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8,0
2.584
8
13 de diciembre de 2013
13 de diciembre de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
1932 fue clave para la pequeña gran estela cinematográfica del actor Paul Muni… En ese año se estrenaron las dos películas que marcarían la extraña aunque talentosa filmografía de este versátil intérprete, ‘Scarface, el Terror del hampa’ (‘Scarface’, Howard Hawks) y ‘Soy un Fugitivo’ (‘I Am a Fugitive from a Chain Gang’, Mervyn Le Roy)… En la primera, Muni encarnaba a Tony Camonte, un simple matón vocacional, ignorante y sin escrúpulos, que se sumergía en una irresistible espiral de violencia para poder controlar, ya desde la cima del poder, el hampa de Chicago… En cambio, en el film de Le Roy que nos ocupa, Paul Muni es James Allen, un hombre de bien, emprendedor, talentoso y repleto de buenos valores, un veterano de la Primera Guerra Mundial que encarna todas las virtudes del ciudadano ejemplar, pero que al volver del frente se ve envuelto en un confuso robo y, mediante el más cruel de los infortunios, es condenado a trabajos forzados en una infernal prisión…
‘Soy un Fugitivo’ demostró los increíbles matices interpretativos del ‘a priori’ duro Muni y una muy interesante diferencia de registro actoral, si comparamos al desgraciado Allen con el rol de Cara Cortada en el crudo film de Hawks…Es otra forma de evaluar las distintas capas y perspectivas que ofrecía el floreciente cine negro norteamericano de los primeros años 30: A las clásicas coordenadas pulp del antihéroe detectivesco atrapado por los oscuros contornos del crimen (y de la femme fatale de turno, of course) y la ciudad, debemos añadir el subgénero gansteril (o el crimen como primer motor educacional urbano) y el subgénero penitenciario (donde la criminalidad, estancada en la desesperación del encierro, jamás se diluye entre sus celdas y la delincuencia acaba encontrando su auténtico hábitat sin remisión alguna), entre otras muchas y diversas variantes…
EL REVERSO DEL SUEÑO AMERICANO
Sin ir más lejos, el film de Mervyn Le Roy representa una poco usual corriente de denuncia en el Hollywood dorado…Sin ser una película abiertamente noir, ni considerarse completamente como ‘penitenciaria’, atenta directamente a la fatalidad del protagonista, pero desde una perspectiva de beligerancia claramente social, puesto que con la terrible historia de James Allen se pone en entredicho la política carcelaria de la época en algunos estados del Sur y se cuestiona la eficacia del brutal sistema penitenciario que se ve reflejado en la película… Pone los pelos de punta saber que la cinta está basada en la novela autobiográfica de Robert Elliot Burns, otro veterano de guerra que vivió una odisea similar a la de Allen, aunque su integración ciudadana fuera desde el periodismo…La regeneración de Burns no debe inducirnos al error… Como buena pieza de cine negro, la desdicha se ceba en el protagonista y la perdición por los oscuros laberintos del crimen está más que garantizada…
La pesadilla de James Allen nos muestra la otra cara del ‘New Deal’ de Franklin Delano Roosvelt… La feroz y amarga visión de los excombatientes de guerra al llegar a su hogar y ser testigos de un escenario completamente deprimente, donde su presencia resulta extraña y la posibilidad de avanzar socialmente es prácticamente nula… El reverso del sueño americano en un sistema que, a pesar de su voluntad intervencionista y reformista, crea delincuentes desde su propio núcleo reformatorio de justicia… ‘Soy un Fugitivo’ no sólo debe verse como un ejercicio noir de crítica al sistema de su época… El clásico de Mervyn Le Roy es un film de una inusitada actualidad y la arrebatadora fatalidad que encarna Paul Muni no debe considerarse tan alejada, ni en el espacio ni en el tiempo, a los terribles grilletes socioeconómicos que lastran nuestra actualidad… El fundido en negro final, con la escalofriante mirada de Paul Muni es toda una declaración de principios… Un grito de rabia, de desesperación, de miedo y, por qué no decirlo, de denuncia… Todo un clásico de la historia del cine…
‘Soy un Fugitivo’ demostró los increíbles matices interpretativos del ‘a priori’ duro Muni y una muy interesante diferencia de registro actoral, si comparamos al desgraciado Allen con el rol de Cara Cortada en el crudo film de Hawks…Es otra forma de evaluar las distintas capas y perspectivas que ofrecía el floreciente cine negro norteamericano de los primeros años 30: A las clásicas coordenadas pulp del antihéroe detectivesco atrapado por los oscuros contornos del crimen (y de la femme fatale de turno, of course) y la ciudad, debemos añadir el subgénero gansteril (o el crimen como primer motor educacional urbano) y el subgénero penitenciario (donde la criminalidad, estancada en la desesperación del encierro, jamás se diluye entre sus celdas y la delincuencia acaba encontrando su auténtico hábitat sin remisión alguna), entre otras muchas y diversas variantes…
EL REVERSO DEL SUEÑO AMERICANO
Sin ir más lejos, el film de Mervyn Le Roy representa una poco usual corriente de denuncia en el Hollywood dorado…Sin ser una película abiertamente noir, ni considerarse completamente como ‘penitenciaria’, atenta directamente a la fatalidad del protagonista, pero desde una perspectiva de beligerancia claramente social, puesto que con la terrible historia de James Allen se pone en entredicho la política carcelaria de la época en algunos estados del Sur y se cuestiona la eficacia del brutal sistema penitenciario que se ve reflejado en la película… Pone los pelos de punta saber que la cinta está basada en la novela autobiográfica de Robert Elliot Burns, otro veterano de guerra que vivió una odisea similar a la de Allen, aunque su integración ciudadana fuera desde el periodismo…La regeneración de Burns no debe inducirnos al error… Como buena pieza de cine negro, la desdicha se ceba en el protagonista y la perdición por los oscuros laberintos del crimen está más que garantizada…
