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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
19 de febrero de 2018 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica de "UN LUGAR DE CINE"

La prensa libre, la prensa a favor del gobernado y no del gobernante. Spielberg plantea una película cargada de razones, más de actualidad que nunca además, pero inocente en todo su engranaje. Demasiado previsible, hincando, a veces incluso de manera forzada, el diente en el mensaje, sin dejar espacio para que nazca nada más.

Meryl Streep como siempre incontenible, Tom Hanks en otra actuación sólida, sin nada remarcable, como aintugamente hacía, pero sin nada que desluzca o le quite brillo, y tras ellos, Bob Odernkirk ("Mejor llama a Saul") en una interpretación afinada, rica en matices y detalles, sobre todo, para el poco espacio que se le permite al personaje.

Sin embargo, lo más vistoso de la película es el comienzo, gracias especialmente a Matthew Rhys, el actor que da vida al personaje encargado de obtener los archivos, con los que luego se conforma toda la diatriba legislativa entre el gobierno de Nixon y los periódicos New York Times y Washington Post.

Es una película con alma, pero sin músculo, demasiado blanda, donde todo fluye acertadamente, pero formando un río demasiado manso. Nada que haga palpitar, nada que haga presagiar que nos espera una gran ola de emociones. Posiblemente la película más contenida de Spielberg en toda su filmografía, y eso que en los últimos años ya había realizado películas excesivamente contenidas, como en el caso de "Lincoln".

Rodeándose de su equipo técnico habitual, Rick Carter en el diseño de producción, Januzs Kaminski en la dirección de fotografía y Michael Kahn en la edición, más su propio talento innato, que siempre pervive, hacen imposible que el resultado de la película sea malo, pero en el acomodo de contar algo, no solo importante, sino también necesario, se ha olvidado que una película más allá de esas buenas (o maravillosas) intenciones debe asumir mayores espacios donde crecer y "golpear" al espectador.

Por otra parte, en estos días, en los que afortunadamente, el debate sobre la posición de la mujer en el mundo, se ha abierto a mayores alturas que nunca antes, se ha hablado mucho de como Spielberg también enciende una llama a favor de los enormes logros que una mujer puede tomar, incluso en esos tiempos, pero en "Un Lugar de Cine"; no podemos más que estar del todo de acuerdo en esa afirmación, ya que aunque las intenciones de Spielberg sean esas, el resultado es fallido, debido al desarrollo tan superficial con el que se trata a Kay Graham, el personaje de Streep, a la hora de manejar las decisiones.

Es mucho el tiempo que la película destina para ver a una Graham dubitativa, insegura y aplicada ante el poder de los hombres, y apenas dos pinceladas sobre los motivos por los que realmente descarta la decisión fácil y opta por la difícil. Lo peor es que cuando esa pincelada dibuja el lienzo, descubrimos que la razón vital vuelve a apostillar lo que todos sabíamos: "Prensa libre".

Spielberg dibuja una nueva película, dentro de su corriente política, con un gran mensaje, planteado y construido de manera notable, pero vacío de otros ingredientes necesarios en el desarrollo de una película. Gran Meryl Streep, gran Tom Hanks, gran mensaje,... pero eso no es suficiente. Jamás pensé que podría escribir algo así.

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21 de agosto de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica de UN LUGAR DE CINE

Darx, interpretado por Dave Batista, inconcebiblemente creíble y fantástico en la piel de dicho personaje, sería la mayor atracción, en cuanto a personaje se refiere, en casi cualquier película de este mismo género. Lo mejor que se puede decir de "Guardianes de la Galaxia Vol. 2", es que aquí no.

Esto mismo se podría decir de Rocket, el mapache, panda o zorro según la gravedad del insulto que se le quiera poner, cuyo personaje, con voz de Bradley Cooper, es también un foco de luz en mitad de esta galaxia, cuya dimensión es tan grande, que se necesitan 700 saltos para ir de un punto al siguiente de la historia, deformación de rostros mediante,-cuando vean la película sabrán de que hablo -.

Y que decir de Peter Quill / Star Lord, magníficamente interpretado por Chris Pratt, cuyo carisma y sonrisa de "porque yo lo valgo", pone el punto de distensión perfecta a la historia.

