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Críticas ordenadas por utilidad
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5,5
1.480
3
16 de febrero de 2010
16 de febrero de 2010
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
En eso que ya jovencito descubres que te gusta Peckinpah y algunas películas suyas que se llaman "Grupo Salvaje", "Perros de paja", "La balada de Cable Hogue" y la muy extraordinaria "Junior Bonner". Y lo que haces es buscar en enciclopedias (cabe recordar que no había entonces Internet y wikipedias y romances) la filmografía de este gran director con el fin de devorarla TODA. Y ves que hay películas suyas de las que no has oído hablar, entre ellas una llamada "The killer elite"...
Total, que cierto domingo por la noche en lugar de quedar con una chica, porque no hay, optas por enésima vez por quedarte a ver (solo, claro) la peli de la segunda cadena de TVE y ves que emiten tachááááán .. la peli de marras :-) :-) :-)
Empieza la peli y el reparto promete: Bo Hopkins, que hace de de cabronazo en "El expreso de medianoche", Gig Young (asesino a sueldo en "Quiero la cabeza de Alfredo García"), Robert Duvall... la cosa tiene buena pinta.
Y al final, ¡zas! Observas que nanay, que la peli es una gansada (tomo la palabra de otra crítica, con permiso), en la que parece que estás viendo un telefilme barato de los 60, con una trama absurda y en algunos momentos delirante.
Y reparas que por mucho Peckinpah que sea, también debió de ganarse los garbanzos en esos años y pasar por el aro de las productoras. ¿Que no? ¿Que subyace una ironía latente en esas luchas con unos ninjas medio gilipollas por ahí? Mí no captarla. Se siente.
Total, que cierto domingo por la noche en lugar de quedar con una chica, porque no hay, optas por enésima vez por quedarte a ver (solo, claro) la peli de la segunda cadena de TVE y ves que emiten tachááááán .. la peli de marras :-) :-) :-)
Empieza la peli y el reparto promete: Bo Hopkins, que hace de de cabronazo en "El expreso de medianoche", Gig Young (asesino a sueldo en "Quiero la cabeza de Alfredo García"), Robert Duvall... la cosa tiene buena pinta.
Y al final, ¡zas! Observas que nanay, que la peli es una gansada (tomo la palabra de otra crítica, con permiso), en la que parece que estás viendo un telefilme barato de los 60, con una trama absurda y en algunos momentos delirante.
Y reparas que por mucho Peckinpah que sea, también debió de ganarse los garbanzos en esos años y pasar por el aro de las productoras. ¿Que no? ¿Que subyace una ironía latente en esas luchas con unos ninjas medio gilipollas por ahí? Mí no captarla. Se siente.
17 de marzo de 2010
17 de marzo de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1978: todo el mundo (infantil) habla de cierta película española protagonizada por un niño con un chubasquero amarillo, al que le acompañan una oca y un láser que habla, parecido a una estufa eléctrica. La fórmula del boca a boca tiene éxito y, sin llegar a producirse mareas humanas, sí que recuerdo que la cola delante de la taquilla era de cierta consideración.
Y es que hay que ponerse en la época: no había teleseries de ningún tipo en la televisión que recogiesen, por poner un ejemplo, el aula donde un maestro despistado daba clases. O unos padres españoles que iban a la suya. O una indisimulada Barcelona, en este caso, como paisaje de fondo. Es decir, no existían apenas referentes en televisión o en cine que recogiesen las cosas que veíamos y vivíamos cotidianamente. Y los poquísimos que había, como este filme que recoge lo antes descrito, ya ofrecían, sólo por eso, un atractivo para verlos.
Centrándonos en la peli, que arrasó en el Festival de Cine Infantil y Juvenil de Gijón (que tuvo su época de gloria, no crean), se nos presenta una especie de trama policíaca que vista con el tiempo resulta simpática, con unos protagonistas efectivamente delirantes (reitero: Óscar, la oca Kina y un láser que habla), unos efectos especiales de Cinexin y unos actores completamente desconocidos. Bueno, no todos: la voz del láser la pone Felipe Peña ¿No les suena? ¿Y si les digo que es la voz que doblaba, muy bien por cierto, en la versión en español a HAL-9000 en “2001”? Así que esta película incluye, a su manera, un homenaje a Kubrick.
En fin, una peli que activa los mecanismos de la nostalgia. No es poca cosa.
