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6,2
17.188
4
15 de junio de 2018
15 de junio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un intento de producción americana...digna, pero desigual en su desarrollo. Muchos giros muy manidos en la filmografía de "suspense" de la última década. Demasiado previsible y con algún salto argumental difícilmente explicable. Entretiene...pero no llega a enganchar, ni siquiera tirando de actores revelación de alguna de las series más afamadas en estos momentos en los hogares cada vez más netfilxqueros. Un quiero y no puedo...

5,4
1.952
5
15 de junio de 2018
15 de junio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este desigual trabajo del director australiano que ya nos aburrió con su pretencioso The Railway Man (2013), no deja de tener alguno de los ingredientes necesarios para atrapar al espectador curioso. Seguramente más propio de los amantes del biopic o de los incondicionales del cine con visos documentales, esta obra podría haberse quedado congelada en la escena de ensoñación que acompaña a los créditos iniciales. Esa imagen es espectacular y nos abre la puerta a un mundo de fantasmas que debieron poblar la mente de un personaje histórico sobrepasado por su propia idiosincrasia y medido (quizás al alza) por los tiempos que le tocaron vivir. Sin que los trabajos de Cox o Richardson logren hacer que remonte el vuelo...es una película que muestra una cara diferente del Churchill que nos vendieron...Quizás sólo por eso mereciese la pena darle un voto de confianza.

7,0
17.818
7
5 de febrero de 2020
5 de febrero de 2020
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buen remake del remake del remake del remake de un clásico. Superar al original no es siempre sencillo, sobre todo cuando te enfrentas al trabajo de Cukor (1933) con una Katharine Hepburn soberbia que deja mudas al resto de las protagonistas. El merecido Óscar de esta primera adaptación de la novela de Louisa May Alcott es posible que se repita en la cinta de Greta Gerwig gracias a que en esta ocasión la dirección se recrea más en diferentes puntos de la historia original, exprimiendo más el libro original, motivo más que suficiente para que la cinta (y su directora) esté nominada al Óscar al mejor guión adpatado -que ya ganó la original de Cukor-
El recurso constante al flashback, si bien da cierto aire dinámico al metraje, llega a despistar por momentos y aún cuando resta linealidad al trabajo, también añade confusión y cierta debilidad argumental a en algunos puntos. Quizás se note aquí ese trabajo a seis manos (Pascal-Polley-Gerwig) sobre el guión y replanteado y dirigido finalmente por Gerwig.
Pese a que el argumento de la sororidad se emplea aquí a fondo, y se agradece, el planteamiento general de los personajes es muy desigual. Este es uno de los puntos flacos de esta nueva adaptación de Greta Gerwing que, por otra parte, se muestra hábil tras la cámara y ha sido capaz de dotar a la nueva entrega de este clásico de cierta solidez de la que adolecían las obras de LeRoy (1949) y Amstrong (1994). En el plano de los personajes, Meryl Streep, pese a tener un papel digno, está por completo desaprovechada. Saoirse Ronan supera con creces a la Jo de la cinta de Amstrong encarnada por una poco creíble Winona Ryder y representa no sólo el papel principal que tenía en la obra literaria sino que sirve de magnífico eje para el desarrollo general de los personajes.
Magnífica fotografía a cargo del francés Yorick Le Saux y delicioso trabajo de recreación, ambientación y vestuario. Los diálogos son muy ricos y el aspecto de esa sororidad femenina que citaba parece en esta obra mucho más real, verdadero y menos encorsetado que en la cinta original de Cukor. Se agradece esa relectura de la obra de Alcott devolviéndola, sin duda, el gusto reivindicativo que tiene la obra literaria original.
Si la adaptación cinematográfica de una obra literaria es siempre un complicado reto, es cierto que Gerwig pasa con nota este punto. Pero también lo es el hecho de que la historia cinematográfica invita a volver a leer o a leer por primera vez la novela.
El espectador no se aburrirá ni siquiera cuando se despiste en alguno de los requiebros temporales a los que recurre con fijación la dirección.
