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Críticas 81
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de junio de 2010
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
En poco más de una hora mi corazón ha fibrilado, se me ha parado la respiración, me he encendido el cigarrillo por la parte del filtro. Eso ha conseguido Jeopardy.

Un thriller trepidante, bien milimetrado, con una Barbara espectacular, que incluso interpretando a una buena esposa y madre cuando tiene que poner cara de mala adopta ese rictus tan suyo, esa frontera imperceptible que la convierte en otra persona.

La película es Barbara porque ella es capaz de...
30 de abril de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La germinación de esta película es larga y acabará siendo un collage que se habría formado a lo largo de 6 años (desde el primer encuentro entre Patrice Chereau y Hervé Guibert) en los que se irán acumulando ideas, sucesos de aquí y allá, experiencias personales, hasta que finalmente se unieron para hilvanar todo ese material literario y convertirlo finalmente en un guión (y también libro) que sufriría muchas revisiones. Hasta el propio título que inicialmente iba a ser L’homme qui pleure sería cambiado al final por L’homme blessé al ver Hervé la última escena y recordarle, por la paleta de colores y el propio halo del protagonista, el cuadro de Courbet del mismo nombre.

Chereau ante la filiación de “cine homosexual” sostuvo (y con razón) que se trataba de la pasión entre dos seres antes que la pasión entre dos hombres. La homosexualidad no será más que el “contexto” de esta pasión. Henri (Anglade) y su difícil aprendizaje y salida de la adolescencia, incomunicación en su entorno, y de pronto en la Gare du Nord (trasunto de Citerón) se encuentra con un mundo sórdido y desconocido para él y también se encontrará con un seductor y macarra Jean (Mezzogiorno) por el que sentirá, como un flechazo, una atracción fou. Un flechazo como iniciación a la desgracia (en palabras de Chereau) y una necesidad de ¿amor? de ¿identidad sexual? no importa ya eso, lo importante es que Henri ya es víctima de su pasión formando parte de un trío (con Roland Bertin) de personajes heridos.

Todo este recorrido iniciático de la mano de un “coup de foudre” lleva a la pregunta clave: ¿cuál es la forma más radical de posesión del objeto de deseo?

La mano teatral de Chereau se dejará ver, inevitablemente, y puede que sea eso lo que enfatice los silencios y la gestualidad.

La audacia de algunas escenas no sobrepasará el límite del mal gusto ya que están inscritas en una lógica necesaria.

Film que nace casi a la vez que el SIDA y una vez que el SIDA es catalogado (foucoultianamente) como enfermedad de homosexuales afectará a la película ya que a Chereau se le reprochará esa visión sórdida de la homosexualidad y su relación con la enfermedad; contrariamente también se le dirá que hace una película valiente.

Es una buena película que los años no hacen envejecer su esencia, esencia por otra parte universal.

El Fasciculus Medicinae de Johannes de Ketham y sus láminas de “el hombre herido” no señalaba este tipo de heridas.

Al margen de la película quería mencionar a Hervé Guibert no como escritor sino como personaje, aunque él unía vida y literatura en un todo inseparable, y ese “todo” que él confeccionó como su existencia me hacen calificarlo como un Dorian Gray muy temible y de un narcisismo irritante,... pero eso ya es otra historia, tal vez era otro homme blesse de narcisismo y profundos y eternos miedos: vejez, enfermedad, muerte. Leer Ser y Tiempo de Heidegger quita mucho polvo de encima para que una persona no acabe siendo un Dorian Gray.
22 de enero de 2008
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se trata de tres historias que transcurren en un tren que se dirige a Roma. La primera dirigida por Ermanno Olmi, la segunda por Kiarostami y la tercera por Ken Loach.

Destaco la primera historia, de Olmi. Un bello relato nostálgico que, vivido a modo de ensoñaciones, será detenido y cancelado por la realidad.

De la historia de Kiarostami destaco la interpretación de Silvana de Santis, una historia de personajes poco claros y que se nos desvela más adelante. Entre la soledad y la huida.

En la historia de Ken Loach, tres hinchas del Celtic de Glasgow y unos inmigrantes. Con humor y solidaridad como colofón.

Un tren que se convierte en un microsmos con infinidad de historias, resumido en tres mediometrajes bien realizados, pero con limitaciones narrativas.

Original la elección de un tren e interesante ver interactuar a estos tres directores.
3 de noviembre de 2009
25 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación de la novela de Pascal Quignard que no es más que el itinerario voluntario hacia la soledad que recorre Ann. La excusa para iniciar ese camino es lo de menos, en realidad no importa. Ann está mudando la piel, se desprende de ella.

Jacquot acompañará a una impecable Huppert en ese itinerario, detrás de ella, mostrando con la cámara lo que ella ve y siente. Abandonando por donde pasa todo lo que le sobra.

Es una huida, pero no huye de nada, simplemente toma otro camino, sólo se dirige hacia su soledad, con disonancias, sin pausa y firme. En Ischia encontrará su "choza" donde disfrutar de su soledad.

Todo gira en torno al poema "La solitude" de Antoine Girard de Saint-Amant (traducido por Katherine Philips) para el que Henry Purcell compondría "O Solitude", bella pieza cantada por Alfred Deller y que por sí sola nos explica lo que significa Villa Amalia.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Fray Luis de León.
22 de octubre de 2008
23 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una puesta en escena atípica con trazas tarantinescas, una dramatización burlesca en la que cabe todo: el horror de los crímenes, el cinismo, el humor, y un tono grotesco presente en toda la narración. Un buen trabajo de Sorrentino y una buena interpretación de Servillo con una caracterización caricaturesca de Andreotti.

Abre boca en una de las primeras escenas con esta frase atribuida a Indro Montanelli:
"mientras Gasperi hablaba con Dios, Andreotti hablaba con el cura".

Tiene dos puntos álgidos, dignos de aplauso: 1) la entrevista con el periodista y 2) el monólogo sentado en una silla, un crescendo intenso de arrogancia y cinismo.

Sorrentino acusa a Andreotti abiertamente (aunque el enmarañado del poder sea complejo) y se encarga de culpabilizarlo de la muerte de Aldo Moro siendo Moro un leit-motiv a lo largo de la cinta para mayor tortura de Andreotti. Salpicado de cadáveres: Dalla Chiesa, Falcone, Borselino, Pecorelli...

Tommaso Buscetta lo acusará abiertamente de relaciones con la mafia años después de que Falcone fuera asesinado. Andreotti niega el encuentro y "beso" con Totó Riina.

Será procesado y absuelto por falta de pruebas a partir de 1980. Sin embargo, sí hay confirmación del delito de participación con asociación mafiosa hasta la primavera de 1980. Esos delitos hasta 1980 han prescrito. Titular: Andreotti absuelto.

Perpetuar el mal para garantizar el bien será la consigna del personaje.

Nada que no supiéramos ya. De nuevo ante la aplastante realidad: No hay salida.

Por su culpa, por su culpa, por su grandísima culpa. Será, finalmente, Dios quien lo juzque, la justicia no ha podido.

Amén.
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