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Críticas ordenadas por utilidad
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7
23 de agosto de 2017
23 de agosto de 2017
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serie de diez episodios producida por National Geographic sobre la vida de Albert Einstein. De las muchas biografías que hay sobre Einstein, esta serie está basada en la publicada por Walter Isaacson que recuerdo haber leído hace una década. Sin un alarde de producción excesivo ni necesario, una serie que resulta muy interesante para todo aquel que quiera conocer sobre la vida de Albert Einstein, los científicos con los que interactuó y trabajó, sobre la historia de la ciencia y un poquito (muy poco la verdad) de física. Una serie con buenas interpretaciones y que enseña historia. Eso sí, resultará mucho más disfrutable por parte de aquellos que conozcan a los personajes, la gran cantidad de científicos que aparecen y los logros por los que se les conocen.
Pero, además, la serie es interesante porque es valiente a la hora de contar que Albert Einstein fue un físico muy importante e influyente, pero también fue humano, muy humano, con virtudes y también defectos, que los tuvo pero que muchas veces quedan ocultados o ninguneados en aras de mantener una especie de mito, el científico más importante del mundo como machaconamente se dice en buena parte de los capítulos. No obstante no es que se trate de una serie crítica, pero es una serie valiente ya que si bien los hechos están contrastados, son los diálogos puestos en las escenas los que deben ser ideados para que todos esos hechos biográficos queden coherentes. El rigor histórico y la dramatización es lo que la hace interesante, no es tendenciosa ni oculta nada.
ATENCIÓN: A partir de aquí, la reseña contiene spoilers, evidentemente sobre la vida de Albert Einstein que no puedo pasar completamente a la zona spoiler por que no hay espacio.....
La parte más importante de la serie, que llega a ocupar más de seis episodios, se centra en los años de estudio de Einstein y, sobre todo, su relación y matrimonio con Mileva Maric. Es en este punto donde la serie es bastante valiente porque el comportamiento final de Albert Einstein con su primera esposa fue, es una opinión personal, reprobable. Mileva Maric era también una estudiante y científica muy capaz que tuvo que renunciar a una prometedora carrera por un embarazo gestante precisamente en época de exámenes de graduación, también por los impedimentos sociales de la época hacia las mujeres en la ciencia y también por el poco apoyo que tuvo por parte de Einstein a las ambiciones personales de su esposa. Aquí se muestra, sigue siendo una opinión personal, que Albert Einstein fue en realidad una persona bastante egoísta que finalmente se redime de alguna forma al reconocérselo a su hijo en las escenas finales de la serie. La escena en la que Pierre Curie se niega a recibir el premio Nobel si no se reconoce también a su esposa Marie Curie como artificie principal de las investigaciones sobre la radiactividad no está puesta en la serie porque sí.
Pero, además, la serie es interesante porque es valiente a la hora de contar que Albert Einstein fue un físico muy importante e influyente, pero también fue humano, muy humano, con virtudes y también defectos, que los tuvo pero que muchas veces quedan ocultados o ninguneados en aras de mantener una especie de mito, el científico más importante del mundo como machaconamente se dice en buena parte de los capítulos. No obstante no es que se trate de una serie crítica, pero es una serie valiente ya que si bien los hechos están contrastados, son los diálogos puestos en las escenas los que deben ser ideados para que todos esos hechos biográficos queden coherentes. El rigor histórico y la dramatización es lo que la hace interesante, no es tendenciosa ni oculta nada.
ATENCIÓN: A partir de aquí, la reseña contiene spoilers, evidentemente sobre la vida de Albert Einstein que no puedo pasar completamente a la zona spoiler por que no hay espacio.....