Pero es que incluso entre los fichajes nuevos, es imposible no destacar a Kurt Russell,- bendito el día que a un productor de Hollywood se le encendieron un par de neuronas y pensó: "Sería una buena idea rescatar para el cine a este hombre" -, que hace una utilización brillante de su personaje, Ego, consiguiendo crear el máximo interés en todas sus apariciones.

Y aún falta mencionar al Bebe Groot, que es... bueno, es lo mejor de la película y el gran foco de todas las situaciones más irreverentes, sino fuera por Darx, Rocket, Peter Quill / Star Lord, Ego,... En fin podríamos seguir así todo el día.

Siendo así, cuando la película acude a los encontronazos de amor, odios, luchas o enfados, que toda película que se precie debe tener, funciona realmente bien. El núcleo narrativo que James Gunn, guionista y director al igual que en la primera parte, crea es muy sólido. Es evidente que ama a sus personajes y busca con ahínco darles a todos, esas escenas especiales en las que poder sacar ante el espectador su mejor cara.

Fuera de ese núcleo la película se resiente, y bastante, por momentos, pero ante cualquier muesca de desaprobación, la película se recompone para volver a entrar dentro de la piel y los huesos de estos personajes que, cada uno a su modo, crean un brillante "collage" donde el espectador puede encontrar su lugar.

Porque al final se trata de eso, de verte a ti mismo entre este grupo de salvajes anti-héroes, salvo Star-Lord por supuesto, viviendo estas grandes aventuras. Quizás algunos te caigan peor y otros tardes en entenderles, pero son así y Gunn tiene la valentía y la honestidad suficiente, como para no dejarse persuadir por otros menesteres extra-cinematográficos y mantenerles tal y como son a lo largo de toda la historia.

Por otra parte, el humor, sin duda muy impregnado en toda la película, a veces es demasiado chabacano e infantil,- hubiera sido magnífico que hubieran elevado el nivel y así evitar que durante tres minutos se hagan continuas bromas sobre la "gracia" que tiene llamarse cara-alambre -, pero tiende a compensarse con otros "gags" cómicos que si funcionan, y muy bien, y del cual dan buena fe la risotadas del espectador.

Siendo el nudo algo desigual, con buenos momentos, magníficos incluso, con otros que te hacen torcer el gesto, lo que no hay duda es que el inicio de la película es brillante, con una presentación de personajes,- no hay duda de la apuesta que Gunn va a hacer durante toda la película -, que realmente hace engancharte en esta montaña rusa que se dispone a comenzar.

Y aún así lo mejor de todo están en el final, realmente ejemplar, con un ritmo y una personalidad que hace palidecer a la mayoría de películas de esta categoría. Era muy fácil esperar otro tipo de final, por lo sorprendente del tono que decide utilizar, y aún así es imposible pensar en otro final que hubiera sido más acertado. Magníficos los últimos minutos, que te hacen elevar la sonrisa,- y posiblemente la nota -.

"Guardianes de la Galaxia Vol. 2" no es en absoluto perfecta, tiene tramos durante el desarrollo sinceramente flojos y su humor a veces provoca cierta vergüenza, pero sus personajes están hechos con tanto gusto y valentía, tiene tan claro que quiere contar y como hacerlo y decide terminar la película, con una mezcla tan perfecta entre gusto y decisiones acertadas, que uno no puede evitar sentir que en esta saga Marvel tiene, sin duda, un hueco en el que merece la pena adentrarse y preguntarse: "¿Cuál será la próxima película de estos guardianes tan locos y salvajes?"

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21 de agosto de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica de UN LUGAR DE CINE

"La fotografía es verdad y el cine es verdad 24 veces por segundo". Esta frase, dicha por Jean-Luc Godard, es una de las máximas que cualquiera que quiera hacer cine debería tener grabada en su mente, antes de ponerse detrás de la cámara. Da igual el género que toques, como decía el maestro de la ciencia ficción James Cameron, "cuanto más ficiticio sea el tema que estás hablando, más real tiene que parecer".

La maravillosa noticia es que Matt Reeves parece un alumno aventajado de ambos directores y "La Guerra del Planeta de los Simios" es el ejemplo perfecto de ello. Una película que en todo momento respira verdad, una verdad que te atrapa y te hace sentir parte de la historia.

Porque al final el cine es eso, contar una historia que tenga una verdad tan profunda en su interior, que te haga querer ser parte de ella. Da igual en qué lugar o marco temporal la sitúes, da igual si es en un planeta muy lejano o si nos adentramos en el futuro más recóndito, detrás de toda esa parte artística, debe haber un corazón que lata con fuerza.

