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6,0
5.563
6
24 de agosto de 2024
24 de agosto de 2024
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nota: 6,5
Digno cierre para una trilogía que es un soplo de aire fresco en el panorama actual. Como en las entregas anteriores, hay algo con lo que no conecto, pero habrá que seguir los pasos de un director que vuelve a demostrar su capacidad narrativa para ensamblar secuencias a través de la duración del plano y el montaje. Siento predilección por el ritmo del que dota a sus historias, las atmósferas que crea con el diseño de producción y la música, así como el estilo con el que maneja la cámara.
Que la historia del éxito en Hollywood se escribe con la sangre y el sufrimiento de quien sonríe a cámara es un mensaje que ya no resulta subversivo. El trasfondo del personaje y las variopintas (aunque evidentes) citas (o sampleos) escogidas por West a partir de unos años 80 que aquí se dibujan desde imaginarios del cine de explotación, apuntan en esa línea. En el tramo final (afeado por su alusión al psicoanálisis de bolsillo) el andamiaje queda en evidencia en su afán por reiterar un mensaje que estaba claro desde la cita que abre el film. Con todo, me quedo con su manejo del tiempo para generar tensión y suspense, y el desarrollo del drama interno del personaje. No olvidemos que West también se encarga del montaje y es innegable que tiene facilidad para construir setpieces y sacarles todo el partido de manera aislada.
Lo mismo pasa con cada entrega de la trilogía: siendo diferentes, piensan la historia del cine en retrospectiva y reman en la dirección a la que mira el ojo crítico del director. El cine ya no puede ser pensado desde la lógica del star system o el gran estudio. Ni siquiera desde la del “direct to video” de un videoclub cuya nostalgia seguimos arrastrando aun sabiendo que una noche maldita echó el cierre y pasó a mejor vida. Cuando miramos al pasado con nostalgia siempre hay un sesgo hacia lo positivo. West no se olvida del fanatismo, la mafia, el puritanismo o la cosificación de la mujer que reinan en la otra cara (la B) de la industria. Saber de donde venimos, sí, pero sin nostalgias castrantes ni revisionismos presentistas que nos impidan pensar el presente y el futuro.
Mia Goth mira hacia las estrellas.
Digno cierre para una trilogía que es un soplo de aire fresco en el panorama actual. Como en las entregas anteriores, hay algo con lo que no conecto, pero habrá que seguir los pasos de un director que vuelve a demostrar su capacidad narrativa para ensamblar secuencias a través de la duración del plano y el montaje. Siento predilección por el ritmo del que dota a sus historias, las atmósferas que crea con el diseño de producción y la música, así como el estilo con el que maneja la cámara.
Que la historia del éxito en Hollywood se escribe con la sangre y el sufrimiento de quien sonríe a cámara es un mensaje que ya no resulta subversivo. El trasfondo del personaje y las variopintas (aunque evidentes) citas (o sampleos) escogidas por West a partir de unos años 80 que aquí se dibujan desde imaginarios del cine de explotación, apuntan en esa línea. En el tramo final (afeado por su alusión al psicoanálisis de bolsillo) el andamiaje queda en evidencia en su afán por reiterar un mensaje que estaba claro desde la cita que abre el film. Con todo, me quedo con su manejo del tiempo para generar tensión y suspense, y el desarrollo del drama interno del personaje. No olvidemos que West también se encarga del montaje y es innegable que tiene facilidad para construir setpieces y sacarles todo el partido de manera aislada.
Lo mismo pasa con cada entrega de la trilogía: siendo diferentes, piensan la historia del cine en retrospectiva y reman en la dirección a la que mira el ojo crítico del director. El cine ya no puede ser pensado desde la lógica del star system o el gran estudio. Ni siquiera desde la del “direct to video” de un videoclub cuya nostalgia seguimos arrastrando aun sabiendo que una noche maldita echó el cierre y pasó a mejor vida. Cuando miramos al pasado con nostalgia siempre hay un sesgo hacia lo positivo. West no se olvida del fanatismo, la mafia, el puritanismo o la cosificación de la mujer que reinan en la otra cara (la B) de la industria. Saber de donde venimos, sí, pero sin nostalgias castrantes ni revisionismos presentistas que nos impidan pensar el presente y el futuro.
Mia Goth mira hacia las estrellas.

7,4
44.839
7
23 de julio de 2023
23 de julio de 2023
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nota: 7
Nolan conserva su estilo en el terreno del biopic. La temática me interesó desde el primer momento y retrata bien cuestiones históricas como la Guerra Fría o el macartismo pero me quedo con la sensación de que falta mucha ciencia y sobran personajes que desfilan por la pantalla sin ningún desarrollo. ¿Qué queda entonces? Una película de Nolan, para bien y para mal. El film lleva su firma y es algo que siempre aplaudiré.