La parte más importante de la serie, que llega a ocupar más de seis episodios, se centra en los años de estudio de Einstein y, sobre todo, su relación y matrimonio con Mileva Maric. Es en este punto donde la serie es bastante valiente porque el comportamiento final de Albert Einstein con su primera esposa fue, es una opinión personal, reprobable. Mileva Maric era también una estudiante y científica muy capaz que tuvo que renunciar a una prometedora carrera por un embarazo gestante precisamente en época de exámenes de graduación, también por los impedimentos sociales de la época hacia las mujeres en la ciencia y también por el poco apoyo que tuvo por parte de Einstein a las ambiciones personales de su esposa. Aquí se muestra, sigue siendo una opinión personal, que Albert Einstein fue en realidad una persona bastante egoísta que finalmente se redime de alguna forma al reconocérselo a su hijo en las escenas finales de la serie. La escena en la que Pierre Curie se niega a recibir el premio Nobel si no se reconoce también a su esposa Marie Curie como artificie principal de las investigaciones sobre la radiactividad no está puesta en la serie porque sí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La serie solo se asoma un poco a la posible implicación de Mileva Maric en la Teoría Especial de la Relatividad, en realidad a su implicación en los trabajos publicados por Einstein en el que hoy se conoce como su Annus Mirabilis de 1905, incluyendo la explicación del movimiento browniano y del efecto fotoeléctrico que le valió el premio Nobel. No entra en discutir la autoría de los artículos o de las ideas, casi nadie duda de ello aunque hay controversia. De hecho la que es hoy teoría de la relatividad especial estaba muy madura y su planteamiento era inminente por varios candidatos, pero Einstein fue el primero. Ahora bien, la serie sí muestra que Einstein y Mileva trabajaron juntos en la elaboración redacción de los trabajos. Sin embargo, Einstein no puso ni una nota de agradecimiento cuando sí lo hizo respecto de su amigo Michele Besso en el artículo sobre la relatividad especial, y Mileva se lo reprocha en algún momento. Después de 1906 la relación entre ambos se va deteriorando cada vez más, Einstein empieza a entablar relación con su prima hermana Elsa (siendo de nuevo crítico, una mujer comprensiva que se adaptaba mucho más a las necesidades de un Einstein ya reconocido entre la comunidad científica). Por entonces Einstein se centraba en el que es con diferencia su trabajo más importante y por el que merece el mayor de los reconocimientos, la Teoría de la Relatividad General. Pero eso era en la ciencia, porque en lo humano el poco tiempo dedicado a la familia y la infidelidad llevaron al matrimonio hacia la ruptura final no sin antes mostrar unas condiciones que para seguir juntos impuso por escrito Einstein a Mileva que son para hacerlas mirar. La historia de Mileva Maric, desde sus deseos y ambiciones de estudiante hasta la realidad que vivió me resulta una historia muy triste, Einstein formó parte de esa historia y contribuyó en buena medida a que así fuera. Y no fue el único caso, que también podemos ver el triste final que tuvo la esposa de Fritz Haber, Clara Immerwahr, por las actividades militaristas de su esposo, aunque esto es una suposición de los historiadores. Pero Clara Immerwahr también fue una brillante química que vio frustrada su carrera debido a los estereotipos sociales de la época.
Después de la ruptura matrimonial de Albert Einstein y Mileva la serie se centra en la salida de Einstein de Alemania por la presión del nazismo, en su adaptación a la vida en Estados Unidos, su cada vez mayor papel activista político y pacifista (con contradicciones de nuevo dado su papel en el empujón que necesitó el desarrollo de la bomba atómica). Aquí la serie empieza a ser menos interesante y más convencional ya que lo que se cuenta es parte más conocida de la vida de Einstein. Ahora bien, Geoffrey Rush está en estos episodios simplemente espléndido, es que parece de verdad Albert Einstein.
Geoffrey Rush no es Albert Einstein en todos los episodios, solo en los últimos cuatro en los que hay un cambio de actores para marcar el paso del tiempo. El papel de Einstein joven interpretado bastante bien por Johnny Flynn tiene una transición muy aceptable y creíble hacia Geoffrey Rush que, como he mencionado, lo hace espléndidamente. Por otra parte el papel de Elsa joven, interpretado por Gwendolyn Ellis pasa a Emily Watson. Mileva Maric ya va a tener poco protagonismo a partir de aquí, pero el error de casting en el cambio es muy notorio pues Samantha Colley, actriz que está también espléndida en su papel, tiene una belleza que no tiene nada que ver ni se parece a Sally Dexter, que interpreta a Mileva después de los años veinte.
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Después de la ruptura matrimonial de Albert Einstein y Mileva la serie se centra en la salida de Einstein de Alemania por la presión del nazismo, en su adaptación a la vida en Estados Unidos, su cada vez mayor papel activista político y pacifista (con contradicciones de nuevo dado su papel en el empujón que necesitó el desarrollo de la bomba atómica). Aquí la serie empieza a ser menos interesante y más convencional ya que lo que se cuenta es parte más conocida de la vida de Einstein. Ahora bien, Geoffrey Rush está en estos episodios simplemente espléndido, es que parece de verdad Albert Einstein.
