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Críticas ordenadas por utilidad
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6
16 de agosto de 2006
16 de agosto de 2006
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra que intenta ahondar en las relaciones personales de los protagonistas, los agentes secretos del título que deben dejar a un lado una vida al uso para dedicarse por entero a su profesión con garantías de eficacia.
En el film se nos muestran los vínculos entre los miembros de un equipo del Servicio Secreto en dos fases: una primera, en el transcurso de una misión y otra, en la cual se desencadenan una serie de trágicos incidentes a los que tratará de dar respuesta, contundente, Brisseau (Vincent Cassel).
Lo sorprendente de la película es que deja a un lado las escenas de acción, la espectacularidad, para sumergirse en la psique de los personajes, algo que no acaba de lograr. Pretende, sin conseguir del todo, imprimir una intensidad al relato que solo se materializa en la actuación de Cassel. Interpreta a un tipo leal a la organización para la que trabaja, pero que no duda en enfrentarse a ella para vengar la caída en desgracia de sus compañeros.
Un relato que, aun falto de garra en muchos momentos, se deja ver.
En el film se nos muestran los vínculos entre los miembros de un equipo del Servicio Secreto en dos fases: una primera, en el transcurso de una misión y otra, en la cual se desencadenan una serie de trágicos incidentes a los que tratará de dar respuesta, contundente, Brisseau (Vincent Cassel).
Lo sorprendente de la película es que deja a un lado las escenas de acción, la espectacularidad, para sumergirse en la psique de los personajes, algo que no acaba de lograr. Pretende, sin conseguir del todo, imprimir una intensidad al relato que solo se materializa en la actuación de Cassel. Interpreta a un tipo leal a la organización para la que trabaja, pero que no duda en enfrentarse a ella para vengar la caída en desgracia de sus compañeros.
Un relato que, aun falto de garra en muchos momentos, se deja ver.
7
5 de marzo de 2009
5 de marzo de 2009
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia de guerra de sexos inferior a las grandes obras dentro de este subgénero, si bien presenta situaciones de gran comicidad (la reunión en el despacho del abogado, las serenatas del artista o el “slapstick” final con Melvyn Douglas entrando y saliendo de un cuarto de baño ante los en un primer momento preocupados y más tarde divertidos ojos de Merle Oberon).
Por otro lado, subyace en ella una reflexión sobre la rutina del matrimonio y el anhelo de una aventura que introduzca algo de emoción en la vida matrimonial. Es aquí la mujer quien da el primer paso en este sentido cuando queda fascinada por el peculiar carácter y el ¿genio? de un músico extravagante y ciertamente asocial. Se incluyen asimismo apuntes sobre la manera de entender el arte (en concreto las múltiples interpretaciones o incluso la incomprensión de las que una obra surrealista puede ser objeto).
Una obra, al fin y al cabo, que se pregunta si los defectos conocidos son preferibles a aquellos por conocer e indaga sobre lo destructivo de lo rutinario y de la falta de comunicación y de alicientes en la pareja. Todo eso, en una “screwball”. Casi nada.
Por otro lado, subyace en ella una reflexión sobre la rutina del matrimonio y el anhelo de una aventura que introduzca algo de emoción en la vida matrimonial. Es aquí la mujer quien da el primer paso en este sentido cuando queda fascinada por el peculiar carácter y el ¿genio? de un músico extravagante y ciertamente asocial. Se incluyen asimismo apuntes sobre la manera de entender el arte (en concreto las múltiples interpretaciones o incluso la incomprensión de las que una obra surrealista puede ser objeto).
Una obra, al fin y al cabo, que se pregunta si los defectos conocidos son preferibles a aquellos por conocer e indaga sobre lo destructivo de lo rutinario y de la falta de comunicación y de alicientes en la pareja. Todo eso, en una “screwball”. Casi nada.

6,3
6.115
8
5 de junio de 2007
5 de junio de 2007
25 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una madura escritora inglesa en crisis de ideas decide pasar unos días en la casa de campo que su editor posee en Francia.
La paz que allí se respira le permitirá comenzar su nueva obra, pero cuando la joven hija de su anfitrión se presente de improviso, la quietud del lugar se verá alterada.
