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España España · ALCALÁ DE HENARES
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Críticas 156
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
4 de febrero de 2015
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
No da tiempo a aprender todo lo que uno quisiera y se vive siendo un gran desconocedor, prácticamente en todos los campos. Por ejemplo, la geografía, los continentes que uno ni siquiera logra pisar. Como África, un concepto inabarcable, del que apenas se oían nada más que alusiones a hambrunas y misioneros. Del que fueron llegando noticias de aventureros extasiados por la vida salvaje y los consiguientes safaris, o civilizaciones milenarias, como la ciudad de Tombuctú.

Ya para comenzar el milenio, se extendió la denominación de Sahel para definir el área inmediatamente al sur del Sahara y los países mediterráneos. La constituirían Mauritania, Malí, Níger, Chad, Sudán… Países desconocidos para los medios de comunicación, de los que apenas llegaban imágenes cuando los atravesaba el rally París – Dakar. Una prueba que se desplazó a Suramérica por seguridad, se oyó decir. Sin que quedara muy claro cuál era el peligro allí establecido.

«Timbuktu», el tercer largo del mauritano Abderrahmane Sissako lo aclara con encomiable capacidad de entretenimiento, con afán político y con sentido lírico.

Sissako ha rodado en Oualata, una población de su propio país limítrofe con Malí, donde transcurre el argumento en la ficción. Concretamente la historia nos sitúa en el área de Timbuktu, cuyo centro neurálgico es la ciudad milenaria de Tombuctú, patrimonio de la humanidad.

Del film destaca la belleza de las imágenes, sumamente poéticas en un entorno que no se presta necesariamente a ello y la contundencia del mensaje acerca de la actualidad que están sufriendo sus pobladores. Contado todo ello en un guión que invita a identificarse con los personajes y guardarlos en la memoria con gran aprecio. Así, será difícil olvidar la serena mirada de Samira, una de las protagonistas de la cinta.

Como el encanto de las jaimas en las dunas, y como ese gran angular del oasis que contiene en sí mismo toda la riqueza del área y toda la actividad posible de sus moradores. Quienes bien pescan, bien alimentan allí a su ganado. Y donde sucede el momento fundamental de la trama que nos ocupa, rodado en un plano fijo sensacional. Sin duda, la belleza de un lugar gana en intensidad cuanto mayor esfuerzo se requiere para llegar a él.

El objetivo de la obra es denunciar la locura de unos preceptos caprichosos impuestos por unos invasores extranjeros sobre la población tuareg, los habitantes históricos que practican el islamismo, pero se horrorizan ante la violencia de los advenedizos yihadistas.

La distancia mental entre todos ellos está maravillosamente reflejada en una secuencia fantástica donde se mezclan el inglés, distintos dialectos del árabe y Tamasheq, la variante de los tuaregs de Timbuktu. A lo largo del metraje, escucharemos otras lenguas practicadas en Malí: francés, bambara y songhay.

Los mandamientos infligidos, nos dice Sissako, acaban con los colores para imponer el gris. Acallan la música y la bellísima voz de Fatoumata Diawava -¡Qué descubrimiento!- exigiendo el silencio. Desprecian el arte y exilian la imaginación. Afean la vida y la acortan. La cortan y han sido impuestos por una superioridad lograda a base de todoterrenos, móviles de última generación y armamento. Tecnología para el mal.
31 de octubre de 2012
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ken Loach nos presenta un grupo de desventurados nacidos pobres y con futuro previsiblemente descorazonador, radicados en Glasgow, a pocos kilómetros de áreas donde la abundancia no conoce recortes.

Tras una presentación fiel a su estilo naturalista, a nuestros personajes les llegará la oportunidad de escapar del determinismo social para no sólo no dejar de ser ellos mismos, sino para realizarse realmente como tales.

No será gracias a golpes de suerte típicos de sueño americano, si bien otearemos de soslayo la motivación extra que suponen la paternidad y el amor. Estamos en Escocia y seremos testigos del poder redentor de la insigne cultura del whisky. Del excelso significado de los pequeños placeres.

Esta vez, el dúo Loach (director) – Laverty (guionista) adopta un enfoque de comedia para premiar la sagacidad de las personas y la fidelidad al amigo. Una perspectiva que enfatiza la importancia de recibir una oportunidad cuando todos los caminos carecen de salida.

De fondo nos dirige más que acompaña la melodía saltarina de «I’m gonna be 500 miles» de los escoceses Proclaimers, al tiempo que el espíritu de aquella más reposada «Think just for a minute» de los Housemartins, para reflejar que el primer paso consistió en aplacar las respuestas primarias.

Junto al gozo que sentiríamos si el personaje, ya nuestro amigo, alcanzara el éxito tras aprovechar una segunda oportunidad que sin duda merecía, en el aire queda el dolor de las víctimas de sus primitivos desmanes. La imposibilidad de cambiar el pasado porque nuestro propio vástago no puede ser bebé dos veces.