Geoffrey Rush no es Albert Einstein en todos los episodios, solo en los últimos cuatro en los que hay un cambio de actores para marcar el paso del tiempo. El papel de Einstein joven interpretado bastante bien por Johnny Flynn tiene una transición muy aceptable y creíble hacia Geoffrey Rush que, como he mencionado, lo hace espléndidamente. Por otra parte el papel de Elsa joven, interpretado por Gwendolyn Ellis pasa a Emily Watson. Mileva Maric ya va a tener poco protagonismo a partir de aquí, pero el error de casting en el cambio es muy notorio pues Samantha Colley, actriz que está también espléndida en su papel, tiene una belleza que no tiene nada que ver ni se parece a Sally Dexter, que interpreta a Mileva después de los años veinte.
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6,3
2.857
8
8 de abril de 2018
8 de abril de 2018
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Decimosegundo largometraje de Hirokazu Koreeda, uno de los actuales directores japoneses más interesantes. Habiendo seguido prácticamente toda su trayectoria cinematográfica no hay película de Koreeda que te deje indiferente principalmente porque siempre toca temas interesantes y, sobre todo, porque sabe cómo estructurar y contar una historia. Las primeras películas de Koreeda se centraban en el tema de la muerte, la memoria que queda y la asunción de la pérdida; luego, con “Nadie sabe” (2004), el cine de Koreeda giró hacia la familia, generalmente desestructurada, o precisamente a la ausencia de la misma en “Nadie sabe”, la hipocresía y la indiferencia de la sociedad actual, la soledad o la inadaptación a la misma. Pero lo bueno de las historias que cuenta Koreeda está en la naturalidad con que presenta sus situaciones, no es tendencioso ni trata de llevar la crítica hacia un lugar u otro, no toma partido por nadie porque no es maniqueísta, define bien sus personajes y las razones de sus actos y deja que sea el espectador el que valore o reflexione sobre lo que está viendo. Y toda esta constante de su cine se mantiene en “El tercer asesinato”.
En esta película pudiera parecer que el director japonés quiere cambiar la temática derivando hacia el thriller y el drama judicial pero lo cierto es que no es así. No sigue las claves del género porque no le interesan y lo cierto es que la investigación sobre el crimen que irá realizando el abogado protagonista no es más que el camino que toma el director para exponer situaciones que llevan al espectador a pensar sobre la verdad, el sacrificio, sobre la la deontología de la abogacía, sobre la identidad del juez, la burocratización de la justicia por encima de la justicia real, la culpabilidad del asesino, el destino de la vida y su predeterminación y también, de nuevo, la familia, compleja por decirlo de algún modo, que adquiere su relevancia con únicamente una escena de una madre y una hija que, en opinión personal, resulta ser lo mejor del film. Una escena que es conveniente revisitar una vez terminada la película. Impresiona.
“El tercer asesinato” no resulta una película sencilla y requiere de la implicación del espectador que no debe esperar que se lo expliquen todo porque la película no es un drama judicial al uso. Con un ritmo bien pausado y un trabajado guion, Koreeda va enredando y desenredando la historia, contada convenientemente como el director bien sabe hacer, manteniendo el misterio de las motivaciones del asesinato hasta llegar al sorprendente tercio final donde el espectador puede llegar a comprender buena parte de la verdad, no tiene más que atar los cabos que se han ido dejando a lo largo de la película para afianzar su verdad, incluyendo la sutilieza del director al utilizar la alegoría para mostrar el mensaje que quiere transmitir. No es película que al finalizar te deje indiferente, más al contrario merece una meditación posterior o incluso un segundo visionado.
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En esta película pudiera parecer que el director japonés quiere cambiar la temática derivando hacia el thriller y el drama judicial pero lo cierto es que no es así. No sigue las claves del género porque no le interesan y lo cierto es que la investigación sobre el crimen que irá realizando el abogado protagonista no es más que el camino que toma el director para exponer situaciones que llevan al espectador a pensar sobre la verdad, el sacrificio, sobre la la deontología de la abogacía, sobre la identidad del juez, la burocratización de la justicia por encima de la justicia real, la culpabilidad del asesino, el destino de la vida y su predeterminación y también, de nuevo, la familia, compleja por decirlo de algún modo, que adquiere su relevancia con únicamente una escena de una madre y una hija que, en opinión personal, resulta ser lo mejor del film. Una escena que es conveniente revisitar una vez terminada la película. Impresiona.
