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Críticas ordenadas por utilidad
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7,3
49.162
6
17 de febrero de 2016
17 de febrero de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su estreno, algunos dijeron que una película como "Spotlight" no iba a estar nunca nominada a los Oscars. Pero no ha sido así. Y no solo está nominada en seis categorías, entre ellas Mejor Película y Mejor Director, sino que además es una de las tres favoritas para llevarse el premio principal de la noche.
Spotlight es el nombre que recibe el equipo de periodistas del Boston Globe que destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por decenas de curas de Massachussets. El "descubrimiento" (entre comillas ya que a nadie debería sorprenderle la denuncia, la gran diferencia es que ellos aportaron pruebas antes encubiertas, testimonios de víctimas silenciadas y cómplices comprados, y una friolera cifra de casos que hizo posible que fueran juzgados) removió los cimientos de la Iglesia católica, no solo a nivel local, también a nivel internacional, y desencadenó una ola de revelaciones en todo el mundo.
La película destaca desde el primer minuto por su valentía. No es la primera vez que se trata un tema tan delicado en la gran pantalla (sin ir más lejos, "La Mala Educación" de Pedro Almodóvar), pero pocas veces con una vocación tan clara. Y en una sociedad tan conservadora y moralista como la estadounidense, el riesgo de que fuera ninguneada por público y crítica estaba ahí. Así que se agradece que Tom McCarthy haya dado a conocer esta historia que no hace tanto que ocurrió (el reportaje se publicó en 2002) pero que seguro que no todos conocían y muchos habrían olvidado.
El gran problema es que se echa de menos una trama más allá de la principal. De Mark Ruffalo solo sabemos que es runner y un adicto al trabajo, de Rachel MccAdams que viene de una familia profundamente católica y de Michael Keaton que es un editor al que le faltó hacer follow-up diez años atrás. Este hecho hace que la película se vuelva plana y pesada por momentos: Lo único que sorprende es como van aumentando el número de casos, pero le falta intensidad emocional, dinamismo y un mayor desarrollo de los personajes. Al final, la carga interpretativa recae más en los testimonios que en los verdaderos protagonistas de la película, cuyos papeles carecen de matices, historias y carácter.
Sin embargo, si "La Gran Apuesta" era una película necesaria, esta no lo es menos. Y si aquella iba a hacer las delicias de los frikis de la Economia, esta hará lo mismo con los entusiastas del periodismo de investigación: "Spotlight" nos traslada a los despachos del Boston Globe, nos muestra el trabajo y dedicación del periodista, y al final nos recuerda la a veces infravalorada responsabilidad de la prensa en la sociedad. En definitiva, es una lección para cualquier alumno de periodismo, y a su vez, un homenaje a la profesión.
Nota: 6
http://www.noentiendotupelo.com
Spotlight es el nombre que recibe el equipo de periodistas del Boston Globe que destapó los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por decenas de curas de Massachussets. El "descubrimiento" (entre comillas ya que a nadie debería sorprenderle la denuncia, la gran diferencia es que ellos aportaron pruebas antes encubiertas, testimonios de víctimas silenciadas y cómplices comprados, y una friolera cifra de casos que hizo posible que fueran juzgados) removió los cimientos de la Iglesia católica, no solo a nivel local, también a nivel internacional, y desencadenó una ola de revelaciones en todo el mundo.
La película destaca desde el primer minuto por su valentía. No es la primera vez que se trata un tema tan delicado en la gran pantalla (sin ir más lejos, "La Mala Educación" de Pedro Almodóvar), pero pocas veces con una vocación tan clara. Y en una sociedad tan conservadora y moralista como la estadounidense, el riesgo de que fuera ninguneada por público y crítica estaba ahí. Así que se agradece que Tom McCarthy haya dado a conocer esta historia que no hace tanto que ocurrió (el reportaje se publicó en 2002) pero que seguro que no todos conocían y muchos habrían olvidado.
El gran problema es que se echa de menos una trama más allá de la principal. De Mark Ruffalo solo sabemos que es runner y un adicto al trabajo, de Rachel MccAdams que viene de una familia profundamente católica y de Michael Keaton que es un editor al que le faltó hacer follow-up diez años atrás. Este hecho hace que la película se vuelva plana y pesada por momentos: Lo único que sorprende es como van aumentando el número de casos, pero le falta intensidad emocional, dinamismo y un mayor desarrollo de los personajes. Al final, la carga interpretativa recae más en los testimonios que en los verdaderos protagonistas de la película, cuyos papeles carecen de matices, historias y carácter.
