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Críticas 124
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
30 de junio de 2011
32 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen, histérico. Diane Keaton, amojamada en el papel de alegre detective adolescente. Alan Alda, átono y viejuno. Angelica Houston, escasa y tan fea como siempre. Manhattan, pijo.

La película está bien narrada, pero cuándo el guión sólo es ocurrente, el resultado sólo es intrascendente. Con todo, hay un leve trasfondo de la crisis que puede afectar a las parejas maduras ya algo aburridillas. Dice el poeta Jaume Marín que todo pasa, y que del amor nos quedará el recuerdo del día en que llegó prometiéndolo todo. Por mi parte, empiezo a dudar que Woody me gustara algún día.

No sé, amigos, llega un momento en que, de lo bueno, lo mejor. Para cabronadas entre vecinos y asesinos, me quedo con La Ventana Indiscreta.

Y ahora, a vilipendiar esta crítica, ya lo sé.
12 de diciembre de 2012
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo el mundo cree que “lo que ves” produce una “sensación”. No es cierto: es la sensación lo que, finalmente, conduce a lo que vemos.

Ahora la película. En un futuro indeterminado pero cercano es posible implantarse un aparato minúsculo detrás de la oreja, bajo la piel. El artilugio permite grabar todo lo que vemos como si de una cinta de video se tratara, de modo que permite recuperar esas visiones para uno mismo o bien proyectarlas en una pantalla para regocijo público en cenáculos, control policial, o autoflagelación ante los errores propios.

Y todo queda grabado. Todo.

- ¿De dónde vienes, cariño?
- Eh… de comprar el periódico.
- Uy… con esa cara que me traes y esos andares… ¡Demuéstralo!

Pues de eso, más o menos, va este interesantísimo capítulo que me ha dejado pensando un rato y ha reflotado en mí recuerdos y sensaciones. ¿Conocen el tema de los Beatles “Every body’s got something to hide except for me and my monkey”? Traducido: todo el mundo tiene algo que ocultar excepto para mí y mi mono. Me he tragado 25 largas entradas en un foro especializado en el significado oculto de canciones y ni Dios se pone de acuerdo en qué quiso decir John Lennon cuando escribió esta canción. Unos dicen que el mono es la droga; otros, que Yoko Ono; otros, que el maharashi indio que se le acabó atravesando al inglés; otros, aún, afirman que la canción es de contenido sexual y describe una masturbación. ¿Necesitaríamos el aparatito de esta película para “ver” en qué andaba Lennon cuando garrapateaba esta letra atravesado por el estro? Algunos dirán que sí, pero yo tengo bastante con cerrar los ojos y bailar y cantar cuando escucho esta canción. “A mí ya no me la dais con queso”, eso es lo que me transmite, lo que siento.

Pues por ahí van los tiros en esta película.

Además, realmente…¿quién puede necesitar ese artilugio? ¡Con lo sano que es olvidar!
9 de agosto de 2011
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece ser que esta película ha cometido el pecado de basarse en una buena novela. No lo sé, no la he leído, y eso me permite juzgarla más libremente por lo que es y no por lo que hubiera podido ser. Sé que estas cosas pasan porque tengo pendiente la crítica de Muerte en Venecia por haberme gustado mucho menos que la novela de Thomas Mann.

Así pues, diré que me ha resultado dinámica, divertida y con enjundia. El personaje de Melanie Griffith está llevado al extremo como parodia de rubia tonta, pero sus maldiciones me han hecho gracia. En fin, no deja de ser una comedia, una parodia, pero tiene puntos de crítica social y del funcionamiento del sistema demoledores. Y atención a la interpretación de Morgan Freeman: breve pero convincente hasta el hipnotismo como juez honesto y pragmático.

Atención también a la interpretación del John Hancock del negro reverendo Bacon y del tratamiento que le da la cámara en sus apariciones. Se trata de una especie de Lionel Richie puesto a predicador corrupto. Una caracterización pasada de rosca pero divertida y cruel en su vertiente crítica.

En fin, como todo en la vida, mejor se la toman rebajando las expectativas y pasarán un rato agradable.
13 de noviembre de 2011
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez me contó un inglés expatriado lo siguiente: en la época anterior a que se inventara el motor de explosión, cuando había taxis o coches de punto tirados por la fuerza de un caballo, una ordenanza real obligaba a los cocheros a llevar un saquito con cebada para alimentar al animal en caso de necesidad o apuro. Como bien saben ustedes, el mundo evolucionó y la fuerza de la sangre dejó paso a la fuerza de los octanos. Sin embargo, por descuido o apego a la tradición, la ordenanza real que obligaba al saquito de cebada siguió vigente, al punto que los motorizados taxistas lo han seguido llevando consigo… bajo amenaza de sanción por no hacerlo.

¿Alguien puede dudar, pues, que los ingleses no se merecieran a los Monty Python con toda su artillería iconoclasta?

El Sentido de la Vida acusa un poco el paso del tiempo, pero su crítica mordaz y el humor inteligente (y a ratos gore…) que se gasta pueden ayudarnos a percibir lo muy complaciente que se ha vuelto el “humor” en los últimos años. Es más: que tanto programa cómico en los medios de comunicación está aborregando a la gente de un modo inaudito.
13 de octubre de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fat City NO va de boxeo y además es una obra maestra.

No va de boxeo del mismo modo que Moby Dick no va sobre la pesca de la ballena. Y es una obra maestra porque todo en ella es creíble, coherente y sutil; porque ni le sobra ni le falta nada; porque habla de los sueños, las esperanzas y las ilusiones de los hombres; habla de las enfermedades del alma, de la aceptación, de la madurez y del secreto que hace rodar al mundo. Y no hay ni un solo personaje que no ponga en danza lo que lleva dentro. Ni uno.

El gran tema de Fat City es el alcoholismo y el fracaso que lleva asociado. Pero también la aceptación de nuestras limitaciones y de la vida que nos es propicio llevar. Porque sí: la vida no ha de ser fantástica, sólo propicia. Pero bueno… este es un pequeño axioma por el que las empresas de publicidad hoy en día ajusticiarían al personaje de Jeff Bridges…

Por su parte, Stacy Keach hace el papel de su vida. Hasta ahora, para mí este hombre era sólo Mike Hammer y poco más (escondiendo siempre el labio leporino bajo el bigote). Ahora ha pasado a ser para siempre Billy Tully, el boxeador que perdió las riendas de su vida, el hombre que transformaba sus pocas y escasas alegrías en fracasos para justificar su adición. Así es el alcoholismo. Otros quieren estar siempre contentos. El caso es tener una excusa para beber.

Y me da a mí que John Huston sabía un congo de esto. Un tío interesantísimo, pueden repasar su biografía: pintor, actor, guionista, militar, boxeador…Si supiera un poco mas de cine supongo que no estaría tan emocionado a estas alturas. Pero bueno, ¿y qué? ¿No estamos aquí para aprender?

Al margen de esto, les confieso que no entiendo como el guarrete de Aronofsky pudo rodar “El Luchador”, una película sospechosamente similar (pero en mala...) existiendo ya esta, que es magistral. Y ya no digo la versión aberrante que del alcoholismo ofrece Mike Figgis en Leaving las Vegas…

Entre nosotros… ¿saben cuál es el pecado de esta película? Que arroja luz... aunque sea mortecina y algo triste.

La verdad es así.

¡Que la disfruten!
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