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7,5
14.288
9
17 de septiembre de 2013
17 de septiembre de 2013
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para empezar, la interpretación de Polanski, que también dirige el film, es impresionante en su sobria y convincente.
El ambiente es auténticamente parisino, aunque el idioma original es el inglés.
Un personaje tímido que se mueve entre los extraños vecinos (cada uno es un personaje con algún tipo de esperpento) y unos compañeros de trabajo ruidosos, chabacanos y groseros.
Trelkovsky se mueve entre esas dos realidades desde un piso “raro” (es lo mínimo que se puede decir). En realidad, el piso se va convirtiendo en un protagonista más, es más, es como si fuese el verdadero personaje principal que mueve los hilos y acaba guiando las acciones de su nuevo inquilino y acaba preguntándose “¿En qué preciso momento una persona deja de ser quien cree que es?”
Hay una similitud con El proceso (el libro y la película de Orson Welles, 1962), donde el personaje se ve envuelto en una serie de acciones que no controla. En ambos casos es la historia de una alienación, un individuo que poco a poco deja de pertenece a sí mismo.
Hay un ambiente opresivo, en el edificio de Trelkovsky, iluminado con bombillas que dan una luz pobre, muchas veces de claroscuros. El ambiente, por las visiones, las escenas nocturnas en el pasillo y la música muchas veces estridente se va haciendo cada vez más opresivo. Los demás vecinos parecen unos inadaptados. En realidad parecen representar un microsociedad de gente fuera de los cánones sociales. Quizás Simone Choule, la suicida, no pudo aguantar esa presión de la sociedad dentro del edificio (o fuera, si lo tomamos como una metáfora).
El sutil humor convierten las cosas en más inquietantes, pues, contrariamente a lo que cabría pensar, esos pequeños detalles absurdos, son los que no devuelven a la normalidad (la basura que cae mientras Trelkovsky la baja, la cajetilla de tabaco que envuelta en papel…).
Impresionante Isabelle Adjani veinteañera, guapa, natural y magnética con su melena rizada y salvaje y su boca sensual.
MÁS:
El movimiento pánico, presente en la estética de la película, es movimiento creado en París en 1962. Sus fundadores son el dramaturgo y cineasta Fernando Arrabal, el director de teatro chileno Alejando Jodorowsky y el pintor y actor francés Rolando Topor.
El nombre se inspira en el dios griego Pan (de la cual deriva la palabra “pánico”). Se trata de usar el terror, el humor, la confusión o la inteligencia como modo de supervivencia en la sociedad posmoderna.
El ambiente es auténticamente parisino, aunque el idioma original es el inglés.
Un personaje tímido que se mueve entre los extraños vecinos (cada uno es un personaje con algún tipo de esperpento) y unos compañeros de trabajo ruidosos, chabacanos y groseros.
Trelkovsky se mueve entre esas dos realidades desde un piso “raro” (es lo mínimo que se puede decir). En realidad, el piso se va convirtiendo en un protagonista más, es más, es como si fuese el verdadero personaje principal que mueve los hilos y acaba guiando las acciones de su nuevo inquilino y acaba preguntándose “¿En qué preciso momento una persona deja de ser quien cree que es?”
Hay una similitud con El proceso (el libro y la película de Orson Welles, 1962), donde el personaje se ve envuelto en una serie de acciones que no controla. En ambos casos es la historia de una alienación, un individuo que poco a poco deja de pertenece a sí mismo.
Hay un ambiente opresivo, en el edificio de Trelkovsky, iluminado con bombillas que dan una luz pobre, muchas veces de claroscuros. El ambiente, por las visiones, las escenas nocturnas en el pasillo y la música muchas veces estridente se va haciendo cada vez más opresivo. Los demás vecinos parecen unos inadaptados. En realidad parecen representar un microsociedad de gente fuera de los cánones sociales. Quizás Simone Choule, la suicida, no pudo aguantar esa presión de la sociedad dentro del edificio (o fuera, si lo tomamos como una metáfora).
El sutil humor convierten las cosas en más inquietantes, pues, contrariamente a lo que cabría pensar, esos pequeños detalles absurdos, son los que no devuelven a la normalidad (la basura que cae mientras Trelkovsky la baja, la cajetilla de tabaco que envuelta en papel…).
Impresionante Isabelle Adjani veinteañera, guapa, natural y magnética con su melena rizada y salvaje y su boca sensual.
