Aunque la crítica general no halaga en exceso la película, he de decir que me ha sorprendido gratamente. Será que no soy de esas espabiladas que se dan cuenta a los dos minutos de película de la trama que el guionista urdió durante meses, aunque eso me permite darle vueltas al coco para ver que retorcido plan se les ha ocurrido. El caso es que, pese a ser una clara heredera de Sospechosos Habituales (la resolución del argumento, ¿quizá?), resulta entretenida. Incluso Lucy Liu, que por lo general resulta cargante e insoportable (será el mal recuerdo de los Ángeles de Charlie o Ally McBeal) hace un papel neurótico pero simpático.
La mayor pega que le encuentro a esta película es el doblaje, ya que Josh Hartnett tiene, por raro que parezca, un tono de voz a lo Michael Madsen que le da mucho peso a su actuación. Al resto les pasa lo mismo, pero nuestros oídos ya se han acostumbrado a las voces habituales de Morgan Freeman, Bruce Willis, Ben Kingsley, etc.

No hace mucho alguien me dijo que había visto esta película y que le había parecido mala, copia barata de cualquier película de ahora. El problema de ver una película de hace tiempo hoy en día es que el cine ha sufrido una increíble revolución digital, copia de formatos y explotación de los más productivos (recordemos, sino, como Stanley Kubrick llevaba trabajando años en el guión de Inteligencia Artificial, rodada por Spielberg cuando los avances en animación lo permitieron). Yo la habré visto unas cien millones de veces, y no recuerdo a ningún malo tan épico, despreciable, chistoso y querido como El Kurgan. Para mí es una de esas películas de las que siempre se recuerda alguna escena.

Anthony Hopkins borda estos papeles, siempre tan inteligentes y acorde con su forma de actuar. El guión es brillante, y deseas ansiosamente que el joven Ryan Gosling descubra lo que tu cabeza lleva imaginando la mitad del film. Este último actor me parece de especial interés, porque obviamente Anthony Hopkins tiene más que consolidada su carrera, pero Ryan alterna films comerciales con independientes tan particulares como Half Nelson, The Believer o El Mundo de Leland. Quien podría esperarlo del joven Hércules...

Quizá sea consecuencia de la sobresaturación que se tiene hoy día de estos temas comerciales, quizá sea el bombardeo desmesurado de merchandising y demás historias, pero francamente esperaba que al menos con esta película se hubiesen lucido un poco, buscando una vuelta de tuerca al estilo de episodios memorables. Al fin y al cabo esta serie legendaria está hecha de pequeños detalles que todos recordamos por una razón u otra.

De Darren Aronofsky se puede decir que o te gusta o le odias, algo parecido a lo que sucedía con Kubrick, pero las comparaciones que se hacen entre ellos me parecen cuando poco excesivas. Esta película me parece difícil de describir, y tengo la certeza de que cada visionado aporta una idea diferente de ella, desvelando cosas que anteriormente habían quedado en suspense.