La pesadilla de James Allen nos muestra la otra cara del ‘New Deal’ de Franklin Delano Roosvelt… La feroz y amarga visión de los excombatientes de guerra al llegar a su hogar y ser testigos de un escenario completamente deprimente, donde su presencia resulta extraña y la posibilidad de avanzar socialmente es prácticamente nula… El reverso del sueño americano en un sistema que, a pesar de su voluntad intervencionista y reformista, crea delincuentes desde su propio núcleo reformatorio de justicia… ‘Soy un Fugitivo’ no sólo debe verse como un ejercicio noir de crítica al sistema de su época… El clásico de Mervyn Le Roy es un film de una inusitada actualidad y la arrebatadora fatalidad que encarna Paul Muni no debe considerarse tan alejada, ni en el espacio ni en el tiempo, a los terribles grilletes socioeconómicos que lastran nuestra actualidad… El fundido en negro final, con la escalofriante mirada de Paul Muni es toda una declaración de principios… Un grito de rabia, de desesperación, de miedo y, por qué no decirlo, de denuncia… Todo un clásico de la historia del cine…

4,8
14.590
4
20 de noviembre de 2014
20 de noviembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
(+) La acrobática persecución por la nieve, visualmente prodigiosa
(-) Si estos bichejos podían despertar algún tipo de ternura o melancolía en cierto sector del público, la película lo ha incluido en los descartes…
__________
Sumidas en una eterna reformulación mutante (que le es propia por autonomasia), las Tortugas Ninja llevaban siete años sin pisar las salas cinematográficas tras la terrible e insoportable propuesta animada dirigida por Kevin Monroe en 2007, hasta que el espabilado hocico ochentero de Michael Bay ha dado de nuevo con ellas… Con la salvaguarda tecnológica del CGI, regresa el “cowabunga” y la pizza a raudales con un aspecto bastante renovado y, supuestamente, repleto de humor, acción y transgresión… Bay reinicia a Michelangelo, Leonardo, Donatello y Raphael aspirando a una jugosa franquicia futura con otras dos bazas más que seguras: un director tan impersonal, protocolario, eficiente y pragmático como Jonathan Liebesman (‘Invasion a la Tierra’, ‘Ira de Titanes’) y su resucitada musa, Megan Fox, encargada de dar vida a la intrépida reportera April O’Neil… Lejos, muy lejos, estamos de aquellas inofensivas series animadas para la tele y de las tres películas de acción real llevadas a cabo a principios de los 90, cuyo humor, estética videoclipera (aparición del “rapero” Vanilla Ice incluida) y casposos trajes obra de la Jim Henson Creature Shop lograrían sonsacar más de una lagrimilla furtiva a cierta generación…
__________
¿Se te arrugó la nariz con polvos pica-pica mientras veías Tocata? ¿Escuchabas a un artista que sí se llamaba Prince? ¿Jugaaaaaaste con Joaquín Prats? ¿Bebías Casera Cola Sin Cafeína? ¿Rebobinaste cintas de cassette con un boli para no quedarte sin pilas? ¿Te hacían esperar dos horas después de comer para bañarte?... Si es así, es probable que tengas motivos para acudir al cine a ver cómo se las gastan hoy en día las Tortugas Ninja Mutantes de la mano del aquí productor Michael Bay, ese cineasta mainstream total, con especial fijación por los años 80, y cuyo mayor éxito (en su ya de por sí multimillonaria filmografía, of course) es la adaptación cinematográfica de los Transformers, los populares muñecos de Hasbro, otro icono juvenil ochentero… Si no aguantabas la tortura de esperar el chicle central del Kojak, si leíste ávidamente libros de la colección ‘Barco de Vapor’, si llevabas la paga semanal en una cartera acolchada Mistral, estás en territorio explorado y muy conocido…
En 1984, bajo el sello independiente Mirage Studios, Kevin Eastman y Peter Laird parieron un tebeo violento, barriobajero y bastante soez llamado ‘Teenage Mutant Ninja Turtles’, cuyo objetivo primigenio fue reírse un poco de aquella trascendencia oriental que impregnaba los legendarios comicbooks del maestro Frank Miller en aquellos años, especialmente su aportación ‘Ronin’ al personaje de Daredevil, muy influenciada por los grabados japoneses y las artes marciales… Rápidamente se convirtió en el título independiente de más éxito de la primera mitad de los ochenta y convirtió a los descacharrantes quelonios en figuras mediáticas de alcance universal, lo que desvirtuó bastante el sentido de homenaje paródico inicial… La evolución de las tortugas de marras siempre ha ido pareja a una búsqueda de popularidad exasperante, situándose por defecto a medio camino entre la animación catódica y la consagración cinematográfica que, al menos hasta ahora, nunca ha llegado…