MÁS:
El movimiento pánico, presente en la estética de la película, es movimiento creado en París en 1962. Sus fundadores son el dramaturgo y cineasta Fernando Arrabal, el director de teatro chileno Alejando Jodorowsky y el pintor y actor francés Rolando Topor.
El nombre se inspira en el dios griego Pan (de la cual deriva la palabra “pánico”). Se trata de usar el terror, el humor, la confusión o la inteligencia como modo de supervivencia en la sociedad posmoderna.

6,3
600
9
21 de agosto de 2016
21 de agosto de 2016
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
RESUMEN
En un desierto africano, en pleno conflicto, Jacques Arnault, presidente de la ONG “Move for kids” y su equipo planean una operación para rescatar a 300 huérfanos víctimas de la guerra para entregarlos a otras tantas familias adoptantes en Francia. Pero el asunto se complica en los varios frentes: surgen dudas sobre la legalidad de la operación en el equipo. Por otro lado, las relaciones con las autoridades locales no son fáciles. Y todo debe hacerse con la máxima discreción.
COMENTARIOS
Me parece que la foto del cartel resume bien la historia de este hombre, presidente de la ONG: “Me los llevo”, parece decir. Así es cómo quiere actuar: necesita a 103 niños menores de cinco años y quiere / debe / necesita cumplir con su objetivo. ¿Por qué? ¿Cuál es el compromiso? ¿Hacia las familias que van a acoger a los pequeños? ¿Hacia su propio equipo ante el cual debe mantener el tipo? ¿Hacia los colaboradores con quien se ha comprometido? ¿Hacia los jefes de los pueblos a quienes solicita ayuda?...
Y falta una pregunta: ¿qué lugar ocupan los menores en todo esto?
En efecto, los niños, que traen alegría cuando aparecen, como agua en un desierto, son tratados como meros bultos. No mal, desde luego, pero como objetos.
Jacques Arnault (Vicent Lindon) es un jefe despótico, con los nervios a flor de piel, que quiere imponer su voluntad a fuerza de chequera y gritos (alterna los dos elementos en función del interlocutor y del momento). Así se dibuja una imagen brutal del discurso colonialista blanco (pero sin perder de vista que tampoco hay santos allá, claro).
Un desierto, un tono seco y sobrio de la película, que invita a la reflexión… una reflexión triste sobre el destino de unos “huérfanos”.
El caso se inspira en un hecho real que se desarrolló prácticamente de la manera retratada en la cinta: en 2007, en plena guerra de Darfur, la asociación L’Arche de Zoé, creada por Eric Breteau y su compañera Emilie Lelouch, se comprometió con 358 familias a presentarles huérfanos víctimas del conflicto con vistas a su adopción. Las autoridades francesas alertaron en un primer momento y recomendaron “la máxima prudencia a las familias”.
Finalmente los responsables fueron arrestados antes de embarcarse en un vuelo en Abéché. El presidente del Tchad, Idriss Déby acusó a la ONG de estar llevando a cabo una acción de secuestro de los 103 niños que estaban a punto de salir del territorio. En un primer momento encarcelados en Tchad, Francia consigue su extradición para ser juzgados por los tribunales franceses. Paralelamente, uno de los intermediarios locales admite haber presentado a 60 niños como huérfanos de Darfour cuando en realidad no lo eran.
En 2012 se abre el proceso; dos años después se declara la sentencia. Para Breteau y su compañera Lelouch: dos años de cárcel “avec sursis” (sin cumplimiento de condena) y cinco años de inhabilitación para ejercer cualquier actividad relacionada con ayuda, acogida o adopción de menores. El abogado del Estado concedió que quizás no habían actuado de “mala fe”, pero sí atribuyéndose una responsabilidad que no les correspondía. El diario “Le Monde” titula la sentencia como « Procès de l’Arche de Zoé : juste peine, juste place » (Proceso del Arche de Zoé: pena justa, lugar justo).
Tanto el debate que levanta la película como la sentencia real, sorprenden…
P.S. ¿Y qué habrá sido de los niños?
Para saber más sobre el asunto real (en francés):
http://www.lemonde.fr/societe/article/2012/12/02/arche-de-zoe-retour-sur-un-fiasco-humanitaire_1798665_3224.html - el principio de todo y la arresto en 2007
http://www.lemonde.fr/societe/article/2014/02/15/proces-de-l-arche-de-zoe-juste-peine-juste-place_4367139_3224.html - el veredicto en 2014
http://www.francescaprince.com/
En un desierto africano, en pleno conflicto, Jacques Arnault, presidente de la ONG “Move for kids” y su equipo planean una operación para rescatar a 300 huérfanos víctimas de la guerra para entregarlos a otras tantas familias adoptantes en Francia. Pero el asunto se complica en los varios frentes: surgen dudas sobre la legalidad de la operación en el equipo. Por otro lado, las relaciones con las autoridades locales no son fáciles. Y todo debe hacerse con la máxima discreción.