“El tercer asesinato” no resulta una película sencilla y requiere de la implicación del espectador que no debe esperar que se lo expliquen todo porque la película no es un drama judicial al uso. Con un ritmo bien pausado y un trabajado guion, Koreeda va enredando y desenredando la historia, contada convenientemente como el director bien sabe hacer, manteniendo el misterio de las motivaciones del asesinato hasta llegar al sorprendente tercio final donde el espectador puede llegar a comprender buena parte de la verdad, no tiene más que atar los cabos que se han ido dejando a lo largo de la película para afianzar su verdad, incluyendo la sutilieza del director al utilizar la alegoría para mostrar el mensaje que quiere transmitir. No es película que al finalizar te deje indiferente, más al contrario merece una meditación posterior o incluso un segundo visionado.
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8
12 de abril de 2017
12 de abril de 2017
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando a un lado Hoshi o Ou Kodomo (Viaje a Agartha, 2011) que más me parece un homenaje que Makoto Shinkai hace de El castillo en el cielo de Miyazaki, pero incuso en esta película también pues ahí están las motivaciones de su protagonista y las del profesor Morisaki, todo el cine que Shinkai ha realizado hasta ahora tiene unos cuantos lugares comunes, temas que en mayor o menor medida siempre están presentes y que permiten al director asentar la idea de cómo aquel romance adolescente deja marcado para siempre el posterior vivir de sus protagonistas. Y estos lugares son la separación forzada o inevitable, la melancolía posterior, el recuerdo constante de aquellos días, el anhelo por el reencuentro, la rebeldía por el determinismo vital que les ha llevado a la situación en la que se encuentran.
Y la vida escolar, y los trenes, y los pasos a nivel, y el caer de la nieve o los pétalos de cerezo, y la amplitud de los cielos, su luz, su color, sus rayos crepusculares, ….
El caso es que, visto así, pudiera parecer que sus películas son excesivamente cursis o sensibleras y ciertamente tienen sus momentos, pero Shinkai envuelve estos romances en unos “decorados” muy originales que van desde la ciencia ficción y los mundos alternativos de sus primeras películas hasta la más pura fantasía y tradición de Agartha o de Kimi no na wa. Solo Kotonoha no Niwa (El jardín de las palabras, 2013) no toma de estos mimbres y por eso la historia se resiente pues no deja de ser casi un pastel rosa que, eso sí, tiene un dibujo de fondos hiperrealista espléndido, mejor incluso que el que se puede contemplar en Kimi no na wa.
Buena parte de los recursos narrativos y visuales de Kimi no na wa ya estaban presentes en las dos primeras películas de Makoto Shinkai:
Dejando a un lado sus cortos, que en alguno de ellos también, es en su primer mediometraje y en sus dos largometrajes posteriores donde ya aparecen sus ideas principales, los lugares comunes que se repiten en mayor o menor medida en sus películas posteriores hasta llegar hasta Kimi no na wa y conseguir, hasta la fecha, su mejor película con diferencia. Es imposible no ver el germen de la idea del Viaje a Agartha en su primer mediometraje, Hoshi no koe (Voces de una estrella, 2002), o de la gran importancia que tiene Kumo no Mukô, Yakusoku no Basho (El lugar que nos prometimos, 2004) en la historia que Shinkai desarrolla en Kimi no na wa. Estas dos películas comparten la idea de comunicarse a través de los sueños y tienen soluciones idénticas, es decir, tienen incluso un plano crucial casi idéntico.
El caso es que ya sea tomando ideas de su primer largo, y también de su posterior Byôsoku go Senchimêtoru (Cinco centímetros por segundo, 2007), Makoto Shinkai ha logrado finalmente componer una historia sobre la predestinación de dos personas a conocerse y a quedar unidas. No deja de ser, el director lo muestra claramente en su película, la leyenda japonesa del “hilo rojo” (de la que tan peculiar versión diera Takeshi Kitano en Dolls -2002-). Eso sí, Shinkai, que firma el guion, ha sabido envolver la leyenda de una forma original y con un giro sorprendente para que a través de la fantasía, la tradición y el sintoismo sus protagonistas lleguen a conectar en el espacio y en el tiempo. Es la diferencia con El lugar que nos prometimos pues allí el resultado de los universos paralelos y su convergencia mecanocuántica dio lugar a una película que resultó ser excesiva e innecesariamente compleja en sus explicaciones.
