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Críticas 641
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
23 de febrero de 2008
99 de 130 usuarios han encontrado esta crítica útil
Discúlpenme: ¿Mas de 7.000 votaciones y únicamente resulta Interesante de promedio (6)?. ¿Pero en qué país vivimos? Polanski lo menos que resulta es interesante. Y de ahí hacia arriba. Polanski es un director con ideas que sabe perfectamente lo que quiere contar y como contarlo. Este no es un país para mirones sino para gourmets que paladeen el buen cine. Y Polanski lo ofrece en barrica de roble.

Oliver Twist es un clásico de la literatura, inglesa, europea y mundial y el director polaco respeta hasta tal punto este clasicismo que no se contenta con adaptar la novela a nosotros y a nuestro tiempo sino que introduce al espectador en la Inglaterra victoriana, a base de fotogramas geniales donde nada se improvisa. El azar no existe. El pajar está en su sitio, único y posible. El camino es tan real que podemos ver las huellas de nuestras pisadas camino de la City. Cada plano es un cuadro de William Turner (pintor inglés del XIX) pero con el detallismo y la precisión que son posibles gracias a la tecnología del siglo veintiuno.

¿Interesante? ¡ Por Dios!... Tal vez si Oliver se hubiese llamado Tom, llevase tatuadas un par de calaveras con tibias y todo en cada brazo y se dedicase a robar bolsos por el procedimiento del tirón a señoras con perrito en Nueva York, muchos habrían calificado la película de genial.

¿Y Dickens? ¿Y la cultura?: ¿Dónde están?.
28 de marzo de 2008
74 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy mal deben andar las cosas para que una película de John Huston en la que intervienen Humphrey Bogart, Edward G. Robinson, Lauren Bacall, Claire Trevor y Lionel Barrymore pueda considerarse una obra menor. No es el caso de Cayo Largo, más bien al contrario. Estamos ante una película excelente del mejor y más genuino cine negro americano, con uno de los gangsters más típicos del cine USA junto a Cagney, Edward G. Robinson, una de las vamps más seductoras, Lauren Bacall y el Bogart más de vuelta de todo, de todos los Bogarts conocidos.

La elección es difícil pero me quedo con Claire Trevor en su papel inconmensurable de esposa de mafioso, alcohólica hasta las cejas y con la vida destrozada sin remisión. Su escena cantando por un trago de whisky es de un patetismo absolutamente doloroso. El Oscar conseguido significa el mínimo reconocimiento a su excepcional trabajo. Si el resto de actores está francamente bien, Claire está suprema.

Esta mezcla de claustrofobia, tensiones, pistolas y sexo, tiene tanta fuerza explosiva que nuestra retina queda inevitablemente impactada por imágenes como la del enfrentamiento sin palabras Bacall-Robinson, escenas como la del baño puro en boca ó el propio afeitado del mafioso, por no hablar de un inválido Barrymore literalmente caminando por la fuerza impelente de la ira. Película de pasiones, sentimientos y verdades donde las haya: Ira, Miedo, Egoísmo, Desencanto… y esa química especial que siempre surge de la unión de la pareja por excelencia del cine de siempre.

Como colofón, esa ventana que se abre tras la tormenta dejando pasar unos rayos de sol absolutamente purificadores. Y el retorno, la esperanza y la vida….
24 de septiembre de 2007
69 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película. ¿Sobrevalorada? No lo se. Puede ser. Pero, en cualquier caso: excelente.

Película que parece "fácil" pero que no lo es. Porque lo verdaderamente importante no es el hecho delictivo que se relata sino los propios delincuentes en su condición de personas, con familias, sueños y motivaciones. "Los ladrones somos gente honrada" como dejó escrito Jardiel Poncela, evidentemente entre muchísimas comillas. Y es en este sentido donde Huston nos regala una de las mejores muestras de personajes y caracteres de la historia del cine, que comprende policías corruptos, dueños de garitos un tanto "blandos", detectives sin escrúpulos, abogados arruinados y fantasmones, y atracadores enseñando fotos de bebés ó soñando con vivir tranquilamente en la antigua granja familiar.

John Huston fue un innovador en este sentido. Hasta entonces las películas de atracadores ó gansters mostraban a tipos duros y sin sentimientos, con una especie de Parkinson avanzado en el dedo indice que les hacía apretar el gatillo con más frecuencia de lo deseable. Vamos, los malos eran rematadamente malos. Odiosos. Tanto que, cuando se "cargaban" a uno la sala aplaudía, todos a una Fuenteovejuna. Pero Huston supone un punto de inflexión, y consigue con su dibujo de personalidades y sentimientos, que nos solidaricemos con ellos, con "her doctor", con el pistolero que sueña caballos y granjas, con el destripa-cerraduras con sueño y falta de descanso por las fiebres de su bebé y con el pobre jorobado, dueño del bar, amante de los gatos y chofer en sus ratos "libres". Y nos solidarizamos tanto que deseamos fervientemente que las cosas salgan bien, que se lleven "la pasta". ¿Seremos cómplices por pensar así?.

Este retrato de psicologías filmado por Huston no sería nada sin la buena labor interpretativa de Sterling Hayden, de Sam Joffe, de James Whitmore y. especialmente, de Louis Calhern. En cuanto a Marilyn Monroe, un papel para ir abriendo boca e ir ensayando aquello del Happy Birthday Mr.President... Poquito más.