COMENTARIOS
Me parece que la foto del cartel resume bien la historia de este hombre, presidente de la ONG: “Me los llevo”, parece decir. Así es cómo quiere actuar: necesita a 103 niños menores de cinco años y quiere / debe / necesita cumplir con su objetivo. ¿Por qué? ¿Cuál es el compromiso? ¿Hacia las familias que van a acoger a los pequeños? ¿Hacia su propio equipo ante el cual debe mantener el tipo? ¿Hacia los colaboradores con quien se ha comprometido? ¿Hacia los jefes de los pueblos a quienes solicita ayuda?...
Y falta una pregunta: ¿qué lugar ocupan los menores en todo esto?
En efecto, los niños, que traen alegría cuando aparecen, como agua en un desierto, son tratados como meros bultos. No mal, desde luego, pero como objetos.
Jacques Arnault (Vicent Lindon) es un jefe despótico, con los nervios a flor de piel, que quiere imponer su voluntad a fuerza de chequera y gritos (alterna los dos elementos en función del interlocutor y del momento). Así se dibuja una imagen brutal del discurso colonialista blanco (pero sin perder de vista que tampoco hay santos allá, claro).
Un desierto, un tono seco y sobrio de la película, que invita a la reflexión… una reflexión triste sobre el destino de unos “huérfanos”.
El caso se inspira en un hecho real que se desarrolló prácticamente de la manera retratada en la cinta: en 2007, en plena guerra de Darfur, la asociación L’Arche de Zoé, creada por Eric Breteau y su compañera Emilie Lelouch, se comprometió con 358 familias a presentarles huérfanos víctimas del conflicto con vistas a su adopción. Las autoridades francesas alertaron en un primer momento y recomendaron “la máxima prudencia a las familias”.
Finalmente los responsables fueron arrestados antes de embarcarse en un vuelo en Abéché. El presidente del Tchad, Idriss Déby acusó a la ONG de estar llevando a cabo una acción de secuestro de los 103 niños que estaban a punto de salir del territorio. En un primer momento encarcelados en Tchad, Francia consigue su extradición para ser juzgados por los tribunales franceses. Paralelamente, uno de los intermediarios locales admite haber presentado a 60 niños como huérfanos de Darfour cuando en realidad no lo eran.
En 2012 se abre el proceso; dos años después se declara la sentencia. Para Breteau y su compañera Lelouch: dos años de cárcel “avec sursis” (sin cumplimiento de condena) y cinco años de inhabilitación para ejercer cualquier actividad relacionada con ayuda, acogida o adopción de menores. El abogado del Estado concedió que quizás no habían actuado de “mala fe”, pero sí atribuyéndose una responsabilidad que no les correspondía. El diario “Le Monde” titula la sentencia como « Procès de l’Arche de Zoé : juste peine, juste place » (Proceso del Arche de Zoé: pena justa, lugar justo).
Tanto el debate que levanta la película como la sentencia real, sorprenden…
P.S. ¿Y qué habrá sido de los niños?
Para saber más sobre el asunto real (en francés):
http://www.lemonde.fr/societe/article/2012/12/02/arche-de-zoe-retour-sur-un-fiasco-humanitaire_1798665_3224.html - el principio de todo y la arresto en 2007
http://www.lemonde.fr/societe/article/2014/02/15/proces-de-l-arche-de-zoe-juste-peine-juste-place_4367139_3224.html - el veredicto en 2014
http://www.francescaprince.com/
6
16 de junio de 2014
16 de junio de 2014
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción se establece muy rápidamente. Un oficinista cuenta a Jean, su colega de trabajo, que ha ido una vez más a jugar. Jean Fournier, tras un momento de reticencia se deja llevar y muy rápidamente sentimos que algo se va a descalabrar.
El destino de este chico, tan apuesto y que vive con el padre, de pronto toma un rumbo más vertiginoso.