En Kimi no na wa la conexión es otra y, ciertamente, Shinkai no entra en explicar o desarrollar demasiado los mecanismos fantásticos que unen a sus protagonistas, simplemente los plantea y nos da muestra sus reglas principales porque está más interesado en mostrar (y lo logra) la tristeza, la desazón, la melancolía y el anhelo de sus personajes. Ahora bien, esta vez sí que consigue un mayor interés no solo por la originalidad de la historia, o por el buen ritmo que tiene toda la narración, o porque también tiene buenos momentos de hilaridad, sino también porque sus protagonistas están bien desarrollados y están rodeados de otros personajes secundarios también interesantes de por sí. Si entras al trapo de la historia es posible que, por muy dura roca que seas, necesites de algún que otro kleenex, …. doy fe.
Y todo esto con una buena banda sonora en la que Shinkai no evita la utilización de temas musicales, canciones, para contar rápidamente parte de la historia, una especie de momentos video-clip que en sus otras películas utilizó a modo de final/epílogo y que aquí utiliza en varias ocasiones. Y además con una animación más que correcta, algo sosa de rostros pero con un dibujo muy detallista, impresionante en los fondos. Los encuadres de Shinkai son muy característicos pues ya los viene haciendo desde sus primeros trabajos. La calidad técnica, el juego de luces, el realismo de los paisajes urbanos o el preciosismo de los paisajes, las vistas de los cielos inmensos desde el suelo, sus nubes y las líneas que los cruzan, … impresionante. Una pena no haber podido ver esta película en una pantalla grande.
Y la vida escolar, y los trenes, y los pasos a nivel, y el caer de la nieve o los pétalos de cerezo, y la amplitud de los cielos, su luz, su color, sus rayos crepusculares, ….
El caso es que, visto así, pudiera parecer que sus películas son excesivamente cursis o sensibleras y ciertamente tienen sus momentos, pero Shinkai envuelve estos romances en unos “decorados” muy originales que van desde la ciencia ficción y los mundos alternativos de sus primeras películas hasta la más pura fantasía y tradición de Agartha o de Kimi no na wa. Solo Kotonoha no Niwa (El jardín de las palabras, 2013) no toma de estos mimbres y por eso la historia se resiente pues no deja de ser casi un pastel rosa que, eso sí, tiene un dibujo de fondos hiperrealista espléndido, mejor incluso que el que se puede contemplar en Kimi no na wa.
Buena parte de los recursos narrativos y visuales de Kimi no na wa ya estaban presentes en las dos primeras películas de Makoto Shinkai:
Dejando a un lado sus cortos, que en alguno de ellos también, es en su primer mediometraje y en sus dos largometrajes posteriores donde ya aparecen sus ideas principales, los lugares comunes que se repiten en mayor o menor medida en sus películas posteriores hasta llegar hasta Kimi no na wa y conseguir, hasta la fecha, su mejor película con diferencia. Es imposible no ver el germen de la idea del Viaje a Agartha en su primer mediometraje, Hoshi no koe (Voces de una estrella, 2002), o de la gran importancia que tiene Kumo no Mukô, Yakusoku no Basho (El lugar que nos prometimos, 2004) en la historia que Shinkai desarrolla en Kimi no na wa. Estas dos películas comparten la idea de comunicarse a través de los sueños y tienen soluciones idénticas, es decir, tienen incluso un plano crucial casi idéntico.
El caso es que ya sea tomando ideas de su primer largo, y también de su posterior Byôsoku go Senchimêtoru (Cinco centímetros por segundo, 2007), Makoto Shinkai ha logrado finalmente componer una historia sobre la predestinación de dos personas a conocerse y a quedar unidas. No deja de ser, el director lo muestra claramente en su película, la leyenda japonesa del “hilo rojo” (de la que tan peculiar versión diera Takeshi Kitano en Dolls -2002-). Eso sí, Shinkai, que firma el guion, ha sabido envolver la leyenda de una forma original y con un giro sorprendente para que a través de la fantasía, la tradición y el sintoismo sus protagonistas lleguen a conectar en el espacio y en el tiempo. Es la diferencia con El lugar que nos prometimos pues allí el resultado de los universos paralelos y su convergencia mecanocuántica dio lugar a una película que resultó ser excesiva e innecesariamente compleja en sus explicaciones.
