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Críticas ordenadas por utilidad
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7,2
6.709
9
23 de mayo de 2008
23 de mayo de 2008
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los personajes de Truffaut se caracterizan por gozar de una enorme y elaborada personalidad. El caso de Antoine Doinel es el perfecto ejemplo de ello, y si vuelve a aparecer en más películas y éstas siguen funcionando es porque el personaje da mucho de sí, y gracias a la desbordante imaginación del director francés se permite el lujo de mirar hacia delante y dejar de lado a aquel recién adolescente para dar paso a un recién adulto más desorientado aún que por entonces. Y es que en esta película el polifacético Doinel no da respiro alguno, con una ambición laboral y amorosa delirante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y es que este personaje es impresionante. Es capaz de dejar el ejército, irse al prostíbulo, ser honrado en el hotel al no aceptar el dinero, ingenuo en su trabajo de detective a la vez que descarado con la llamada de teléfono para impresionar a Christine y atrevido para salir con una mujer dos cabezas más alta que él. Está tan chiflado como para repetir su nombre y el de otros frente al espejo yo qué sé cuántas veces, es tímido y educado con la mujer de la que se enamora repentinamente, distraído al romper la tostada en la que unta la mantequilla, emprendedor al aceptar cualquier trabajo que le ofrezcan, y lo mejor de todo es que, sin proponérselo, es un tipo muy gracioso.
6 de diciembre de 2010
6 de diciembre de 2010
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del director de 'Fuga de cerebros' no esperábamos nada de nada. Ese tío va a lo que va. Hasta el momento, a hacer cine para los adolescentes sin ningún ánimo de aleccionar, pero sí con el de atiborrar al público joven con los recursos más proclives para convertir al espectador en lo más parecido a un ser inerte. Comparado con lo que ha hecho hasta ahora, el cine de Pedro Lazaga o el de Antonio Ozores es de autor. Sin menospreciar a los jóvenes que van en masa a ver este tipo de películas. Digamos que pecan de inocentes. Seguramente, si hubiera visto hace algunos años '3 metros sobre el cielo' habría caído en la trampa que plantea la película de cara al público, que es la facilidad que tiene para dejarte prendado (como se enamora uno de una actriz) de María Valverde, y lo mismo le ocurrirá a los que les seduzca el musculoso Mario Casas.
Lo que me sorprendió de verdad fue ver en los títulos de crédito a Ramón Salazar firmando la adaptación de la novela de Federico Moccia. Podría haberlo hecho con pseudónimo -pienso- si quería mantener la reputación que tenía como cineasta, porque, desde luego que conmigo de momento la ha perdido. La verdad es que partiendo del best-seller italiano no había gran cosa que hacer, porque no es que sea ninguna maravilla. Es más bien lo que vemos en la película contado con palabras, y arrasó entre los adolescentes a principios de 2000 al igual que su adaptación cinematográfica en 2004. Si comparamos entre ambas, la versión española es tremendamente similar en cada secuencia a esta anterior, pero -aún si cabe- más burda y empalagosa que la italiana. Digamos que los personajes chulos y macarras pasan de jugar a hacer flexiones en el suelo en una, para hacerlo en barras de hierro y durante más tiempo en la otra. ¡Qué sanos y deportistas son hoy en día los jóvenes! Y qué motos tan bonitas tienen para hacer carreras. Ese rollo en Italia puede colar, pero en el puerto de Barcelona yo lo que veo es más bien a unos chavales con tunning y no con el formato Harley. Lo de la policía sacando fotos en la portada de los periódicos es todo un puntazo, y los flashbacks y explicaciones de por qué un chico pasa de sacar "sobres" en física y (o) química a ser el más gamberro de la city son de todo menos convincentes.
Los personajes parecen haber salido de un cómic, por lo menos. Y esas niñas-bien enamoradizas (María, te están encasillando y pareces no querer darte cuenta…), con una mentalidad más cercana al reformatorio que de la universidad. Aunque, pese a ello, la cinta es muy políticamente correcta con el tema sexual e incluso con el moral. Por cuestión de abrirse al público, supongo. '3 metros sobre el cielo' es, descaradamente, otro ejemplo paradigmático de la falsedad de los retratos de la juventud en el cine español actual. ¡Viva el cine quinqui de los 80!