Dicho esto, vamos a decir las cosas con total claridad, "La Guerra del Planeta de los Simios" es sin duda la mejor entrega de las tres. La más profunda, la más humana, la que mejor maneja todo el aspecto simbólico y la que se percibe mejor trenzada. Todo aquello que el propio Matt Reeves exploró en la segunda parte, lo materializa en esta última entrega.

Su mayor virtud es la capacidad para no necesitar casi nada de lo que cualquier película de estilo similar, grandes superproducciones veraniegas, necesita. ¿Qué sería de Michael Bay (La Roca, Transformers) sin esa música estruendosa o sin esas largas y espectaculares explosiones? A esta última entrega de los simios, le sobra,- positivamente -, todo lo que no tenga que ver directamente con la historia, magníficamente desarrollada, y con las interpretaciones de los actores, Andy Serkis a la cabeza, con una actuación digna de elogio.

La música de Michael Giachinno, sí, está ahí y aparece cuando debe hacerlo, pero no la necesita, del modo en que otras obras necesitan de ese aporte tan importante, para generar la tensión y la emoción oportuna. Matt Reeves opta por dar tensión a partir de una mirada o un gesto, a partir de lo más pequeño, para que todo lo grande que surja alrededor, sea siempre el añadido, no el imprescindible. Por eso la música más que funcionar como un leitmotiv, actúa como una ambientación, que embellece las escenas, del mismo modo que lo hace la propia imagen.

Esta es una película de escenas, de pequeños momentos que hacen que los personajes avancen a medida que lo hace la historia, una preocupación siempre latente para Reeves, que hace que todo se sienta creíble y veraz. Una historia, por otra con un grado de profundidad impropio de películas de este momento estival, con muchas capas de lectura, entre las que cuales uno puede ver, por ejemplo, un reflejo simbólico perfecto de la crucifixión de Cristo, en la forma de padecer con la que se castiga a Cesar, por salvar a su especie. O por supuesto, la construcción del muro que Woody Harrelson, villano de la película, impone hacer para separar a unos de otros, sin más señas para evitar spoilers, con claros vínculos a lo que el señor Donald Trump pretende hacer entre EE.UU y México.

Contiene además numerosos guiños a la película original, que además sirven de aporte, con un doble lenguaje enriquecedor, para la propia película. Así, podemos observar el nombre de la niña, Nova, que además de ser "la estrella nueva", que sirve de espejo donde mirar el renacimiento de la especie humana, es el mismo nombre que ya tuvo el personaje interpretado por Linda Harrison, en la película original dirigida por Franklin J. Schaffner.

Es por eso, que el final resulta tan llamativo, por lo acelerado en que se resuelve, y por esa muerte de Cesar, que todo sabemos que debía ocurrir para ajustarse de manera coherente a la película original de 1968, pero que resulta artificial en su forma, después de todo el sufrimiento padecido anteriormente, y con un gran componente de azúcar añadido, que la película no pedía, y que,- productores, oíganme bien -, no necesitaba.

Es hasta ese momento una película, en muchos aspectos, modélica. Es arriesgada y sugerente, palabras pocas veces unidas al término "mainstream", que al final es lo que es. Una película comercial, sí, pero hecha por artesanos, que huyendo de la planificación habitual en estas películas, deciden tomarse el tiempo suficiente entre una y otra, tres años desde la anterior entrega, para poder cuidar todos los detalles con los que luego vamos a disfrutar, incluso esos detalles ínfimos, que la mayoría de veces pasan de largo y que aquí se revelan más importantes que nunca.

Sí, sus efectos digitales son prodigiosos, sí Cesar es el personaje digital más apabullantemente realista que hayamos podido ver en el cine y sí, hay grandes explosiones, muy pocas eso sí, realmente bien recreadas. Pero su corazón late por lo todo lo que hay detrás de todo eso, por grandes actores que consiguen hacerte llegar cada gesto y por una muy buena historia, que por algunos momentos cómicos innecesarios y ese final acelerado, no llega a ser perfecta.

Fíjense si la película es buena, que es capaz de entretenernos durante TODO el tiempo, a pesar de tener un ritmo pausado, sin una gran banda sonora que la respalde, con muy pocos diálogos, y debiendo haberse ahorrado esos pequeños momentos cómicos, que generalmente suelen ser tan necesarios para relajar el ambiente.