En Kimi no na wa la conexión es otra y, ciertamente, Shinkai no entra en explicar o desarrollar demasiado los mecanismos fantásticos que unen a sus protagonistas, simplemente los plantea y nos da muestra sus reglas principales porque está más interesado en mostrar (y lo logra) la tristeza, la desazón, la melancolía y el anhelo de sus personajes. Ahora bien, esta vez sí que consigue un mayor interés no solo por la originalidad de la historia, o por el buen ritmo que tiene toda la narración, o porque también tiene buenos momentos de hilaridad, sino también porque sus protagonistas están bien desarrollados y están rodeados de otros personajes secundarios también interesantes de por sí. Si entras al trapo de la historia es posible que, por muy dura roca que seas, necesites de algún que otro kleenex, …. doy fe.
Y todo esto con una buena banda sonora en la que Shinkai no evita la utilización de temas musicales, canciones, para contar rápidamente parte de la historia, una especie de momentos video-clip que en sus otras películas utilizó a modo de final/epílogo y que aquí utiliza en varias ocasiones. Y además con una animación más que correcta, algo sosa de rostros pero con un dibujo muy detallista, impresionante en los fondos. Los encuadres de Shinkai son muy característicos pues ya los viene haciendo desde sus primeros trabajos. La calidad técnica, el juego de luces, el realismo de los paisajes urbanos o el preciosismo de los paisajes, las vistas de los cielos inmensos desde el suelo, sus nubes y las líneas que los cruzan, … impresionante. Una pena no haber podido ver esta película en una pantalla grande.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¡Qué importantes son los cruces entre las personas en la ciudad y pensar que a esa persona la conoces de algo!
En Shinkai, otra vez, es algo recurrente. Recordando el final ciertamente triste de Cinco centímetros por segundo, esperando que el tren interminable deje de pasar para ver si esa persona también se ha dado cuenta, te ha reconocido y sigue al otro lado del paso a nivel, …, y viendo el final de Kimi no na wa con varios cruces precedentes, la visión fugaz del lazo rojo, un encuentro en unas escaleras en una calle, ..., durante un instante recuerdas que Shinkai siempre te ha parecido un director melancólico y triste en sus películas, y entonces exclamas...., ¡no tendrás valor de nuevo de dejarnos igual de apesadumbrados que aquella vez!
-------
Recuerda, amigo lector, que esta reseña está basada única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales.
En Shinkai, otra vez, es algo recurrente. Recordando el final ciertamente triste de Cinco centímetros por segundo, esperando que el tren interminable deje de pasar para ver si esa persona también se ha dado cuenta, te ha reconocido y sigue al otro lado del paso a nivel, …, y viendo el final de Kimi no na wa con varios cruces precedentes, la visión fugaz del lazo rojo, un encuentro en unas escaleras en una calle, ..., durante un instante recuerdas que Shinkai siempre te ha parecido un director melancólico y triste en sus películas, y entonces exclamas...., ¡no tendrás valor de nuevo de dejarnos igual de apesadumbrados que aquella vez!
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Recuerda, amigo lector, que esta reseña está basada única y exclusivamente en mi opinión y gusto personal que puede, o no, coincidir con la del resto de los mortales.

7,2
32.964
8
13 de diciembre de 2016
13 de diciembre de 2016
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable neo-western de aire crepuscular que se sustenta en las tres interpretaciones principales y en el paisaje tejano moderno (buena fotografía) donde se desarrolla la historia. El papel de Ben Foster como el hermano recién salido de la cárcel cuyo comportamiento en cualquier situación es impredecible está muy bien llevado por el actor que no cae en el histrionismo. Chris Pine se está revelando como un buen actor, tan versátil que es capaz de llevar con soltura el papel de Kirk y luego aparecer por aquí realizando una interpretación muy solvente, creíble y sobria, totalmente alejada del capitán del Enterprise. Jeff Bridges está, simplemente soberbio. Poco necesita ya este actor, que tiene oficio le sobra, para interpretar con maestría a este ranger de Texas que afronta una última misión en la persecución de los dos atracadores.
Pero la película no es solo de atracos y persecuciones. Es un Western crepuscular que, como es preceptivo en el género, tiene personajes muy desencantados y avocados a un destino que conocen muy bien y que, a pesar de ello, no están dispuestos a cambiar. Y es un buen retrato de los lugares por donde se mueven, pueblos perdidos del oeste de Texas donde aún hay cowboys moviendo ganado entre campos de petróleo, indios con aspecto tan desencantado como el de los protagonistas y armas por todos lados, en manos de cualquier ciudadano dispuesto, además, a perseguir a tiros a cualquiera que se salga de la ley. Las cargas de profundidad que suelta Jeff Bridges a su compañero indio en cada conversación podrán parecer al principio como graciosas, pero no están en el guion precisamente con ese motivo.