Llama la atención la propia estructura de la película, con un montaje acelerado que alterna líneas temporales remarcadas mediante el uso del blanco y negro en 70mm (quizás un guiño escénico a los interrogatorios en ‘Solaris’ (1972)). No veo más beneficio a esta decisión que la de hacer más llevadera la extensión de la película a un público generalista y va de la mano con la insistente banda sonora. Incluso en las escenas más intimistas no deja espacio para el reposo y la trascendencia. A su favor diré que en inserciones con regusto a “viaje lisérgico” de ‘2001’ (1968) llega a emocionarme por acumulación. Lo que sí está llevado con maestría es no tanto el esperado momento de la explosión sino su anticipación. Una escena que acelera el pulso de manera brillante y supone el punto álgido del film, a partir del cual nada volverá a causar tal estremecimiento.
El trabajo de diseño de producción y maquillaje cumplen con creces pero fotográficamente esperaba mucho más. El color es correcto pero abusa de primeros planos para meter emociones a martillazos, falta movimiento de cámara para jugar con los interiores o las relaciones entre personajes y una puesta en escena que deje huella. Las escenas de amplitud en exteriores para el lucimiento de H. van Hoytema son escasas. Dicho esto veo una evolución expresiva con ciertas decisiones visuales que salen del terreno de la literalidad y cerebralidad que le caracterizan para adentrarse en el de la representación o figuración psicológica, algo que me ha sorprendido gratamente.
Cillian Murphy lidera un gran trabajo interpretativo en el que destaco también a Robert D. Jr.
Un estudio de personajes sobrio limitado por ciertas decisiones de dirección.
@laquimeracultural
Nolan conserva su estilo en el terreno del biopic. La temática me interesó desde el primer momento y retrata bien cuestiones históricas como la Guerra Fría o el macartismo pero me quedo con la sensación de que falta mucha ciencia y sobran personajes que desfilan por la pantalla sin ningún desarrollo. ¿Qué queda entonces? Una película de Nolan, para bien y para mal. El film lleva su firma y es algo que siempre aplaudiré.
Llama la atención la propia estructura de la película, con un montaje acelerado que alterna líneas temporales remarcadas mediante el uso del blanco y negro en 70mm (quizás un guiño escénico a los interrogatorios en ‘Solaris’ (1972)). No veo más beneficio a esta decisión que la de hacer más llevadera la extensión de la película a un público generalista y va de la mano con la insistente banda sonora. Incluso en las escenas más intimistas no deja espacio para el reposo y la trascendencia. A su favor diré que en inserciones con regusto a “viaje lisérgico” de ‘2001’ (1968) llega a emocionarme por acumulación. Lo que sí está llevado con maestría es no tanto el esperado momento de la explosión sino su anticipación. Una escena que acelera el pulso de manera brillante y supone el punto álgido del film, a partir del cual nada volverá a causar tal estremecimiento.
El trabajo de diseño de producción y maquillaje cumplen con creces pero fotográficamente esperaba mucho más. El color es correcto pero abusa de primeros planos para meter emociones a martillazos, falta movimiento de cámara para jugar con los interiores o las relaciones entre personajes y una puesta en escena que deje huella. Las escenas de amplitud en exteriores para el lucimiento de H. van Hoytema son escasas. Dicho esto veo una evolución expresiva con ciertas decisiones visuales que salen del terreno de la literalidad y cerebralidad que le caracterizan para adentrarse en el de la representación o figuración psicológica, algo que me ha sorprendido gratamente.
Cillian Murphy lidera un gran trabajo interpretativo en el que destaco también a Robert D. Jr.
Un estudio de personajes sobrio limitado por ciertas decisiones de dirección.
@laquimeracultural
24 de septiembre de 2023
24 de septiembre de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dilatado y tedioso film que no aporta nada a la saga ni al discurso fílmico actual.
El sentido de la maravilla, el aprovechamiento de los espacios y las localizaciones del que hacía gala Spielberg brilla por su ausencia con una fotografía insulsa, monocromática, sin profundidad de campo debido al abuso del croma, sin movimientos de cámara y muy limitada a primer plano o plano medio, amen de un montaje de trilero que es quien escribe realmente la insistente acción (que por otra parte carece de verosimilitud o sensación de peligro). Pura narrativa televisiva en el peor de los sentidos y pura mediocridad en el uso del CGI (que fácilmente triplica sin sentido el presupuesto).