Matt Reeves quiere prescindir de tantas cosas a la hora de armar la película, que al final prescinde hasta de la guerra en si misma, por mucho que la película se titule así. Grandes actores y una buena historia, eso es todo lo que se necesita para hacer una gran película.

Esta lo es.

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21 de agosto de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica de UN LUGAR DE CINE

"Dunkerque" es el nuevo juguete que Nolan ha puesto a disposición del público. Después de atravesar agujeros de gusano o entrar en el sueño, de un sueño, de otro sueño, su último juguete es ideal para vivir y sentir en primera persona, unos de los períodos más tristes de la humanidad: La II Guerra Mundial.

El milagro de Dunkerque, o la operación Dinamo, como también se la conoce, fue una operación de evacuación de las tropas aliadas en territorio francés (después de que Francia fuera tomada por el ejército alemán) durante la Segunda Guerra Mundial. Tuvo lugar a finales de mayo de 1940, y fue organizada por el mariscal británico John Vereker Gort.

¿Qué estrategias se diseñaron para la evacuación de casi 300.000 soldados? ¿Cómo llegaron hasta allí dichos soldados? ¿Por qué estaban cercados por el ejército alemán en aquella playa? Y lo más extraño de todo, ¿por qué el ejército alemán ordenó parar el avance de sus tropas, cuando tenían la posibilidad de aniquilar al ejército británico, con todo lo que ello significaba, para después partir hacia Inglaterra?

No es que vaya a hacer un "spoiler" de la película en estas líneas, dando respuesta a todas esas preguntas, es que nada de eso es importante en "Dunkerque".

Nolan esquiva todas las inquietudes históricas que se puedan sustraer de un hecho de tal magnitud y pone todo el peso en la capacidad de sentir que tú, como espectador, eres uno de esos soldados a los que hay que evacuar de aquella playa. El mensaje narrativo de Nolan durante toda la película se podría resumir en: "Hay que salir de aquí". Eso es todo.

Y nada de lo que sucede, se sale de ese patrón, con todo lo que ello supone. No hay giros dramáticos en los acontecimientos, ni ningún tipo de visión periférica, que te haga situar tu cabeza en otras situaciones de la batalla. Incluso cuando el que aparece en pantalla es el propio mariscal británico, sólo es para insistir en la necesidad de salir de esa maldita playa.

Siendo consciente de esta situación, el director plantea tres historias distintas, según el lugar donde nos encontremos, para seguir los acontecimientos, a través de tres planos distintos: Por tierra, donde esos 300.000 soldados esperan en la playa a ser evacuados. Por mar, donde el actor Mark Rylance, toma las riendas de la historia a través de un barco de paseo. Y por el aire, donde seguimos la estela de Tom Hardy, dentro de un "spitfire" británico.

Dicho juego de tres escenarios se complica, cuando Nolan, tan común en él, decide jugar con el tiempo, al igual que hiciera en "Origen" o "Interestelar", situando una historia de una semana, otra de un día y la última de una hora, que van a ir confluyendo según el lugar donde nos encontremos. Es importante tener ese punto claro para no perderse en las diversas situaciones que luego se van a contar.

A partir de aquí, Nolan plantea básicamente la primera experiencia cinematográfica sensorial de género bélico. Ese es el nuevo juguete que Nolan ha puesto a la venta, aunque el verano no sea en absoluto ducho para ese tipo de experiencias. Si la historia no importa, ni tampoco los personajes, de los cuales apenas sabemos nada de ellos, y por ello hay una gran falta de emotividad y cercanía a lo largo de la película, es por una decisión consciente del propio director, que aquí lo que pretende es básicamente centrar toda la atención en ti, como espectador y como visitante temporal, de un hecho histórico al cual jamás podrás volver a acercarte de la manera que él lo ha hecho.

Para ello Nolan saca toda la artillería pesada. Hoyte Van Hoytema, colaborador habitual suyo, realizando una labor excelsa en la fotografía, con un gran uso de planos subjetivos, acuérdense de la experiencia sensorial, y sacando el máximo provecho a las pocas localizaciones de las que dispone. Y Hans Zimmer en la composición musical que, es importante decirlo, toma el control de la situación en muchos momentos del film. Lo que aquí ha hecho Hans Zimmer es simplemente enorme, tanto en su complejidad, como en lo increíblemente acertado del resultado.