Y es que hay que ponerse en la época: no había teleseries de ningún tipo en la televisión que recogiesen, por poner un ejemplo, el aula donde un maestro despistado daba clases. O unos padres españoles que iban a la suya. O una indisimulada Barcelona, en este caso, como paisaje de fondo. Es decir, no existían apenas referentes en televisión o en cine que recogiesen las cosas que veíamos y vivíamos cotidianamente. Y los poquísimos que había, como este filme que recoge lo antes descrito, ya ofrecían, sólo por eso, un atractivo para verlos.
Centrándonos en la peli, que arrasó en el Festival de Cine Infantil y Juvenil de Gijón (que tuvo su época de gloria, no crean), se nos presenta una especie de trama policíaca que vista con el tiempo resulta simpática, con unos protagonistas efectivamente delirantes (reitero: Óscar, la oca Kina y un láser que habla), unos efectos especiales de Cinexin y unos actores completamente desconocidos. Bueno, no todos: la voz del láser la pone Felipe Peña ¿No les suena? ¿Y si les digo que es la voz que doblaba, muy bien por cierto, en la versión en español a HAL-9000 en “2001”? Así que esta película incluye, a su manera, un homenaje a Kubrick.
En fin, una peli que activa los mecanismos de la nostalgia. No es poca cosa.

6,6
1.779
6
25 de octubre de 2009
25 de octubre de 2009
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Escala en Hawai”: la película por la que mi admirado Jack Lemmon obtuvo el Oscar al mejor actor secundario. Hay que verla, pues. Si además nos enteramos de que la dirige (bueno, la co-dirige) John Ford, es necesario verla. Y si además está Joshua Logan en el guión, e intervienen Henry Fonda, William Powell y James Cagney es imprescindible verla.
Empieza la peli. Vemos que es de guerra, sí, pero no tiene pinta de que aparezcan secuencias de acción. Salen, efectivamente, grandes actores, pero sus diálogos empiezan a parecer más bien elevados, densos, profundos... y resulta difícil de concebir que unos integrantes de la Marina de los EE.UU. hablen así. Parecen, incluso, declamados (se percibe el origen teatral) y quedan, pues, poco creíbles en boca de los actores.
Comenzamos a darnos cuenta de que la música está puesta de cualquier manera. No sale cuando debería y resulta demasiado estruendosa en ciertos momentos. Posteriormente aparece Jack Lemmon y en su primera secuencia está bastante flojo. A estas alturas, nos tememos una decepción importante.
Pero luego, la cosa se endereza. Y me atrevo a decir que eso ocurre cuando entra en escena James Cagney. Empieza a haber brío, historia, algo que nos despierta la intriga... Y eso que no acabamos de conectar con las pinceladas de comedia.
Llegados a este punto, hay una secuencia que comento en el spoiler que me resulta toda ella mal resuelta. Ni me la creo, ni entiendo la condescendencia del personaje de Henry Fonda, ni me hace gracia. ¿Qué falla ahí?
Luego vendrá, afortunadamente, lo mejor de la peli. Crescendo argumental, nos volvemos a creer la historia y un final previsible, sin que en este caso otorguemos un matiz peyorativo a esta palabra.
En suma, James Cagney colabora con su excelente interpretación, pienso, a salvar de un naufragio lo que se nos cuenta; Henry Fonda poco puede hacer con estos desfases narrativos, más que aportar su sobriedad, contención más bien, y eficacia en la interpretación; el personaje de Jack Lemmon gana muchísimos enteros a medida que avanza la historia, hasta el punto de considerar su Óscar ciertamente como merecido; y, por último, William Powell está más que correcto. Estos cuatro grandes actores, y la mano de John Ford, hacen valer su sabiduría para que la consideremos una película más que correcta.
Para los ingenuos, me permito recordarles que esta película tenía todos los puntos para que le cambiasen el título. Sigamos el razonamiento de la distribuidora “¿Cómo vamos a llamar a una película de guerra “El señor Roberts”? Con ese título, nadie irá a verla, porque no sabrán de qué trata (sic). Nada, nada... Busquemos algo exótico que poner en el título. Veamos... Pongamos Hawai, aunque ese lugar no aparezca en la trama, eso gustará, a la gente le evocará cocoteros, nativas y ukeleles. Y , por aquello de, la palabra “escala”. Ya lo tenemos: “Escala en Hawai”. ¡Yo sí que sé!”
Empieza la peli. Vemos que es de guerra, sí, pero no tiene pinta de que aparezcan secuencias de acción. Salen, efectivamente, grandes actores, pero sus diálogos empiezan a parecer más bien elevados, densos, profundos... y resulta difícil de concebir que unos integrantes de la Marina de los EE.UU. hablen así. Parecen, incluso, declamados (se percibe el origen teatral) y quedan, pues, poco creíbles en boca de los actores.