Para ello Jonathan Liebesman, marioneta artística para los propósitos monetarios de Bay, propone un vehículo fílmico altisonante, de elevado tono pirotécnico y recargado gusto por el vértigo digital, la cámara en movimiento continuo y la estética de videojuego, como mandan los cánones actuales… Servido con similar recebo visual y sonoro al de la saga ‘Transformers’ y pensada en paralelo a ésta, ‘Ninja Turtles’ reitera la filosofía de Michael Bay por actualizar un merchandising de hace casi treinta años al gusto del dólar contemporáneo, pero poco más… Tampoco es que estos personajes le deban tanto al séptimo arte para que Mr. Bay deba respetar y/o homenajear su espíritu 80’s, pero es probable que las coreográficas peleas entre ratas, tortugas y robots samuráis o el mismísimo bótox de la Fox dejen bastante indiferente a los chavales de hoy en día y hasta puede que decepcione a los mayores generacionalmente implicados… Total, la herida cultural es básicamente la misma, solo que cambiamos mercromina por betadine… A Bay y a Liebesman, una Carta de Ajuste urgente, por favor…
(-) Si estos bichejos podían despertar algún tipo de ternura o melancolía en cierto sector del público, la película lo ha incluido en los descartes…
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Sumidas en una eterna reformulación mutante (que le es propia por autonomasia), las Tortugas Ninja llevaban siete años sin pisar las salas cinematográficas tras la terrible e insoportable propuesta animada dirigida por Kevin Monroe en 2007, hasta que el espabilado hocico ochentero de Michael Bay ha dado de nuevo con ellas… Con la salvaguarda tecnológica del CGI, regresa el “cowabunga” y la pizza a raudales con un aspecto bastante renovado y, supuestamente, repleto de humor, acción y transgresión… Bay reinicia a Michelangelo, Leonardo, Donatello y Raphael aspirando a una jugosa franquicia futura con otras dos bazas más que seguras: un director tan impersonal, protocolario, eficiente y pragmático como Jonathan Liebesman (‘Invasion a la Tierra’, ‘Ira de Titanes’) y su resucitada musa, Megan Fox, encargada de dar vida a la intrépida reportera April O’Neil… Lejos, muy lejos, estamos de aquellas inofensivas series animadas para la tele y de las tres películas de acción real llevadas a cabo a principios de los 90, cuyo humor, estética videoclipera (aparición del “rapero” Vanilla Ice incluida) y casposos trajes obra de la Jim Henson Creature Shop lograrían sonsacar más de una lagrimilla furtiva a cierta generación…
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¿Se te arrugó la nariz con polvos pica-pica mientras veías Tocata? ¿Escuchabas a un artista que sí se llamaba Prince? ¿Jugaaaaaaste con Joaquín Prats? ¿Bebías Casera Cola Sin Cafeína? ¿Rebobinaste cintas de cassette con un boli para no quedarte sin pilas? ¿Te hacían esperar dos horas después de comer para bañarte?... Si es así, es probable que tengas motivos para acudir al cine a ver cómo se las gastan hoy en día las Tortugas Ninja Mutantes de la mano del aquí productor Michael Bay, ese cineasta mainstream total, con especial fijación por los años 80, y cuyo mayor éxito (en su ya de por sí multimillonaria filmografía, of course) es la adaptación cinematográfica de los Transformers, los populares muñecos de Hasbro, otro icono juvenil ochentero… Si no aguantabas la tortura de esperar el chicle central del Kojak, si leíste ávidamente libros de la colección ‘Barco de Vapor’, si llevabas la paga semanal en una cartera acolchada Mistral, estás en territorio explorado y muy conocido…
En 1984, bajo el sello independiente Mirage Studios, Kevin Eastman y Peter Laird parieron un tebeo violento, barriobajero y bastante soez llamado ‘Teenage Mutant Ninja Turtles’, cuyo objetivo primigenio fue reírse un poco de aquella trascendencia oriental que impregnaba los legendarios comicbooks del maestro Frank Miller en aquellos años, especialmente su aportación ‘Ronin’ al personaje de Daredevil, muy influenciada por los grabados japoneses y las artes marciales… Rápidamente se convirtió en el título independiente de más éxito de la primera mitad de los ochenta y convirtió a los descacharrantes quelonios en figuras mediáticas de alcance universal, lo que desvirtuó bastante el sentido de homenaje paródico inicial… La evolución de las tortugas de marras siempre ha ido pareja a una búsqueda de popularidad exasperante, situándose por defecto a medio camino entre la animación catódica y la consagración cinematográfica que, al menos hasta ahora, nunca ha llegado…
Para ello Jonathan Liebesman, marioneta artística para los propósitos monetarios de Bay, propone un vehículo fílmico altisonante, de elevado tono pirotécnico y recargado gusto por el vértigo digital, la cámara en movimiento continuo y la estética de videojuego, como mandan los cánones actuales… Servido con similar recebo visual y sonoro al de la saga ‘Transformers’ y pensada en paralelo a ésta, ‘Ninja Turtles’ reitera la filosofía de Michael Bay por actualizar un merchandising de hace casi treinta años al gusto del dólar contemporáneo, pero poco más… Tampoco es que estos personajes le deban tanto al séptimo arte para que Mr. Bay deba respetar y/o homenajear su espíritu 80’s, pero es probable que las coreográficas peleas entre ratas, tortugas y robots samuráis o el mismísimo bótox de la Fox dejen bastante indiferente a los chavales de hoy en día y hasta puede que decepcione a los mayores generacionalmente implicados… Total, la herida cultural es básicamente la misma, solo que cambiamos mercromina por betadine… A Bay y a Liebesman, una Carta de Ajuste urgente, por favor…

7,9
106.305
7
20 de noviembre de 2014
20 de noviembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
(+) El equilibrio narrativo respecto a su ambición dramática; la conseguida yuxtaposición entre la relación paterno-filial de los Cooper y el espectacular viaje intergaláctico.
(-) El desequilibrio artístico y el desconcierto temático: en ocasiones Nolan hipnotiza y, en otras, resulta pomposo y grandilocuente.