El film comienza con una Sarah Morton reprimida que acepta la oferta de su editor en parte anhelando la visita de éste, ya que se intuye que han tenido una aventura (mientras que el objetivo de él es en realidad que alumbre un nuevo libro que reporte sustanciales ingresos; lejos, en Londres, ni siquiera atenderá sus llamadas).
Todo esto es algo a lo que no se hace referencia explícita; el pasado entre ambos se va formando en la mente del espectador a partir de sus actitudes, de sus reacciones. Su relación se deja clara en los diez primeros minutos de película. Tras ello se dedican unas cuantas escenas a describir la apacible vida de la escritora en la aldea francesa hasta que aparece Julie, con la que se verá obligada a compartir vivienda y vivencias.
Lo más intuíble de lo que acaecerá en pantalla quizá sea el choque generacional y cultural entre las dos mujeres, que es en lo que se centra el grueso del film; una británica cincuentona, disciplinada en su trabajo, hermética en sus sentimientos y amante de la tranquilidad, en principio poco tiene que ver con una ociosa chica francesa casi adolescente que vive su sexualidad sin tapujos y se bebe la vida sin tomar apenas un respiro.
Y, sin embargo, encuentran un punto de unión en el momento en que la segunda empieza a ser vista con ojo clínico por la primera, que la convierte en objeto de estudio para una de sus obras. Su absoluta independencia, esa cicatriz de su abdomen. Su mirada, desafiante y temerosa a un tiempo. Toda un aura de misterio la envuelve. La creadora comienza a observar sus costumbres, sus gustos, incluso los hombres que lleva a casa, uno distinto cada noche. Pero con eso no basta; quiere saber más: lee su diario a escondidas, intenta trabar amistad con ella, que se abre, aunque solo sea en parte, a la mujer que la escucha (quizá porque nadie más lo hace).
No obstante, cuando la joven descubre que el acercamiento ha tenido por objeto convertirla en personaje literario, se siente ultrajada, aún más cuando los celos se apoderan de ella y hacen que cometa una locura de la que saldrá airosa gracias a su madura confidente. En señal de agradecimiento le hará un regalo gracias al cual Sarah consigue tomar venganza de su otrora interés amoroso.
El guión implica al público en la trama y le hace reflexionar sin perder en ningún momento su interés.
Una obra muy agradable de ver (sobre todo para los hombres).
La paz que allí se respira le permitirá comenzar su nueva obra, pero cuando la joven hija de su anfitrión se presente de improviso, la quietud del lugar se verá alterada.
El film comienza con una Sarah Morton reprimida que acepta la oferta de su editor en parte anhelando la visita de éste, ya que se intuye que han tenido una aventura (mientras que el objetivo de él es en realidad que alumbre un nuevo libro que reporte sustanciales ingresos; lejos, en Londres, ni siquiera atenderá sus llamadas).
Todo esto es algo a lo que no se hace referencia explícita; el pasado entre ambos se va formando en la mente del espectador a partir de sus actitudes, de sus reacciones. Su relación se deja clara en los diez primeros minutos de película. Tras ello se dedican unas cuantas escenas a describir la apacible vida de la escritora en la aldea francesa hasta que aparece Julie, con la que se verá obligada a compartir vivienda y vivencias.
Lo más intuíble de lo que acaecerá en pantalla quizá sea el choque generacional y cultural entre las dos mujeres, que es en lo que se centra el grueso del film; una británica cincuentona, disciplinada en su trabajo, hermética en sus sentimientos y amante de la tranquilidad, en principio poco tiene que ver con una ociosa chica francesa casi adolescente que vive su sexualidad sin tapujos y se bebe la vida sin tomar apenas un respiro.
Y, sin embargo, encuentran un punto de unión en el momento en que la segunda empieza a ser vista con ojo clínico por la primera, que la convierte en objeto de estudio para una de sus obras. Su absoluta independencia, esa cicatriz de su abdomen. Su mirada, desafiante y temerosa a un tiempo. Toda un aura de misterio la envuelve. La creadora comienza a observar sus costumbres, sus gustos, incluso los hombres que lleva a casa, uno distinto cada noche. Pero con eso no basta; quiere saber más: lee su diario a escondidas, intenta trabar amistad con ella, que se abre, aunque solo sea en parte, a la mujer que la escucha (quizá porque nadie más lo hace).