Sin embargo, si "La Gran Apuesta" era una película necesaria, esta no lo es menos. Y si aquella iba a hacer las delicias de los frikis de la Economia, esta hará lo mismo con los entusiastas del periodismo de investigación: "Spotlight" nos traslada a los despachos del Boston Globe, nos muestra el trabajo y dedicación del periodista, y al final nos recuerda la a veces infravalorada responsabilidad de la prensa en la sociedad. En definitiva, es una lección para cualquier alumno de periodismo, y a su vez, un homenaje a la profesión.
Nota: 6
http://www.noentiendotupelo.com

7,1
13.853
8
19 de octubre de 2015
19 de octubre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta no es la típica historia de amor de una chica con cáncer. Así es como Greg, protagonista de “Me and Earl and the Dying Girl”, define su relación con Rachel, su vecina y compañera de instituto que acaba de ser diagnosticada con leucemia. A todos se nos viene a la cabeza “Bajo la misma estrella”, el best-seller de John Green y un éxito en taquilla también, pero repetimos: Esta no es la típica historia de amor de una chica con cáncer. Porque a pesar de que las similitudes que guardan ambas adaptaciones son obvias, sus diferencias no lo son menos, y eso es lo que ha llevado al film de Alfonso Gomez-Rejon a convertirse en la triunfadora del último Festival de Sundance.
¿Y qué hace a “Me and Earl and the Dying Girl”, o lo que es lo mismo, “Yo, él y Raquel” (traducción mala donde las haya, suponemos que lo de moribunda tenía poco atractivo) una película atípica?
Primero, no se agarra a la lágrima fácil ni a excesivos discursos existencialistas. A diferencia de la predecible película de Josh Boone, es más natural y creíble. El director no centra la atención en la enfermedad terminal, lo que se agradece, e intenta que nos olvidemos de su existencia, aunque hay momentos en los que es inevitable volver a ella. Pero el dramatismo solo gana a la comedia en momentos puntuales, y especialmente en los minutos finales, que emocionarán hasta al más duro.
Segundo, no hay escenas idílicas ni se habla explicitamente de amor. Greg es un adolescente que vive su vida superficialmente con el único objetivo de seguir siendo un casi desconocido para los demás, incluso para Earl, con quien pasa la mayor parte del tiempo pero a quien nunca ha llamado amigo. Lo mismo le pasa con Rachel, se autoengaña y se excusa en que esta ahí por obligación para negar lo que verdaderamente siente. Pero no hacen falta frases bonitas, ni declaraciones, ni besos bajo la lluvia para saber que hay algo entre ellos y decir que se trata de película de amor con todas las letras.
Y por último, por muchos parecidos que existan con otras películas, tiene algo que la hace especial y única dentro de su género. Es cierto que su estética se asemeja a la de “Juno”, que trata las relaciones de instituto como en “Ventajas de ser un marginado”, y que repite recursos que ya vimos en “500 días juntos” (“but you should know upfront, this is not a love story” decía Joseph Gordon-Levitt, igual que nuestro protagonista, que también hace de narrador, y que en algunos momentos también anticipa el desenlace, en este caso no tan cierto, de que la chica no muere), pero tiene otros elementos característicos que marcan la diferencia: Desde sus personajes, tres chicos raros que acaban resultando encantadores, al estilo tragicómico, a las secuencias y diálogos que mezclan humor, ironía y sensibilidad de una forma tan natural como carismática y genuina.
Por todo ello, el título de “comedia indie del año” es más que merecido.
Nota: 75/100
http://www.noentiendotupelo.com
¿Y qué hace a “Me and Earl and the Dying Girl”, o lo que es lo mismo, “Yo, él y Raquel” (traducción mala donde las haya, suponemos que lo de moribunda tenía poco atractivo) una película atípica?
Primero, no se agarra a la lágrima fácil ni a excesivos discursos existencialistas. A diferencia de la predecible película de Josh Boone, es más natural y creíble. El director no centra la atención en la enfermedad terminal, lo que se agradece, e intenta que nos olvidemos de su existencia, aunque hay momentos en los que es inevitable volver a ella. Pero el dramatismo solo gana a la comedia en momentos puntuales, y especialmente en los minutos finales, que emocionarán hasta al más duro.
Segundo, no hay escenas idílicas ni se habla explicitamente de amor. Greg es un adolescente que vive su vida superficialmente con el único objetivo de seguir siendo un casi desconocido para los demás, incluso para Earl, con quien pasa la mayor parte del tiempo pero a quien nunca ha llamado amigo. Lo mismo le pasa con Rachel, se autoengaña y se excusa en que esta ahí por obligación para negar lo que verdaderamente siente. Pero no hacen falta frases bonitas, ni declaraciones, ni besos bajo la lluvia para saber que hay algo entre ellos y decir que se trata de película de amor con todas las letras.