__________
La escritora, ensayista y cineasta norteamericana Susan Sontag (1933-2004) sostenía que existen abismos irreconciliables entre la ciencia-ficción literaria y su correspondiente contextualización cinematográfica: “Las películas son flojas allí donde las novelas de ciencia-ficción (algunas de ellas) son fuertes: en lo científico. Pero, en lugar de una elaboración intelectual, pueden ofrecer algo que las novelas nunca podrán proporcionar: elaboración sensorial”… Tras elevar el listón conceptual del cine de superhéroes y del fantástico en general, Christopher Nolan, el hombre que reinventó a Batman y que diseñó el más alucinante viaje a través de los sueños con ‘Origen’ (‘Inception’, 2010), se atreve ahora a pulverizar la caja de Pandora de la ciencia-ficción… Para ello, deja atrás la oscuridad de Gotham y las arquitecturas mentales para ofrecernos ‘Interstellar’, un luminoso melodrama familiar con aventura espacial de fondo, protagonizado por los actores más solicitados de Hollywood: Matthew McConaughey y Jessica Chastain… A pesar de conjugar a la perfección, como siempre, autoría y espectáculo, Nolan se pierde un poco en los postulados teóricos del astrofísico Kip Thorne que inspiraron el guión, co-escrito junto a su hermano Jonathan, y cuya traducción a imágenes y sonido resulta, a ratos, algo agotadora y rimbombante… Por mucho Nolan que sea, su ‘Interstellar’ no puede evitar que lo intelectual y lo sensitivo entren, de nuevo, en serio conflicto fílmico…
__________
El mismo término “ciencia-ficción” revela el carácter híbrido a lo que se refiere, ya que encontramos tanto ensayos científicos como pesudocientíficos que no manifiestan ni el más mínimo interés por el desarrollo ficcional, como construcciones imaginativas con pretextos diversos que también consiguen alejarnos de la intencionalidad científica... Evitando ambos caminos, de inicio debe reconocerse en Christopher Nolan un atrevido sentido logístico de trasmisión que per se pretende el género sci-fi, como básico objetivo didáctico de anticipación/divulgación de la ciencia… Reconozcamos que existe cierta animadversión popular hacia este género (exceptuando, of course, las míticas sagas galáctico-aventureras, las ‘space operas’ tipo ‘Star Wars’ o ‘Star Trek’), y que éste ha terminado asumiendo cierto rol de “normalidad”, en una búsqueda constante de nuevas identidades cinematográficas y de algún ‘impasse’ que rezume, por ejemplo, de la popularidad, la trascendencia, la inquietud y la verosimilitud científica a la que aspiraría, sin duda, ‘Interstellar’ (2014)… Otra cosa es que lo consiga…
El pensamiento americano se sienta sobre unas viejas bases opuestas llamadas trascendentalismo y pragmatismo… El trascendentalismo creería en una relación directa entre el individuo y el universo, como si el hombre poseyera, en sí mismo, una parte de la divinidad cósmica total; los pragmáticos, en cambio, promoverían el exclusivo subjetivismo y que la única gran lucha cósmica se encuentre en el prejuicio interior…Nolan y ‘Interstellar’, como si quisieran contentar ambas corrientes, se debaten entre el éxodo interplanetario, la magnificencia cósmica del viaje y la sofisticación de su puesta en escena, y el intenso drama humano que mantiene el piloto Cooper (McConaughey) con su hija, en un apurado delirio doméstico-sideral… A pesar de funcionar en modo “superproducción familiar ochentera”, siguiendo su clara influencia por Spielberg, Nolan acaba cayendo por el mismo agujero (¿negro?) que se tragó en los 90 a Robert Zemeckis y a su ‘Contact’ (1997), con Jodie Foster y (surprise!) Matthew McConaughey…
‘Interstellar’ no pretende situarse en el umbral de la experiencia mística en el que, cinematográficamente, sí encontramos al Stanley Kubrick de ‘2001. Una Odisea en el Espacio’ (‘2001: A Space Oddity’, 1968) o al Terrence Malick de ‘El Árbol de la Vida’ (‘The Tree of Life’, 2011), aunque no puede evitar su onda expansiva… Kubrick y su legendaria elipsis óseo-espacial es la otra gran influencia confesa de Nolan, muy evidenciada en esos robots-monolito que acompañan a la tripulación, del mismo modo que la ambiciosa espiritualidad cósmico-familiar de la familia O’Brian (Brad Pitt y surprise! Jessica Chastain) en el film de Malick resulta bastante reconocible… ‘Interstellar’ prefiere mantenerse en el asombro simple de la producción convencional, de gran envergadura, pero perfectamente asumible en un ámbito plural y totalmente público; unas veces es excesivamente accesible, en otras es absurdamente mesiánico; a veces, roza lo sublime y en otras, lo ridículo; hay momentos ciertamente dulces y hay otros empalagosos… Estar tan cerca de lo científicamente inefable y poder hacerlo manifiesto, tiene unas implicaciones metafísicas muy complejas que Christopher Nolan a eludido a base de trascendentalismo pragmático (o pragmatismo trascendental, si se prefiere) y mucha, mucha pastelería industrial (o efectividad melodramática, si se prefiere)…Bienvenidos, pues, al género de la “ficción-ciencia”…
(-) El desequilibrio artístico y el desconcierto temático: en ocasiones Nolan hipnotiza y, en otras, resulta pomposo y grandilocuente.