Narrativamente, poco que decir. Solamente quedaba la salida de la traición a la esencia, la deconstrucción y domesticación, un destino que no comparto que deba ser el de todo personaje que antaño fue escrito para maravillar y entretener rompiendo reglas y tabúes.
Harrison Ford, pese a un aire crepuscular que recuerda al de Blade Runner 2049, sigue siendo puro icono y carisma.
Reflexión final: Hace veinte años, cuando se hacía una película de semejante nivel, todo el mundo lo apreciaba y valoraba como tal, con cierto aire de decepción. Y no pasaba nada. Nadie tenía que auto justificarse. Ahora mismo “esto” se ha convertido en un estándar de calidad que hay que alabar y el ojo se ha vuelto tan vago que se es incapaz de diferenciarla de una película realmente bien realizada, como pueda ser la que abrió la saga. Estoy seguro de que en pocos meses nadie va a recordar una sola imagen de este film.
@laquimeracultural
El sentido de la maravilla, el aprovechamiento de los espacios y las localizaciones del que hacía gala Spielberg brilla por su ausencia con una fotografía insulsa, monocromática, sin profundidad de campo debido al abuso del croma, sin movimientos de cámara y muy limitada a primer plano o plano medio, amen de un montaje de trilero que es quien escribe realmente la insistente acción (que por otra parte carece de verosimilitud o sensación de peligro). Pura narrativa televisiva en el peor de los sentidos y pura mediocridad en el uso del CGI (que fácilmente triplica sin sentido el presupuesto).
Narrativamente, poco que decir. Solamente quedaba la salida de la traición a la esencia, la deconstrucción y domesticación, un destino que no comparto que deba ser el de todo personaje que antaño fue escrito para maravillar y entretener rompiendo reglas y tabúes.
Harrison Ford, pese a un aire crepuscular que recuerda al de Blade Runner 2049, sigue siendo puro icono y carisma.
Reflexión final: Hace veinte años, cuando se hacía una película de semejante nivel, todo el mundo lo apreciaba y valoraba como tal, con cierto aire de decepción. Y no pasaba nada. Nadie tenía que auto justificarse. Ahora mismo “esto” se ha convertido en un estándar de calidad que hay que alabar y el ojo se ha vuelto tan vago que se es incapaz de diferenciarla de una película realmente bien realizada, como pueda ser la que abrió la saga. Estoy seguro de que en pocos meses nadie va a recordar una sola imagen de este film.
@laquimeracultural

7,1
77.384
9
24 de junio de 2024
24 de junio de 2024
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La alumna aventajada de clásicos como Persona, Sunset Boulevard o Vértigo. Un máximo exponente del weird que nos advierte y nos demuestra que no sabemos mirar.
Un film que es pura libertad creativa, en el que cada secuencia es un mundo a explorar en si mismo, en el que cada espectador deberá acabar de escribir (o más bien interpretar) la voluntariamente fragmentada narración. Un film que cuestiona los límites del relato y que abraza el concepto de obra abierta para descubrir cómo se puede significar a partir de imágenes que son signos que destilan significantes.
Una película acerca del mismo lenguaje cinematográfico, sobre los niveles de ficción y meta-ficción, sobre los modos de representación y posibilidades expresivas de la imagen, del cine como canal expresivo y no meramente comunicativo. Una película que rema en contra de la estandarización de la imagen y una visión hegemónica de la significación de la puesta en escena basada en los convencionalismos del clasicismo, el cual adopta y deforma en clara actitud posmoderna, al igual que los arquetipos del cine negro que maneja a nivel de personajes.
Un film que se presta a un análisis respecto a la deconstrucción de la ontología en Derrida, las estructuras rizomáticas en Deleuze y Guatttari, o el concepto de sutura en Lacan y cómo construimos realidades ficticias en el cine gracias al montaje.
Todo ello con unas extraordinarias interpretaciones y un juego de doppelgangers en montaje que hará muy disfrutable la experiencia de revisionarla. Una de las mejores puertas de entrada a esa caja azul que es la filmografía de su director. Puro icono, puro cine. Obra maestra absoluta.
@laquimeracultural
Un film que es pura libertad creativa, en el que cada secuencia es un mundo a explorar en si mismo, en el que cada espectador deberá acabar de escribir (o más bien interpretar) la voluntariamente fragmentada narración. Un film que cuestiona los límites del relato y que abraza el concepto de obra abierta para descubrir cómo se puede significar a partir de imágenes que son signos que destilan significantes.
