Uno de los retratos más conmovedores y sinceros sobre la mitomanía, los sueños rotos y la triste amargura del fracaso.
Imágenes sin pulir, que tienen la aspereza de la vida corriente, que muestran a las personas del montón que quisieran haber sido otras mejores, personas que saben que no lo han hecho todo en la vida ni han sabido triunfar en lo que se propusieron pero sobreviven con la ilusión de poder alcanzarlo, tal vez, mañana.

Anécdota estirada hasta lo indecible (140 minutos), con un comienzo de vínculos familiares que no despiertan el menor interés, un núcleo (por decir algo) de idéntica intrascendencia, y un desenlace más entonado pero que no culmina hasta el último minuto, después de dos largas horas de espera exasperante, de canciones dedicadas, de holganza frente al mar, de episodios más o menos costumbristas, de charlas familiares insustanciales, de escarceos amorosos que chirrían y a nada conducen.
El tedio que amenaza en la primera media hora, se prolonga hasta el penúltimo minuto.
No veo ninguna grandeza en esa resistencia de puro egoísmo, de nostalgia personal, de apego a "lo mío", cuando otros muchos, que también poseen "lo suyo", son perjudicados por una testarudez sin nobleza, una cabezonería de fatuo amor al pasado, a lo que ya no existe, a lo que es pura fotografía amarillenta del tiempo. Y si esa actitud combativa fuese para defender una situación límite...¡pero en una señora que confiesa tener cinco pisos! Vamos, deje usted de fastidiar y báñese en cualquier otra orilla, que el mar es muy grande.

Una de mis peores experiencias como espectador.
Película malsana de principio a fin. Sin un instante de alivio, de redención, sumiéndote, paso a paso, en las peores turbiedades de la naturaleza humana.
La historia acaba siendo un simple marco para la exposición de los más hediondos abismos a los que pueden abocarse las vidas de los hombres. Todo es sentina. Todo chapoteo en la perversión. Todo complacencia en la degradación moral. Maldad sin esperanza de castigo ni justicia.
Insana y hostil.
Irritante hasta la exasperación.

Hasta los más reputados artistas, emborronan su trayectoria.
Hasta genios como Picasso hacían a veces alguna mamarrachada.
Godard no es ningún genio y ha echado algunos otros borrones a su cinematografía, y se ha despachado con alguna otra mamarrachada pero es un "autor" y hay que consentirle estas pifias, catalogarlas de una profundidad de la que carecen, concederles un prestigio y un crédito que no se han ganado como narraciones del séptimo arte.
Una bagatela con firma.
Un descalabro "prestigioso".
Una pérdida de tiempo.
Una idiotez.
Una bobada de "qualité".

Si no fuera tan inconsistente la idea germinal, es posible que uno hubiera sentido cierta atracción por la atmósfera, por los acontecimientos que iban sucediendo, por esos pequeños sobresaltos con mascotas, pero no consigo agarrarla por ninguna parte, a medio camino de todo y de nada, esa mezcolanza de ciencia y paranoia, de ciencia de cómic, se entiende. Si, al menos, hubiera habido un doctor malvado en el origen de todo, un científico loco, un inteligente y malvado alien, pero no, un rayo de sol, o de luz, purpurina, psicodelia barata.