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La escritora, ensayista y cineasta norteamericana Susan Sontag (1933-2004) sostenía que existen abismos irreconciliables entre la ciencia-ficción literaria y su correspondiente contextualización cinematográfica: “Las películas son flojas allí donde las novelas de ciencia-ficción (algunas de ellas) son fuertes: en lo científico. Pero, en lugar de una elaboración intelectual, pueden ofrecer algo que las novelas nunca podrán proporcionar: elaboración sensorial”… Tras elevar el listón conceptual del cine de superhéroes y del fantástico en general, Christopher Nolan, el hombre que reinventó a Batman y que diseñó el más alucinante viaje a través de los sueños con ‘Origen’ (‘Inception’, 2010), se atreve ahora a pulverizar la caja de Pandora de la ciencia-ficción… Para ello, deja atrás la oscuridad de Gotham y las arquitecturas mentales para ofrecernos ‘Interstellar’, un luminoso melodrama familiar con aventura espacial de fondo, protagonizado por los actores más solicitados de Hollywood: Matthew McConaughey y Jessica Chastain… A pesar de conjugar a la perfección, como siempre, autoría y espectáculo, Nolan se pierde un poco en los postulados teóricos del astrofísico Kip Thorne que inspiraron el guión, co-escrito junto a su hermano Jonathan, y cuya traducción a imágenes y sonido resulta, a ratos, algo agotadora y rimbombante… Por mucho Nolan que sea, su ‘Interstellar’ no puede evitar que lo intelectual y lo sensitivo entren, de nuevo, en serio conflicto fílmico…
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El mismo término “ciencia-ficción” revela el carácter híbrido a lo que se refiere, ya que encontramos tanto ensayos científicos como pesudocientíficos que no manifiestan ni el más mínimo interés por el desarrollo ficcional, como construcciones imaginativas con pretextos diversos que también consiguen alejarnos de la intencionalidad científica... Evitando ambos caminos, de inicio debe reconocerse en Christopher Nolan un atrevido sentido logístico de trasmisión que per se pretende el género sci-fi, como básico objetivo didáctico de anticipación/divulgación de la ciencia… Reconozcamos que existe cierta animadversión popular hacia este género (exceptuando, of course, las míticas sagas galáctico-aventureras, las ‘space operas’ tipo ‘Star Wars’ o ‘Star Trek’), y que éste ha terminado asumiendo cierto rol de “normalidad”, en una búsqueda constante de nuevas identidades cinematográficas y de algún ‘impasse’ que rezume, por ejemplo, de la popularidad, la trascendencia, la inquietud y la verosimilitud científica a la que aspiraría, sin duda, ‘Interstellar’ (2014)… Otra cosa es que lo consiga…
El pensamiento americano se sienta sobre unas viejas bases opuestas llamadas trascendentalismo y pragmatismo… El trascendentalismo creería en una relación directa entre el individuo y el universo, como si el hombre poseyera, en sí mismo, una parte de la divinidad cósmica total; los pragmáticos, en cambio, promoverían el exclusivo subjetivismo y que la única gran lucha cósmica se encuentre en el prejuicio interior…Nolan y ‘Interstellar’, como si quisieran contentar ambas corrientes, se debaten entre el éxodo interplanetario, la magnificencia cósmica del viaje y la sofisticación de su puesta en escena, y el intenso drama humano que mantiene el piloto Cooper (McConaughey) con su hija, en un apurado delirio doméstico-sideral… A pesar de funcionar en modo “superproducción familiar ochentera”, siguiendo su clara influencia por Spielberg, Nolan acaba cayendo por el mismo agujero (¿negro?) que se tragó en los 90 a Robert Zemeckis y a su ‘Contact’ (1997), con Jodie Foster y (surprise!) Matthew McConaughey…
‘Interstellar’ no pretende situarse en el umbral de la experiencia mística en el que, cinematográficamente, sí encontramos al Stanley Kubrick de ‘2001. Una Odisea en el Espacio’ (‘2001: A Space Oddity’, 1968) o al Terrence Malick de ‘El Árbol de la Vida’ (‘The Tree of Life’, 2011), aunque no puede evitar su onda expansiva… Kubrick y su legendaria elipsis óseo-espacial es la otra gran influencia confesa de Nolan, muy evidenciada en esos robots-monolito que acompañan a la tripulación, del mismo modo que la ambiciosa espiritualidad cósmico-familiar de la familia O’Brian (Brad Pitt y surprise! Jessica Chastain) en el film de Malick resulta bastante reconocible… ‘Interstellar’ prefiere mantenerse en el asombro simple de la producción convencional, de gran envergadura, pero perfectamente asumible en un ámbito plural y totalmente público; unas veces es excesivamente accesible, en otras es absurdamente mesiánico; a veces, roza lo sublime y en otras, lo ridículo; hay momentos ciertamente dulces y hay otros empalagosos… Estar tan cerca de lo científicamente inefable y poder hacerlo manifiesto, tiene unas implicaciones metafísicas muy complejas que Christopher Nolan a eludido a base de trascendentalismo pragmático (o pragmatismo trascendental, si se prefiere) y mucha, mucha pastelería industrial (o efectividad melodramática, si se prefiere)…Bienvenidos, pues, al género de la “ficción-ciencia”…

5,1
23.622
6
27 de mayo de 2014
27 de mayo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
(+) El talento de Gareth Edwards queda más que patente en algunos planos de enorme belleza.
