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Críticas 125
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
13 de noviembre de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fritz Lagn, evoluciona el expresionismo alemán en su primera etapa como director de cine. En "M", camina hacia el nuevo realismo en un ejercicio de dirección muy notable, en una de sus obras cinematográficamente más logradas y completas en su técnica. La fotografía, los numerosos contrapicados, el juego de sombras y la inclusión del sonido como parte de la trama, derivan en una obra maestra que nos cuenta los periplos de un asesino en serie, inspirado en el caso real de Peter Kürten, ambientada en una decadente Alemania de principios de siglo.

Encuadres perfectos a parte, el sonido de los acontecimientos es el que nos conduce a modo de banda sonora por las calles del terror. Tampoco hacen falta atronadoras sinfonías, cuando podemos sentir al inicio de la cinta la presencia del asesino a través de los juegos infantiles o la tensión en la ciudad, que se hace una protagonista más de la obra, como "Rebecca" en el Manderley de Hitchcock.

Por si fuera poco, el tema que nos plantea no deja de ser espinoso. Adelantada a su tiempo, la película de Lang nos abre el debate de lo que creemos justo, de lo que es legítimo y de las consecuencias jurídicas que conlleva el pánico social que busca siempre un culpable. Como ocurre hoy día, buscamos ser juez y parte de nuestro entorno, queremos y creemos estar en posesión de la verdad y la justicia. El binomio presente, no te dejará indiferente, al igual que un alegato final que logra estremecernos, como cada plano de esta obra indisoluble.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Destacan dos escenas por encima del resto, y ambas ocurren a las puertas de un escaparate, en plena calle. En la primera, observamos el primer momento de debilidad del asesino, que se fija en una niña a través del reflejo del espejo de una tienda de muebles. Aquí, comenzamos a comprender su enfermedad y el infierno interno que dice estar viviendo al final de la película. Acto seguido, cuando la niña en otro establecimiento próximo se encuentra con su madre, es el propio Peter Lorre (en un papel extraordinario) quien se siente culpable y víctima de su maldad, ocultándose bajo la máscara de debilidad que también se refleja cuando uno de sus perseguidores tropieza con él para marcarle una "M" en la espalda. Sublime.
11 de noviembre de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas de la película, Alexander Payne no puede engañar a nadie. Esta vez viene acompañado de Bob Nelson, para continuar con la línea que ha venido dibujando en sus anteriores obras, algunas tan conocidas como: "A propósito de Smith", "Entre Copas" o "Los Descendientes". El trazo, que sigue siendo de gruesa mina, no pierde ninguna esencia en su nuevo largometraje: "Nebraska". En palabras del propio director, estamos ante una historia "modesta y simpática", por lo que no debemos de buscar nada nuevo mas allá de lo que el señor Payne nos ha venido ofreciendo hasta el momento, o lo que es lo mismo: un buen guión, una buena puesta en escena, y una narrativa simple bien combinada de "road movie" y relaciones interparentales. Agitas bien y sirves en vaso frío el nuevo film del cineasta más famoso del estado de "agua plana".

Es cierto que el rasgo lineal es agradable de ver. La calidad fílmica está presente y esta vez acentuada por un acertado y estético blanco y negro, que dota al film de un tono nostálgico del que nos hace a todos partícipes. La fotografía es excelente (la única categoría que falta en los Globos de Oro para hacer pleno de nominaciones con respecto a los Óscars), dando lugar a paisajes de la más auténtica "América rural" conectados con magníficos encuadres en pantalla. Además, este trato agradable está reforzado por la colosal interpretación de Bruce Dern, cuya última intervención apreciamos en Django de Tarantino. Su actuación es tan real, tierna y deslumbrante (no descarto ninguna opción a la estatuilla más preciada) que eclipsa por completo al resto del reparto, que no deja de estar a una muy digna altura.

Sin embargo, una calidad cinematográfica notable, una técnica muy depurada y unas interpretaciones excelsas, no son suficientes para satisfacer mi apetito cinéfilo. Si bien el guión está bien escrito, no es lo suficientemente atractivo como para mantenerme atento a la pantalla hasta el punto de obviar el resto de cosas bien hechas de la película. Una historia sencilla, demasiado recta, sin altibajos, sin sobresaltos, sin giros ni cualquier otro aliciente que te haga pensar “qué ocurrirá en la escena siguiente”. No se trata solo de un fallo de “Nebraska” si no de toda la filmografía de Payne, que no arriesga, no se desmelena, ni da rienda suelta a toda la imaginación fílmica de sus adentros, volviendo a limitarse a cumplir, a realizar otra película en “modo funcionario”, es decir: funcional pero no atractiva, efectiva pero no arriesgada, humorística pero no ligera, sentimental pero no dramática…por eso me resulta un autómata del séptimo arte en una búsqueda, como el bueno de Woody, de un montón de dólares.
11 de noviembre de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pawel Pawlikowski nos aproxima a "Ida", y nos invita a sentarnos alrededor de la hoguera hipnotizados por sus palabras, que nos sumergen en las historias y el cine de un pasado que siempre fue mejor. Si "Nebraska" recuperó con acierto el blanco y negro para el 2013, la cinta polaca, en un paso más, nos estremece en el asiento al punto de imaginar que estamos en uno de los viejos cines de época. Nadie lo había conseguido en el siglo XXI.

