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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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23 de mayo de 2010 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película de género, y así dicho parece algo negativo, quizá porque lo aplicamos a los productos que se ciñen a un patrón que funciona en taquilla. Perdición es una de las películas que crea y consolida mi género favorito: el cine negro. Todos los elementos del cine negro están en esta película. La mujer fatal, la imagen en claroscuros, los diálogos hard-boiled (vale, esto he leído en un libro), el fatalismo. No es una película pionera en este terreno, pero de la mano de Billy Wilder todos esos parámetros se asientan muy sólidamente y se convierte en una película paradigmática. Grandes actores, con excepción de Mrs. Stanwick, componen personajes robustos y el buen guión firmado por el propio BW y Raymond Chandler (padre de la novela negra junto a Dashiell Hamett) hacen el resto. Una gran película. Si tuviera idea de directores de fotografía o las innovaciones que pudiera haber en esta película, pues también lo escribiría, pero como no tengo ni idea me limito a decir que acompaña a la perfección todo el conjunto. Los contrapicados y las sombras que resaltan los contornos y las expresiones por encima de los primeros planos (a diferencia del cine actual, que abusa de ellos) recrean con precisión la atmósfera desasosegante y oscura de la película.
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Venga, ahora voy a escribir por qué me gusta. Me gusta ese perdedor que no encuentra salida en una sociedad sofocante y decide dar el paso fatal de infringir la ley. Ese personaje lo interpreta muy bien Fred McMurray que ya me encantó en El Motín del Caine (película posterior), un tipo un poco feo con la cara áspera de tipo con pasado, como Sterling Hayden en La Jungla de Asfalto, o Robert Mitchum en Retorno al Pasado o más adelante Richard Widmark en Madigan. Edward G. Robinson siempre es auténtico en sus papeles, parece que el tipo en la realidad fuera también así, aunque así signifique de mil formas y por eso sea el gran actor que se despidió con Soilen Green (tenía que meter una referencia friki por algún lado). Y como no, me encantan los diálogos incisivos chico-chica en los que los 2 juegan muy bien y a medida que se van acercando a sus deseos van descendiendo en espiral hacia un desenlace esperado y fatal.
14 de marzo de 2012 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
OK, vale, no sé cómo lo hacen los críticos de verdad pero yo a veces tomo notas mientras veo la peli y luego hago un articulillo. No merece el esfuerzo, ahí van las notas transcritas tal cual. Vaya película más ñoña. Podría ser perfectamente una de esas decepciones con las que nos sorprende (cada vez menos) el bobo de Spielberg para recordarnos su mediocridad cuando no hay un buen guionista detrás. Uno espera ver una buena mezcla de acción y ciencia ficción y se encuentra con este melodrama barato sobre niño con robot ¿Alguien se acuerda de lo larga que era Inteligencia Artificial? ¿De cómo cuando por fin pinocho se queda congelado aparecen unos extraterrestres y piensas “Dios, esto no se va a acabar nunca” Aquí el pastelón produce diabetes mucho antes.
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Después de una lamentable presentación del capullo que interpreta Hugh Jackman enseguida adivinas que, oh, qué bonito, peli con mensaje: el cretino evolucionará patéticamente hasta convertirse en un papá guay. Luego viene el rollo en el que Pecas le explica al mocoso que el retrasado de su padre no siempre fue un gilipollas. Una horita. Por Dios, el “flesh market” en ésta se llama el “zoo”. Vaya escenario más de garrafón. Hey, Spielberg, gracias por recordarme que los marcianitos son para niños. Robots exigía más neuronas y tenía más gracia. Su pu... madre... ¡El niño está bailando con el robot! Necesito una cerveza. Uy, mira, el niño sabe ingeniería robótica. Vaya timo, esto me recuerda los mensajes que me salen en el Sing Star cuando canto... “lamentable”, “penoso” “retírate” “abandona la música” “espero que tengas estudios”... Tengo que ver el trailer otra vez ¿Salía el puñetero niño? Ni Disney hubiera hecho un truño tan ñoño ¡Oye! ¡Vamos a ver el making-off para saber cómo han conseguido que los actores actúen igual que los robots! Previsible. Qué buena está la tal Lemanova. Se llama Farra ¿un guiño del guionista que es de Cullera y fallero en sus ratos libres? ¿Quién es el sonado que ha hecho este bodrio? Conviene recordarlo para no perdonarle nunca. Voy a echar un Tekken a ver si se me quita la mala leche .

