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CortometrajeAnimación

6,5
127
Animación
7
1 de abril de 2020
1 de abril de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer corto vedado tras su estreno en la URSS. Según los búrocratas por lo "nocivo y macabro" de sus imágenes; condenando a su creador, Andrei Khrzhanovsky, a dos años de servicio en las fuerzas armadas.
Se trata de un cortometraje entroncado en la estética surrealista (que anticipa en un modo más barroco y demencial a la fantástica "Planeta salvaje", 1973) que, de forma satírica, critica al absurdo y desalmado sistema burocrático del régimen soviético. El arte pictórico, escultórico y cinematográfico sumados a la música atmosférica del compositor Alfred Shnitke se unen bajo el elemento de la armónica de cristal en un caótico universo de cut-out animation.
Brillante alegoría de la liberación donde la figura del artista/músico lucha contra la hipocresía de una sociedad sumida en la podredumbre económica y la corrupción moral de quienes les gobiernan. Una sociedad donde se cohíbe al individuo y se censuran las manifestaciones artísticas que no respondan a los absurdos idearios de un sistema decadente. ¡Viva el arte libre y libertario!
Se trata de un cortometraje entroncado en la estética surrealista (que anticipa en un modo más barroco y demencial a la fantástica "Planeta salvaje", 1973) que, de forma satírica, critica al absurdo y desalmado sistema burocrático del régimen soviético. El arte pictórico, escultórico y cinematográfico sumados a la música atmosférica del compositor Alfred Shnitke se unen bajo el elemento de la armónica de cristal en un caótico universo de cut-out animation.
Brillante alegoría de la liberación donde la figura del artista/músico lucha contra la hipocresía de una sociedad sumida en la podredumbre económica y la corrupción moral de quienes les gobiernan. Una sociedad donde se cohíbe al individuo y se censuran las manifestaciones artísticas que no respondan a los absurdos idearios de un sistema decadente. ¡Viva el arte libre y libertario!
7
24 de marzo de 2020
24 de marzo de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Osamu Tezuka, el "Dios del Manga" y pionero de la animación japonesa experimenta con la perspectiva en primera persona de un niño que salta y rebota cada vez a más altura y distancia. Un efímero viaje entre espacios y tiempos, entre parajes rurales y urbanos, donde cada salto resulta una aventura y cada aterrizaje una sorpresa.
Tezuka aboga por la técnica artesanal, con más de 4000 dibujos, sin CGI ni rotoscopia, consiguiendo una animación fluida y sin cortes con gran detalle en los espacios gracias a la variedad de la paleta de colores que define el ambiente además de colorearlo. El dominio del trazo y de la perspectiva logran que resulte toda una experiencia cinética e inmersiva. Sin duda, un cortometraje innovador, tan dinámico como divertido. Recomendable.
Tezuka aboga por la técnica artesanal, con más de 4000 dibujos, sin CGI ni rotoscopia, consiguiendo una animación fluida y sin cortes con gran detalle en los espacios gracias a la variedad de la paleta de colores que define el ambiente además de colorearlo. El dominio del trazo y de la perspectiva logran que resulte toda una experiencia cinética e inmersiva. Sin duda, un cortometraje innovador, tan dinámico como divertido. Recomendable.
7
6 de marzo de 2020
6 de marzo de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos ladridos perturban a un hombre y este decide poner remedio acabando con aquello que los emite. Con tan simple premisa arranca la carrera autoral de Bong Joon-Ho, el director coreano más celebrado de la actualidad. Su ópera prima puso los cimientos que edificarían más tarde la aclamadísima Parásitos. Partiendo igualmente de la comedia negra, derivamos al suspense y al thriller (con persecución Memories of Murder incluida) pasando por trazos de dramatismo, terror y crítica social. Una mezcolanza de géneros bastante orgánica que le da un ritmo muy dinámico al film. La inteligencia visual de Bong se vislumbra en la agilidad de la cámara y la brillantez de las transiciones, pero sobre todo en la disposición del espacio y la puesta en escena. Pues, ya encontramos aquí el elemento espacial que más destaca en Parásitos y que más trabaja en sus obras, el sótano. Un lugar tenebroso donde acontecen los actos más miserables de sus películas, un subnivel cuyo descenso físico y simbólico denota la corrupción moral. Es allí donde acude el protagonista a realizar el primer acto mezquino que catapulta la trama. Es allí donde se cuenta la historia de terror para esconder un hecho aún más terrorífico. Es allí donde el personaje del vagabundo se convierte en víctima y verdugo.