(continúa en el spoiler por falta de espacio...)
Lo que me sorprendió de verdad fue ver en los títulos de crédito a Ramón Salazar firmando la adaptación de la novela de Federico Moccia. Podría haberlo hecho con pseudónimo -pienso- si quería mantener la reputación que tenía como cineasta, porque, desde luego que conmigo de momento la ha perdido. La verdad es que partiendo del best-seller italiano no había gran cosa que hacer, porque no es que sea ninguna maravilla. Es más bien lo que vemos en la película contado con palabras, y arrasó entre los adolescentes a principios de 2000 al igual que su adaptación cinematográfica en 2004. Si comparamos entre ambas, la versión española es tremendamente similar en cada secuencia a esta anterior, pero -aún si cabe- más burda y empalagosa que la italiana. Digamos que los personajes chulos y macarras pasan de jugar a hacer flexiones en el suelo en una, para hacerlo en barras de hierro y durante más tiempo en la otra. ¡Qué sanos y deportistas son hoy en día los jóvenes! Y qué motos tan bonitas tienen para hacer carreras. Ese rollo en Italia puede colar, pero en el puerto de Barcelona yo lo que veo es más bien a unos chavales con tunning y no con el formato Harley. Lo de la policía sacando fotos en la portada de los periódicos es todo un puntazo, y los flashbacks y explicaciones de por qué un chico pasa de sacar "sobres" en física y (o) química a ser el más gamberro de la city son de todo menos convincentes.
Los personajes parecen haber salido de un cómic, por lo menos. Y esas niñas-bien enamoradizas (María, te están encasillando y pareces no querer darte cuenta…), con una mentalidad más cercana al reformatorio que de la universidad. Aunque, pese a ello, la cinta es muy políticamente correcta con el tema sexual e incluso con el moral. Por cuestión de abrirse al público, supongo. '3 metros sobre el cielo' es, descaradamente, otro ejemplo paradigmático de la falsedad de los retratos de la juventud en el cine español actual. ¡Viva el cine quinqui de los 80!
(continúa en el spoiler por falta de espacio...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un truco para saber muchas veces si una película vale o no, es la función de los actores secundarios. Que le pregunten sino a Berlanga. Aquí no sirven para nada, son meros pasmarotes, por muchas desgracias que les puedan suceder. La cámara solo está pendiente de la pareja protagonista, de una historia de amor que no desata pasión ni emoción, únicamente devoción por los detalles más melosos. Y es que en el cine no hace falta ser verosímil, como ya proclamaba Hitchcock, pero sí hay que ser creíble o, por lo menos, respetable.

6,7
6.520
6
19 de octubre de 2010
19 de octubre de 2010
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una estructura narrativa más cercana al cine norteamericano, el director catalán Pau Freixas aborda su segundo largometraje. Un joven publicista que va camino de una reunión es víctima de una gamberrada juvenil. Mientras trata de recomponerse, en mitad de la carretera se topa con una 'mochilera' que no tendrá más remedio que acompañarle en su desventurado plan por volver a su rutina. Ahí surgen los recuerdos y es donde comienza la historia que quiere revelarnos Freixas: la de los continuos 'flashbacks' que nos trasladan a la infancia de un grupo de amigos durante sus vacaciones. Unos momentos inolvidables, quizá los mejores de sus vidas, pero que desafortunadamente el tiempo acaba por enterrarlos. El mundo 'ochentero', bucólico e idílico al que se nos conduce está muy en sintonía (y sin tapujos) con la distinguida película 'Stand by me' (Cuenta conmigo, 1986), de Rob Reiner. Sol, playa, pandilla estacional de amigos (con enfrentamientos entre bandas incluidos), discusiones familiares y amoríos de verano. Así pues, Pau Freixas demuestra que también puede llevarse todos esos elementos a su terreno, el del cine catalán.