El tal Mashido es una caricatura de Mark Lenders. La chica que anuncia los asaltos se inspira en los calendarios aquellos tan sexies de robots femeninos en lencería. ¡Y volvemos a ver el final de Rocky 3! ¡Y ahora el final de Rocky! Y así amigos míos acaba una hermosa fábula de cómo un niño con un padre irresponsable se mete en el violento mundo del boxeo y aprende a ganar una pasta sin ir al colegio. Fin. Y el Madrid en cuartos de la Champions ¿No es fantástico?
2 de febrero de 2013 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para hacer una buena crítica habría que conocer bien el comic. No es el caso. Después de ver la nueva adaptación, he tenido curiosidad por recuperar la de 1995. Dredd ha mejorado con el tiempo. Sigue siendo violenta y fascistoide pero la atmósfera urbano-claustrofóbica está mucho más conseguida. Sin tanto cartón piedra y decorados de estudio, es más realista. Además se libra de la esclavitud de tener que hacerle un traje a medida al pelma de Stallone. Se libra de los primeros planos, poses ridículas y saturación exhibicionista del semental italiano. Además evita los parámetros capta-audiencias usuales. En la de 1995 es inevitable el secundario chistoso que promociona al cómico judío de turno, Rob Schneider, y el malo malísimo excéntrico-psicópata, con un histriónico Armand Assante que aprovechaba su último tirón cuando ya empezaba a perder caché (del 94 al 96, 2 películas por año) Todo la realización se mejora, los trajes de plástico, las plataformas de reinona del Juez, la caracterización de Mega City, y se evitan pegotes rococó y robots malvados con pinta de dibujo animado. Los más fieles del personaje apreciarán que el casco es más fiel al comic.

El villano, en este caso LA villana, es mucho más terrible y nos evitan el duelo de sobreactuaciones de la de 1995 a costa de abandonar un poco a los personajes según la tendencia comercial de las superproducciones actuales. Por eso perdemos también el reparto de secundarios con oficio que apuntalaban la primera, con los incombustibles Max Von Sydow y Diane Lane. En esta década no es necesario meter moraleja ni valores morales, después de todo es una película de acción y el espectador no va a ver a Stallone para que rambo le adoctrine con su ética (permanentes referencias a la Estatua de la Libertad, signifique lo que signifique)

Dredd me ha recordado a Total Recall. Si bien las 2 originales no admiten comparación, Verhoeven se las arregla mejor con su superestrella culturizada y crea una película de culto siendo fiel a su estilo, las adaptaciones de 2012 juegan en la misma liga. Acción, violencia y espectáculo actualizados.
17 de junio de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de espías, una de la II GM, una historia francamente original. No es una producción ambiciosa, ni una película de las que el Cine siempre recuerda. Quizá James Garner y Rod Taylor pertenezcan a la última generación, junto con el inefable Charlton Heston, de actores clásicos de Hollywood. El primero interpretaría después a un Philip Marlowe muy solvente en Marlowe (Paul Bogart, 1969) y el segundo protagonizó una joya del cine de ciencia-ficción como The Time Machine (George Pal, 1960). A Eva Marie Saint supongo que todos la recordamos principalmente en North by Northwest (Alfred Hitchcock, 1959) donde la trama también aprovechaba esa frialdad frágil y seductora para un papel ambiguo. A mí personalmente esta actriz me recuerda a Catherine Deneuve. Tres buenos actores sin los que la película pasaría completamente desapercibida y no dejaría de ser una idea original a la espera de un remake. Para nostálgicos del cine clásico.
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Quizá el elemento más interesante sea Otto Schak (Werner Peters), un personaje atemporal poco común pero que reconocemos inmediatamente y nos recuerda situaciones actuales en otros contextos. Como por ejemplo el empleado ambicioso y pelota que no duda en apoyarse en los demás para medrar, anotarse los tantos de otros y desmarcarse si el proyecto no funciona. Triste y vigente, en cualquier entorno y en todas las épocas.
3 de junio de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace falta mucha nostalgia y esa sobredosis de comprensión que nos exige a veces el cine español para perdonarle a esta película sus muchos defectos.