En Cannes conoce a Jacquie (Jeanne Moreau), una mujer impulsiva, coqueta y amante del juego. Los dos emprenden un viaje con idas y venidas constantes (pierden y ganan a partes iguales). Hay entre los dos un amor desapasionado por el juego; ganar o perder tiene el mismo valor. El tiempo no importa porque es simplemente un receptáculo en el que caen o se recogen los billetes.
En este torbellino sin sentido, lo que impulsa la acción es la música, las frases musicales de Michel Legrand. El resto son diálogos entre dos seres que se aíslan del resto, solo viven alrededor de una mesa de juego. Ella ha dejado marido e hijo; él, su padre.
Jeanne Moreau está impresionante; una femme fatale, imprevisible, cargando solo lo suficiente el personaje resulta completamente creíble.
Al final, ¿gana el amor o el dinero… o el amor al dinero?
FRASES:
Ella:
“Si me gustara el dinero no lo desperdiciaría así.”
“Lo que me gusta en el juego es esta existencia tonta, hecha de lujo y de pobreza, y también de misterio, el misterio de los números, el azar.”
“Lo que gano o el dinero no significan nada para mí, ni este vestido ni esta habitación.”
Y cuando él le pregunta sobre lo que él representa para ella:
“No mezclemos los sentimientos a una situación ya de por sí difícil.”
Y para aclarar los sentimientos de ella hacia él:
“Estoy contigo porque me das suerte.”
El destino de este chico, tan apuesto y que vive con el padre, de pronto toma un rumbo más vertiginoso.
En Cannes conoce a Jacquie (Jeanne Moreau), una mujer impulsiva, coqueta y amante del juego. Los dos emprenden un viaje con idas y venidas constantes (pierden y ganan a partes iguales). Hay entre los dos un amor desapasionado por el juego; ganar o perder tiene el mismo valor. El tiempo no importa porque es simplemente un receptáculo en el que caen o se recogen los billetes.
En este torbellino sin sentido, lo que impulsa la acción es la música, las frases musicales de Michel Legrand. El resto son diálogos entre dos seres que se aíslan del resto, solo viven alrededor de una mesa de juego. Ella ha dejado marido e hijo; él, su padre.
Jeanne Moreau está impresionante; una femme fatale, imprevisible, cargando solo lo suficiente el personaje resulta completamente creíble.
Al final, ¿gana el amor o el dinero… o el amor al dinero?
FRASES:
Ella:
“Si me gustara el dinero no lo desperdiciaría así.”
“Lo que me gusta en el juego es esta existencia tonta, hecha de lujo y de pobreza, y también de misterio, el misterio de los números, el azar.”
“Lo que gano o el dinero no significan nada para mí, ni este vestido ni esta habitación.”
Y cuando él le pregunta sobre lo que él representa para ella:
“No mezclemos los sentimientos a una situación ya de por sí difícil.”
Y para aclarar los sentimientos de ella hacia él:
“Estoy contigo porque me das suerte.”
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
MÁS
Jacques Demy, “miembro” de la nouvelle vague, ha sido autor de otros títulos de un “cine cantado”: Les parapluies de Cherbourg (Los paraguas de Cherburgo, 1964), con Catherine Deneuve, donde los diálogos son musicales. En Les demoiselles de Rochefort (Las señoritas de Rochefort, 1967) Deneuve y Françoise Dorléac, su hermana, comparten protagonismo. Unos años más tarde, firmó otro film peculiar, con la misma actriz, Peau d’âne (Piel de asno, 1970). Casado con Agnès Varda, falleció de sida en 1990.
Jacques Demy, “miembro” de la nouvelle vague, ha sido autor de otros títulos de un “cine cantado”: Les parapluies de Cherbourg (Los paraguas de Cherburgo, 1964), con Catherine Deneuve, donde los diálogos son musicales. En Les demoiselles de Rochefort (Las señoritas de Rochefort, 1967) Deneuve y Françoise Dorléac, su hermana, comparten protagonismo. Unos años más tarde, firmó otro film peculiar, con la misma actriz, Peau d’âne (Piel de asno, 1970). Casado con Agnès Varda, falleció de sida en 1990.

6,4
6.872
9
16 de diciembre de 2013
16 de diciembre de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Están todos los grandes del cine de la época: Isabelle Adjani, Daniel Auteuil, Jean-Hugues Anglade, Vincent Pérez, Dominique Blanc, Jean-Claude Brialy... Y como guinda, Miguel Bosé.
