Sus peculiares, no tienen nada de peculiar. Están encerrados en una historia demasiado encorsetada. Burton quiere mostrarnos lo divertido y visual que es tener superpoderes. Lo guay que resulta ser un marginal. Y por supuesto, lo fácil que le resulta hacer caja. Sus fans acérrimos te dirán que es cine, pero hace la misma basura que criticó en sus inicios como cineasta.
La película tiene un amalgama de viejas escenas. Un autoguiño complaciente de Burton. A ratos parece que estés viendo Eduardo ManosTijeras, o Frankieweenie, o Pesadilla antes de Navidad... Pero no, es solo un espejismo , un guiño cómplice del director a sus fans , que se verán encantados de creerse ( ¡ peculiares cinéfilos!) el fan number one de ese marginal social que es Burton.
No podemos hablar del mejor Tim Burton cuando el director en su nueva entrega renuncia al arco del personaje. Lo sustituye por un montón de efectos 3D y lo destroza con unos secundarios que no aportan nada a la historia.
Y es una pena, tenía reparto para conseguir sacar cine de la historia de estos niños peculiares. Quizás lo que pasa, es que no tendríamos la inteligencia precisa para entender un producto más complejo.
Una vacante en el cine de autor.

Toda la obra en sí sigue el más puro estilo de David Lynch, pero por algún motivo no resulta tan estremecedora como otras de sus obras.

Quizás el autor, nos tiene acostumbrados a eses finales magistrales, propios del buen cine, del cine de culto, del cine maestro... pero esta vez Lynch nos deja sin nada de esto.

Se puede destacar muy positivamente las actuaciones, sobre todo me ha sorprendido Laura Dern, desconocida para mí hasta el momento y que interpreta un papel magistral.

Aunque sin duda, el parámetro de mayor calidad de la obra, es la fotografía: Lynch sabe iluminar cada escena para hacerla única. Cuida como siempre cada detalle. Trasporta al espectador a cada escenario de la obra.