El recurso constante al flashback, si bien da cierto aire dinámico al metraje, llega a despistar por momentos y aún cuando resta linealidad al trabajo, también añade confusión y cierta debilidad argumental a en algunos puntos. Quizás se note aquí ese trabajo a seis manos (Pascal-Polley-Gerwig) sobre el guión y replanteado y dirigido finalmente por Gerwig.
Pese a que el argumento de la sororidad se emplea aquí a fondo, y se agradece, el planteamiento general de los personajes es muy desigual. Este es uno de los puntos flacos de esta nueva adaptación de Greta Gerwing que, por otra parte, se muestra hábil tras la cámara y ha sido capaz de dotar a la nueva entrega de este clásico de cierta solidez de la que adolecían las obras de LeRoy (1949) y Amstrong (1994). En el plano de los personajes, Meryl Streep, pese a tener un papel digno, está por completo desaprovechada. Saoirse Ronan supera con creces a la Jo de la cinta de Amstrong encarnada por una poco creíble Winona Ryder y representa no sólo el papel principal que tenía en la obra literaria sino que sirve de magnífico eje para el desarrollo general de los personajes.
Magnífica fotografía a cargo del francés Yorick Le Saux y delicioso trabajo de recreación, ambientación y vestuario. Los diálogos son muy ricos y el aspecto de esa sororidad femenina que citaba parece en esta obra mucho más real, verdadero y menos encorsetado que en la cinta original de Cukor. Se agradece esa relectura de la obra de Alcott devolviéndola, sin duda, el gusto reivindicativo que tiene la obra literaria original.
Si la adaptación cinematográfica de una obra literaria es siempre un complicado reto, es cierto que Gerwig pasa con nota este punto. Pero también lo es el hecho de que la historia cinematográfica invita a volver a leer o a leer por primera vez la novela.
El espectador no se aburrirá ni siquiera cuando se despiste en alguno de los requiebros temporales a los que recurre con fijación la dirección.

7,4
14.347
6
5 de septiembre de 2024
5 de septiembre de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un film singular, pero también desigual. Realizado con un interesante formato cuadrado que permite un juego fílmico curioso, sin embargo, se hace demasiado presente la filmación digital dejando de lado los 35mm o siquiera la emulación del film analógico, sobre todo en una cinta tan emotivamente personal como esta.
En lo estético, tiene interés. En lo conceptual, la oda a la sencillez recuerda por momentos al Elogio del silencio de Grün. El uso de la reiteración, magistralmente jugada con los oportunos cambios de perspectiva, introducen al espectador en la realidad mental del protagonista sin hacerse en exceso pesado el metraje.
El hilo argumental trabaja bien el silencio. La cinta, en sí, es un elogio a la parquedad de diálogos -símbolo también de sencillez- propia del mundo japonés.
Un oportuno, pero demasiado obvio, juego con el uso del blanco y negro para separar el claro matiz entre lo onírico y lo vivencial, aunque ya manido, no deja de dotar de cierta rima al conjunto de la obra.
En la parte negativa, sobresalta algo la ruptura de la fluidez de la trama con un fallo bastante notable de continuidad en el momento en el que se encuentran, en escena, los personajes encarnados por Koji Yakusho y Tomokazu Miura...Todo ello sin que el espectador sepa de qué modo ha sabido el segundo dónde se encontraba el primero. Imperdonable fallo para un maestro de la continuidad como Wenders.
Agrada seguir la dinámica profunda de un film que sirve de admirado homenaje a la cultura japonesa, pero también a la literatura y la música...pero por encima de todo, a la cultura analógica frente a un mundo digital e inmediato que lo fagocita todo. Por eso mismo, habría sido un éxito trabajar el film en formato analógico, lo cual, habría cerrado el círculo casi perfecto de una composición agradable, que mueve a pensar, pero que por momentos se hace compleja de entender.
Impagables los guiños a los gustos personales para el espectador atento y despierto y que sepa algo de la trayectoria de Wenders.
En lo estético, tiene interés. En lo conceptual, la oda a la sencillez recuerda por momentos al Elogio del silencio de Grün. El uso de la reiteración, magistralmente jugada con los oportunos cambios de perspectiva, introducen al espectador en la realidad mental del protagonista sin hacerse en exceso pesado el metraje.