No obstante, cuando la joven descubre que el acercamiento ha tenido por objeto convertirla en personaje literario, se siente ultrajada, aún más cuando los celos se apoderan de ella y hacen que cometa una locura de la que saldrá airosa gracias a su madura confidente. En señal de agradecimiento le hará un regalo gracias al cual Sarah consigue tomar venganza de su otrora interés amoroso.
El guión implica al público en la trama y le hace reflexionar sin perder en ningún momento su interés.
Una obra muy agradable de ver (sobre todo para los hombres).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Film interesante en lo referido a la relación entre ambas mujeres, podría sostenerse sólo con eso; la fatalidad final es la guinda de todo cuanto ha ocurrido anteriormente y, si bien el hecho de que autora y encubridora del crimen no sean descubiertas es ciertamente inverosímil, en realidad es lo que menos cuenta.
Las actrices merecen un comentario especial: Charlotte Rampling, que hace suyo el papel de inglesa reprimida que aún cree en el amor y que seguramente haya estado dedicando su vida a la escritura en vez de a vivir (vaya cara que pone al fumar un poco de hierba, a pesar de decir orgullosa que estuvo en el “swinging London”), y Ludivine Sagnier que, al margen de derrochar sensualidad y morbidez, interpreta a esa chica mitad “femme fatale”, mitad niña perdida en busca de afecto con absoluta maestría.
Las actrices merecen un comentario especial: Charlotte Rampling, que hace suyo el papel de inglesa reprimida que aún cree en el amor y que seguramente haya estado dedicando su vida a la escritura en vez de a vivir (vaya cara que pone al fumar un poco de hierba, a pesar de decir orgullosa que estuvo en el “swinging London”), y Ludivine Sagnier que, al margen de derrochar sensualidad y morbidez, interpreta a esa chica mitad “femme fatale”, mitad niña perdida en busca de afecto con absoluta maestría.
2
9 de junio de 2008
9 de junio de 2008
21 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo he visto un capítulo de esta serie, pero lo que se ha presentado como una de las propuestas más ambiciosas de la temporada, me ha parecido una patochada sin ningún sentido, de temática manida y resuelta de modo facilón.
No suelo seguir series de abogados como puede ser Shark, pero a la hora de hacer esta crítica me viene a la cabeza otra de profesionales independientes: House. Vale que el médico cascarrabias emplee siempre una terminología médica que es chino para el común de los mortales y que en la resolución del caso nos da igual que nos digan que el paciente estaba pachuchito por sarcoidosis o que una gripe se le ha complicado.
A lo que voy es que, a pesar de esa terminología, la serie consigue enganchar y ser creíble, con unos personajes carismáticos que logran tenernos pendientes de sus casos.
¿Qué hay del mundillo jurídico en Lex? Enumeremos, el que diga más elementos en menos tiempo, gana: hay abogados, un bufete, de vez en cuando un juez, un tribunal, testigos, acusados... Uy, qué bien, con todo eso ya podemos hacer una serie de lo más cool -debieron pensar los productores-. Está hecho: a Santi Millán, que es un tío guapete y con tirón entre las nenas, le ponemos de conquistador; a Nathalie Poza le decimos que ponga cara de mala leche y va a ser la más responsable del trío León Estrada Xifre. Desperdigamos también por ahí a unas cuantas chavalitas monas sin que haga falta que actúen mucho (Kira Miró, Clara Lago, Silvia Marty) y de prota... ¿quién puede ser el prota? ¡Eureka! Javier Cámara, que es un valor seguro, lo hace bien le pongas donde le pongas y así podremos publicitar el producto diciendo que es el único que le ha convencido para volver a hacer televisión. Además, en el capítulo inicial, ¡colaremos una disputa sobre pitos!
Me imagino a Daniel Écija y a sus compadres abrazándose efusivamente, felicitándose porque su laboratorio de ideas funciona.
Pues bien, esta serie no sabe si va o si viene. Quiere ser comedia pero no hace gracia, pretende mostrar el mundillo jurídico pero sin aludir a una sola figura legal. Puede que haya carencia de medios a la hora de producir series españolas, pero lo que se deduce del visionado de Lex es falta de imaginación.
No estaría mal que levantase el vuelo, pero el inicio ha sido desolador.