Espacios visuales, definitivamente, que se aprovechan al máximo contrastando con la altura de la azotea y los apartamentos aunque ambos se conectan desde el voyeurismo (del armario a los prismáticos) y definen claramente los contextos sociales de los personajes. El acumulamiento caótico y malsano de la mujer de la tienda expresa su descontento y obstrucción social tanto como la frugalidad del apartamento del protagonista y su mujer. Todos ellos en su voluntad de ascender socialmente (como la familia de Parásitos) se dan de bruces con realidades inmisericordes: trabajos abusivos, despidos por embarazo, contrataciones por enchufe o soborno, miseria económica y pobreza en general. Un retrato social y generacional como vemos en el personaje de Doona Bae, una joven bondadosa y comprometida, pero ahogada por su entorno y sin aspiraciones vitales.
El guion, del propio Bong Joon-Ho, conjuga y equilibra muy bien los personajes y los motivos que muestra en pantalla desde los rábanos al Sol del inicio hasta la mujer que pide limosna en el metro. Todos los elementos sirven a la trama y la enriquecen sin desviarse demasiado (elementos como el papel higiénico o las nueces definen los caracteres y aportan un toque singular a sus respectivas acciones) con elipsis sutiles y bien medidas.
Gracias a una excelente fotografía estos aspectos se realzan adecuadamente aprovechando la profundidad de campo con los pasillos y las escaleras. Angulando cuando es necesario y encuadrando de forma expresiva en los cambios de ritmo y en los diálogos entre personajes. La paleta de colores sobrios en interiores y más vivos en exteriores refleja bastante bien la vitalidad del personaje de Doona Bae. Destaca especialmente, el motivo del amarillo en los chubasqueros identificativo desde el cartel de la película.
Mención especial para la banda sonora de Jo Seong-woo que se mueve entre el blues y el jazz rítmico acentuando y elevando las emociones en las escenas clímax de la película.
Todo ello construye una ópera prima muy sólida, no exenta de las asperezas de un primerizo, pero desde luego a un nivel que pocos directores de su generación han conseguido. Absolutamente recomendable.
Espacios visuales, definitivamente, que se aprovechan al máximo contrastando con la altura de la azotea y los apartamentos aunque ambos se conectan desde el voyeurismo (del armario a los prismáticos) y definen claramente los contextos sociales de los personajes. El acumulamiento caótico y malsano de la mujer de la tienda expresa su descontento y obstrucción social tanto como la frugalidad del apartamento del protagonista y su mujer. Todos ellos en su voluntad de ascender socialmente (como la familia de Parásitos) se dan de bruces con realidades inmisericordes: trabajos abusivos, despidos por embarazo, contrataciones por enchufe o soborno, miseria económica y pobreza en general. Un retrato social y generacional como vemos en el personaje de Doona Bae, una joven bondadosa y comprometida, pero ahogada por su entorno y sin aspiraciones vitales.
El guion, del propio Bong Joon-Ho, conjuga y equilibra muy bien los personajes y los motivos que muestra en pantalla desde los rábanos al Sol del inicio hasta la mujer que pide limosna en el metro. Todos los elementos sirven a la trama y la enriquecen sin desviarse demasiado (elementos como el papel higiénico o las nueces definen los caracteres y aportan un toque singular a sus respectivas acciones) con elipsis sutiles y bien medidas.
Gracias a una excelente fotografía estos aspectos se realzan adecuadamente aprovechando la profundidad de campo con los pasillos y las escaleras. Angulando cuando es necesario y encuadrando de forma expresiva en los cambios de ritmo y en los diálogos entre personajes. La paleta de colores sobrios en interiores y más vivos en exteriores refleja bastante bien la vitalidad del personaje de Doona Bae. Destaca especialmente, el motivo del amarillo en los chubasqueros identificativo desde el cartel de la película.
Mención especial para la banda sonora de Jo Seong-woo que se mueve entre el blues y el jazz rítmico acentuando y elevando las emociones en las escenas clímax de la película.
Todo ello construye una ópera prima muy sólida, no exenta de las asperezas de un primerizo, pero desde luego a un nivel que pocos directores de su generación han conseguido. Absolutamente recomendable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay quien dice que el final es demasiado indulgente con el protagonista. Si bien es cierto que consigue su propósito, somos testigos de cómo su conciencia lo carcome por dentro. Se nos muestra como le da una limosna a la mujer en una señal de redención, pero aun así entrega el soborno para sumirse literalmente en la oscuridad durante las clases. Su petición de que corran todas las cortinas, impidiendo el paso de la luz, explicita sus remordimientos. Con todo, no se juzga ni se condena al protagonista porque por desgracia no es algo que ocurra normalmente en nuestra sociedad. Los corruptos salen indemnes en su mayoría y ni siquiera tienen mala conciencia porque vuelven a reincidir tras la condena. Solo nos queda el alivio de la última escena donde las chicas tras asumir sus miserias con honradez perseveran y caminan aliviadas y libres por el bosque. En contraste a ese rostro de tinieblas, a ese entorno que el protagonista deseaba y que ha convertido inevitablemente en un tenebroso y opresivo sótano moral...