Muchos encontrarán la película simpática e incluso divertida. Ello se debe en buena parte a la colaboración de Albert Espinosa en el guión. Cualquiera que haya visto 'No me pidas que te bese, porque te besaré', su irregular debut en la dirección, se dará cuenta perfectamente. Espinosa aporta un humor muy ligero, que no llega al 'gag' en sí, pero que consigue arrancar la sonrisa complaciente del espectador en numerosas ocasiones. También contribuye con unos personajes que caen bien, a la vez sencillos y entrañables. Y el reparto es amplio, de peso y convincente. Se da lugar a situaciones bien reconocibles, cargadas de tanta emotividad como de ingenuidad. De ahí, que 'Héroes' puede calificarse como una película con ventajas y desventajas. Me refiero a que tiene tantas fisuras como formas de solventarlas. El panorama de ese pasado que se vislumbra no llega a ser del todo conciso y palpable. Pero igualmente, la película cuenta con la ventaja de estar envuelta por una atmósfera más bien onírica, así como de fábula. Por eso, las aventuras de estos pequeños héroes se transmiten con una apacible inocencia que consigue transportar hacia otro mundo, aquel entorno ideal siempre añorado. Explícito además a través del 'I want to be forever young…', llegando a un clímax en el tramo final nada esperado aunque desaforadamente emotivo, pero aún así irremediablemente efectivo.
De esta forma, los creadores de 'Héroes', al proponerse una cinta sobre la nostalgia y la melancolía han dado en el clavo. Sin ser quizá la forma más redonda de llevarlo a cabo, al menos se consigue un agradable abanico de ilusiones apto para todos los públicos.
www.cineario.com/blog/jovenes_para_siempre
Muchos encontrarán la película simpática e incluso divertida. Ello se debe en buena parte a la colaboración de Albert Espinosa en el guión. Cualquiera que haya visto 'No me pidas que te bese, porque te besaré', su irregular debut en la dirección, se dará cuenta perfectamente. Espinosa aporta un humor muy ligero, que no llega al 'gag' en sí, pero que consigue arrancar la sonrisa complaciente del espectador en numerosas ocasiones. También contribuye con unos personajes que caen bien, a la vez sencillos y entrañables. Y el reparto es amplio, de peso y convincente. Se da lugar a situaciones bien reconocibles, cargadas de tanta emotividad como de ingenuidad. De ahí, que 'Héroes' puede calificarse como una película con ventajas y desventajas. Me refiero a que tiene tantas fisuras como formas de solventarlas. El panorama de ese pasado que se vislumbra no llega a ser del todo conciso y palpable. Pero igualmente, la película cuenta con la ventaja de estar envuelta por una atmósfera más bien onírica, así como de fábula. Por eso, las aventuras de estos pequeños héroes se transmiten con una apacible inocencia que consigue transportar hacia otro mundo, aquel entorno ideal siempre añorado. Explícito además a través del 'I want to be forever young…', llegando a un clímax en el tramo final nada esperado aunque desaforadamente emotivo, pero aún así irremediablemente efectivo.
De esta forma, los creadores de 'Héroes', al proponerse una cinta sobre la nostalgia y la melancolía han dado en el clavo. Sin ser quizá la forma más redonda de llevarlo a cabo, al menos se consigue un agradable abanico de ilusiones apto para todos los públicos.
www.cineario.com/blog/jovenes_para_siempre

6,6
3.523
7
21 de febrero de 2011
21 de febrero de 2011
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos quedamos sorprendidos al ver el palmarés de la pasada SEMINCI, en la que se alzaron con la Espiga de Oro ex aequo 'Copia certificada', de Abbas Kiarostami y 'Sin retorno', de Miguel Cohan. La primera es para el que esto escribe la mejor película de 2010, por lo que el hueco en lo más alto lo tenía de sobra merecido. Pero entonces, ¿qué pintaba junto a ella 'Sin retorno', firmada por un desconocido y con un Leonardo Sbaraglia como cabeza de cartel, algo que no infunde demasiada confianza a simple vista? Desde luego que el jurado del certamen vallisoletano debió quedar asombrado por este thriller dramático, y quiso premiar las dos caras de lo que debe y puede ser el mejor cine.
