apocalypse Now, El Padrino y La Conversación... ¡Esto sí que es el horror, el horror!
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