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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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7 de diciembre de 2020 1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de más de dos décadas, por fin se ha podido ver realizado el proyecto ideado por Jack Fincher de la mano de su más que conocido retoño. Ciertamente, esta era una de las películas más esperadas del año, pese a que esto pueda no parecer gran cosa atendiendo a la sequía cinematográfica producto de ese virus que algunos desean curar con lejía (sospecho que los susodichos preferirán una película más adecuada para su elevado intelecto: confío en que Adam Sandler satisfaga sus exigencias).

Ante la pregunta de si las expectativas se han visto cumplidas, el avispado lector solo tiene que ver la calificación puesta por servidor. "¿Y qué la hace tan buena?", se podrá preguntar alguno: muy sencillo, está hecha con cariño (permítaseme acudir al vademécum materno). Cuando un proyecto está hecho por encargo, por lo general, adolece de falta de emoción, cosa que no le sucede aquí al bueno de Davicín (lo siento, pero estamos en un país hispanoparlante y Little David suena demasiado a cantante trasnochado).

Jack Fincher, un hombre con un pasado más que interesante, debió de fraguar este guion en los noventa con la intención de que su hijo, que empezaba a despuntar con películas de asesinos cultivados y de clubes de sadomasoquistas (vamos, lo que viene siendo una asociación de amantes del Príncipe Gitano), lo dirigiera. En el apartado de dirección, esta película es sobresaliente: el espectador medio se siente parte de ese Hollywood de los años treinta con esos rodajes con multitud de extras y con esas fiestas suntuosas llenas de productores que hacían pellas en la hora de Educación para la ciudadanía.

La fotografía en blanco y negro contribuye a convertir a los personajes en los protagonistas de un mito que pasará a la posteridad. Estos personajes, además de contar con grandísimos intérpretes para defenderlos, gozan de unos diálogos llenos de ironía e ingenio a raudales. Obviamente, el que tiene más cancha para lucirse es Gary Oldman, como ese guionista con tendencia a las melopeas pero poseedor de un gran sentido de la integridad y sabedor de cómo desenvolverse en un ambiente traicionero.
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Por otro lado, como en todo mito, frente a nuestro héroe hay un villano. Y este no es otro que el manirroto magnate William Randolph Hearst. En este mundo tan ambiguo la única manera de salir adelante que tiene Mank es la de hacer uso de su ironía para contrarrestar el poder omnímodo de su némesis. Sin embargo, que al lector no se le ocurra pensar que se encuentra ante un monstruo que escupe fuego encarnado en la figura de Hearst (hombre, igual, si la asistenta le raya alguna de sus columnas románicas...). Este, si bien no destaca por su pureza moral, se muestra como un ser humano, enamorado de su joven pareja y que vela por el bienestar de los suyos.

Aquí radica parte de la grandeza de la película: en que el megalómano maníaco, pese a tener todas las características para convertirse en una caricatura, es usado como un reflejo de un pobre diablo que busca llenar un vacío interior. Cabe decir que Charles Dance, pese al poco tiempo en pantalla, contribuye a aumentar el interés en el espectador por el personaje (el hecho de que no sea un Cañita Brava también ayuda).
28 de diciembre de 2024
10 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, debo decir que tenía dos problemas antes de ver la película:
- Es una nueva versión de una obra literaria que adoro y llega después de la que es una de mis películas favoritas, el Drácula de Coppola de 1992.
- El director, cuyas películas anteriores a nivel de fotografía me parecieron deslumbrantes, pero cuyos personajes y tramas me dejaban bastante frío.

Por todo ello, me acerqué al cine con unas expectativas moderadas, por no decir que carecía por completo de expectativas. Pese a esas reservas iniciales, la película me deslumbró y trataré de razonarlo a continuación. Para ello, dividiré el análisis en varios puntos de los que son para mí los gran aciertos de la película:

1- La atmósfera: a lo largo de su metraje, sientes como espectador que estás dentro de una pesadilla enfermiza tanto por la oscuridad perpetua de la noche como por los tonos azulados del día.

2- La fidelidad a la novela: Nosferatu no solo es un remake de la película homónima de 1922, sino una adaptación respetuosa de la obra de Bram Stoker (aunque debo decir que mi película favorita de Drácula sigue siendo la de Coppola; cada uno tiene su pedrada). Con esto me refiero a que los personajes y la trama en general mantienen la esencia de la novela y, en ningún momento, se sienten deslavazados, si bien en esta película se da un mayor protagonismo a la mujer de la que está enamorado el monstruo.

3- La criatura: esta entidad es el mal absoluto y sin concesiones y actúa como una amenaza continua para los protagonistas. La clave de ello es que, desde mi punto de vista, en la primera parte de la película apenas se ve a Drácula. Esto hace que la mente del espectador tenga todavía más pavor por él, en cuanto que se está creando la sensación inconsciente de que este villano es algo incorpóreo que está siempre acechando en las sombras. Acabas pensando, al igual que el pobre mortal que llega a su castillo, que ningún muro, pared o almena puede protegerte de la presencia de un vampiro cuyas aliadas son la oscuridad y las sombras, desde las que puede salir en cualquier momento para alimentarse a tu costa.

En la zona spoiler hablaré de los aspectos de la cinta más polémicos:
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spoiler:
1- El rostro del monstruo: es como si Vlad Tepes se hubiera afeitado al cero la cabeza y esta hubiera sido devorada por gusanos durante siglos. Esto que en sí podría resultar ridículo tiene mucho sentido en cuanto que el vampiro es en esencia un no-muerto, alguien que ha sufrido la putrefacción física propia de la muerte pero que sigue siendo un ser animado.

2- Las armas del monstruo: es de lejos el Drácula más alto. Es un gigante que potencia con su envergadura las sombras que se ciernen sobre sus víctimas. Además de eso, cuenta con unos afilados dedos con los que hurga en el interior de los personajes controlando sus almas y manipulándolos a su antojo. Pero, para mi sorpresa y esto me parece muy osado en el buen sentido de la palabra, carece de colmillos afilados. Bien pensado, no le hacen falta: es un noble rumano putrefacto de dos metros con lobos y ratas de mascotas, ¿qué más necesita para ganarse tu respeto?

Honestamente, me parece una obra maestra porque, además de ser una muy buena película de terror, salva con creces dos hándicaps imposibles: ser un buen remake y aportar algo nuevo al cine de vampiros, quitándole al monstruo la belleza física y los colmillos con los que había estado asociado en cientos de films. Y doy fe de que la apuesta de Robert Eggers funciona.
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