La cinta que dirige el debutante Miguel Cohan comienza de forma palpitante y no da tregua al espectador. Se le puede achacar demasiado contenido para un solo largometraje de apenas cien minutos. Deja la sensación de que cada subtrama podría desarrollarse de forma independiente con igual fortuna que las demás. La crítica a una impávida justicia y a unos sensacionalistas medios de comunicación pasa de refilón por esta cinta que se encarga más bien de calibrar el precio y los límites de la verdad, de la compasión y la venganza entre los seres humanos.
Todo empieza a sabiendas de que algo va a pasar. Y pasa. Luego vamos del suspense y lo fortuito al drama de un sopetón. A partir de ahí florecen las sospechas. Como a Hitchcock le gustaba, al público hay que decirle la verdad, y que sean los personajes los que se encarguen de buscarla mientras se divierte el que les observa. Aunque aquí está más presente el espíritu de Claude Chabrol. Descanse en paz. Una familia pequeño burguesa ha de afrontar la culpabilidad y el remordimiento. Otra con ansias de venganza y de justicia. Y una tercera golpeada por el infortunio y la desgracia. Un caso el de 'Sin retorno' que, además de verse en los telediarios, todos hemos planteado en una sobremesa o alguna reunión familiar: por la familia uno es capaz de cualquier cosa, siempre se dice. Aunque esa decisión llegue a perjudicar a terceros inocentes.
Cohan, por medio de unos actores que aguantan el pulso en todo momento (hasta una Bárbara Goenaga como una argentina más en el film), nos ofrece un buen cúmulo de subtramas alimentado por juicios, cárcel, televisión y vidas al límite en familia, que se desencadenan en unas elipsis desconcertantes pero necesarias. Y se sostienen, no por puro milagro, sino por estar encauzadas hacia un premeditado e íntegro final.
La cinta que dirige el debutante Miguel Cohan comienza de forma palpitante y no da tregua al espectador. Se le puede achacar demasiado contenido para un solo largometraje de apenas cien minutos. Deja la sensación de que cada subtrama podría desarrollarse de forma independiente con igual fortuna que las demás. La crítica a una impávida justicia y a unos sensacionalistas medios de comunicación pasa de refilón por esta cinta que se encarga más bien de calibrar el precio y los límites de la verdad, de la compasión y la venganza entre los seres humanos.
Todo empieza a sabiendas de que algo va a pasar. Y pasa. Luego vamos del suspense y lo fortuito al drama de un sopetón. A partir de ahí florecen las sospechas. Como a Hitchcock le gustaba, al público hay que decirle la verdad, y que sean los personajes los que se encarguen de buscarla mientras se divierte el que les observa. Aunque aquí está más presente el espíritu de Claude Chabrol. Descanse en paz. Una familia pequeño burguesa ha de afrontar la culpabilidad y el remordimiento. Otra con ansias de venganza y de justicia. Y una tercera golpeada por el infortunio y la desgracia. Un caso el de 'Sin retorno' que, además de verse en los telediarios, todos hemos planteado en una sobremesa o alguna reunión familiar: por la familia uno es capaz de cualquier cosa, siempre se dice. Aunque esa decisión llegue a perjudicar a terceros inocentes.
Cohan, por medio de unos actores que aguantan el pulso en todo momento (hasta una Bárbara Goenaga como una argentina más en el film), nos ofrece un buen cúmulo de subtramas alimentado por juicios, cárcel, televisión y vidas al límite en familia, que se desencadenan en unas elipsis desconcertantes pero necesarias. Y se sostienen, no por puro milagro, sino por estar encauzadas hacia un premeditado e íntegro final.

2,8
3.013
2
18 de octubre de 2010
18 de octubre de 2010
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas de la carrera de Bigas Luna, nadie esperaba de 'Di Di Hollywood' una filigrana. Es más, después de 'Yo soy la Juani' creo que íbamos bien preparados a lo que nos ateníamos. Podría definirse como una especie de falsa secuela de la anterior. Esta vez protagonizada por Elsa Pataky, ampliando de nuevo su repertorio de fiascos a su filmografía como actriz. Aunque de ningún modo se le puede achacar el fracaso de la película a Pataky. En todo caso, es gracias a ella el que una cinta que debería pasar, no solo desapercibida, sino estar más enterrada que Ryan Reynolds en 'Buried', gozará de una parte significativa de público debido a su enorme popularidad. Esa fama no le viene de otro lugar más que de su despampanante belleza, que no es poco. Y no viene mal recordar que una actriz con ese espectacular físico debería estar mucho mejor aprovechada por los directores españoles. Hasta el momento únicamente ha sabido ser empleada como objeto sexual de segunda o tercera fila.