Mediometraje

6,4
75
6
6 de noviembre de 2019
6 de noviembre de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Louis Delluc fue mucho más conocido y reconocido como teórico cinematográfico que como director. Fue gracias a sus apasionados escritos que se popularizaron y acuñaron términos como "cineasta" o "fotogenia". A él le debemos la creación de los cineclubs, asociaciones por y para la divulgación cinematográfica que se extendieron por toda Europa. Locales donde se promovía intensamente la cultura cinéfila. Pues Delluc no dudaba en tildar el cine como arte y lo defendió de forma acérrima hasta su prematura muerte por tuberculosis a los 33 años. Un pionero en el análisis y en la creación de formas lamentablemente olvidado pues apenas le dio tiempo de firmar 7 obras, cinco mediometrajes y dos largometrajes. De las cuales menos de la mitad se conservan en buena calidad. Aún así, merece al menos una crítica en esta página.
Por ello, hoy toca desgranar Fièvre, obra que el mismo Delluc consideró fallida, pero que vale la pena visionar pues emplea recursos y técnicas que influirían en futuras producciones vanguardistas. No por nada Germaine Dulac, directora de la primera obra surrealista de la historia del cine, alabó esta cinta.
Delluc escribe el guión y pone en práctica en la escenografía y en el montaje varias teorías que había desarrollado en el Movimiento Impresionista Francés. Introduce con entornos que pasan de interior a exterior ágilmente, adaptando el ritmo de los cortes a cada lugar y elemento. El conocido como montaje anfibio.
La historia en sí comienza al presentarse varios personajes en una taberna donde esperarán la llegada de unos marineros. Una mujer llamada Paciencia, adicta al opio, un borracho con un curioso maquillaje que recuerda al expresionismo alemán y una resolutiva tabernera entre muchos otros. A la llegada de los marineros se van sucediendo estados de ánimo que inundan a los personajes y dominan las escenas entre introspección (imaginaciones) y acción (baile, juegos, el mono). Delluc se detiene a poner nombre y apellido a los extras, ignorando por un momento a los protagonistas y a sus tramas para sacar del anonimato a aquellos que llenan humildemente el fondo de la escena. Curioso homenaje.
Por otro lado, incluye las ensoñaciones y las imaginaciones de los protagonistas visualmente en otro plano más allá de la trama. Los recalca con tintes de colores y estéticas chocantes. Muy a destacar la presencia de la estética oriental en contraposición a la occidental. Así como la escena casi onírica que imagina una de las mujeres donde un grupo de personas con vestiduras orientales alaban un torso de piedra. Ni David Lynch vamos.
Con todo ello, la fotografía está muy conseguida e incluso se juega con la luz, en la distribución de espacios de la taberna, entregando simbolismos. Por ejemplo, la oscuridad que se cierne en la trastienda como el negro estado de violencia que se acabara propagando en los personajes hacia el desenlace. O bien, la flor iluminada que espera a florecer y que atrae al personaje de Paciencia más aún que el opio. Las lecturas que surgen de estas metáforas son como siempre muy diversas y contradictorias, pudiendo incluso no significar nada en absoluto.
Sin embargo, el contexto del filme inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial es determinante tanto en el matiz pesimista de algunos personajes como en el absurdismo de algunas secuencias y del mensaje final.
En definitiva, siendo una película "fracasada" ofrece un estilo y unas formas interesantes que la llevan a erigirse como una de las precursoras de la fiebre vanguardista que surgiría en Europa durante los años veinte.
Por ello, hoy toca desgranar Fièvre, obra que el mismo Delluc consideró fallida, pero que vale la pena visionar pues emplea recursos y técnicas que influirían en futuras producciones vanguardistas. No por nada Germaine Dulac, directora de la primera obra surrealista de la historia del cine, alabó esta cinta.
Delluc escribe el guión y pone en práctica en la escenografía y en el montaje varias teorías que había desarrollado en el Movimiento Impresionista Francés. Introduce con entornos que pasan de interior a exterior ágilmente, adaptando el ritmo de los cortes a cada lugar y elemento. El conocido como montaje anfibio.
La historia en sí comienza al presentarse varios personajes en una taberna donde esperarán la llegada de unos marineros. Una mujer llamada Paciencia, adicta al opio, un borracho con un curioso maquillaje que recuerda al expresionismo alemán y una resolutiva tabernera entre muchos otros. A la llegada de los marineros se van sucediendo estados de ánimo que inundan a los personajes y dominan las escenas entre introspección (imaginaciones) y acción (baile, juegos, el mono). Delluc se detiene a poner nombre y apellido a los extras, ignorando por un momento a los protagonistas y a sus tramas para sacar del anonimato a aquellos que llenan humildemente el fondo de la escena. Curioso homenaje.