(-) Que el prometedor cineasta se ahogue en tan convencional guión (amén de la terrible mutilación perpetrada en la sala de montaje)
**********
Han pasado 60 años de aquel lejano ‘Godzilla. Japón bajo el Terror del Monstruo’ (‘Gojira’, Ishiro Hondâ, 1954) y las sucesivas actualizaciones, revisiones y versiones que ha ido sufriendo a lo largo de este tiempo demuestran que el carisma del rey de los monstruos sigue más que vigente, a pesar de que la metafórica fábula que el gigantesco sauro representa para el Japón de posguerra (y la consiguiente amenaza atómica latente) queda un poco lejos … En ‘Godzilla’ (Gareth Edwards, 2014) prevalece el entrañable sustrato mitológico-cinematográfico del emblema de la Toho-Embassy, aunque el rey lagarto de las ‘Kaiju Eiga’ tiene bastante curro a la hora de repartir estopa y demoliciones por doquier en esta grandilocuente y preciosista versión norteamericana que cuenta con los emergentes Aaron Johnson y Elisabeth Olsen al frente del cast…
**********
Tenía mucha curiosidad para ver la puesta de largo en el ‘blockbuster’ gordo de Gareth Edwards (‘Monsters’, 2010) y de Colin Trevorrow (‘Safety Noy Guaranteed’, 2011)… Ambos realizadores foguearon sus respectivos debuts en festivales especializados de todo el mundo (Sitges incluído, of course), cosechando múltiples elogios y llamando la atención a las ‘majors’ hollywoodienses…Para ver el ‘Jurassic World’ que Steven Spielberg le ha encargado a Trevorrow aún tendremos que esperar un añito, pero ya tenemos aquí al ‘Godzilla’ (2014) que Legendary Pictures le ha confiado al prometedor Edwards… Su ópera prima ‘Monsters’ es un film apocalíptico realizado con cuatro chavos, repleto de insinuación, lirismo y romanticismo, en el que Edwards proponía una íntima historia de amor con mundo devastado por extraterrestres de fondo… Por cuestiones presupuestarias, su voluntad artística conseguía perfectamente desviar la lógica y morbosa atención hacia los monstruos para concentrar la película en la pareja protagonista y su particular odisea por el “área infectada” en la frontera entre México y Estados Unidos; la metáfora, señoras y señores, ya estaba servida de antemano…
Por otro lado, los mandamases de Legendary Pictures quedaron razonablemente contentos el año pasado con ese ‘blockbuster’ de autor que fue ‘Pacific Rim’ (2013), en la que el mexicano Guillermo del Toro daba rienda suelta a su pasión infantil por las ‘tokusatsu’ televisivas, con Ultraman y Mazinger Z al frente… Aún así, la deuda cultural con las míticas ‘Kaiju Eiga’ -así como la infumable visión yanqui de ‘Godzilla’ que perpetró Roland Emmerich en 1998- casi obligaba al estudio a cometer un sentido homenaje al origen de todo esto… Con el ‘sci-fi’ intimista y esquemático de Gareth Edwards al frente, este nuevo ‘Godzilla’ tenía carta blanca, más allá del holgado presupuesto, para bañarse en la genealogía más pop y retro posible, sin complejos ni ataduras… Los inmaculados títulos de crédito iniciales ya nos llevan directamente a los años cincuenta, a las cintas clandestinas de un gobierno que esconde la verdad sobre pruebas atómicas , invasiones alienígenas o epidemias ideológicas… Los hipertrofiados 50’s y sus monstruos personificaban la Guerra Fría tan bien como la misma Bomba Atómica o el Muro de Berlín…
A partir de ahí, el film se debate entre la ternura cultural, el tono desfibrilador de lo familiar y el afamado homenaje a esas paranoias conspiratorias (concentrado en la quijotesca figura del siempre insuficiente Bryan Cranston), y la parafernalia de camaradería militarista que se despliega alrededor de la batalla multi-urbana que se avecina para acabar, sencillamente, cediendo al condescendiente pragmatismo de lo aparatoso (tanto en el esquema formal como en el narrativo)… A pesar de ello, Edwards consigue escenas de una hermosura visual extraordinaria (en ‘Monsters’ ya demostró un innegociable talento para extraer altas dosis de suspense de un simple entorno brumoso) y logra adaptar a los nuevos tiempos la “necesidad” del poder metafórico-redentor del monstruo (el espíritu de Apocalipsis audiovisual tras el 11-S, la paranoia de no estar a salvo, los planes ocultos de las grandes corporaciones que lo gobiernan todo, el cambio climático, el expolio económico y social, etc..) pero, lejos del cálido y maternal regazo de la serie B, acaba enterrado bajo los escombros provocados por su propia criatura… Aún así, , Gareth Edwards y su ‘Godzilla’, junto al ‘Pacific Rim’ de Del Toro y ese magnífico y original ‘Monstruoso’ (‘Cloverfield’, 2008) de Matt Reeves, cierran un fascinante y merecidísimo tríptico-homenaje del Hollywood reciente a las criaturas gigantes venidas del radioactivo Sol Naciente…
(-) Que el prometedor cineasta se ahogue en tan convencional guión (amén de la terrible mutilación perpetrada en la sala de montaje)
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Han pasado 60 años de aquel lejano ‘Godzilla. Japón bajo el Terror del Monstruo’ (‘Gojira’, Ishiro Hondâ, 1954) y las sucesivas actualizaciones, revisiones y versiones que ha ido sufriendo a lo largo de este tiempo demuestran que el carisma del rey de los monstruos sigue más que vigente, a pesar de que la metafórica fábula que el gigantesco sauro representa para el Japón de posguerra (y la consiguiente amenaza atómica latente) queda un poco lejos … En ‘Godzilla’ (Gareth Edwards, 2014) prevalece el entrañable sustrato mitológico-cinematográfico del emblema de la Toho-Embassy, aunque el rey lagarto de las ‘Kaiju Eiga’ tiene bastante curro a la hora de repartir estopa y demoliciones por doquier en esta grandilocuente y preciosista versión norteamericana que cuenta con los emergentes Aaron Johnson y Elisabeth Olsen al frente del cast…