No solamente utiliza música original a lo largo de la película, sino que también crea variaciones de obras musicales como la sinfonía "Nimrod", compuesta por Edwar Elgar, en la cual se apoya para dar una mayor dosis de emotividad en los minutos finales,- dentro de la falta que hay en él -. Es curioso pensar que en el 2013, con el gobierno griego echando abajo la orquesta sinfónica de la radio televisión griega, los músicos salieron en señal de protesta,- aunque ya sabían que se acababan de quedar en la calle -, y tocaron esta misma pieza, que aunque parece simular una derrota mantiene un grueso hilo de esperanza.

Ver "Dunkerque" es asistir a una danza, intensa y agónica, entre la imagen y el sonido, en el cual este último siempre marca el patrón de comportamiento de la primera, y al mismo tiempo inyecta dicha sensación agónica y de tensión en el público. Es capaz de poner una nota en el aire durante muchos segundos, mientras las imágenes se suceden, para elevar esas sensaciones. Si "Dunkerque" es una experiencia satisfactoria es, en parte, gracias al enorme trabajo de Zimmer. No diré nada del maldito tic-tac del reloj, porque me parece demasiado obvio su empleo, como para detenerme en él, pero es sin duda un acierto absoluto, para acrecentar la sensación de agobio en el espectador.

Sigue en ZONA DE SPOILER por un tema de extensión, no porque se cuente ningún detalle relevante de la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Con esas dos variables, Nolan juega durante toda la película con un relato de sucesos que siempre se mantiene en lo alto, a nivel de intensidad, como un clímax perpetuo que sólo acaba en los títulos de créditos; sin valles, ni momentos plácidos donde poder acomodarte en la butaca. Todo está milimétricamente medido para que la sensación de agobio y de agonía nunca ceda, desde el primer fotograma, maravilloso comienzo del film, con un magnífico uso del silencio, hasta el último.

Queda claro pues, que el director ha hecho suyo el género bélico. No es que Nolan se haya trasladado a los códigos narrativos de ese género, sino que ha arrastrado el origen bélico de Dunkerque, a un lugar donde él se siente cómodo. Y es que nadie después de ver la película podrá decir que "Dunkerque" no es una película de autor. Lo es y mucho. Se respira Nolan por todas partes.

Se respira en la falta de emotividad, en el trazo desdibujado de los personajes, en la idea de crear algo diferente, se respira en el juego espacio-temporal, se respira en la honestidad de una propuesta que nunca engaña al espectador y se respira en la sensación de que Nolan, como siempre, ha vuelto a acertar. Quería conseguir que tú, pequeño espectador sentado en una cómoda sala de cine, sintieras durante casi dos horas, la incomodidad y la agonía de estar en esa playa, con la única misión de conseguir salir de allí, es decir, sobrevivir. Bien Nolan, lo has conseguido.

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Cars 3
Estados Unidos2017
5,9
6.148
6
21 de agosto de 2017 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Crítica de UN LUGAR DE CINE.

John Lasseter, iniciador del gran movimiento que supuso el cambio de la animación tradicional a la digital, creó esta franquicia, según muchos, por ideas meramente comerciales, es decir, puro "merchandising". Comprar cochecitos de Rayo McQueen es la obsesión de Pixar cuando llegan las navidades, la calidad de la franquicia no les importa, son películas inferiores al resto de su filmografía,... Quizás los que defienden estas ideas son precisamente los mayores devotos de Lasseter y compañía, que no podían, ni pueden, entender que los mismos que hacen obras cumbres de la animación como "Wall.E", "Ratatouille" o "Up", luego desarrollen obras menores, como la que hoy nos ocupa.

Quizás lo que no entendieron esas mismas personas, es que la clave para entender esto es saber a que público van destinadas las películas protagonizadas por Rayo McQueen. Niños que por mucho que nos lo neguemos, son incapaces de saborear las complejidades de una historias como las que aparecen en las películas antes mencionadas o en la propia "Del Revés", por citar otro ejemplo, son perfectamente capaces de saber que Rayo McQueen es el coche más rápido del planeta, que pasa por problemas,- porque para que avance la acción siempre debe haber problemas - y que ahí estarán sus amigos para ayudarle a resolverlos.