Y es que todo lo que se cuece en la película huele a "nouvelle vague": la historia lineal del argumento, recuerda a "Mi noche con Maud" y los principios incorruptos de cada personaje. La mirada de Agata Kulezsza, refleja la imponente expresión de Anna Karina en su pupila. La sobresaliente fotografía y los silencios que hablan por si solos, nos hacen caminar a orillas del Sena con la torre Eiffel de fondo, e incluso en la escena final, puedo ver al joven Antoine Doinel corriendo hacia el mar sin escapatoria en "Los cuatrocientos golpes" de Truffaut, por lo que no puedo por más que glorificar el encomiable trabajo del director polaco deseando que nunca se termine el fuego que alimenta sus historias.

Necesario y atrevido largometraje, que tampoco tiene reparos en ahondar sobre temas espinosos en un álgido paralelismo de bohemia cinematográfica y nostalgia histórica que cada fotograma impregna de rabia con un grandilocuente impacto visual trasladándonos a las emociones más intensas. La conmoción en cada plano es tal, que terminamos sintiendo por los personajes huellas de duda, memoria, amor, odio e ira. No es ciencia ficción, pero ya sólo nos queda trazar una sonrisa nostálgica deseando una nueva fogata que nos aliente al calor de los antiguos relatos.
11 de noviembre de 2015
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
José María Goneaga nos presenta "Loreak", obra sencilla en pretensiones pero compleja en su estructura. A modo de historias cruzadas, navegamos de la mano de un ramo de flores a través de los sentimientos humanos, las circunstancias de la vida, y de las relaciones que tomamos con nuestra propia existencia. Sin aristas, llana y armoniosa, pero directa a la realidad.

Como si del cine de autor de los hermanos Dardenne se tratase, el director juega con la fusión de las luces, los colores, aportando una gran fotografía que destaca por ser auténtica, sin trampa ni cartón. Todo discurre desde una normalidad en la que siempre ocurren cosas, como si de la rutina diaria se tratase. La cinta es tan genuina que habla su propia idioma mientras nos acompaña una banda sonora que no resalta, no se escapa, pero nos gusta que siga ahí.

Fiel reflejo de sí misma, en "Loreak" apreciamos que las verdaderas aventuras las tenemos muy cerca, que los verdaderos dramas están a la vuelta de la esquina, llenos de pérdidas y ganancias, donde las circunstancias dan y quitan valor a las cosas. Simplemente, consigue sin afán de protagonismo, dejar de mirarnos al espejo de las grandes producciones, y comenzar a mirar a través del cristal de la ventana para darnos cuenta de que la intriga, está ahí fuera.
16 de enero de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Genio de Knoxville ha regresado para reinventarse a sí mismo. Quentin se ha repuesto a uno de los golpes más duros que pudo sufrir, la pérdida del montaje de Sally Menke. Por eso ha vuelto, porque nunca se fue, porque es capaz de repetirse para mejorarse, porque su sello sigue presente, su cine sigue siendo genuino y su calidad está a la altura de lo esperado. Otra gran historia técnicamente depurada, que tarda en arrancar como si de una escena interminable de la taberna en "Malditos Bastardos" se tratara, para secuestrarte hacia la mitad y terminar de matarte al final. Si tenías mono, no entiende de metadona.

Muchos dirán que es un western que no va del oeste y no por menos afirmarán que vuelve a ser un collage de fotogramas del pasado de su propia obra y figura. Otros, que vive de homenajes, e incluso que la película es larga, lenta y pretenciosa. Lo que ninguno puede evitar es identificarse con los créditos iniciales, la división en capítulos, los interminables diálogos aparentemente intrascendentes, la sed de venganza de los personajes, el sexo, la violencia salpicada de sangre...venga, reconócelo, sabes apreciar hasta el aroma de un buen cigarrillo Red Apple. Ahora que ya sabes de quién es la película aunque te hayas equivocado de sala, admítelo, está por encima de la media aunque tus expectativas sean altas. Ahora es cuando recuerdas los viejos personajes con sombrero y abrigo de Sergio Leone encarnados en un reparto exprimido hasta la médula donde solo falta el jodido Franco Nero, vagando ahora por un desierto nevado que pocas veces has visto gracias al talento de Robert Richardson. ¿Aún no te parece original la propuesta? Pero muchacho, ¡si hasta el viejo saloon del oeste está instaurado dentro de una cabaña en mitad de la nada!

Si no es suficiente, cierra los ojos e imagina: Reservoir Dogs madurada con el tiempo, Django sin que le sobre metraje, la tensión y la claustrofobia interior de "La Cosa" de Carpenter, el honor a la banda y la sed de venganza que Sam Peckinpah te puso en "Grupo Salvaje", el viejo Spaguetti Western con el maestro Morricone a la batuta, las femme fatale de los 50 en la figura de Jason Leigh y las novelas policíacas llevadas al cine en los años dorados de Hollywood. Si no te gusta este sueño abandona la sala. ¿Aún sigues aquí? pero no decías que el loco Tarantino no sabe filmar sus propias obras...terminas por ser tan odioso como los miembros de la academia.
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