El guiño a nuestra actualidad es terrorífico. El botín del mayor robo de este siglo ya no será un diamante perfecto. Será un humilde y sencillo puesto de trabajo. Y sin discutir ni las condiciones laborales ni la edad de jubilación. Nos estamos metiendo solitos en el castillo del señor feudal.
31 de diciembre de 2008
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ascensión y caída de un grupo de adolescentes convertidos en asociación de malhechores en la Roma de los 70. Asesinatos, extorsión, dominio de los negocios de la droga y la prostitución, banqueros y médicos a su servicio exclusivo y relaciones afectivas envenenadas.

Podrían ser palabras dedicadas a “Érase una vez en América”, de Sergio Leone, y recuerda a “El padrino”, entre otras. Lo original de la propuesta es la mención a la mano negra, a la existencia de profesionales del cargo al servicio del Estado que, según sus palabras, sirven a la patria cuando se relacionan con la mafia, el hampa y las brigadas rojas. La película no llega a desvelar quiénes fueron. Seguramente, porque equivaldría a decir quiénes son.

Nos dejan con la miel en los labios y la revelación deseada no se produce. De algún modo, se deja entrever que fue un mundo que acabó con la caída del muro. Por si quedan bienintencionados que así lo quieran creer, en las carteleras se mantiene “Gomorra”, relato de la camorra napolitana en la época actual.

El cine italiano que llega a España prosigue su denuncia de una situación política corrompida aludiendo a los célebres crímenes de Aldo Moro (como ya hiciera Marco Belllocchio en Buon giorno notte), al atentado de la estación de Bolonia, a la muerte de Juan Pablo I (como en El Padrino III)… Ojalá la lectura correcta fuera que es un problema italiano. Para contradecirlo, en medio de la acción, el capo principal intima con una joven. Cuando esta le pregunta por su profesión, aquel se declara sin dudar empresario de la construcción. Ojalá no recordara a otro país de lengua latina que conocemos mejor. Ojalá no hiciera desear una versión más realista sobre aquel Torrente de misión en Marbella.
12 de noviembre de 2008
25 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre llega tarde a una cita por una serie de casualidades absurdas. Todos sabemos que cualquier excusa que invente será más creíble que los propios hechos. Al mismo tiempo, su embuste le restará aún más confianza para justificarse sinceramente la próxima ocasión en que se demore.

Con cintas como “El padrino”, el cine ha impostado la realidad de forma creíble y espectacular hasta el punto de que se dice que muchos mafiosos reales han imitado tramas cinematográficas. En estos casos, la ficción ha desplazado a la realidad, dificultando que un documental fidedigno resulte verosímil.

Para su sexta película, Matteo Garrone ha partido de la obra “Gomorra”, descripción de los métodos de la camorra napolitana realizada por Roberto Saviano, declarado por aquella enemigo de la organización mafiosa. Tal vez por ello, el director propone un film sobre y no contra la camorra. adoptando un punto de vista verista que no evita el derramamiento de sangre, pero sí los efectos espectaculares, de modo que los asesinatos exhiben una asepsia quirúrgica. Desea mostrar la realidad sin aditivos, evitando cualquier apología de la violencia.

El problema es que después de “El padrino”, el escenario expuesto por Garrone a un ritmo altamente moroso y apoyándose en un elevado porcentaje de actores con poca experiencia, no logra mantener la atención del espectador. Su filme puede ser más cierto, pero uno prefiere ser engañado.

La situación que se denuncia en el barrio napolitano de Scampia es condenable, al tiempo en que llega a entenderse el punto de vista de los jóvenes que se suman a ella. Es dantesco observar cómo el sistema legal, el bancario (financiación de negocios honestos), el tejido industrial y la labor de la Administración (pago de pensiones) han sido suplantados. La prueba de iniciación en la organización provoca repugnancia. La utilización de niños es otro síntoma más de la ausencia de escrúpulo alguno…

Sin embargo, la documentación de estos hechos ya conocidos no otorga el título de film de ficción. En mi opinión, el director debió haber realizado un documental. Ciertamente, ya se han realizado demasiados por el tema y tal vez por ello, buscó otra vía. Ello no convierte a “Gomorra” en una gran película.
21 de noviembre de 2014
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fantástica animación 3D española, de ritmo trepidante. Divertida para niños y para adultos y, técnicamente, espectacular.

Javier Fesser había dejado el listón muy alto con la excelente «Camino», su tercera película tras «El milagro de P. Tinto» y «La gran aventura de Mortadelo y Filemón». Deja ahora atrás el drama y regresa a su tratamiento de los personajes de Francisco Ibáñez, esta vez no encarnados por actores de carne y hueso, sino mediante animación por ordenador en 3D.

Fesser evita centrarse en un episodio concreto, lo cual constituye un gran acierto. En su lugar, parte de un argumento propio para recrear el espíritu de aquellos tebeos, construyendo una trama vertiginosa y muy divertida.

Es excelente la interpretación de Janfri Topera como la voz de Filemón. Como la Mortadelo por Karra Elejalde, ese excelso actor tan capaz de mostrarse violento como de regalarnos aquel vitriólico Colón de «También la lluvia» que le valió el Goya al mejor actor. En este film, aúna fantásticamente ternura cándida y primitivismo. También destaca la presencia de un fijo para Javier Fesser, Mariano Venancio, dando voz al súper.

Espléndida.

Inaki Lancelot
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