Y por último, por muchos parecidos que existan con otras películas, tiene algo que la hace especial y única dentro de su género. Es cierto que su estética se asemeja a la de “Juno”, que trata las relaciones de instituto como en “Ventajas de ser un marginado”, y que repite recursos que ya vimos en “500 días juntos” (“but you should know upfront, this is not a love story” decía Joseph Gordon-Levitt, igual que nuestro protagonista, que también hace de narrador, y que en algunos momentos también anticipa el desenlace, en este caso no tan cierto, de que la chica no muere), pero tiene otros elementos característicos que marcan la diferencia: Desde sus personajes, tres chicos raros que acaban resultando encantadores, al estilo tragicómico, a las secuencias y diálogos que mezclan humor, ironía y sensibilidad de una forma tan natural como carismática y genuina.
Por todo ello, el título de “comedia indie del año” es más que merecido.
Nota: 75/100
http://www.noentiendotupelo.com

6,8
36.502
6
17 de febrero de 2016
17 de febrero de 2016
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Necesaria. Es la primera palabra que se desprende del visionado de La Gran Apuesta. Y es que cuando el capitalismo salvaje sobrepasa todas las cotas de barbarie y ferocidad, tal y como sucedió en los primeros años del siglo XXI (y sucede hoy), con una maraña de productos financieros con intenciones oscuras y claramente defraudadoras, tan complejos que ni un licenciado en economía puede entenderlas (damos fe), llevarlo a la gran pantalla es todo un reto.
Sin embargo, es parte de la situación que nos ha llevado al abismo en el que nos encontramos. Y con un Deutsche Bank al borde del rescate, la película no puede estar más de actualidad. Y pese a su complejidad, el cine debía dar fe de ello.
Entre el documental y la comedia cruel, La Gran Apuesta ha sabido hacerlo en un ejercicio de estilo realmente loable en el que se muestran todos los entresijos financieros e hipotecarios que causaron la crisis de las subprime, entre constantes demostraciones de lo descabellado, lo absurdo y lo obvio que resulta todo a ojos de hoy, intercaladas con las explicaciones de Selena Gomez y sucedáneos de los términos más complicados que se exponen (ineludibles para entender la película). Todo sostenido en un guión mordaz, una dirección impecable (un enorme +1 para Adam McKay) y unas interpretaciones sólidas, voluntariamente histriónicas aunque meramente ilustrativas.
¿Ganará el Oscar? A favor para hacerse con la estatuilla tiene, principalmente, el adjetivo con el que iniciamos su análisis: es una película necesaria. Desde sus inicios, el cine nunca ha ignorado su afán de ser testigo directo de los acontecimientos más importantes de nuestra historia. Y este, por sus terribles implicaciones globales y pese a su, a priori, poco atractivo cinematográfico, lo es y continúa siendo. Y La Gran Apuesta ha sabido captarlo y adaptarlo a la gran pantalla. Por ello, esta película que se verá de aquí a veinte años para entender como la codicia se apoderó del sentido común para destruirlo todo, debería ganar el Oscar. Sin embargo, su complejo guión y lo poco accesible de su propuesta jugarán, seguro, en su contra.
La suerte está echada.
Nota: 6.5
http://www.noentiendotupelo.com
Sin embargo, es parte de la situación que nos ha llevado al abismo en el que nos encontramos. Y con un Deutsche Bank al borde del rescate, la película no puede estar más de actualidad. Y pese a su complejidad, el cine debía dar fe de ello.
Entre el documental y la comedia cruel, La Gran Apuesta ha sabido hacerlo en un ejercicio de estilo realmente loable en el que se muestran todos los entresijos financieros e hipotecarios que causaron la crisis de las subprime, entre constantes demostraciones de lo descabellado, lo absurdo y lo obvio que resulta todo a ojos de hoy, intercaladas con las explicaciones de Selena Gomez y sucedáneos de los términos más complicados que se exponen (ineludibles para entender la película). Todo sostenido en un guión mordaz, una dirección impecable (un enorme +1 para Adam McKay) y unas interpretaciones sólidas, voluntariamente histriónicas aunque meramente ilustrativas.
¿Ganará el Oscar? A favor para hacerse con la estatuilla tiene, principalmente, el adjetivo con el que iniciamos su análisis: es una película necesaria. Desde sus inicios, el cine nunca ha ignorado su afán de ser testigo directo de los acontecimientos más importantes de nuestra historia. Y este, por sus terribles implicaciones globales y pese a su, a priori, poco atractivo cinematográfico, lo es y continúa siendo. Y La Gran Apuesta ha sabido captarlo y adaptarlo a la gran pantalla. Por ello, esta película que se verá de aquí a veinte años para entender como la codicia se apoderó del sentido común para destruirlo todo, debería ganar el Oscar. Sin embargo, su complejo guión y lo poco accesible de su propuesta jugarán, seguro, en su contra.
La suerte está echada.
Nota: 6.5
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