Una película acerca del mismo lenguaje cinematográfico, sobre los niveles de ficción y meta-ficción, sobre los modos de representación y posibilidades expresivas de la imagen, del cine como canal expresivo y no meramente comunicativo. Una película que rema en contra de la estandarización de la imagen y una visión hegemónica de la significación de la puesta en escena basada en los convencionalismos del clasicismo, el cual adopta y deforma en clara actitud posmoderna, al igual que los arquetipos del cine negro que maneja a nivel de personajes.
Un film que se presta a un análisis respecto a la deconstrucción de la ontología en Derrida, las estructuras rizomáticas en Deleuze y Guatttari, o el concepto de sutura en Lacan y cómo construimos realidades ficticias en el cine gracias al montaje.
Todo ello con unas extraordinarias interpretaciones y un juego de doppelgangers en montaje que hará muy disfrutable la experiencia de revisionarla. Una de las mejores puertas de entrada a esa caja azul que es la filmografía de su director. Puro icono, puro cine. Obra maestra absoluta.
@laquimeracultural
7
26 de agosto de 2023
26 de agosto de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nota: 6,5
La propuesta tiene originalidad en su desmedido sinsentido y cierta comedia involuntaria que la hace llevadera para alguien poco inclinado hacia el género como el que escribe. Una cinta que tiene a largometrajes como La matanza de Texas (1974), El Resplandor (1980) o Psicosis (1960) en el imaginario.
Montada con sumo gusto y cuidado, midiendo los tiempos y cimentando la atmósfera durante el primer acto, sabe manejar la tensión y jugar con los paralelismos aunque personalmente los pretendidos jumpscares para nada han surtido su efecto en mi (supongo que no soy el target de este tipo de recursos). El uso crudo y medido de la violencia funciona.
Lo que me resulta más interesante es cómo la película se escribe en clave de meta-cine y dialoga directamente con el espectador, tanto por lo que toca al recurso del cine dentro del cine como por el hecho de que desde el primer momento se tiene claro que está interpelando directamente al imaginario fílmico del slasher para reflexionar sobre él y, en ocasiones, subvertir ciertas claves: los jóvenes pecadores y el sexo, la cuestión racial, las situaciones inverosímiles en las que las acciones de las futuribles víctimas pierden sentido, la final girl, las moralejas moralizantes… Aunque la vuelta de tuerca llega con la reflexión acerca de la edad, el juego de identidades, la pérdida del atractivo físico con el paso del tiempo, la frustración por no haber hecho lo que se tenía que hacer… Y es que, probablemente, la despreciada madurez en el género y el cine en general se tome su venganza por fin aquí, empezando justamente por aquél que no quería pecar.
El exploitation setentero está muy conseguido en estética, diseño de producción, efectos prácticos y fotografía (buen guiño inicial a la proporción 4:3). Sin embargo la caracterización y el maquillaje de la anciana no me convencen del todo. Mia Goth, que está soberbia en general, se delata en los movimientos corporales.
@laquimeracultural
La propuesta tiene originalidad en su desmedido sinsentido y cierta comedia involuntaria que la hace llevadera para alguien poco inclinado hacia el género como el que escribe. Una cinta que tiene a largometrajes como La matanza de Texas (1974), El Resplandor (1980) o Psicosis (1960) en el imaginario.
Montada con sumo gusto y cuidado, midiendo los tiempos y cimentando la atmósfera durante el primer acto, sabe manejar la tensión y jugar con los paralelismos aunque personalmente los pretendidos jumpscares para nada han surtido su efecto en mi (supongo que no soy el target de este tipo de recursos). El uso crudo y medido de la violencia funciona.
Lo que me resulta más interesante es cómo la película se escribe en clave de meta-cine y dialoga directamente con el espectador, tanto por lo que toca al recurso del cine dentro del cine como por el hecho de que desde el primer momento se tiene claro que está interpelando directamente al imaginario fílmico del slasher para reflexionar sobre él y, en ocasiones, subvertir ciertas claves: los jóvenes pecadores y el sexo, la cuestión racial, las situaciones inverosímiles en las que las acciones de las futuribles víctimas pierden sentido, la final girl, las moralejas moralizantes… Aunque la vuelta de tuerca llega con la reflexión acerca de la edad, el juego de identidades, la pérdida del atractivo físico con el paso del tiempo, la frustración por no haber hecho lo que se tenía que hacer… Y es que, probablemente, la despreciada madurez en el género y el cine en general se tome su venganza por fin aquí, empezando justamente por aquél que no quería pecar.
El exploitation setentero está muy conseguido en estética, diseño de producción, efectos prácticos y fotografía (buen guiño inicial a la proporción 4:3). Sin embargo la caracterización y el maquillaje de la anciana no me convencen del todo. Mia Goth, que está soberbia en general, se delata en los movimientos corporales.
@laquimeracultural
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