Comenzamos a darnos cuenta de que la música está puesta de cualquier manera. No sale cuando debería y resulta demasiado estruendosa en ciertos momentos. Posteriormente aparece Jack Lemmon y en su primera secuencia está bastante flojo. A estas alturas, nos tememos una decepción importante.
Pero luego, la cosa se endereza. Y me atrevo a decir que eso ocurre cuando entra en escena James Cagney. Empieza a haber brío, historia, algo que nos despierta la intriga... Y eso que no acabamos de conectar con las pinceladas de comedia.
Llegados a este punto, hay una secuencia que comento en el spoiler que me resulta toda ella mal resuelta. Ni me la creo, ni entiendo la condescendencia del personaje de Henry Fonda, ni me hace gracia. ¿Qué falla ahí?
Luego vendrá, afortunadamente, lo mejor de la peli. Crescendo argumental, nos volvemos a creer la historia y un final previsible, sin que en este caso otorguemos un matiz peyorativo a esta palabra.
En suma, James Cagney colabora con su excelente interpretación, pienso, a salvar de un naufragio lo que se nos cuenta; Henry Fonda poco puede hacer con estos desfases narrativos, más que aportar su sobriedad, contención más bien, y eficacia en la interpretación; el personaje de Jack Lemmon gana muchísimos enteros a medida que avanza la historia, hasta el punto de considerar su Óscar ciertamente como merecido; y, por último, William Powell está más que correcto. Estos cuatro grandes actores, y la mano de John Ford, hacen valer su sabiduría para que la consideremos una película más que correcta.
Para los ingenuos, me permito recordarles que esta película tenía todos los puntos para que le cambiasen el título. Sigamos el razonamiento de la distribuidora “¿Cómo vamos a llamar a una película de guerra “El señor Roberts”? Con ese título, nadie irá a verla, porque no sabrán de qué trata (sic). Nada, nada... Busquemos algo exótico que poner en el título. Veamos... Pongamos Hawai, aunque ese lugar no aparezca en la trama, eso gustará, a la gente le evocará cocoteros, nativas y ukeleles. Y , por aquello de, la palabra “escala”. Ya lo tenemos: “Escala en Hawai”. ¡Yo sí que sé!”
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me refiero a la secuencia en que la marinería vuelve de la fiesta borracha. La gracia no se ve por ningún sitio; se comenta que maltratan a las mujeres y ahí se queda hierático Henry Fonda oyendo eso (¿problema de traducción cuando quizás el original decía algo así como que querían seducirlas?); y, particularmente, la interpretación que hace el actor que encarna al mando que se halla al frente de un grupo de marineros que van a escoltar en el muelle el buque hasta que zarpe, debería figurar en una antología de los despropósitos interpretativos del cine de los años 50 [Bueno, una categoría como cualquier otra, que me acabo de inventar :-) ].
23 de marzo de 2010
23 de marzo de 2010
19 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los llaman actores que están por encima de toda calificación, que ya han alcanzado un estatus tal que les da los mismo protagonizar tal o cual película; es decir, que igual participan en la superproducción de Hollywood más comercial y con más presupuesto de la historia, que están (es el caso de este filme) en un auténtico engendro con la excusa de pasar durante el rodaje unas vacaciones en España y si puede ser alojarse en un buen hotel donde poder descansar. Dignos epígonos de Marlon Brando, nos referimos aquí a Peter Cushing o Terence Stamp, intérpretes que ya no tenían nada que demostrar, y a los que se la repanfinflaba todo.
J. P. Simon (léase “yei pi saimon”), nombre de Juan Piquer Simón, perpetró esta cosa hacia principios de los ochenta, y su estreno fue acompañado de una cierta campaña de promoción: anuncios, pegatinas, etc. Se trataba de realizar una producción que se sustentase en algún escritor famoso (aquí, Julio Verne), y donde trabajasen algunos actores muy conocidos, extranjeros naturalmente, para su exportación directa al Tercer Mundo. La mayor parte de la filmografía de J. P. Simon (léase “yei pi saimon”), nombre de Juan Piquer Simón, sigue ese patrón: su mejor película (“Viaje al centro de la Tierra”), la infame “Supersonic Man”, “Slugs”...
Los monstruos son de festival de teatro de parvulario; la trama, una auténtica mamarrachada; las actuaciones, pésimas; las bromas no hacen gracia; los malos son completamente ridículos; y los actores consagrados no aparecen casi. La impresión de estafa es continua si no va uno preparado a ver esta película de J. P. Simon (léase “yei pi saimon”), nombre de Juan Piquer Simón. Para acabar de redondear la cosa, tenemos ahí por en medio a la bióloga más conocida de España; una canción espantosa de uno de los grupos que surgieron a la estela del éxito de “Parchís”: los “Regaliz”; la guapa Blanca Estrada – prima de Susana Estrada— que hace de tonta, cómo no :( , y el recientemente fallecido Paul Naschy.