Es posible, que seamos nosotros mismos los que neguemos a Pixar esa condición, porque nos encantaría que año tras año nos dieran exactamente el plato que buscamos nosotros, no nuestros hijos. Por qué seamos honestos, cuándo les llevamos a ver cualquiera de sus películas, ¿quienes las estamos disfrutando realmente? "Es una de peli dibujos", solemos decir, "así que a ellos les encantará"... ¿Seguro?

Profundizando en este mismo tema, cabe pensar qué claro que venden juguetitos, porque los niños cuando salen del cine, no quieren debates sesudos acerca de las diferentes ramas narrativas por las cuales el director ha encaminado la película, sino que quieren ir a la tienda más próxima y comprarse a su personaje favorito, para poder vivir ellos luego sus propias aventuras. Porque la aventura de Rayo no termina en las pantallas, termina en las manos de los más pequeños cuando juegan con él en la habitación de su casa. .

De cualquier forma, el mensaje de "Cars 3" contradice oportunamente ese pensamiento tan enraizado sobre la el pobre interés cinematográfico de la franquicia, y propone un mensaje claro al respecto, nada azaroso, que cubre toda la totalidad de lo que ocurre en la película: "Todos merecen decidir su propio final, Rayo también".

Así Pixar, no quiere que nosotros, como espectadores, decidamos el final de la saga, después de la,- hay que decirlo -, pobre "Cars 2", sino que es el propio estudio, a través de su propio personaje, quienes quieren decidir como poner punto y final a sus carreras y a sus victorias, incluso a sus propias motivaciones, con el fin de encontrar otras nuevas. Son ellos los que deciden cuanto les importa la franquicia a nivel cinematográfico.

Como dice el propio protagonista en un momento a otro personaje de gran relevancia: "Esta era mi última oportunidad de poder darte tu primera oportunidad". Y es que los veteranos, y esta franquicia lo es, tienen que saber cuando decir adiós, eso es ley de vida, pero deben ser ellos los que decidan como poner ese punto final, porque lo merecen por su trayectoria, por su experiencia y porque, al fin y al cabo, todo tenemos derecho a despedirnos a nuestra manera, como decía Frank Sinatra.

Pixar demuestra tener una idea tan absolutamente clara de lo que quiere contar en "Cars 3", que incluso propone un inicio realmente extraño, ya que se mete de lleno en esta historia, sin prólogos ni otros subterfugios, y durante el resto de la hora y media hasta el final, se limitará prácticamente a hablar sólo de eso.

Todo ello con un estilo muy reconocido en la franquicia, siempre buscando la cercanía en los personajes y en las situaciones que se dan, sin dar demasiadas vueltas a nada de lo que ocurre, y buscando siempre una oportuna sonrisa a quienes va dirigida, los niños.

Por supuesto, aparece Mate y Sally y todos viejos conocidos de "Radiador Spring", pero la historia de Rayo McQueen nos lleva obligatoriamente a recordar a Doc Hudson, su mentor, a quien ya en la primera entrega nos contaron parte de su adiós y que ahora se convierte en el personaje que da sentido a todo lo que ocurre, junto con Cruz Ramírez, uno de los personajes nuevos, a quién Brian Fee, el director, oportunamente centra gran atención, quitándole ese protagonismo a Mate, que ya en la segunda parte dio claros avisos de agotamiento.

Aunque en estas películas siempre debe haber un malo, y en este caso, ese rostro lo ocupan claramente Jack Storm y Sterling, pronto nos daremos cuenta que el "villano" real de la película es el tiempo, su lento pero inexorable paso, el propio ciclo de la vida que nos obliga irremediablemente a cambiar.

Dicho esto, muchos acudirán con enfado a la primera parte de la reseña, ¿pero el problema de "Cars 3" no era que es una película infantil, que los adultos no podemos disfrutar porque su mensaje es mucho más simple? ¿Y ahora nos hablas de la maldición del tiempo y el ciclo de la vida?... Sí amigos, quizás entonces todo se debe al estilo que se utilice, quizás entonces todo parte del momento en que se construyen las propias escenas de la película y no al mensaje en sí, o quizás entonces toda esta franquicia nació simplemente para vender pequeños juguetes, pero si fuera así, que oportuno es el azar que decide recuperar al personaje del ya fallecido Paul Newman, gran amante de los automóviles, para decidir poner sentido a toda esta historia y dar la clave de como se debe cerrar, siendo él y su recuerdo todo lo que se dibuja a través de la pantalla. Y sino es así, que demonios, los juguetes también deben poder decidir cuando dejan de estar en venta... ¿O no?

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