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Tenía mucha curiosidad para ver la puesta de largo en el ‘blockbuster’ gordo de Gareth Edwards (‘Monsters’, 2010) y de Colin Trevorrow (‘Safety Noy Guaranteed’, 2011)… Ambos realizadores foguearon sus respectivos debuts en festivales especializados de todo el mundo (Sitges incluído, of course), cosechando múltiples elogios y llamando la atención a las ‘majors’ hollywoodienses…Para ver el ‘Jurassic World’ que Steven Spielberg le ha encargado a Trevorrow aún tendremos que esperar un añito, pero ya tenemos aquí al ‘Godzilla’ (2014) que Legendary Pictures le ha confiado al prometedor Edwards… Su ópera prima ‘Monsters’ es un film apocalíptico realizado con cuatro chavos, repleto de insinuación, lirismo y romanticismo, en el que Edwards proponía una íntima historia de amor con mundo devastado por extraterrestres de fondo… Por cuestiones presupuestarias, su voluntad artística conseguía perfectamente desviar la lógica y morbosa atención hacia los monstruos para concentrar la película en la pareja protagonista y su particular odisea por el “área infectada” en la frontera entre México y Estados Unidos; la metáfora, señoras y señores, ya estaba servida de antemano…
Por otro lado, los mandamases de Legendary Pictures quedaron razonablemente contentos el año pasado con ese ‘blockbuster’ de autor que fue ‘Pacific Rim’ (2013), en la que el mexicano Guillermo del Toro daba rienda suelta a su pasión infantil por las ‘tokusatsu’ televisivas, con Ultraman y Mazinger Z al frente… Aún así, la deuda cultural con las míticas ‘Kaiju Eiga’ -así como la infumable visión yanqui de ‘Godzilla’ que perpetró Roland Emmerich en 1998- casi obligaba al estudio a cometer un sentido homenaje al origen de todo esto… Con el ‘sci-fi’ intimista y esquemático de Gareth Edwards al frente, este nuevo ‘Godzilla’ tenía carta blanca, más allá del holgado presupuesto, para bañarse en la genealogía más pop y retro posible, sin complejos ni ataduras… Los inmaculados títulos de crédito iniciales ya nos llevan directamente a los años cincuenta, a las cintas clandestinas de un gobierno que esconde la verdad sobre pruebas atómicas , invasiones alienígenas o epidemias ideológicas… Los hipertrofiados 50’s y sus monstruos personificaban la Guerra Fría tan bien como la misma Bomba Atómica o el Muro de Berlín…
A partir de ahí, el film se debate entre la ternura cultural, el tono desfibrilador de lo familiar y el afamado homenaje a esas paranoias conspiratorias (concentrado en la quijotesca figura del siempre insuficiente Bryan Cranston), y la parafernalia de camaradería militarista que se despliega alrededor de la batalla multi-urbana que se avecina para acabar, sencillamente, cediendo al condescendiente pragmatismo de lo aparatoso (tanto en el esquema formal como en el narrativo)… A pesar de ello, Edwards consigue escenas de una hermosura visual extraordinaria (en ‘Monsters’ ya demostró un innegociable talento para extraer altas dosis de suspense de un simple entorno brumoso) y logra adaptar a los nuevos tiempos la “necesidad” del poder metafórico-redentor del monstruo (el espíritu de Apocalipsis audiovisual tras el 11-S, la paranoia de no estar a salvo, los planes ocultos de las grandes corporaciones que lo gobiernan todo, el cambio climático, el expolio económico y social, etc..) pero, lejos del cálido y maternal regazo de la serie B, acaba enterrado bajo los escombros provocados por su propia criatura… Aún así, , Gareth Edwards y su ‘Godzilla’, junto al ‘Pacific Rim’ de Del Toro y ese magnífico y original ‘Monstruoso’ (‘Cloverfield’, 2008) de Matt Reeves, cierran un fascinante y merecidísimo tríptico-homenaje del Hollywood reciente a las criaturas gigantes venidas del radioactivo Sol Naciente…

6,0
85.943
4
31 de marzo de 2014
31 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Bienvenidos al Norte’ (‘Bienvenue Chez les Ch’tis’, Dany Boon, 2007) sigue siendo, a día de hoy, la película francesa más vista de la historia en el país vecino…La incuestionable aceptación popular de esa “schimpatica” comedia, construida sobre el enfrentamiento entre opuestos culturales y situaciones lingüísticas equívocas, y vertebrada por cierta inquietud de crítica social, se adivina como inevitable modelo al que podría aspirar ‘Ocho Apellidos Vascos’ (Emilio Martínez Lázaro, 2014), otra cinta que explota la vena de los tópicos regionales y los equívocos sociopolíticos entre norte y sur, tan marcados en la Europa mediterránea y que también fue expuesta, con idéntica fortuna en taquilla (pero con argumento inverso, of course), en la italiana ‘Bienvenidos al Sur’ (‘Bevenuti al Sud’, Luca Miniero, 2010)…Aquí, la llave de la taquilla española la tiene un sevillano con el rostro del cómico Dani Rovira, liándola parda por el ficticio pueblo ‘vascuence’ de Argoitia…
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(+) Sus cuatro protagonistas, en especial el cachondísimo Koldo de Karra Elejalde.
(-) Al final, nada nos justifica la interminable tortura publicitaria de Mediaset España de las últimos semanas.