Claramente, Elsa Pataky se ha dejado seducir por lo que es, difícilmente explicable, uno de los directores más consagrados del cine español. La propuesta puede parecer atractiva e incluso el tráiler arroja expectativas de película modernista. Pero nada de eso. Todo es recargado a la vez que simplista. Además, Bigas Luna parece no tener inconveniente en dejar su impronta y acaba jugando con su musa. Lo hace de tal forma que incluso nos regala una secuencia erótica que poco tiene que envidiar a alguna de las que dejaron en su día desencajados a buena parte de los espectadores con su provocativa pero ya un tanto desfasada 'Bilbao'.
'Di Di Hollywood' es un penoso intento de recrear el ascenso al éxito. El retrato que se hace del ambiente hollywoodiense y de la ascensión a la fama es mísero. Una sola secuencia de la serie 'Entourage' (por muy falsa que también pueda ser) es en todos los aspectos más válida. De las penurias a la celebridad y al egocentrismo de Diana Díaz (ingeniosísimamente rebautizada como Di Di por su feroz agente). Nada nuevo y encima resuelto con prisas. Ojalá pudiera meterme con la moraleja de la película. Pero es que ni siquiera existe.
Otro matiz, y este digno de proyecto de tesis doctoral, es el "product placement" en 'Di Di Hollywood'. Son innumerables las marcas que aparecen continuamente en pantalla. En fabulosa armonía todas ellas con la música comercial que va encadenando casi una secuencia con otra. Incluidos en ese juego promocional algo nunca visto: cameos de los propios críticos, periodistas o profesionales del cine (como se hagan llamar los que aparecen). ¿Quizá un guiño hacia la crítica para soliviantar los palos que sabía que le iban a caer al llegar el estreno? Pues que sepa, Señor Luna: ni apareciendo cineario.com (o filmaffinity.com) en el pecho de Elsa Pataky hubiéramos sido capaces de hablar bien de su película. Por suerte o por desgracia, somos así.
Claramente, Elsa Pataky se ha dejado seducir por lo que es, difícilmente explicable, uno de los directores más consagrados del cine español. La propuesta puede parecer atractiva e incluso el tráiler arroja expectativas de película modernista. Pero nada de eso. Todo es recargado a la vez que simplista. Además, Bigas Luna parece no tener inconveniente en dejar su impronta y acaba jugando con su musa. Lo hace de tal forma que incluso nos regala una secuencia erótica que poco tiene que envidiar a alguna de las que dejaron en su día desencajados a buena parte de los espectadores con su provocativa pero ya un tanto desfasada 'Bilbao'.
'Di Di Hollywood' es un penoso intento de recrear el ascenso al éxito. El retrato que se hace del ambiente hollywoodiense y de la ascensión a la fama es mísero. Una sola secuencia de la serie 'Entourage' (por muy falsa que también pueda ser) es en todos los aspectos más válida. De las penurias a la celebridad y al egocentrismo de Diana Díaz (ingeniosísimamente rebautizada como Di Di por su feroz agente). Nada nuevo y encima resuelto con prisas. Ojalá pudiera meterme con la moraleja de la película. Pero es que ni siquiera existe.
Otro matiz, y este digno de proyecto de tesis doctoral, es el "product placement" en 'Di Di Hollywood'. Son innumerables las marcas que aparecen continuamente en pantalla. En fabulosa armonía todas ellas con la música comercial que va encadenando casi una secuencia con otra. Incluidos en ese juego promocional algo nunca visto: cameos de los propios críticos, periodistas o profesionales del cine (como se hagan llamar los que aparecen). ¿Quizá un guiño hacia la crítica para soliviantar los palos que sabía que le iban a caer al llegar el estreno? Pues que sepa, Señor Luna: ni apareciendo cineario.com (o filmaffinity.com) en el pecho de Elsa Pataky hubiéramos sido capaces de hablar bien de su película. Por suerte o por desgracia, somos así.
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