Como magnífico homenaje, Kubrick nos regalaría años mas tarde "Atraco Perfecto" (The Killing) pero esa es otra historia...
11 de diciembre de 2009
74 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Probablemente la inmensa mayoría de quienes se asomen a este comentario se retirarán a toda velocidad. No está la vida como para detenerse en lecturas de antiguas películas de romanos como es el caso de Quo Vadis. Las legiones de Tarantino y otros procónsules arrollan las Galias cinematográficas. ¿Dónde va el menda este con Quo Vadis?. Y tienen razón. Si es que no voy a ninguna parte, muy al contrario me quedo.

Me quedo en un cine donde se curraban los guiones y donde ser actor significaba algo más que ponerse al frente de una cámara y si lo exige el guión despelotarse. Me quedo con un cine donde la música transportaba el sueño y donde el tiempo se detenía. Donde la sangre y las vísceras no subían necesariamente la nota de la película. Donde los efectos especiales eran casi propios de Merlin el encantador.

Y eso es Quo Vadis, una historia del mundo que se entrega al espectador para que la deguste. No lleva etiquetas de "veracidad contrastada". Quien quiera realidades "carbono-14" que se apunte al Canal Historia. La historia de Nerón, de Petronio, de Lucano y de tantos otros pudo ser así o de otra manera. A mí me da igual. Pero lo que me cuentan me agrada, en sus fondos y en sus formas. No es una fotocopia del pasado pero tampoco ciencia ficción. El incendio de Roma allí estuvo, los cristianos también como una afrenta a la gloriosa Roma de los dioses paganos, el Coliseo estuvo y está para que los incrédulos pisen su arena y sientan aún el olor de los leones embalsamando el aire del siglo XXI. Y el cine, y en este caso LeRoy, me lo acerca hoy hasta esa ventana donde se asoman las maravillas que en el cine han sido.

Quo Vadis es de esas películas que uno no sabe cuantas veces se ha visto. Que no puede explicarse porque casi todos saben de que va. Pero que están ahí aunque las modernidades se empeñen en echar tierra encima a estos clásicos y ya ni siquiera las cadenas televisivas se acuerden de ellos. Tal vez me obstine en no darme por vencido y seguirla recomendando a quienes la vieron, porque recordar es volver a vivir y a quienes no la vieron para que puedan hablar y juzgar con conocimiento de causa.

Al final sin contarles nada, creo habérselo dicho todo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aquellos que se dedican a fusilar las críticas ajenas no son como leones devorando cristianos. Al fin y al cabo los felinos son irracionales. Son enajenados dignos de lástima como el petulante Nerón pagado de si mismo y muriendo igual de miserable como había vivido. E igual que Nerón ni siquiera tienen talento para componer, escribir o cualquier otra disciplina artística. Por ello fusilan a los que les ponen en evidencia. Los deficientes mentales a su lado son premios Nobel.
11 de mayo de 2008
69 de 77 usuarios han encontrado esta crítica útil
El ángel azul es, por encima de todas las consideraciones, un film alemán. No tanto por la productora UFA ni por su director Von Sternberg, en realidad austro-americano, ni por sus actores Emil Jannings, suizo nacionalizado alemán ni siquiera por Marlene Dietrich quien, por su "pura raza aria", bien pudo haber sido la superstar del régimen nazi si, tras su traslado a Norteamérica, hubiese atendido las peticiones de regreso del propio Alfred Hitler, a quien no sólo contrarió sino que además combatió apoyando a las tropas aliadas. Tampoco el hecho de ser el primer film sonoro germano confiere mayores singularidades nacionalistas a esta película.

Es alemán porque refleja una sociedad, la alemana, que tras perder una guerra tiene "tocadas" sus señas de identidad y donde la búsqueda del orgullo patrio acabará germinando en las ideas del régimen nazi. En la medida en que el cine es el espejo social, el cine de entre guerras es cine de desencantos, de búsquedas de sentidos, de clases burguesas desacomodadas y de orgullos heridos. El pueblo busca caminos que les lleven a sus dignidades perdidas y a esas verdades propias e indiscutibles, escritorios escolares a los que aferrarse como tabla de salvación en un naufragio.

Este es el primer gran film de Marlene Dietrich a los que seguirían otros muchos. Marlene nos arrebata, nos deja boquiabiertos y nos seduce con su sonrisa, sus muslos y sus medias. Haría perder el "oremus" hasta a Simón el estiligita en pleno desierto buñuelesco. Mucho más que Silvia Pinal, por supuesto. ¿Cómo no va a perder el sentido un solitario, cartesiano y aburrido profesor de liceo local? Esto si que es la crónica de una muerte anunciada y no otras. Esto si que es la perdición por excelencia entre otras "ejemplares" perdiciones. No es Liza, no... Es Marlene. El cabaret. La Alemania oscura. Es Lola Lola. Antro de perdición: El Ángel Azul.

Y como para el final suele dejarse lo mejor, pues he ido reservando a Emil Jennings. Me permito darles un consejo: Si tienen ocasión vean La última orden (The last command) igualmente dirigida por Josef von Sternberg. Sumen las interpretaciones de Jennings en estas dos películas y comprenderán porqué fue el primer actor en conseguir un Oscar y uno de los grandes del cine mudo y del cine de siempre. Dos papeles duros y complicados, de identidades perdidas, de humillaciones, de lágrimas mezcladas con escasas sonrisas. Papeles que eligen al actor y no al contrario. Y en este caso, la elección no pudo ser más correcta.
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