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El guión que firman Borja Cobeaga y Diego San José para ‘Ocho Apellidos Vascos’ no se centra solamente en la confrontación de identidades autonómicas, sino que explota también la sempiterna vena de las comedias románticas… Ahí se justifica la presencia en la silla de director del veterano Emilio Martínez Lázaro, puesto que ya desde su temprano cortometraje titulado ‘Amo mi Cama Rica’ (1970), el catre conyugal le ha servido como privilegiado escenario para numerosos diagnósticos cinematográficos sobre la eterna guerra de sexos…De este modo, la pulsión amatoria que mantienen el debutante monologuista Dani Rovira, merluzo topeandaluzo, y Clara Lago, improvisada vasca a pesar de ser más madrileña que el chotis, recibe la precisa y correcta supervisión de Martínez Lázaro, aunque esta vez su equilibrado pulso fílmico debe cubrir la distancia entre dos lados de una cama que cruza, de cabo a rabo, la península ibérica…
La exploración de las pertinentes claves del género cómico-romántico, a modo de ligerísima “screwball comedy” de andar por casa, apenas se apartan del catálogo simplón y monótono de siempre, por lo que las claves del film (que deberían justificar el acoso y derribo publicitario al que hemos sido sometidos por parte de la productora Telecinco Cinema a través de su plataformón catódico Mediaset España) se centran exclusivamente en la capacidad de hilvanar chistes, topicazos, estereotipos y demás clichés alrededor del resbaladizo pero sugestivo terreno de la identidad vasca y los antinomias andalucistas (que se extienden, por inercia, al resto del chascarrillismo españolista)…
Las buenas intenciones no evitan que ‘Ocho Apellidos Vascos’ caiga presa de una incomodidad algo impostada… La ingenuidad sociopolítica se impone a la falsa transgresión (no exenta de cierta tensión) en estos tiempos de paz en Euskadi y a las encubiertas censuras sobre espinosos temas tabú que conllevan, pero resulta imposible no percibir cierta frivolidad gratuita y algo descentrada…No se trata de resucitar “el humor regionalista de Chomin del Regato” (como incide el crítico de cine Mikel Insausti, del periódico Gara), pero su evidente suavización, para esquivar sensibilidades o provocaciones varias, puede llevarnos al pantanoso terreno de aquellos artefactos tipo ‘Las Autonosuyas’ (Rafael Gil, 1983), ‘La Avispita Ruinasa’ (José Luís Merino, 1983) y otras astracanadas y vilezas del humor coyuntural que se perpetraron tras la consagración democrática en el país y su consiguiente aperturismo cómico…
Desafortunadamente, en ‘Ocho Apellidos Vascos’ vence la asepsia romántica de Martínez Lázaro por encima de la comicidad, ante la incerteza de posibles polémicas o frivolidades…Cuatro chistecillos más o menos afortunados, alternados con diversas intermitencias románticas, no pueden generar nunca mal rollo…Quizá por ello, se está ganando el favor de la taquilla española… Y es que, ¿Puede ser peligroso un chiste gigante de hora y media sobre vascos y andaluces? ¿Puede ofender una historia de amor que podría haberse llamado perfectamente ‘Amo tu España rica’ o ‘El otro lado de la España’?.. Créanme, la única pregunta con chicha es: ¿Qué piensa realmente Javi Clemente de todo esto?
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(+) Sus cuatro protagonistas, en especial el cachondísimo Koldo de Karra Elejalde.
(-) Al final, nada nos justifica la interminable tortura publicitaria de Mediaset España de las últimos semanas.
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El guión que firman Borja Cobeaga y Diego San José para ‘Ocho Apellidos Vascos’ no se centra solamente en la confrontación de identidades autonómicas, sino que explota también la sempiterna vena de las comedias románticas… Ahí se justifica la presencia en la silla de director del veterano Emilio Martínez Lázaro, puesto que ya desde su temprano cortometraje titulado ‘Amo mi Cama Rica’ (1970), el catre conyugal le ha servido como privilegiado escenario para numerosos diagnósticos cinematográficos sobre la eterna guerra de sexos…De este modo, la pulsión amatoria que mantienen el debutante monologuista Dani Rovira, merluzo topeandaluzo, y Clara Lago, improvisada vasca a pesar de ser más madrileña que el chotis, recibe la precisa y correcta supervisión de Martínez Lázaro, aunque esta vez su equilibrado pulso fílmico debe cubrir la distancia entre dos lados de una cama que cruza, de cabo a rabo, la península ibérica…
La exploración de las pertinentes claves del género cómico-romántico, a modo de ligerísima “screwball comedy” de andar por casa, apenas se apartan del catálogo simplón y monótono de siempre, por lo que las claves del film (que deberían justificar el acoso y derribo publicitario al que hemos sido sometidos por parte de la productora Telecinco Cinema a través de su plataformón catódico Mediaset España) se centran exclusivamente en la capacidad de hilvanar chistes, topicazos, estereotipos y demás clichés alrededor del resbaladizo pero sugestivo terreno de la identidad vasca y los antinomias andalucistas (que se extienden, por inercia, al resto del chascarrillismo españolista)…
Las buenas intenciones no evitan que ‘Ocho Apellidos Vascos’ caiga presa de una incomodidad algo impostada… La ingenuidad sociopolítica se impone a la falsa transgresión (no exenta de cierta tensión) en estos tiempos de paz en Euskadi y a las encubiertas censuras sobre espinosos temas tabú que conllevan, pero resulta imposible no percibir cierta frivolidad gratuita y algo descentrada…No se trata de resucitar “el humor regionalista de Chomin del Regato” (como incide el crítico de cine Mikel Insausti, del periódico Gara), pero su evidente suavización, para esquivar sensibilidades o provocaciones varias, puede llevarnos al pantanoso terreno de aquellos artefactos tipo ‘Las Autonosuyas’ (Rafael Gil, 1983), ‘La Avispita Ruinasa’ (José Luís Merino, 1983) y otras astracanadas y vilezas del humor coyuntural que se perpetraron tras la consagración democrática en el país y su consiguiente aperturismo cómico…
Desafortunadamente, en ‘Ocho Apellidos Vascos’ vence la asepsia romántica de Martínez Lázaro por encima de la comicidad, ante la incerteza de posibles polémicas o frivolidades…Cuatro chistecillos más o menos afortunados, alternados con diversas intermitencias románticas, no pueden generar nunca mal rollo…Quizá por ello, se está ganando el favor de la taquilla española… Y es que, ¿Puede ser peligroso un chiste gigante de hora y media sobre vascos y andaluces? ¿Puede ofender una historia de amor que podría haberse llamado perfectamente ‘Amo tu España rica’ o ‘El otro lado de la España’?.. Créanme, la única pregunta con chicha es: ¿Qué piensa realmente Javi Clemente de todo esto?
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