Es virtud del director, David Mackenzie, que todo esto se pueda apreciar en la película.
Me quedo con una frase que suelta un anciano cuando los hermanos están atracando una de las sucursales: “Pero, ¿por qué roban? Si ni siquiera son mexicanos”
Pero la película no es solo de atracos y persecuciones. Es un Western crepuscular que, como es preceptivo en el género, tiene personajes muy desencantados y avocados a un destino que conocen muy bien y que, a pesar de ello, no están dispuestos a cambiar. Y es un buen retrato de los lugares por donde se mueven, pueblos perdidos del oeste de Texas donde aún hay cowboys moviendo ganado entre campos de petróleo, indios con aspecto tan desencantado como el de los protagonistas y armas por todos lados, en manos de cualquier ciudadano dispuesto, además, a perseguir a tiros a cualquiera que se salga de la ley. Las cargas de profundidad que suelta Jeff Bridges a su compañero indio en cada conversación podrán parecer al principio como graciosas, pero no están en el guion precisamente con ese motivo.
Es virtud del director, David Mackenzie, que todo esto se pueda apreciar en la película.
Me quedo con una frase que suelta un anciano cuando los hermanos están atracando una de las sucursales: “Pero, ¿por qué roban? Si ni siquiera son mexicanos”

6,3
2.300
Animación
7
1 de julio de 2018
1 de julio de 2018
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Meari to majo no hana” (Mary y la flor de la bruja, 2017) es el tercer largometraje de Hiromasa Yonebayashi, un director que, hasta su anterior trabajo, “Omoide no Mânî” (El recuerdo de Marnie, 2014), aparecía relacionado con el estudio Ghibli. Es en este estudio donde debuta como director con la notable “Karigurashi no Arietti” (Arrieti y el mundo de los diminutos, 2010), habiendo trabajado anteriormente como “Key Animator” (es decir, asumiendo responsabilidad en la animación de las escenas en las que interviene) en algunas de las principales películas del estudio, empezando con Mononoke Hime en 1997.
El 3 de agosto de 2014, Toshio Suzuki, productor y uno de los fundadores del estudio Ghibli, anunció que pausaban la producción de largometrajes ante la necesidad de reestructuración del estudio. El resultado, hasta ahora, es que el último largometraje realizado en Ghibli es, precisamente, “El recuerdo de Marnie”. En el año 2015 el productor jefe del estudio Ghibli, Yoshiaki Nishimura y otros miembros del estudio, entre ellos Yonebayashi, fundan el estudio Ponoc, del que “Mary y la flor de la bruja” es el primer largometraje. Parece que la silueta de la protagonista, Mary, formará parte del logotipo del estudio, con un estilo similar al Totoro de Ghibli. Es también, quizás, una declaración de intenciones, de dejar claro que la esencia de las películas del estudio Ghibli, películas de las que ellos han formado parte, va a continuar de un modo u otro. Desde luego así me lo parece una vez vista y disfrutada “Mary y la flor de la bruja”.
Mientras vas contemplando la película de Hiromasa Yonebayashi es imposible no estar continuamente recordando escenas de muchas películas Ghibli. Aquí hay mucho, muchísimo de “El viaje de Chihiro”, pero aún lo hay más de “El castillo ambulante”. Visualmente son las referencias principales pero no las únicas porque también tenemos las islas volantes de “El castillo en el cielo”, los bosques de “La princesa Mononoke”, las peripecias de “Nicky, la aprendiz de bruja”, o, si me apuran, las rebeldías capilares de Fujimoto en “Ponyo en el acantilado”. Todas estas influencias no hacen sino favorecer una película que, visualmente, resulta ser una joya. No hay nada que se pueda reprochar, desde la animación perfecta a la exquisitez de los fondos de interiores o a los paisajes rurales, desde la magnificencia del bosque al detallismo de los rincones y la simpleza de la valla en la vereda como “puerta” de entrada al mundo mágico. Siempre hay una puerta. Un dibujo extremadamente cuidado y esmerado que es marca de la nueva casa y fruto de la experiencia de años de trabajo.