Las grandes productoras redescubrieron las posibilidades recaudatorias del cine épico con The Last of the Mohicans (Michael Mann, 1992) y Braveheart (Mel Gibson 1995) Pongo estas 2 porque tuvieron mucho éxito y porque marcaron una forma de rodar las escenas de acción y los combates multitudinarios. De pronto todo cobraba una violencia y velocidad espectaculares que impregnaban de realismo la historia. Además se buscaban vestuarios auténticos, escenarios naturales y todo el montaje pretendía situarte en un contexto real, aunque sólo fuera superficialmente (no me sé los detalles de la conquista de Canadá ni de la peripecia nacionalista de William Wallace). Desde luego transportaban al espectador a un momento histórico, lejos de la fantasía de hielo seco y cartón piedra de la década anterior, con Excalibur (John Boorman 1981) como mejor ejemplo y muchas más que desde luego estaban lejos de ser megaproducciones (Willow, Die unendliche Geschichte = La Historia Interminable, Labyrinth, Legend, Lady Hawk). A mediados de los 90 convergen los 2 estilos, First Knight (Jerry Zucker 1995) con buenos actores pero una puesta en escena edulcorada llena de melenas vidal sasoon y armaduras relucientes, y Braveheart con combates trepidantes, sangre de hachazo manchando la lente y mucha mugre. El fracaso de la primera y el éxito de la segunda crean un nuevo patrón y Ridley Scott recoge el testigo con su potente Gladiator (año 2000). El gran antecedente inmediato en superproducciones épicas del héroe de capa y espada, es sin duda el soldado norteamericano de la II GM con Saving Private Ryan (Steven Spielberg, 1998) y The Thin Red Line (Terrence Malick, 1998) que salieron en el 98 para coincidir en contexto y realismo. A partir de ahí, barra libre de cine épico histórico y fantástico. La trilogía del anillo empieza el milenio batiendo records, sólo el primer Harry Potter consigue arrebatarle el puesto como película más taquillera a un Frodo recién estrenado en 2001. Las 2 siguientes entregas de la saga de Tolkien serán número 1 en 2002 y 2003. En 2002 los soldados de EEUU agotan la hazaña bélica con We were Soldiers (Randall Wallace, 2002) y Windtalkers (John Woo, en 2002) y 3 años después ocurre lo mismo con el espadazo pseudo-histórico. En 2004 se estrenan King Arthur (Antoine Fuqua, 2004), Troy (Wolfgang Petersen, 2004) y Alexander (Oliver Stone, 2004). Tom Cruise se apunta un año más tarde coproduciendo The Last Samurai (Edward Zwick, 2005) cambiando la europa medieval por el siglo XIX japonés, pero manteniendo la fórmula del epic drama, con banda sonora de Hans Zimmer incluida.

Después de casi 3 décadas de sequía Hollywood había vuelto a apostar por las superproducciones bélicas de época o de figuritas de rol hasta saturar la fórmula por agotamiento del público. En la segunda mitad de la década, chinos e ingleses retoman el modelo. El cine español también hace experimentos a lo grande con Alatriste (Agustín Díaz Yanes, 2006) y aunque la idea es buena y no se escatiman gastos, uno se queda con una sensación de oportunidad perdida. Ridley Scott por su parte se lleva el cine épico a su país con Kingdom of Heaven en 2005 y vuelve a EEUU para rodar el enésimo Robin Hood en 2010. En ese intervalo de tiempo en China se suceden superproducciones como Mo Gong (Chi Leung 'Jacob' Cheung, 2006), The Warlords (Peter Chan, 2007) o Acantilado Rojo (John Woo, 2008). Y en el Reino Unido desfilan romanos, caballeros y criaturas de cuento en producciones bien realizadas con repartos solventes hasta entrar en la siguiente década. The Last Legion (Doug Lefler, 2007), Solomon Kane (Michael J. Bassett 2009), Centurion (Neil Marshall, 2010) Ironclad (Jonathan English, 2011) y The Eagle (Kevin Macdonald, 2011) son algunos ejemplos.

Y por ahí van los tiros en la escena internacional, con un Prince of Persia suavizado por Disney que no ha cumplido expectativas en 2010, cuando nuestra “industria” consigue por fin llevar a la pantalla al héroe por excelencia del comic patrio (perdón, del tebeo patrio). El hostión en crítica y taquilla es considerable. Una pena que Antonio Hernández, después de haber rodado la estupenda En la Ciudad sin Límites en 2001, se lanzase a esta aventura. Supongo que el éxito comercial que consiguió con Los Borgia en 2006 tiene parte de culpa. La versión que ha llegado a mis manos tiene los menús en alemán (¡!) y me sigo preguntando alucinado cómo esta película ha conseguido traspasar nuestras fronteras.

Si hablamos de la peli, no sé por dónde empezar. Cogidos uno a uno los actores no están tan mal. Sergio Peris Mencheta podría haber sido un buen Capitán Trueno. La pareja de Goliath (armado con su as de bastos de goma del todo a cien) y Crispín es divertida a ratos pero no es creíble. El conjunto entretiene pero carece de ritmo y la realización tiene ese aire de telefilme y obra de teatro típico de muchas producciones españolas. Sólo un espectador entregado, un público infantil o alguien que hace mucho que no va al cine puede dejarse llevar por esta película.
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