Adaptación de la novela homónima de Alexandre Dumas. Puesta en escena espectacular, llena de color, luz, ricos tejidos, sangre, y excelente dirección de actores. Chéreau describe uno de los episodios más sangrientos de la historia de Francia centrándose en los personajes, en sus miedos, odios, aficiones. Un rey de marioneta sin prestancia ni voluntad (Jean-Hugues Anglade en el papel de Carlos IX), una regente calculadora y ambiciosa (Catalina de Médicis), un esposo asustado que se siente odiado y amenazado por todos (Enrique de Navarra interpretado por Daniel Auteuil), una esposa sensual, imprevisible y cabezona (Isabelle Adjani).
Un fragmento de historia que se puede tocar porque Chéreau consigue hacer unos personajes reales, de carne y hueso, sin olvidar la puesta en escena y la teatralidad. Muchas de las escenas parecen cuadros renacentistas, de gran belleza plástica.
Los judíos sufrieron la Noche de los cristales rotos y los protestantes tuvieron la noche de Saint-Barthélémy que se llevó por delante 30.000 vidas en todo el país. Es cierto que los contemporáneos no lo vivieron como un evento de especial violencia dado el clima de tensión de la época. Pero más tarde se convirtió en el símbolo universal del fanatismo.
La película relata de manera fidedigna los principales acontecimientos, resalta sobre todo las pasiones, el motor de las acciones, de la Historia en definitiva. Odio, amor, venganza, miedo se mezclan para desembocar en sangre, elemento muy presente.
Para amantes de las pasiones y de la historia (de Francia).
Adaptación de la novela homónima de Alexandre Dumas. Puesta en escena espectacular, llena de color, luz, ricos tejidos, sangre, y excelente dirección de actores. Chéreau describe uno de los episodios más sangrientos de la historia de Francia centrándose en los personajes, en sus miedos, odios, aficiones. Un rey de marioneta sin prestancia ni voluntad (Jean-Hugues Anglade en el papel de Carlos IX), una regente calculadora y ambiciosa (Catalina de Médicis), un esposo asustado que se siente odiado y amenazado por todos (Enrique de Navarra interpretado por Daniel Auteuil), una esposa sensual, imprevisible y cabezona (Isabelle Adjani).
Un fragmento de historia que se puede tocar porque Chéreau consigue hacer unos personajes reales, de carne y hueso, sin olvidar la puesta en escena y la teatralidad. Muchas de las escenas parecen cuadros renacentistas, de gran belleza plástica.
Los judíos sufrieron la Noche de los cristales rotos y los protestantes tuvieron la noche de Saint-Barthélémy que se llevó por delante 30.000 vidas en todo el país. Es cierto que los contemporáneos no lo vivieron como un evento de especial violencia dado el clima de tensión de la época. Pero más tarde se convirtió en el símbolo universal del fanatismo.
La película relata de manera fidedigna los principales acontecimientos, resalta sobre todo las pasiones, el motor de las acciones, de la Historia en definitiva. Odio, amor, venganza, miedo se mezclan para desembocar en sangre, elemento muy presente.
Para amantes de las pasiones y de la historia (de Francia).

6,5
362
8
15 de noviembre de 2013
15 de noviembre de 2013
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una voz en off, la de Elle (Isabelle Adjani), desgrana la acción, los pensamientos e intenciones de ella. Toma el relevo la voz de la madre, para contar lo que ocurrió en aquel invierno lejano… o los pensamientos de la hermana (sorda).
Isabelle Adjani, sensual (con varios desnudos integrales) y luminosa, va provocando a todos los machos del pueblo; hace el papel de una cínica insoportable. François Cluzot (L’enfer, Intouchables…), joven, hace de macarrilla de pueblo y Pin-Pon (Alain Souchon), ingenuo y sonriente, se va atormentando cada vez más.
Es una historia sobre la venganza, sobre la vulnerabilidad de las mujeres (la madre de Elle estaba desprotegida frente a sus agresores). Es una historia sobre la estulticia de los hombres, pues ninguno se salva, o son tontos, ingenuos o agresivos o violentos.
Durante mucho tiempo Adjani lamentó haber rechazado el papel en Este oscuro objeto del deseo, de Buñuel, porque tenía que bailar flamenco desnuda. Con Verano asesino tomará su revancha consigo misma y superando su pudor se muestra en ropas mini mini, desnuda, con las uñas pintadas, permanente y con un nombre anónimo (se llama Éliane, pero se hace llamar Elle, “ella").
Pese a la vestimenta (o no vestimenta, justamente) consigue perfilar el misterio y el conflicto que la invade, el motor de su vida; la venganza que quiere llevar a cabo.