El hilo argumental trabaja bien el silencio. La cinta, en sí, es un elogio a la parquedad de diálogos -símbolo también de sencillez- propia del mundo japonés.
Un oportuno, pero demasiado obvio, juego con el uso del blanco y negro para separar el claro matiz entre lo onírico y lo vivencial, aunque ya manido, no deja de dotar de cierta rima al conjunto de la obra.
En la parte negativa, sobresalta algo la ruptura de la fluidez de la trama con un fallo bastante notable de continuidad en el momento en el que se encuentran, en escena, los personajes encarnados por Koji Yakusho y Tomokazu Miura...Todo ello sin que el espectador sepa de qué modo ha sabido el segundo dónde se encontraba el primero. Imperdonable fallo para un maestro de la continuidad como Wenders.
Agrada seguir la dinámica profunda de un film que sirve de admirado homenaje a la cultura japonesa, pero también a la literatura y la música...pero por encima de todo, a la cultura analógica frente a un mundo digital e inmediato que lo fagocita todo. Por eso mismo, habría sido un éxito trabajar el film en formato analógico, lo cual, habría cerrado el círculo casi perfecto de una composición agradable, que mueve a pensar, pero que por momentos se hace compleja de entender.
Impagables los guiños a los gustos personales para el espectador atento y despierto y que sepa algo de la trayectoria de Wenders.

7,2
39.152
8
5 de febrero de 2020
5 de febrero de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un trabajo que deja sin respiración por momentos. Soberbias interpretaciones con un De Niro en su línea interpretativa magistral en la que, sin embargo, el actor arrastra cada vez más esa sombra de todos sus personajes previos.
La dirección de Scorsese es realmente excelsa. Se aprecia por momentos un cierto aire de autoretrato que profundiza en las raíces italianas y católicas del director. El trabajo, como ya nos tiene acostumbrados desde su extenuante Taxi Driver (1976), despacha la violencia vital con la naturalidad de una noche en las afueras del viejo New York. Haber contado de nuevo con ese alma mater de su obra que es De Niro garantiza el entendimiento de la obra más como un desarrollo épico que como un producto gratuito. Hasta la esencia de las escenas de tiroteos arrojan algo de la verosimilitud del cine negro de los años 50...sin grandes aspavientos pistoleros y con mucho del ajuste de cuentas cotidiano de la América que nos dibuja perfectamente Steven Zaillian sobre el trazado original de Charles Brandt.
Cada minuto de los 209 del metraje es un descenso a los infiernos de un Frank Sheeran que, en algunos momentos, recuerda demasiado al Travis Bickle del Taxi Driver del 76 e incluso al joven Corleone de la cinta también mafiosa de Coppola.
Un largo, interesante y descarnado retrato de la mafia en América, aún cuando el título confunda. Cinta de marcada potencia psicológica que podría rubricarse con un "lo importante son los amigos...aunque luego haya que matarlos".
La dirección de Scorsese es realmente excelsa. Se aprecia por momentos un cierto aire de autoretrato que profundiza en las raíces italianas y católicas del director. El trabajo, como ya nos tiene acostumbrados desde su extenuante Taxi Driver (1976), despacha la violencia vital con la naturalidad de una noche en las afueras del viejo New York. Haber contado de nuevo con ese alma mater de su obra que es De Niro garantiza el entendimiento de la obra más como un desarrollo épico que como un producto gratuito. Hasta la esencia de las escenas de tiroteos arrojan algo de la verosimilitud del cine negro de los años 50...sin grandes aspavientos pistoleros y con mucho del ajuste de cuentas cotidiano de la América que nos dibuja perfectamente Steven Zaillian sobre el trazado original de Charles Brandt.
Cada minuto de los 209 del metraje es un descenso a los infiernos de un Frank Sheeran que, en algunos momentos, recuerda demasiado al Travis Bickle del Taxi Driver del 76 e incluso al joven Corleone de la cinta también mafiosa de Coppola.
Un largo, interesante y descarnado retrato de la mafia en América, aún cuando el título confunda. Cinta de marcada potencia psicológica que podría rubricarse con un "lo importante son los amigos...aunque luego haya que matarlos".
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