No suelo seguir series de abogados como puede ser Shark, pero a la hora de hacer esta crítica me viene a la cabeza otra de profesionales independientes: House. Vale que el médico cascarrabias emplee siempre una terminología médica que es chino para el común de los mortales y que en la resolución del caso nos da igual que nos digan que el paciente estaba pachuchito por sarcoidosis o que una gripe se le ha complicado.
A lo que voy es que, a pesar de esa terminología, la serie consigue enganchar y ser creíble, con unos personajes carismáticos que logran tenernos pendientes de sus casos.
¿Qué hay del mundillo jurídico en Lex? Enumeremos, el que diga más elementos en menos tiempo, gana: hay abogados, un bufete, de vez en cuando un juez, un tribunal, testigos, acusados... Uy, qué bien, con todo eso ya podemos hacer una serie de lo más cool -debieron pensar los productores-. Está hecho: a Santi Millán, que es un tío guapete y con tirón entre las nenas, le ponemos de conquistador; a Nathalie Poza le decimos que ponga cara de mala leche y va a ser la más responsable del trío León Estrada Xifre. Desperdigamos también por ahí a unas cuantas chavalitas monas sin que haga falta que actúen mucho (Kira Miró, Clara Lago, Silvia Marty) y de prota... ¿quién puede ser el prota? ¡Eureka! Javier Cámara, que es un valor seguro, lo hace bien le pongas donde le pongas y así podremos publicitar el producto diciendo que es el único que le ha convencido para volver a hacer televisión. Además, en el capítulo inicial, ¡colaremos una disputa sobre pitos!
Me imagino a Daniel Écija y a sus compadres abrazándose efusivamente, felicitándose porque su laboratorio de ideas funciona.
Pues bien, esta serie no sabe si va o si viene. Quiere ser comedia pero no hace gracia, pretende mostrar el mundillo jurídico pero sin aludir a una sola figura legal. Puede que haya carencia de medios a la hora de producir series españolas, pero lo que se deduce del visionado de Lex es falta de imaginación.
No estaría mal que levantase el vuelo, pero el inicio ha sido desolador.
7
10 de octubre de 2006
10 de octubre de 2006
16 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos actores carismáticos y elegantes mostrando su vis cómica. Un guión amable con situaciones simpáticas que, si no arrancan una carcajada, sí una sonrisa de complicidad. Una dirección sencilla y eficaz.
Estos son los componentes de una comedia romántica no destinada a figurar entre las grandes del género ni entre las más emblemáticas, pero que sirve como un entretenimiento muy válido.
Brosnan y Moore interpretan sus papeles muy acertadamente, haciéndonos partícipes de una historia de amor a primera vista por parte del primero y amor/odio por parte de la segunda. Además los secundarios cumplen holgadamente con sus roles, en especial Michael Sheen, Parker Posey y Frances Fisher, matrimonio en trámites de separación los primeros –atención a cómo se tiran los trastos a la cabeza, cada cual más excéntrico- y mujer madura enconada en permanecer joven la segunda.
La narración transcurre de forma clara y precisa, no perdiéndose en escenas irrelevantes para el conjunto, y haciendo de paso un alegato a favor del amor.
Pase que no es una obra maestra, pero sí se deja ver con agrado, resultando muy recomendable en especial para los seguidores del género y para los fans de Brosnan y Moore.
Por cierto, ¿hace un huevo de chivo?
Estos son los componentes de una comedia romántica no destinada a figurar entre las grandes del género ni entre las más emblemáticas, pero que sirve como un entretenimiento muy válido.
Brosnan y Moore interpretan sus papeles muy acertadamente, haciéndonos partícipes de una historia de amor a primera vista por parte del primero y amor/odio por parte de la segunda. Además los secundarios cumplen holgadamente con sus roles, en especial Michael Sheen, Parker Posey y Frances Fisher, matrimonio en trámites de separación los primeros –atención a cómo se tiran los trastos a la cabeza, cada cual más excéntrico- y mujer madura enconada en permanecer joven la segunda.
La narración transcurre de forma clara y precisa, no perdiéndose en escenas irrelevantes para el conjunto, y haciendo de paso un alegato a favor del amor.
Pase que no es una obra maestra, pero sí se deja ver con agrado, resultando muy recomendable en especial para los seguidores del género y para los fans de Brosnan y Moore.
Por cierto, ¿hace un huevo de chivo?
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