MÁS
Jean Becker se inició en el cine como asistente de dirección de su padre, Jacques Becker, en Touchez pas au grisbi y Ali Baba et les quarante voleurs. Comienza su carrera como director en 1961 con Un nommé Rocca. En 1983, conoció un enorme éixtoo con Un été meurtrier. Otras de sus películas son La fortuna de vivir (1999) o Conversaciones con mi jardinero (2007).
Isabelle Adjani, nacida en París en 1955, de madre alemana y padre argelino, debuta en el teatro para pasar a la gran pantalla en los años 70. Alguna de sus películas más sonadas son:
El diario íntimo de Adela H, (François Trufffaut, 1975), film por el que logró ser candidata al premio Oscar; El quimérico inquilino (Roman Polanski, 1976), Nosferatu (con Werner Herzog, 1979).
Por Camille Claudel (Bruno Nuytten ,1987) obtuvo un César a la mejor actriz. En 1993 rosó La Reine Margot, de Patrice Chéreau. A partir de los 90, sus trabajos se espaciaron. En cuanto a su vida sentimental, fue pareja de Serge Gainsbourg a finales de los 70; con el realizador Bruno Nuytten tuvo un hijo. También mantuvo relación sentimental con Warren Beatty y con Daniel Day-Lewis, con quien tuvo otro hijo.Otras de sus parejas han sido Jean-Michel Jarre, Stéphane Delajoux y Tonino Cacace.
Nada que ver, o poco, uno de los grandes éxitos del cantante Alain Souchon, Foule sentimentale:
https://www.youtube.com/watch?v=V_SNDGwwGFM
Isabelle Adjani, sensual (con varios desnudos integrales) y luminosa, va provocando a todos los machos del pueblo; hace el papel de una cínica insoportable. François Cluzot (L’enfer, Intouchables…), joven, hace de macarrilla de pueblo y Pin-Pon (Alain Souchon), ingenuo y sonriente, se va atormentando cada vez más.
Es una historia sobre la venganza, sobre la vulnerabilidad de las mujeres (la madre de Elle estaba desprotegida frente a sus agresores). Es una historia sobre la estulticia de los hombres, pues ninguno se salva, o son tontos, ingenuos o agresivos o violentos.
Durante mucho tiempo Adjani lamentó haber rechazado el papel en Este oscuro objeto del deseo, de Buñuel, porque tenía que bailar flamenco desnuda. Con Verano asesino tomará su revancha consigo misma y superando su pudor se muestra en ropas mini mini, desnuda, con las uñas pintadas, permanente y con un nombre anónimo (se llama Éliane, pero se hace llamar Elle, “ella").
Pese a la vestimenta (o no vestimenta, justamente) consigue perfilar el misterio y el conflicto que la invade, el motor de su vida; la venganza que quiere llevar a cabo.
MÁS
Jean Becker se inició en el cine como asistente de dirección de su padre, Jacques Becker, en Touchez pas au grisbi y Ali Baba et les quarante voleurs. Comienza su carrera como director en 1961 con Un nommé Rocca. En 1983, conoció un enorme éixtoo con Un été meurtrier. Otras de sus películas son La fortuna de vivir (1999) o Conversaciones con mi jardinero (2007).
Isabelle Adjani, nacida en París en 1955, de madre alemana y padre argelino, debuta en el teatro para pasar a la gran pantalla en los años 70. Alguna de sus películas más sonadas son:
El diario íntimo de Adela H, (François Trufffaut, 1975), film por el que logró ser candidata al premio Oscar; El quimérico inquilino (Roman Polanski, 1976), Nosferatu (con Werner Herzog, 1979).
Por Camille Claudel (Bruno Nuytten ,1987) obtuvo un César a la mejor actriz. En 1993 rosó La Reine Margot, de Patrice Chéreau. A partir de los 90, sus trabajos se espaciaron. En cuanto a su vida sentimental, fue pareja de Serge Gainsbourg a finales de los 70; con el realizador Bruno Nuytten tuvo un hijo. También mantuvo relación sentimental con Warren Beatty y con Daniel Day-Lewis, con quien tuvo otro hijo.Otras de sus parejas han sido Jean-Michel Jarre, Stéphane Delajoux y Tonino Cacace.
Nada que ver, o poco, uno de los grandes éxitos del cantante Alain Souchon, Foule sentimentale:
https://www.youtube.com/watch?v=V_SNDGwwGFM
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