Por otro lado, incluye las ensoñaciones y las imaginaciones de los protagonistas visualmente en otro plano más allá de la trama. Los recalca con tintes de colores y estéticas chocantes. Muy a destacar la presencia de la estética oriental en contraposición a la occidental. Así como la escena casi onírica que imagina una de las mujeres donde un grupo de personas con vestiduras orientales alaban un torso de piedra. Ni David Lynch vamos.
Con todo ello, la fotografía está muy conseguida e incluso se juega con la luz, en la distribución de espacios de la taberna, entregando simbolismos. Por ejemplo, la oscuridad que se cierne en la trastienda como el negro estado de violencia que se acabara propagando en los personajes hacia el desenlace. O bien, la flor iluminada que espera a florecer y que atrae al personaje de Paciencia más aún que el opio. Las lecturas que surgen de estas metáforas son como siempre muy diversas y contradictorias, pudiendo incluso no significar nada en absoluto.
Sin embargo, el contexto del filme inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial es determinante tanto en el matiz pesimista de algunos personajes como en el absurdismo de algunas secuencias y del mensaje final.
En definitiva, siendo una película "fracasada" ofrece un estilo y unas formas interesantes que la llevan a erigirse como una de las precursoras de la fiebre vanguardista que surgiría en Europa durante los años veinte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Puntualizar que la crítica va dirigida a la versión íntegra de Fièvre, la más reciente restauración realizada por la Cinémathèque Française de una copia de nitrato a color en 2008.
CortometrajeAnimación

6,1
795
Animación
6
28 de septiembre de 2019
28 de septiembre de 2019
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Don Hertzfeldt es un creador excepcional y todo un ejemplo de animador independiente. Tras casi veinticinco años de carrera, sigue fiel al papel y al lápiz que lo encumbraron desde un inicio. Siempre al margen de las productoras, con un dibujo minimalista de monigotes, ha ido creciendo como autor y madurando sus ideas hasta la actualidad.
En un principio, nos ofrecía sketches muy ingeniosos de situaciones absurdas y surrealistas (Genre, Billy's Balloon, Rejected) o sus experiencias románticas cargadas de humor negro (Ah l'Amour, Lily and Jim) . Más adelante, empieza una etapa de madurez reflexiva, mucho menos cómica y con un tono oscuro y dramático. Aquí produce las que, en mi opinión, son sus mejores obras (La trilogía de Bill), con la que amplia su universo animado y nos da una particular visión sobre la vida. Esta etapa da inicio con este cortometraje, por ello y aunque sea algo irregular, no debería pasarse por alto.
Son doce minutos de personajes y criaturas variopintas que van sucediéndose bajo nubes de color artesanas. Una sátira vital acompañada de bellas imágenes y bicharracos evolutivos. Todo de la mano de Hertzfeldt que constituye un cosmos en una hoja de papel.
En un principio, nos ofrecía sketches muy ingeniosos de situaciones absurdas y surrealistas (Genre, Billy's Balloon, Rejected) o sus experiencias románticas cargadas de humor negro (Ah l'Amour, Lily and Jim) . Más adelante, empieza una etapa de madurez reflexiva, mucho menos cómica y con un tono oscuro y dramático. Aquí produce las que, en mi opinión, son sus mejores obras (La trilogía de Bill), con la que amplia su universo animado y nos da una particular visión sobre la vida. Esta etapa da inicio con este cortometraje, por ello y aunque sea algo irregular, no debería pasarse por alto.
Son doce minutos de personajes y criaturas variopintas que van sucediéndose bajo nubes de color artesanas. Una sátira vital acompañada de bellas imágenes y bicharracos evolutivos. Todo de la mano de Hertzfeldt que constituye un cosmos en una hoja de papel.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"Los humanoides dicen sus frases, algunas ocurrentes, algunas estúpidas, algunas absurdas y muchas corrientes, pero todos mueren... En el caos de la multitud, por donde avanzamos, tratando de buscar, inútilmente, un motivo."
Respecto a la crítica del usuario Abronsius, solamente coincido en que recortaría la parte final. Especialmente la conversación entre los dos organismos sobre lo absurdo de buscarle un sentido a la vida. Lo que sigue a esta escena es lo que hubiera hecho Malick con "El árbol de la Vida" de tener como presupuesto unos folios y una caja de carioca.
Respecto a la crítica del usuario Abronsius, solamente coincido en que recortaría la parte final. Especialmente la conversación entre los dos organismos sobre lo absurdo de buscarle un sentido a la vida. Lo que sigue a esta escena es lo que hubiera hecho Malick con "El árbol de la Vida" de tener como presupuesto unos folios y una caja de carioca.
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