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7
31 de enero de 2023
31 de enero de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras haber encontrado (con fondo de 'Azúcar Amargo') y perdido el amor, Fer (amena Giselle Kuri) y su par de hermanos irán comprobando que el ex se casará no por amor sino por un hechizo de bruja mexa que vende toloache en forma de bebida fashion; adentrandose al mundo de la brujería con guajolote de por medio.
El ya nada improvisado Dir. mexicano José Manuel Cravioto, nos presenta sí, una comedia romántica, pero llevada al terreno del terror fantástico, con singular estilo y gran oficio en cámara y paleta de colores; aderezado con un fino soundtrack: Jessy Bulbo, Arroba Nat, Sexy Pigeon. No es la panacea del cine mexicano, pero tiene lo suyo.
El ya nada improvisado Dir. mexicano José Manuel Cravioto, nos presenta sí, una comedia romántica, pero llevada al terreno del terror fantástico, con singular estilo y gran oficio en cámara y paleta de colores; aderezado con un fino soundtrack: Jessy Bulbo, Arroba Nat, Sexy Pigeon. No es la panacea del cine mexicano, pero tiene lo suyo.

6,1
226
6
24 de octubre de 2018
24 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
⋆ ⋆ ⋆ Vale la pena
Los Adioses de Natalia Beristáin no es la típica biopic que repasa la vida y obra de una escritora, Rosario Castellanos, sino es un drama espejo en el que el pasado y presente de la autora de Balún Canan se manifiestan simultáneamente, develando el hilo conductor de su más grande miedo y también de mu más gran amor: Carlos Guerra.
Y es que es en el espejo donde lo público y lo privado convergen, donde reconocemos a una Rosario Castellanos feminista, quizá la más intelectualizada de su tiempo, pero también vemos a la Chayo víctima del “Eterno Femenino”, doblegada ante el chantaje disfrazado de amor que ejerce sobre ella su pareja sentimental de toda la vida.
Incapaz de dejar de escribir, decide tomar cuesta arriba las riendas de su vida como creadora, arrastrando tras de sí toda la carga que un novio-marido infiel pueden infringir. Así pues, la película de apenas 1 hora 26 minutos, viaja a través de fragmentos “clave” intercalados en los que por momentos parece estar más centrados en la figura y daño que causa Carlos Guerra, que en lo que piensa y produce Rosario Castellanos.
Recreando muy bien el vestuario y el diseño de arte de los años 50 en adelante, con una iluminación claroscura por momentos, luminosa por otros pero muy bien cuidada, con una paleta de colores rayando en los tonos pastel sobrio, la película parece a veces un duelo de diálogos inteligentes para tratar de demostrar la inteligencia de Rosario y la malicia de Guerra, sintiéndose por momentos poco empática o muy “inteluactilizada”.
Sin embargo, como pieza exploratoria de una de las escritoras fundamentales de México, Los Adioses resulta indispensable.
Los Adioses de Natalia Beristáin no es la típica biopic que repasa la vida y obra de una escritora, Rosario Castellanos, sino es un drama espejo en el que el pasado y presente de la autora de Balún Canan se manifiestan simultáneamente, develando el hilo conductor de su más grande miedo y también de mu más gran amor: Carlos Guerra.
Y es que es en el espejo donde lo público y lo privado convergen, donde reconocemos a una Rosario Castellanos feminista, quizá la más intelectualizada de su tiempo, pero también vemos a la Chayo víctima del “Eterno Femenino”, doblegada ante el chantaje disfrazado de amor que ejerce sobre ella su pareja sentimental de toda la vida.
Incapaz de dejar de escribir, decide tomar cuesta arriba las riendas de su vida como creadora, arrastrando tras de sí toda la carga que un novio-marido infiel pueden infringir. Así pues, la película de apenas 1 hora 26 minutos, viaja a través de fragmentos “clave” intercalados en los que por momentos parece estar más centrados en la figura y daño que causa Carlos Guerra, que en lo que piensa y produce Rosario Castellanos.
Recreando muy bien el vestuario y el diseño de arte de los años 50 en adelante, con una iluminación claroscura por momentos, luminosa por otros pero muy bien cuidada, con una paleta de colores rayando en los tonos pastel sobrio, la película parece a veces un duelo de diálogos inteligentes para tratar de demostrar la inteligencia de Rosario y la malicia de Guerra, sintiéndose por momentos poco empática o muy “inteluactilizada”.
Sin embargo, como pieza exploratoria de una de las escritoras fundamentales de México, Los Adioses resulta indispensable.

6,3
4.003
8
17 de marzo de 2021
17 de marzo de 2021
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay que ser necesariamente judía para entender la contrariedad de Danielle: tener que cumplir con las expectativas que hay sobre ti no sólo como miembro de una grey religiosa ortodoxa, sino de las exigencias que hay para las chicas por la misma sociedad, sobre sus roles, su futuro, su cuerpo, su sexualidad.
Mostrándose como un personaje femenino que decide en lo privado sobre su vida amorosa, todo cambia de perspectiva cuando, enclaustrados en un shiva (funeral judío) se develan algunas verdades no sólo de Danielle, sino de muchas de las personas que la rodean: familia, amante, amiga, un bebé; dejando en claro que todos ante los demás somos unos, tratando de cumplir expectativas, cuidando las apariencias; pero en lo personal podemos diametralmente ser otros. Ni buenos ni malos, sólo personas con distintos intereses, con una visión de la vida propia.