En fin, que J. P. Simon (léase “yei pi saimon”), nombre de Juan Piquer Simón, tendría quizá toda la valentía (temeridad más bien) de acometer estos proyectos “internacionales”, pero al final le salían cosas malas. Muy malas.
J. P. Simon (léase “yei pi saimon”), nombre de Juan Piquer Simón, perpetró esta cosa hacia principios de los ochenta, y su estreno fue acompañado de una cierta campaña de promoción: anuncios, pegatinas, etc. Se trataba de realizar una producción que se sustentase en algún escritor famoso (aquí, Julio Verne), y donde trabajasen algunos actores muy conocidos, extranjeros naturalmente, para su exportación directa al Tercer Mundo. La mayor parte de la filmografía de J. P. Simon (léase “yei pi saimon”), nombre de Juan Piquer Simón, sigue ese patrón: su mejor película (“Viaje al centro de la Tierra”), la infame “Supersonic Man”, “Slugs”...
Los monstruos son de festival de teatro de parvulario; la trama, una auténtica mamarrachada; las actuaciones, pésimas; las bromas no hacen gracia; los malos son completamente ridículos; y los actores consagrados no aparecen casi. La impresión de estafa es continua si no va uno preparado a ver esta película de J. P. Simon (léase “yei pi saimon”), nombre de Juan Piquer Simón. Para acabar de redondear la cosa, tenemos ahí por en medio a la bióloga más conocida de España; una canción espantosa de uno de los grupos que surgieron a la estela del éxito de “Parchís”: los “Regaliz”; la guapa Blanca Estrada – prima de Susana Estrada— que hace de tonta, cómo no :( , y el recientemente fallecido Paul Naschy.
En fin, que J. P. Simon (léase “yei pi saimon”), nombre de Juan Piquer Simón, tendría quizá toda la valentía (temeridad más bien) de acometer estos proyectos “internacionales”, pero al final le salían cosas malas. Muy malas.

5,9
1.830
9
3 de octubre de 2008
3 de octubre de 2008
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sólo es la mejor película dirigida por Imanol Uribe, sino también la que contiene la mejor interpretación (con mucha diferencia) de Imanol Arias. Es una película muy ágil, en la que todos están bien: la poco conocida Amaia Lasa interpreta un personaje pleno de matices, Imanol Arias está, como decía, soberbio, y el transformista Fama está francamente correcto. Quizá adolezca de un actuar melifluo el señor Xabier Elorriaga y no esté tan bien Montserrat Salvador. Ramón Barea, como batasuno, realiza asimismo una actuación convincente… La ambientación (las manifestaciones, la decoración del local del partido, la sala de fiestas) e incluso las secuencias de acción (alguna hay) están muy logradas.
La idea de situar la trama en un pueblo cerrado, constreñido incluso físicamente, y cuyo acceso es muy difícil por carretera (se rodó en Lekeitio, provincia de Vizcaya), me parece muy acertada: es en ese pueblo, tan volcado en sí mismo y que puede ser tan opresivo, donde vive Mikel y donde padece las contradicciones: el partido que le apoya y que le deja en la estacada, instrumentalizado su figura; las procedentes de su madre y entorno familiar; el carácter pretendidamente festivo y entrañable del pueblo que se divierte en una fiesta donde descabezan gansos vivos; etc
El final absolutamente abierto permite cualquier elucubración, pero no es nada artificial, a diferencia de muchos finales de esta clase. Éste es perfectamente lógico.
Una muy buena película
La idea de situar la trama en un pueblo cerrado, constreñido incluso físicamente, y cuyo acceso es muy difícil por carretera (se rodó en Lekeitio, provincia de Vizcaya), me parece muy acertada: es en ese pueblo, tan volcado en sí mismo y que puede ser tan opresivo, donde vive Mikel y donde padece las contradicciones: el partido que le apoya y que le deja en la estacada, instrumentalizado su figura; las procedentes de su madre y entorno familiar; el carácter pretendidamente festivo y entrañable del pueblo que se divierte en una fiesta donde descabezan gansos vivos; etc
El final absolutamente abierto permite cualquier elucubración, pero no es nada artificial, a diferencia de muchos finales de esta clase. Éste es perfectamente lógico.
Una muy buena película
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