Adolece la película, no obstante, de cierta profundidad en la historia, bastante más sencilla (infantil no es la palabra) y predecible. Se echa de menos la superación, el viaje introspectivo de la protagonista, conocer sus miedos o preocupaciones. No parece que existan conflictos internos en Mary, o no se ha querido complicar la historia con ellos. Y no puede ser el motivo la falta de capacidad para hacerlo, porque en este sentido su película anterior, “El recuerdo de Marnie”, sí que lo hace, lo consigue y el resultado es, en mi opinión, bastante superior. En cualquier caso, “Mary y la flor de la bruja” resulta ser una película muy, muy, recomendable.
Un par de curiosidades/datos para terminar:
La actriz que da voz (seiyū) a Mary es Hana Sugisaki, que también interpreta, por si alguien quiere ponerle cara, a Rin Asano en la adaptación de Takashi Miike de “La espada del inmortal”. Anteriormente Hana Sugisaki ya había sido la seiyū del personaje de Sayaka en “El recuerdo de Marnie”
Por su parte la voz de Peter es de Ryûnosuke Kamiki, que también aparece en la última de Miike, “JoJo’s Bizarre Adventure”, película a la que no pienso ni acercarme. Mejor recordar a Ryûnosuke Kamiki por ser la voz de Taki en “Your Name”, de Makoto Shinkai.
El 3 de agosto de 2014, Toshio Suzuki, productor y uno de los fundadores del estudio Ghibli, anunció que pausaban la producción de largometrajes ante la necesidad de reestructuración del estudio. El resultado, hasta ahora, es que el último largometraje realizado en Ghibli es, precisamente, “El recuerdo de Marnie”. En el año 2015 el productor jefe del estudio Ghibli, Yoshiaki Nishimura y otros miembros del estudio, entre ellos Yonebayashi, fundan el estudio Ponoc, del que “Mary y la flor de la bruja” es el primer largometraje. Parece que la silueta de la protagonista, Mary, formará parte del logotipo del estudio, con un estilo similar al Totoro de Ghibli. Es también, quizás, una declaración de intenciones, de dejar claro que la esencia de las películas del estudio Ghibli, películas de las que ellos han formado parte, va a continuar de un modo u otro. Desde luego así me lo parece una vez vista y disfrutada “Mary y la flor de la bruja”.
Mientras vas contemplando la película de Hiromasa Yonebayashi es imposible no estar continuamente recordando escenas de muchas películas Ghibli. Aquí hay mucho, muchísimo de “El viaje de Chihiro”, pero aún lo hay más de “El castillo ambulante”. Visualmente son las referencias principales pero no las únicas porque también tenemos las islas volantes de “El castillo en el cielo”, los bosques de “La princesa Mononoke”, las peripecias de “Nicky, la aprendiz de bruja”, o, si me apuran, las rebeldías capilares de Fujimoto en “Ponyo en el acantilado”. Todas estas influencias no hacen sino favorecer una película que, visualmente, resulta ser una joya. No hay nada que se pueda reprochar, desde la animación perfecta a la exquisitez de los fondos de interiores o a los paisajes rurales, desde la magnificencia del bosque al detallismo de los rincones y la simpleza de la valla en la vereda como “puerta” de entrada al mundo mágico. Siempre hay una puerta. Un dibujo extremadamente cuidado y esmerado que es marca de la nueva casa y fruto de la experiencia de años de trabajo.
Adolece la película, no obstante, de cierta profundidad en la historia, bastante más sencilla (infantil no es la palabra) y predecible. Se echa de menos la superación, el viaje introspectivo de la protagonista, conocer sus miedos o preocupaciones. No parece que existan conflictos internos en Mary, o no se ha querido complicar la historia con ellos. Y no puede ser el motivo la falta de capacidad para hacerlo, porque en este sentido su película anterior, “El recuerdo de Marnie”, sí que lo hace, lo consigue y el resultado es, en mi opinión, bastante superior. En cualquier caso, “Mary y la flor de la bruja” resulta ser una película muy, muy, recomendable.
Un par de curiosidades/datos para terminar:
La actriz que da voz (seiyū) a Mary es Hana Sugisaki, que también interpreta, por si alguien quiere ponerle cara, a Rin Asano en la adaptación de Takashi Miike de “La espada del inmortal”. Anteriormente Hana Sugisaki ya había sido la seiyū del personaje de Sayaka en “El recuerdo de Marnie”
Por su parte la voz de Peter es de Ryûnosuke Kamiki, que también aparece en la última de Miike, “JoJo’s Bizarre Adventure”, película a la que no pienso ni acercarme. Mejor recordar a Ryûnosuke Kamiki por ser la voz de Taki en “Your Name”, de Makoto Shinkai.
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