¿Hasta qué punto somos libres de decidir nuestra vida lejos de la expectativas familiares y sociales-religiosas? ¿Hasta qué punto termina la libertad y comienza el egoísmo? ¿Debemos preocuparnos sobre cómo afectan a los demás sobre lo que decidamos y vivir con ciertos estigmas? El shiva es ideal para representar ese extracto de la sociedad conservadora que aún en pleno S. XXI busca que las mujeres cumplan ciertas roles de género, poniendo por encima la idea de familia perfecta antes de la felicidad personal; solapando las hipocresías que de todo esto derivan.
Con una cámara en mano cada vez más enclaustrante (Maria Rusche), con una banda sonora entre tétrica y tradicional (Ariel Marx), y un argumento que que genera una situación contenida a punto de estallar, junto con la directora Emma Seligman y su protagonista, ponen de manifiesto todo lo anterior y algunas cosas más, sin perder el piso de que al final el vínculo familiar puede ser algo tan encerrado como una van, en la que hay que aprender a viajar en este camino llamado vida.
Mostrándose como un personaje femenino que decide en lo privado sobre su vida amorosa, todo cambia de perspectiva cuando, enclaustrados en un shiva (funeral judío) se develan algunas verdades no sólo de Danielle, sino de muchas de las personas que la rodean: familia, amante, amiga, un bebé; dejando en claro que todos ante los demás somos unos, tratando de cumplir expectativas, cuidando las apariencias; pero en lo personal podemos diametralmente ser otros. Ni buenos ni malos, sólo personas con distintos intereses, con una visión de la vida propia.
¿Hasta qué punto somos libres de decidir nuestra vida lejos de la expectativas familiares y sociales-religiosas? ¿Hasta qué punto termina la libertad y comienza el egoísmo? ¿Debemos preocuparnos sobre cómo afectan a los demás sobre lo que decidamos y vivir con ciertos estigmas? El shiva es ideal para representar ese extracto de la sociedad conservadora que aún en pleno S. XXI busca que las mujeres cumplan ciertas roles de género, poniendo por encima la idea de familia perfecta antes de la felicidad personal; solapando las hipocresías que de todo esto derivan.
Con una cámara en mano cada vez más enclaustrante (Maria Rusche), con una banda sonora entre tétrica y tradicional (Ariel Marx), y un argumento que que genera una situación contenida a punto de estallar, junto con la directora Emma Seligman y su protagonista, ponen de manifiesto todo lo anterior y algunas cosas más, sin perder el piso de que al final el vínculo familiar puede ser algo tan encerrado como una van, en la que hay que aprender a viajar en este camino llamado vida.
31 de enero de 2023
31 de enero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sexagenaria trabajadora doméstica recién viuda, se esmerará contra todo snobismo y elitismo, en comprar un vestido Christian Dior; empeño que desde un punto de vista proletariado, pone una pequeña astilla en el pensamiento clasista: el lujo es exclusivo de quién?
Drama comedia optimista, con pequeña pasarela y dosis existencialista sartriana, que plantea que lo importante no es la vanidad de los lujos, sino el trabajo detrás para dárnoslos y la actitud ante ello, porque, ¿Quién no se ha querido dar un pequeño gusto?
Drama comedia optimista, con pequeña pasarela y dosis existencialista sartriana, que plantea que lo importante no es la vanidad de los lujos, sino el trabajo detrás para dárnoslos y la actitud ante ello, porque, ¿Quién no se ha querido dar un pequeño gusto?
5
24 de octubre de 2018
24 de octubre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
⋆ ⋆ Puede verla
En Verano del 84 está toda la tendencia retro que hoy en día es añoranza y buenos recuerdos. Su composición visual al igual que su música, es todo lo que un thriller psicológico necesita, y aunque sus personajes son todo estereotipo sirven muy bien en función de la trama.
La premisa es básica y suficiente para detonar la historia: un adolescente de los suburbios sospecha que su vecino policía es un asesino serial, pero si algo caracteriza a este género son las pistas que se van descubriendo y que van confundiendo o resolviendo el caso, pero aquí sólo nos dan dos pistas y un chingo de suposiciones para soportar tres cuartos de la película, a tal grado que todo se vuelve un tanto repetitivo que cuando por fin el tono se vuelve más violento y se comienza a resolver el caso, ya lo único que queremos es que se acabe.
Así que cuando el final se extiende un poco más de lo previsto, la atención del espectador ya está tan cansada que ya no impacta tanto. Si ese tono final se hubiera esparcido por toda la película, quizá resultara menos tediosa. Además que el personaje principal se vuelve tan obstinado que pasa de ser simpático a comenzar caer mal, algo que sólo el personaje de Tiera Skovbye hace tolerable.
En Verano del 84 está toda la tendencia retro que hoy en día es añoranza y buenos recuerdos. Su composición visual al igual que su música, es todo lo que un thriller psicológico necesita, y aunque sus personajes son todo estereotipo sirven muy bien en función de la trama.
La premisa es básica y suficiente para detonar la historia: un adolescente de los suburbios sospecha que su vecino policía es un asesino serial, pero si algo caracteriza a este género son las pistas que se van descubriendo y que van confundiendo o resolviendo el caso, pero aquí sólo nos dan dos pistas y un chingo de suposiciones para soportar tres cuartos de la película, a tal grado que todo se vuelve un tanto repetitivo que cuando por fin el tono se vuelve más violento y se comienza a resolver el caso, ya lo único que queremos es que se acabe.
Así que cuando el final se extiende un poco más de lo previsto, la atención del espectador ya está tan cansada que ya no impacta tanto. Si ese tono final se hubiera esparcido por toda la película, quizá resultara menos tediosa. Además que el personaje principal se vuelve tan obstinado que pasa de ser simpático a comenzar caer mal, algo que sólo el personaje de Tiera Skovbye hace tolerable.
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